No seamos “duros” para aprender
Quizás los lectores recuerden la serie de películas: “Duro de matar” donde el protagonista resiste contra todo atentado que diversos personajes malévolos hacen contra su vida.
Halel (הָלֶל) – Hacer brillar a Dios
Desde el “elel” que se grita en las fiestas tradicionales etíopes al son de instrumentos primitivos hasta el “haleluyah” que se grita en iglesias pentecostales
Shavuot (שָׁבֻעֹת) – Fiesta de Juramentos
La Fiesta de las Semanas, Pentecostés, Shavuot. Todos estos son nombres con los que se denomina a una de las tres Fiestas de YHVH en la
Yehováh nos llama a ser apartados (santos)
La lectura de hoy inicia con una clara demanda de Yehováh para su pueblo debido a la relación que ellos comenzaron y esperaban mantener con Él.
“Habló Yehováh a Moshé diciendo: Habla a toda la asamblea de los hijos de Israel y diles: SED SANTOS, PORQUE YO, YEHOVÁH VUESTRO ELOHIM, SOY SANTO”
Antes de seguir adelante, detente por un momento en la lectura y piensa: ¿Qué es ser santo?
Tradicionalmente hemos entendido que la santidad tiene que ver con ser impecables, es decir con mantenernos perfectos y sin cometer pecado alguno. Sin embargo las Escrituras nos enseñan otra cosa.
En hebreo la palabra kedushah (de la raíz kadosh), significa ser apartado. El término kadosh nos conecta con la esfera o la dimensión de lo sagrado; es decir, de lo que es radicalmente separado de todo lo que es pecaminoso y profano. En otras palabras, lo santo es todo lo que es alto y excelso (Isaías 57:15), es algo más allá de toda comparación y exclusivo (Isaías 40:25); por eso la santidad es un sinónimo del mismo Yehováh Elohim!
La idea de santidad (separación) implica diferenciación: la dimensión de lo que es apartado está enteramente separada de lo que es común, de lo habitual, de lo profano. Lo apartado es singular, es único, inspira respeto (o temor) y aún llega a ser terrible o espantoso, porque su presencia pone de manifiesto lo imperfecto. Como el Apartado, Yehováh es distinto, sagrado, separado como el único de Su clase; por tanto El es merecedor de la adoración y del culto porque es sin igual, sin rival y permanece como Dueño, Creador y Suprema Autoridad en relación con el mundo y sus criaturas.
Así las cosas, entonces ser apartados significa que nosotros debemos separarnos de todo lo que es mundano, banal, común o malo. En otras palabras, ser apartado significa absoluta bondad moral y perfección. Es imposible que Yehováh condone el pecado o la injusticia de cualquier clase y nivel, porque al hacerlo negaría la distinción entre lo apartado y lo profano y por tanto minaría la naturaleza de la santidad misma. Lo apartado – santo- es lo opuesto a lo profano. Es lo mismo que la naturaleza de la luz, la cual disipa las tinieblas y no da lugar a ellas. No pueden coexistir de ninguna manera ni en ninguna proporción.
El que ama su vida, la perderá
Juan 12:20-26
Semana 62
¡Qué palabras más duras les comparte Yeshúa a estos griegos gentiles que habían subido a Jerusalén a celebrar la fiesta de Panes Sin Levadura!:
“El que ama su vida, la perderá…” Juan 12:25.
¿A qué se estaba refiriendo Yeshúa cuando pronunció estas palabras? ¿Acaso no quiere Dios que tengamos una vida plena, y que la disfrutemos al máximo? ¿Qué hay de malo que podamos disfrutar de nuestra familia y del fruto del trabajo de nuestras manos? Acaso no fue esa, una de las conclusiones a las que llegó el sabio Salomón cuando dijo:
“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios”
Eclesiastés 2:24.
No hay nada de malo en que el hombre disfrute de lo que logra a través de su trabajo, pero entonces, ¿a que se refería Yeshúa?
Yeshúa estaba hablando acerca de otro principio del Reino. El problema no es disfrutar del fruto de nuestro trabajo con nuestros seres queridos; el problema es enamorarnos de lo que este mundo nos ofrece.
En el momento que nuestro corazón se desvía por el amor a las cosas terrenales, nuestra alma entra en una zona de peligro:
“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:34.
¿Recuerda el caso del joven rico que le preguntó a Yeshua qué tenía que hacer para heredar la vida eterna? A pesar de que ese joven guardaba todos los mandamientos desde niño, su corazón no estaba en hacer esto, sino en las muchas riquezas que poseía.
Hay una mayor recompensa y galardón para los que están dispuestos a dejarlo todo cuando llegue el momento de hacerlo:
“…y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” Juan 12:25.
Porque… ¡Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón!