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Dos redes en las que debemos estar

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Nunca ha habido una población tan grande como la que hay en el presente. Pero resulta asombroso que a pesar de tener más personas en derredor nuestro, el contacto significativo con ellas sea menor y más superficial; porque cada individuo se mantiene absorto en sus aparatos electrónicos supuestamente «conectado» mediante las redes con otros individuos, muchos de las cuales ni siquiera conoce personalmente.

A lo largo de mi vida, descubrí que hay dos redes a las que sí vale la pena estar conectado y eso les voy a compartir.

Dios ha hecho dos tipos de revelación de sí mismo: Una, mediante la creación del mundo, que nos descubre las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad; tal revelación está disponible para todos los pueblos; y otra: la Toráh que revela su carácter y que fue dada a un pueblo en particular. 

El mundo moderno nos ha conducido a desconectarnos de la Creación; vivimos en ciudades, alejados del Jardín que Yehováh preparó para que habitáramos en él. Le tenemos miedo a los insectos, a los animales, e ignoramos cómo suceden los milagros de la vida. En cambio, estamos rodeados de cemento, de tecnología, de radiaciones de toda clase que afectan nuestros cuerpos, y cada vez perdemos más la libertad que nos fue otorgada por el Creador.

Y respecto de la Toráh, en mi caso pasé muchos años adivinando el significado del «Nuevo Testamento», aprendiendo y enseñando doctrinas, algunas de ellas erradas y otras un tanto desenfocadas, todo por estar desconectado de la Toráh. 

Pero ha llegado el tiempo de re-conectarnos a esas dos redes.

Por mi parte, yo comencé conectándome a la Toráh. Lo hice cuando entendí que la Toráh representa «el esfuerzo» (por decirlo de una manera práctica) de nuestro Padre por estrechar su relación con su pueblo elegido: Israel. El resultado ha sido que he experimentado una depuración de los conceptos que había aprendido y he redefinido mis prioridades y comportamientos en todas las áreas descubriendo así una dimensión nueva de entendimiento de la vida.

La Toráh es un pozo profundo repleto de enseñanzas atemporales, es decir siempre aplicables, a la que ahora más que nunca, necesitamos mantenernos conectados para poder discernir los tiempos y los propósitos de Dios.

Las enseñanzas de la Toráh permanecen ocultas para el lector casual; pero tienen un efecto contundente en quienes recurren a ella de manera asidua. Un testimonio de esto, es el pueblo Judío que se ha mantenido leyéndola anualmente durante siglos. El resultado: Una identidad y estilo de vida que ha desafiado las persecuciones más crueles e inhumanas de la historia; un pueblo que a pesar de su pequeño tamaño, ha producido los cambios más grandes y significativos en la humanidad.

Sería necio de nuestra parte, subestimar el efecto de la Toráh en nuestras vidas. Con razón Yehováh le recalca a Josué:

esfuérzate y sé muy valiente, cuidando de hacer conforme a toda la Toráh que mi siervo Moshé te ordenó. No te apartes de ella ni a diestra ni a siniestra, para que tengas buen éxito dondequiera que vayas. No se aparte de tu boca el Libro de esta Toráh. De día y de noche meditarás en él, para que cuides de hacer conforme a todo aquello que está en él escrito, porque entonces harás próspero tu camino, y tendrás buen éxito. Josué 1:7-8

Sí. La Toráh debe convertirse en el parámetro con el cual evaluamos toda enseñanza que llega hasta nosotros, sea de pastores, de líderes famosos, de escritores estrella, etc. Pero… ¿cómo puede ser esto posible, si no la conocemos a profundidad?

 Ahora estoy en el proceso de conectarme con la red de la Creación. La misma Toráh me impulsa a hacerlo; necesitamos regresar a nuestro lugar de origen: El Jardín de la Creación. ¿Acaso no sería ideal que los hijos de Yehováh viviéramos en campos espaciosos, siendo testigos del milagro de la vida cosechando nuestros propios alimentos y cuidando nuestros propios animales? Entonces podríamos entender muchas lecciones de la Toráh que están encriptadas en los procesos de lo que sucede en el campo.

Vamos! Es hora de cambiar la obsesiva conexión a las esclavizantes redes sociales y medios de comunicación oportunistas, para conectarnos de manera firme a las redes de Yehováh, que son fuente de Verdad que nos traen verdadera paz y libertad: Conéctate a la Creación y a la Torá, Su Palabra inmutable.

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El significado del Bautismo

¿Qué significa? ¿Cómo se hace? ¿Cuál es su significado espiritual? ¿Cuál es la diferencia entre Mikveh y T’vila? ¿Puede uno bautizarse solo o necesita de un pastor? ¿Me bautizo una sola vez, o cuántas veces me tengo que bautizar? ¡Estas y otras interrogantes acerca del bautismo son tratadas en este programa! !Agradecemos a los miembros del Club de Patrocinadores ya que, gracias a sus aportes, estas enseñanzas exclusivas pueden ser compartidas a toda la audiencia del ministerio de Un Rudo Despertar!

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Yeshua y el leproso

Si quieres, puedes limpiarme …

Mateo 8:1-4
13-19 de Julio, Semana 22

Leví hijo de Alfeo o mejor conocido como Mateo el levita, nos cuenta a este punto de la cronología de los evangelios cómo Yeshúa sana a un leproso justo después de haber terminado su famoso discurso del “Sermón del Monte”.

Los leprosos eran personas que estaban en una condición de inmundicia física (Lev 13:44) y debían gritar “inmundo, inmundo” (Lev 13:45) y ser echados fuera del campamento (Num 5:2), a una zona aislada. Sin duda, eran gente no deseada en el pueblo, y rechazados por su condición impura.

Mateo nos dice que el leproso vino delante de Yeshúa y se postró ante él, y le dijo que si quería, lo limpiara. Yeshúa movido a misericordia le respondió “¡Quiero!” y de inmediato fue limpio de la lepra.

Cada vez que leo este pasaje, no tengo duda de que Yeshúa tenía la autoridad, el poder y la mejor disposición de sanar al leproso, pero no fue sino hasta que el leproso se rindió ante él, postrándose y reconociendo el señorío de Yeshúa, que recibió su milagro.

¿Cuántas veces hemos pasado por situaciones difíciles de enfermedad, aflicción, dolor, o incluso tormento, esperando que Yehováh “haga la obra” y no sucede nada? Sabemos que nuestro Padre celestial tiene el poder para sanarnos y que por las llagas de Yeshúa fuimos nosotros curados (Is 53:5) pero aun así seguimos enfermos.

Quizás, aun teniendo todo este entendimiento, podamos aprender algo acerca de este leproso. Yehováh conoce nuestras necesidades y Él sabe de que tenemos nosotros necesidad, pero en ocasiones Él permite que la enfermedad nos toque (así como le sucedió a Job) porque Él está esperando que seamos nosotros los que nos volvamos a Él y nos postremos diciendo “Señor, si quieres puedes limpiarme.”