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¿Habrás sido hostil hacia Yehováh?

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Vergonzosamente, muchas veces nosotros actuamos de manera hostil ante las Instrucciones (Toráh) de Yehováh

¿Te has encontrado alguna vez de frente con un perro hostil? No importa que tengas una actitud amigable o temerosa o neutra, él siempre te mostrará los dientes tratando de amenazarte o agredirte.

Vergonzosamente, nosotros actuamos de la misma manera muchas veces ante las Instrucciones -Toráh de Yehováh.

Para ayudarnos en la compresión del tema, veamos un par de definiciones:

  • Hostil: contrario o enemigo. 

  • Hostilidad: indica una actitud provocativa y contraria, generalmente sin motivo alguno, hacia otro ser vivo. Implica una conducta abusiva y agresiva que puede reflejarse en violencia emocional o física, ya sea de una sola persona, de un grupo pequeño o de una gran cantidad de gente, y estar dirigida, de igual forma, a uno o más sujetos.

Hay perros hostiles, que muerden la mano de su amo.

Levítico 26:14 -41 nos declara de manera precisa y muy detallada lo que Yehováh considera hostilidad hacia Él: Desobediencia a la Toráh, rechazo y desprecio de sus leyes y quebrantamiento del Pacto que hicimos con Él.

Esto fue precisamente lo que hicieron nuestros padres, cuando habiendo sido exiliados por mano de los Asirios, fueron expulsados de la tierra que Yehováh nos había entregado como herencia.

De una manera consistente, ellos prefirieron abandonar la instrucción que Yehováh les había provisto para que fueran la nación más bendecida de la tierra. Entonces sustituyeron la Verdad por la mentira que los esclavizó y les llevó a vivir en condiciones deplorables.

En el pasaje, Yehováh advierte tres veces, en los versos 21, 24 y 28 que si al traer disciplina sobre ellos, no hay reacción, entonces multiplicaría el castigo por siete. Y eso es lo que finalmente se cumplió porque la Casa de Israel, que originalmente debía estar en el exilio por 390 años de acuerdo a Ezequiel 4:5, ha estado en tal condición por 2730 años (390×7).

El tiempo de este exilio terminó alrededor del año 2009, cuando comenzó este despertar e interés por la identidad Hebrea. Pero siempre la pregunta permanece: ¿Continuaremos hostiles hacia Yehováh? Es decir, ¿mantendremos una actitud de desprecio por la Toráh, por sus estatutos, ordenanzas, mandamientos, reglas, celebraciones y testimonios quebrantando el Pacto que hicieron nuestros padres?

El propósito de Yehováh al darnos su Toráh no fue otro que equiparnos para vivir protegidos por Él y sus bendiciones. En la Toráh nos está revelando, en parte, la manera como organizó su Creación y cómo esta funciona; por eso, si seguimos sus instrucciones lograremos sincronizarnos con Su Plan y nuestras vidas tendrán sentido. Pero ignorarlas o contaminarlas añadiendo cosas o mezclándolas con tradiciones y costumbres heredadas, es asumir una actitud hostil, desconfiada, agresiva y rebelde que traerá consecuencias funestas a nuestras vidas.

Si a pesar de todo esto no me obedecéis, sino que procedéis con hostilidad contra mí, entonces Yo procederé con hostilidad airada contra vosotros, y yo mismo os castigaré siete veces por vuestros pecados.

Levítico 26:27–28, LBLA

Ahora bien, la hostilidad de Yehováh no es comparable con la nuestra. Es curioso, porque nuestra hostilidad hacia Él, nos afecta a nosotros principalmente por las consecuencias que conlleva. El no se ve afectado en lo absoluto. Y con la hostilidad de Yehováh hacia nosotros, también llevamos las consecuencias! solo que peores… o mejor dicho multiplicadas por siete! 

Seamos buscadores de la misericordia y gracia de nuestro Padre en lugar de provocar su hostilidad porque siempre llevaremos las de perder; y cosa difícil y dolorosa será enfrentarnos con ella.

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Parashá be Jukotai
Levítico 26:3 – 27:34


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Señor, enséñanos a orar…

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¿Cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir?

Lucas 11:1-36,

Semanas 45-53 del Ministerio de Yeshúa
21 de diciembre.

Alguna vez se ha preguntado: ¿cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir? ¿qué debemos de pedir? Recuerdo en varias ocasiones cómo me frustraba no estar seguro si mi manera de orar era la correcta o no. Recuerdo también haber escuchado a muchos predicadores compartiendo “fórmulas” para garantizar que las oraciones fueran escuchadas y contestadas… Incluso uno de ellos decía que dependiendo de su estado de ánimo, su oración debía de ser dirigida al Padre, al hijo o al Espíritu Santo.

En esta ocasión Yeshúa les enseña a sus discípulos (en Lucas 11:2-4) la manera correcta en que debemos de orar:

Padre nuestro que estás en los cielos…” – ¿a quién dirigimos nuestra oración? Al Padre.

Santificado sea tu nombre…” – ¿cómo nos dirigimos a Él? Con respeto y reverencia.

Venga tu reino…” – reconocemos su señorío.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…” –  su voluntad viene primero que la nuestra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…” –  pedimos por el maná diario, sin afanarnos por lo que ha de acontecer mañana.

Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben…” – pedimos por misericordia así como tenemos misericordia de los que nos han fallado.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal…” – que podamos caminar como un pueblo apartado para Él.

Resulta interesante que Jacobo (Santiago) hace una exhortación a las “doce tribus” que están en la dispersión con respecto a la manera en que pedían (en sus oraciones):

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal…” (Santiago 4:3).

¡Sigamos el ejemplo que nos enseñó el maestro por excelencia, Yeshúa, y veamos como nuestra vida da un giro positivo!

libre

¡Somos libres! ¿Y ahora qué?

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Los seres humanos tenemos tan corta memoria que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados.

Año tras año, una y otra vez, leemos, estudiamos y les contamos a nuestros hijos acerca de la salida de Egipto; el éxodo de los hijos de Israel.

Todo el contenido bíblico acerca de este gran hito en la historia, e incluso las anécdotas e historias en la literatura rabínica posterior, rondan en torno a una idea, una premisa: salir de la esclavitud hacia la libertad.

“Hemos sido esclavos del faraón”. Lo decimos en primera persona. Porque, ¿quién no ha sido esclavo del faraón? ¿Quién no ha estado bajo el yugo de algo o alguien en su vida? ¿De qué necesitamos ser liberados hoy?

Los seres humanos tenemos tan corta memoria, que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados. ¿Recuerdan a los hijos de Israel habiendo salido de Egipto? ¿Cuánto tiempo pasó hasta que dejaron de valorar la libertad que les fue regalada?

Lamentablemente esa generación pereció en el desierto. Tan sólo DOS personas entendieron la visión que el Todopoderoso le había dado a Moshé.

¿Tenemos lo que se requiere?

Con el éxodo de Egipto nos fue garantizada la libertad, pero debemos poner atención a que este no es el final de la historia, sino el comienzo. El pueblo de Israel deberá pasar por pruebas y desafíos hasta llegar a aquella meta, a veces abstracta, de la Tierra de Israel. Tendrán la guía del Todopoderoso a través del desierto, pero también pasarán por tiempos de incertidumbre que los harán cuestionar incluso hasta los principios más básicos de su fe.

Estas cosas me ponen a pensar… ¿seré yo una de las personas dispuestas a enfrentar el desafío de los 40 años en el desierto? ¿Tendré la determinación, paciencia y perseverancia de sobreponerme a cada obstáculo y de seguir adelante? Pues todavía mayor es la carga y la responsabilidad para los que tenemos una familia entera (y a veces muchos más), que dependen de nosotros como guías y ejemplos.

El camino no es fácil. Y nadie prometió que lo sería. El camino es angosto. Pocos lo encuentran. Pero al final de él hay libertad, vida eterna, fuentes de aguas vivas y todo por lo que vale la pena vivir. ¿Tiene precio todo eso?

Del otro lado está el gran Egipto con sus riquezas, su conocimiento, su cultura sofisticada, su abundancia de comida y de confort. Suena tentador… ¿O por qué crees que la gran mayoría de los judíos no quisieron retornar de Babilonia después del exilio?

Pero a diferencia de Babilonia, Egipto era un lugar donde claramente el pueblo sufrió el abuso y la opresión de la esclavitud. Y pensar que todo esto estaba previsto, tal como Dios le dijo a Abraham (entonces Abram):

Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años.

Genesis 15:13

Fue tal el impacto que Yehováh quiso crear sobre el pueblo de Israel, que debieron pasar por la esclavitud para valorar lo que sería la libertad, y Quien era su salvador.

Pero a Israel no le molestó ser esclavo desde siempre. Hubo un punto específico en donde el pueblo dice “¡suficiente!” y se genera un punto de inflexión en la historia:

Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.

Éxodo 2:23

Tal como los hijos de Israel clamaron a Dios por motivo de su servidumbre, uno debe reconocer cuáles son las cosas en nuestra propia vida que nos mantienen atrapados y que nos impiden desarrollar nuestro potencial a un 100%. Debemos “clamar” a nuestro Creador, reconociendo que necesitamos salvación de esas cosas, y Él escuchará nuestro clamor tal como escuchó a los hijos de Israel. ¿Pero acaso nos traerá un jet privado para llevarnos a la Tierra de Israel en primera clase? Mmmm, no creo. Habrá una larga caminata por delante y probablemente no nos tomará un día el llegar a donde nos dirigimos, pero no hay dudas de que vale la pena y el esfuerzo.