Judah-Maccabee

Hoy estamos amenazados como los Macabeos

Para algunos no es evidente, que la presión de la sociedad y el sistema del mundo, actualmente nos están llevando a una situación similar a la de los Macabeos.

Por estos día celebramos Janucá; la Fiesta principalmente hace memoria de la victoria que Yehováh otorgó a nuestros padres cuando los ejércitos griegos invadieron Judea y quisieron eliminar todo vestigio de la Toráh y de su influencia en el pueblo de Israel, profanando el Templo y obligando a la gente a abdicar de su obediencia a la Toráh.

Pero una familia, la de Sh’món Macabeo, se levantó y lideró un pequeño ejército que derrotó la enorme máquina militar de los griegos; posteriormente llevaron a cabo la re-dedicación del Templo, para limpiarlo de toda contaminación, y así se estableció que anualmente se hiciera memoria de todos estos hechos en las generaciones por venir.

Vale la pena aclarar, que hay una leyenda respecto a la multiplicación milagrosa del aceite para mantener encendida la Menorá del Templo tras su purificación en aquél tiempo, y que da origen a la tradición del encendido de un candelabro de nueve brazos llamado hanukia. Según los rabinos debe seguirse un orden inventado por ellos para encender las velas cada día, recitando ciertas plegarias en el momento indicado.

Lamentablemente, esta tradición ha desplazado la verdadera razón de la celebración, que debe ser el valor, la decisión, el compromiso, la bravura, y la dependencia total de Yehováh de los Macabeos, para vencer a los enemigos que amenazaron su libertad y sus creencias.

¿Qué de Yeshúa?  

Yeshúa participó en esta Fiesta de la Dedicación, tal como lo nos relata el Evangelio según Juan. Sin embargo al ignorar la conexión de esta festividad con la historia de los macabeos, perdemos totalmente el sentido de responsabilidad y compromiso que Yeshúa tenía con su cultura y las tradiciones de su pueblo.

Entonces cabe preguntarnos… ¿Estamos en condiciones similares hoy?

Para algunos no es evidente, aunque la presión de la sociedad y el sistema del mundo, actualmente nos están llevando a situaciones similares. Ahora bien, antes tales presiones podemos asumir una de tres posiciones:

  1. Abiertamente transgredir la Toráh, con una actitud desafiante, alegando que tales Instrucciones no me conciernen.
  2. Ignorar la Toráh y sus exigencias, pensando en que quizás ya no es relevante para hoy y resulta muy fanático obedecerla.
  3. Tomar partido por la obediencia que corresponde a un hijo de Yehováh, actuando como lo hicieron los Macabeos.

Estos son tiempos que ponen a prueba nuestras convicciones; la presión irá en aumento y nos veremos obligados a asumir una de las tres posiciones mencionadas. Tú… ¿Qué harás?


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Transformación a través de la lucha

Las luchas de la vida son inevitables, pero también son oportunidades para ser transformados.

La vida está llena de luchas. Todos enfrentamos momentos de incertidumbre, dolor o conflicto que nos desafían y transforman. Sin embargo, en medio de ellas, también podemos encontrar una oportunidad para el crecimiento espiritual y personal. La Escritura nos muestra que la lucha, cuando se vive con fe y perseverancia, puede ser el instrumento para una transformación positiva y duradera. Reflexionemos por un momento cómo los desafíos nos moldean y cómo la presencia del Altísimo puede guiarnos hacia una nueva versión de nosotros mismos.

Uno de los relatos más poderosos sobre la transformación a través de la lucha se encuentra en la historia de Ya’akov. En Génesis 32:24-30, lo hallamos solo, antes de enfrentar a su hermano Esaú. Durante la noche, se enfrenta con un ángel hasta el amanecer. Tal lucha no solo es física, sino también espiritual. Tras el encuentro Ya’akov sale herido con una cadera dislocada, pero también recibe una bendición y un nuevo nombre: Israel, que significa “El que lucha con Dios y prevalece”.

Este cambio de nombre simboliza la transformación de Ya’akov. Pasó de ser un hombre conocido por su astucia a convertirse en alguien que reconoce su dependencia de Dios. La lucha lo preparó para enfrentar a Esaú con humildad y valentía, y marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida.

¿Cómo podemos permitir que nuestras propias luchas nos transformen? Jacob nos enseña que, aunque las pruebas puedan dejarnos cicatrices, también pueden acercarnos más a nuestro verdadero propósito. La clave está en perseverar y buscar la presencia de Yehováh en medio de la dificultad.

La influencia de un padre

Otra historia inspiradora es la de Yosef, el hijo de Ya’akov. Desde joven, Yosef enfrentó luchas enormes: fue vendido como esclavo por sus propios hermanos y luego encarcelado injustamente en Egipto. Sin embargo, Yosef nunca perdió su fe en el Dios de Israel. En cada etapa de su vida, siguió confiando en que el Todopoderoso tenía un plan para él.

Con el tiempo, Yosef fue elevado a una posición de gran autoridad como gobernador de Egipto. Desde ese lugar, pudo salvar a su familia y a muchas otras personas durante un tiempo de hambre severa. Su transformación no solo lo benefició a él, sino que también tuvo un impacto positivo en quienes lo rodeaban.

“Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo” (Génesis 50:20).

La historia de Yosef nos recuerda que incluso las circunstancias más adversas pueden ser usadas por Yehováh para un bien mayor. Los problemas que enfrentamos hoy pueden ser parte del proceso que nos lleva a cumplir un propósito más grande el día de mañana.

Ambas historias nos muestran que las luchas son una parte inevitable de la vida, pero también son herramientas poderosas en las manos de Dios. Aquellos que están dispuestos a enfrentar sus pruebas con fe y perseverancia pueden experimentar una transformación profunda.

Aquí hay algunas maneras prácticas de aplicar estas lecciones en nuestra vida diaria:

  1. No temas a la lucha: Las dificultades no son señales de fracaso, sino oportunidades para crecer. Acepta cada prueba como un paso hacia algo mejor.
  2. Busca la presencia de Yehováh: Como Ya’akov y Yosef, confía en que Dios está contigo en medio de la lucha. Ora, medita en Su palabra y pídale dirección.
  3. Permanece perseverante: No te rindas. La transformación toma tiempo, pero vale la pena. Tus esfuerzos y fe serán recompensados.

Como Jacob y José, podemos salir de nuestras pruebas más fuertes, más sabios y más cercanos a nuestro Padre Celestial. Permítele a Él moldearte en medio de tus luchas y confía en que cada paso, incluso los más difíciles, te llevan hacia un futuro lleno de propósito y esperanza.


Yosef en Egipto

La Entereza de Yosef

La resiliencia no es solo la capacidad de recuperarse a su estado anterior después de una prueba; es continuar creciendo para ser mejor, más fuerte, más generoso y más comprometido, haciendo de este un mundo y una humanidad mejor.

Un sinónimo moderno del término “entereza”, es resiliencia. Comenzaremos por definir claramente este último:

RESILIENCIA
Es la capacidad de una persona para adaptarse y superar situaciones difíciles o traumáticas. En términos simples, la resiliencia es la habilidad de recuperarse y seguir adelante después de enfrentar desafíos y adversidades en la vida.

Si hay un personaje cuya vida es impactante aparte de la de Yeshúa y la de Moisés, esa es la de José o Yosef, el hijo de Jacob, precisamente por su capacidad de recuperación, fidelidad a sus principios y entereza moral.

Es imposible leer su historia sin fastidiarse por la actitud de sus hermanos, quienes, si bien tenían motivos, no se les puede justificar que hayan querido dar muerte a su hermano menor a quien debían proteger.

Pero una vez impedido el intento de aquellos por Judá, vemos a un chico de apenas 16 años siendo lanzado a enfrentarse solo a un mundo desconocido, cruel, injusto y materialista.

Si bien la historia no describe de manera explícita su íntima y total dependencia de Yehováh, esa resulta ser la única posible respuesta para que haya sido capaz de recuperarse y de ser capaz de construir su vida, cuidando su corazón de sentimientos oscuros como la amargura, el rencor y la venganza que hasta cierto punto, podríamos considerar lícitos.

No conocemos el tipo de formación espiritual que José recibió de su padre; pero su comportamiento nos permite inferir que él era sensible al Dios de sus ancestros Abraham, Isaac, y Ya’akov.

¿Cómo hizo José para mantener su identidad, bajo las ropas egipcias, cuando alcanzó el éxito y la vida por fin le sonrió?

Aquí es donde entra este concepto moderno conocido como reciliencia.

La resiliencia no es solo la capacidad de recuperarse a su estado anterior después de una prueba; es la fuerza para continuar creciendo para ser mejor, más fuerte, más generoso y más comprometido, haciendo de este, un mundo y una humanidad mejor.

Yosef hubiera podido fundar el movimiento Woke

La cultura woke (estar despierto), se define como una mentalidad o actitud de sensibilidad hacia problemas sociales, políticos y económicos relacionados con la injusticia, la desigualdad y la discriminación, como el racismo, el sexismo y la homofobia.

Yosef se encontró frontalmente con varias de estas condiciones, pero nunca cayó en la victimización, tan propia de los militantes de este movimiento hoy día. En lugar de eso, mantuvo su fe, su integridad y su confianza en Dios al ir enfrentándose a situaciones extremadamente adversas.

Demos un vistazo a algunos aspectos de su resiliencia:

  1. Resiliencia ante el rechazo familiar: Yosef, aunque fue rechazado y vendido como esclavo por sus propios hermanos a causa de sus celos de él, no permitió que el odio o el rencor definieran su vida.
  2. Adaptación al cambio: Como esclavo en Egipto, Yosef no se dejó vencer por la desesperanza. En cambio, se esforzó por ser diligente y fiel en su trabajo, ganándose la confianza de Potifar, quien lo puso a cargo de su casa.
  3. Firmeza moral: Cuando fue tentado por la esposa de Potifar, Yosef demostró integridad al rechazarla, aunque esto le costó ser acusado injustamente y encarcelado. Su capacidad para mantenerse firme en sus valores, incluso a un gran costo, es un claro reflejo de su carácter resiliente.
  4. Paciencia en la adversidad: Durante su tiempo en prisión, Yosef continuó confiando en el propósito de Dios para su vida. En lugar de rendirse, utilizó su don para hacer una buena administración en tal lugar, y para interpretar sueños, lo que eventualmente lo llevó a ser liberado y exaltado.
  5. Perdón y reconciliación: Cuando tuvo la oportunidad de vengarse de sus hermanos, Yosef escogió el camino del perdón y la reconciliación, mostrando que no había permitido que el sufrimiento lo amargara, sino que lo fortaleciera.

Eso es resiliencia. La resiliencia de Yosef fue posible porque nunca perdió de vista el propósito de Dios para su vida. Su fe y esperanza en el plan divino le permitieron superar el sufrimiento con valentía y convertir sus pruebas en oportunidades para glorificar a Dios y salvar a su familia y a muchas otras personas.

¿Y qué de nosotros?

Ahora viene la cuestión principal: ¿Y nosotros qué? ¿Qué de ti? ¿Qué tan resiliente eres antes los fracasos, las críticas, los errores, la persecusión, las pruebas y demás cosas que llegan tu vida?

En nuestra cultura latina, es muy común reaccionar ante las injusticias o las pruebas, siendo violentos, o evasivos, o buscando culpables para vengarse, o aislándonos para evita futuras heridas; pero difícilmente nos enfocamos en dejar tales experiencias atrás sacando lecciones para el futuro y continuando adelante pensando en hacer lo correcto y beneficiando a otros.

Quienes hemos tenido un encuentro con Yeshúa y tras haber sido conducidos por Él a la obediencia a la Toráh y al conocimiento de Yehováh nuestro Padre, estamos equipados para ser resilientes, porque nuestra fuerza y capacidad no dependen de nosotros mismos, sino que provienen de alguien superior que toma nuestras debilidades y en su lugar nos equipa para devolver amor por odio, generosidad por mesquindad (o tacañería), perdón por ofensas, y en general devolver bondad por maldad; después de todo ese fue el modelo de nuestro Señor y Mesías, Yeshúa.

Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes—afirma el Señor—, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.
Jeremías 29:11

Así que es tiempo de dejar atrás los maltratos sufridos en el pasado ya fuera por parte de otros o de la vida misma. Levantémonos y con el rostro en alto fortalezcamos nuestras raíces y hagamos lo mejor que está a nuestro alcance.

Aprendamos del bambú japonés, que es un ejemplo clásico de resiliencia. Durante los primeros años de crecimiento, el bambú apenas crece en altura, pero desarrolla un sistema de raíces fuerte y extenso. Luego, en un período de unas pocas semanas, puede crecer varios metros. Esta capacidad de crecer rápidamente se debe a la fortaleza de sus raíces. El bambú nos enseña que la resiliencia a menudo implica un crecimiento invisible y subterráneo que nos prepara para enfrentar desafíos futuros.


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¿Qué significa Jánuca para nosotros?

La dedicación, es una decisión costosa que involucra la renuncia a todo aquello que nos contamina…

De acuerdo a Juan 10:22-23, Yeshúa se hallaba, por los días de la Fiesta en la santa ciudad. Y fue precisamente durante este Festival, que se reveló como “la luz del mundo” y realizó la controversial sanidad de un ciego de nacimiento, trayendo luz física y espiritual a su vida.

Janucá tiene una gran conexión con lo que Yeshúa hizo y enseñó durante la víspera y celebración de ésta Fiesta; y aunque no estamos obligados a observarla, entenderla nos puede motivar a hacerlo para enriquecer nuestras vidas.

El capítulo ocho del Evangelio según Juan, narra que la declaración de Yeshúa generó incomodidad en los fariseos y una gran discusión en la que terminaron acusándolo de tener demonio. Entonces se relata el encuentro con el ciego de nacimiento, a quien Él sanó en Shabbat, lo que aumentó la tensión. Ahora, si observamos atentamente, estos hechos están íntimamente relacionados con la Fiesta que se estaba celebrando en esos días.

¿Notas la conexión? Yeshúa afirma ser la Luz del mundo mientras la gente se prepara para la ¡Fiesta de las Luces! Cosas similares ocurrieron durante las otras celebraciones. Yeshúa no estaba improvisando sino dando cumplimiento a un plan perfecto elaborado por Yehováh, nuestro Padre, Quien había entregado Sus Fiestas a Su pueblo para que estuviera preparado y reconociera a su Mesías. Mas como el pueblo se enredó añadiendo y quitando a la Palabra y contaminándola con tradiciones desarrolladas por ellos mismos, fueron incapaces de identificarlo, tal y como es evidente en Juan 10:22-42.

Limpieza, Purificación y Dedicación

Aunque Salomón había hecho una gran dedicación (januca) del Templo cuando lo construyó, fue necesario dedicarlo nuevamente por los Macabeos, no sin antes someterlo a un meticuloso proceso de limpieza y purificación.

Algo parecido sucede con nuestras vidas, pues requieren de los mismos procesos: limpieza, purificación y dedicación. Y aunque es muy posible que ya hayamos hecho la dedicación de nuestra vida en el pasado, es necesario rededicarnos una  otra vez.

Somos templo de su Ruaj (Espíritu). Y es seguro que en el caminar diario muchas veces nos contaminamos. Esto sucede cuando desarrollamos dependencias de cosas como la comida, las bebidas, los placeres, las aficiones, las personas; sucede cuando nuestra vida gira en torno a alguna actividad que nos absorbe: compras, trabajo, deporte etc.; sucede cuando permitimos que nuestra mente reciba cosas nocivas como películas de terror o violencia; ó cuando consumimos comida que las Escrituras catalogan como inmunda; ó cuando escuchamos música cuyo contenido no edifica, etc.; entonces hemos hecho cosas similares al sacrificio del cerdo en el Templo.

La limpieza la obtenemos al confesar a Yehováh nuestras fallas; y la purificación, tiene lugar al apropiarnos del perdón que nos otorga la sangre de nuestro Mesías; mas la dedicación, es una decisión costosa que involucra la renuncia a todo aquello que nos contamina; es una decisión que debemos hacer reiteradamente hasta vencer los hábitos que hemos desarrollado a lo largo de una vida ignorante de los parámetros divinos. Muy pocos están dispuestos a pagar el precio, por lo cual el proceso se queda a medias. Nuestro Padre Yehováh espera que lo completemos y retomemos el Camino de la obediencia a Él como nos lo demanda.


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La Transformación Espiritual de Jacob

El viaje de Jacob resuena profundamente con nuestras experiencias humanas.

Jacob, uno de los patriarcas más fascinantes de la Torá, es un hombre definido por la transformación. Su viaje está marcado por momentos de conexión divina y lucha personal. Dos encuentros destacan como puntos clave: su sueño con una escalera celestial y su lucha con una figura misteriosa. Estos dos eventos, aunque separados por años y circunstancias, ofrecen profundas lecciones sobre el crecimiento espiritual y la relación humana con lo divino.

La escalera representa una promesa: un destello de la presencia y protección del Creador mientras Jacob inicia su incierto camino. La lucha, por otro lado, marca un momento de confrontación y transformación personal, cuando Jacob enfrenta sus miedos y emerge con un nuevo nombre, Israel. Juntos, estos relatos trazan el camino de Jacob desde un receptor pasivo de las promesas divinas hasta un participante activo en su cumplimiento. ¿Qué podemos aprender, como lectores modernos, del viaje espiritual de Jacob? Subamos la escalera y enfrentemos esta pregunta.

La Escalera de Jacob: Promesas y Propósito

En Génesis 28:10-22, Jacob huye de su hermano Esaú tras robarle la primogenitura. Solo y vulnerable, se detiene a descansar en el desierto y usa una piedra como almohada. Durante la noche, sueña con una escalera que conecta la tierra con el cielo, por la cual los ángeles suben y bajan. En la cima, el Todopoderoso reafirma Su pacto con Abraham, prometiendo a Jacob descendencia, tierra y protección divina.

La escalera simboliza más que una conexión física entre el cielo y la tierra. Representa el camino espiritual que cada individuo está llamado a recorrer: un proceso de ascenso gradual hacia lo divino. Es un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, Dios está presente, guiando y ofreciendo promesas de esperanza.

Para Jacob, esta visión marca el inicio de su relación consciente con el Creador. Despierta con una nueva perspectiva y dedica el lugar como Betel, la “casa de Dios.” Este evento es una invitación para que nosotros también reconozcamos las “escaleras” en nuestras vidas: momentos de claridad en los que percibimos el propósito divino.

La Lucha con el Ángel: Confrontando el Miedo y Encontrando Identidad

En Génesis 32:25-31, años después de su sueño, Jacob se encuentra en una encrucijada. Está a punto de reencontrarse con Esaú, y el temor de represalias lo abruma. Esa noche, mientras está solo, aparece un hombre misterioso (identificado tradicionalmente como un ángel o una manifestación divina) que lucha con él hasta el amanecer.

Esta lucha es un símbolo de las batallas internas de Jacob: su miedo, su culpa por el engaño a Esaú, y su búsqueda de un propósito renovado. No es simplemente una pelea física; es un enfrentamiento espiritual y emocional. Jacob se rehúsa a soltar al ángel hasta que recibe una bendición. En ese momento, se le da un nuevo nombre: Israel, “el que lucha con Dios.”

Este cambio de nombre no es trivial. Representa la transición de Jacob de ser un hombre que lucha por sí mismo a uno que lucha por un propósito mayor, en asociación con el Creador. Sin embargo, la lucha deja una marca permanente: Jacob sale cojeando. Esta herida física simboliza que las transformaciones significativas a menudo vienen acompañadas de cicatrices que nos recuerdan las luchas que hemos superado.

Los Encuentros, Un Camino Espiritual

Aunque ambos eventos marcan encuentros divinos, hay diferencias fundamentales que reflejan la evolución de Jacob:
La escalera: Es pasiva y receptiva. Jacob recibe promesas y orientación divina en un sueño, sin esfuerzo propio. Este momento simboliza el inicio de su relación con Dios, cuando aún depende de Su guía.
La lucha: Es activa y desafiante. Jacob enfrenta su miedo y toma un rol activo en la búsqueda de su bendición. Aquí, su fe y compromiso con el Todopoderoso se consolidan en acción.

Juntos, estos eventos trazan un arco de desarrollo espiritual. Mientras la escalera simboliza la esperanza y la promesa, la lucha encarna el esfuerzo necesario para cumplir esas promesas. Para los lectores modernos, esto sugiere que la vida espiritual no se trata solo de recibir inspiración, sino de enfrentar activamente nuestras batallas internas.

Lecciones para Hoy: Subir y Luchar

El viaje de Jacob resuena profundamente con nuestras experiencias humanas. A continuación, algunas reflexiones prácticas que podemos aplicar en nuestras vidas:

  1. Reconoce tus “momentos de escalera.” Estos son tiempos de claridad y esperanza, cuando sentimos la presencia de Dios y Su propósito en nuestras vidas. Agradece estos momentos y úsalos como guía en tiempos de oscuridad.
  2. Abraza tus “momentos de lucha.” Como Jacob, todos enfrentamos batallas internas: dudas, miedos o conflictos personales. Estas luchas son oportunidades de transformación. Enfréntalas con valentía y determinación.
  3. Acepta tus cicatrices. Las heridas que adquirimos en nuestras luchas son recordatorios de nuestro crecimiento. En lugar de esconderlas, míralas como señales de fortaleza y superación.
  4. Actúa con propósito. La vida espiritual no se trata solo de esperar intervenciones divinas. Se requiere esfuerzo activo, como la perseverancia de Jacob al luchar por su bendición.

Conclusión

El viaje espiritual de Jacob nos enseña que el crecimiento viene tanto de recibir como de luchar. La escalera nos conecta con la esperanza divina, mientras que la lucha nos desafía a transformar esa esperanza en acción. Ambos aspectos son esenciales en nuestro camino hacia la realización espiritual.

Al reflexionar sobre este tema, pregúntate: ¿estoy reconociendo las escaleras en mi vida? ¿Estoy enfrentando mis luchas con la determinación de recibir una bendición? Jacob nos muestra que, aunque las cicatrices pueden ser inevitables, también son las marcas de una vida vivida con propósito y fe.

¿Y tú? ¿Qué “escaleras” o “luchas” estás enfrentando? Comparte tus reflexiones en los comentarios.


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Josías, el joven rey que reformó a Israel

Tal como Josías lideró a Judá hacia el arrepentimiento y la obediencia, nosotros también podemos ser instrumentos de cambio en nuestras familias, comunidades o lugares de trabajo.

Josías tenía solo ocho años cuando se convirtió en rey de Judá, después del asesinato de su padre, el rey Amón. Reinó 31 años y es mencionado en la genealogía de Yeshúa en el Evangelio según Mateo.

A los 18 años, Josías le ordenó al Sumo Sacerdote Hilcías que usara el dinero recaudado de los impuestos a lo largo de los años para restaurar el Templo. Durante este tiempo, Hilcías hizo un descubrimiento majestuoso, al encontrar un rollo descrito como “El libro de la Ley” en la Casa de Yehováh, el cual contenía las palabras dichas por Moisés.

Cuando Hilcías trajo este rollo delante de rey Josías, se lo leyeron; y cuando el rey hubo escuchado las palabras de este libro se “rasgó sus vestiduras” y se alarmó de que las calamidades mencionadas en el libro pudieran caer sobre él y el pueblo por no observar los mandamientos de Yehováh.

La reacción de Josías al escuchar el Libro de la Torá nos enseña la importancia de tener un corazón sensible a la corrección divina. Cuando reconoció que su pueblo estaba lejos de los mandamientos de Yehováh, no buscó justificar el pecado ni ignorar la advertencia. En cambio, se humilló y buscó el consejo del Altísimo. Esto nos recuerda que, cuando nos enfrentamos al error, nuestra primera respuesta debe ser un arrepentimiento genuino que nos lleve a actuar. El Todopoderoso honra a aquellos que se humillan delante de Él, como lo hizo con Josías, quien logró evitar que el juicio cayera durante su reinado.

Luego, el rey Josías envió a consultarle a la profetisa Hulda si toda esta calamidad le acontecería, y ella le aseguró que el mal anunciado sí vendría, pero no en sus días, debido a su corazón humilde y arrepentido.

“…y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Yehováh, cuando oíste lo que yo he pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos, y rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Yehováh” 2 Reyes 22:19.

Posteriormente, se convocó una asamblea de los ancianos de Judá, de Jerusalén y de todo el pueblo, y renovaron el antiguo pacto con Yehováh.

Todo esto provocó que Josías se diera a la tarea de limpiar la tierra de la idolatría. Fomentó la adoración exclusiva a Yehováh y prohibió todas las demás formas de culto. Limpió el Templo en Jerusalén de los instrumentos y emblemas de la adoración a Baal y “el ejército del cielo”, y destruyó los santuarios locales corruptos y lugares altos, desde Beerseba en el sur hasta Betel y las ciudades de Samaria en el norte. ¡Incluso exhumó los huesos de los sacerdotes muertos de Betel y los quemó en sus altares! Josías también restableció las celebraciones de Pésaj a tal punto que la escritura hace una pausa y destaca la manera en que esto se llevó a cabo:

“Nunca fue celebrada una pascua (pésaj) como esta en Israel desde los días de Samuel el profeta; ni ningún rey de Israel celebró pascua tal como la que celebró el rey Josías, con los sacerdotes y levitas, y todo Judá e Israel, los que se hallaron allí, juntamente con los moradores de Jerusalén.” 2 Crónicas 35:18.

Además, Josías destruyó altares e imágenes de deidades paganas en las ciudades de las tribus de Manasés, Efraín y Simeón, y devolvió el Arca del Pacto al Templo de Yehováh. La única excepción a esta destrucción fue la tumba de un profeta anónimo que se encontraba en Betel, quien había predicho que estos lugares religiosos que había levantado Jeroboam serían destruidos algún día. Josías ordenó que se dejara en paz la tumba del “hombre de Dios” y del profeta de Betel, ya que estas profecías se habían hecho realidad.

Josías fue un gran rey que siguió los pasos de su padre David y se volvió hacia Yehováh con todo su corazón, alma y fuerza. Ni antes ni después, hubo un rey como él que siguiera todas las leyes de Moisés. (2 Reyes 22:2; 23:25; 2 Crónicas) 34:2; 35:18).

“E hizo [Josías] lo recto ante los ojos de Yehováh, y anduvo en todo el camino de David su padre, sin apartarse a derecha ni a izquierda… No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Yehováh de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual” 2 Reyes 22:2, 23:25.

Josías no solo se arrepintió personalmente, sino que también guió a toda su nación hacia una renovación espiritual. Limpió la tierra de idolatría, restauró el Templo y devolvió el centro de la adoración a Yehováh. Este ejemplo nos desafía a tomar decisiones valientes para influir en nuestro entorno. A veces, nuestras acciones pueden parecer pequeñas, pero cuando están alineadas con la voluntad de Yehováh, tienen el poder de impactar a muchos. Tal como Josías lideró a Judá hacia el arrepentimiento y la obediencia, nosotros también podemos ser instrumentos de cambio en nuestras familias, comunidades o lugares de trabajo.


grupo de ciegos

¿Están ciegos como Isaac?

No solo la Casa de Judá tiene un velo que le impide ver al Mesías. También la Casa de Israel -de la cual la iglesia hace parte-  tiene un velo que le impide reconocer su identidad como parte de Israel para guardar la Toráh de Yehováh.

En las Escrituras encontramos muchos casos de ceguera física; algunos de estos simbolizan también ceguera espiritual. Yehováh habló en diversas ocasiones por medio de sus profetas para advertir a su pueblo de la condición tanto de ceguera como de sordera que tenían, y que eran las mismas características de los ídolos que adoraban.

Yeshúa, por su parte, señaló que la generación suya, era ciega; pues siendo testigo de las grandes señales que Él hizo y de las enseñanzas que escucharon de sus labios, no las entendieron. Un caso notable es el de la resurrección de Lázaro:

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atados los pies y las manos con vendas. Y su rostro había sido envuelto en un sudario. Yeshúa les dice: ¡Desatadlo y dejadlo ir!
Entonces, muchos de los líderes religiosos que habían venido a casa de Miriam y vieron lo que hizo, creyeron en Él.
Pero algunos de ellos fueron a los sacerdotes y a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Yeshúa. Entonces ellos reunieron al Sanedrín y decían: ¿Qué haremos? porque este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán tanto el Lugar como la nación. Entonces Caifás, uno de ellos, que era sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.        Juan 11:43-50

La narración nos dice que entre los testigos de este milagro, había líderes religiosos, muchos de los cuales creyeron, pero algunos fueron a dar su reporte a los sacerdotes y fariseos, lo cual resultó en un complot para ¡dar muerte a Yeshúa! Y nos preguntamos: ¿Cómo es esto posible?

Los dos grupos vieron el mismo milagro y escucharon las mismas palabras; pero cada uno respondió de manera diferente: Los unos rindieron su vida al Mesías y los otros lo consideraron una amenaza a sus intereses. Es evidente que los segundos estaban ciegos y sordos, pero no físicamente como es obvio, sino espiritualmente.

Los autores de los Escritos Mesiánicos (Nuevo Testamento), explican que la ceguera espiritual previno a mucha gente judía de reconocer a Yeshúa como el Mesías, entre ellos las autoridades de la nación.

Yeshúa llora sobre Yerushalayim, por no haber sido ésta capaz de reconocer el tiempo de su visitación (Lucas 19.42) mientras Shaúl (Pablo), declara que la mayoría de Yisrael no reconoce al Mesías a causa de que Yehováh ha permitido que tengan ojos y no vean, oídos y no escuchen… (Romanos 11.8)

Esfuerzos vanos

¿Has tratado alguna vez de explicar a un ciego cómo son los colores? Probablemente ni te hayas molestado en pensarlo, porque ¡es algo imposible! Tampoco podemos describirle por medio de señas a un sordo, como suena la música…

Y algo similar sucede cuando por nuestra propia capacidad tratamos de “convencer” a alguien de entrar por el Camino angosto de la obediencia a la Toráh. Es como hablar en dos lenguas o idiomas diferentes sin lograr entendimiento alguno. Por esta razón no es aconsejable entrar en discusiones necias, como las describe Shaúl el apóstol.

Cosa muy diferente es cuando alguien pregunta con el interés de conocer realmente. En este caso estamos ante alguien como el ciego a quien Yeshúa sanó por etapas:

…tomando [Yeshúa] la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Marcos 8.23-25

Cuando alguien se dispone, por su propia voluntad, está manifestando su deseo de “ver”, y en este caso es posible ayudarle y aún acompañarle en el proceso. Una persona así, tiene hambre de la Verdad y desea conocerla; en otras palabras, desea ver; aunque al comienzo todo sea para él turbio y borroso. Pero en el caso contrario, cobra validez el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el no quiere ver!

¿Es posible ser sanado o “abrir los ojos”?

Lucas 24.16 nos da la respuesta:

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Yerushaláyim. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Yeshúa mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen…

Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron…
Lucas 24.13-31

Observemos que  los discípulos no abrieron sus ojos por sí mismos, sino que les fueron abiertos. Es algo que solo Yehováh hace en su absoluta potestad, cuando lo considera oportuno.

Por esto, no podemos enojarnos con quienes no nos entienden, o no ven lo que a nosotros se nos ha permitido ver, y mucho menos podemos menospreciarles; porque nosotros vemos gracias a que la misericordia de Yehováh nuestro Padre nos ha tocado y no debido a méritos propios o a nuestro esfuerzo personal.

La ceguera de la Casa de Judá y de la Casa de Israel

Siempre hemos considerado que la ceguera ha caído en Judá de manera parcial tal y como lo expresa Shaúl en Romanos 11.25:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.

Ahora bien, lo que estamos pudiendo verificar, es que en este momento también la Casa de Israel o Efraín (la iglesia), tiene ceguera parcial. El velo está puesto tanto en el judaísmo como en el Cristianismo. Pero lo más impresionante de todo, es que Yehováh ¡está corriendo tal velo a individuos de los dos grupos! Personas que junto con sus familias, podemos declarar lo mismo que los discípulos de Emmaús, solo que en tiempo presente:

¿No arde nuestro corazón en nosotros, mientras nos habla en el camino, y cuando nos abre las Escrituras? Lucas 24.32

Gracias a nuestro Padre por ese maravilloso regalo. Pero no perdamos la esperanza de que a nuestros allegados, Yehováh les haga llegar también la luz de su conocimiento. Aún faltan personas que deben entrar a Israel antes del fin, pues Shaúl nos declara lo siguiente:

…y luego todo Israel será salvo, como está escrito…
Romanos 11.26

Esto significa que Yehováh está en perfecto control, y que cuando llegue el momento apropiado, el velo será corrido a las dos Casas: Judá y Efraín, de manera que puedan ver con claridad.

¿Que podemos hacer entre tanto? Sugiero algunas cosas:

  • Mantenernos fieles y creciendo en la obediencia a la Toráh.
  • Ser consistentes en lo que decimos y lo que hacemos. El resto de Efraín nos está mirando con lupa.
  • Orar a Yehováh que nos mantenga firmes en el Camino angosto por Su gracia.
  • Interceder, hablando con Yehováh a favor de aquellos que aún no pueden ver. Solo Yehováh podrá abrir sus ojos.
  • Mantenernos atentos a la dirección del Ruaj Kodesh, para ser sus instrumentos portadores de la luz para quienes desean ver.