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El Calendario que deberíamos seguir

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Deberíamos ordenar nuestras vidas por el calendario Lunar-Solar

Quienes vivimos en Occidente, estamos familiarizados con el calendario Gregoriano, que es exclusivamente solar, aunque ni siquiera conozcamos su origen. Simplemente cumplimos nuestras rutinas de trabajo, estudio, vacaciones, cumpleaños y demás, siguiendo la manera de contar el tiempo que nos fue impuesta por la Iglesia Católica, cuando su dirigente Gregorio III determinó hacer ajustes al calendario romano.

Sin embargo debemos tener en cuenta que el libro de Bershit (Génesis) nos dice:

Y dijo ’Elohim: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para diferenciar entre el día y la noche, y sirvan por señales, y para solemnidades, y para días y años, y sean por luminarias en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la Tierra. Y fue así. Génesis 1.4

Es claro que el propósito original del sol y de la luna, las dos lumbreras, era:

  • Diferenciar el día de la noche
  • Que sirvan para señales
  • Que marquen las Solemnidades o Festivales de Yehováh
  • Que sirvan para contar el tiempo: los días y los años.

Es decir que deberíamos ordenar nuestras vidas por el calendario Lunar-Solar; al hacerlo, estamos obligados a depender de Yehováh, porque para dar inicio a cada mes debemos esperar a que la luna sea avistada en el cielo, después de las noches de su ausencia.

Yehováh, administra su Creación y el desarrollo de la historia, de acuerdo a Su calendario, y no de acuerdo al que sigue el mundo.

Por ejemplo, al comienzo del invierno el mundo celebra la navidad, el año nuevo y las fiesta de los reyes magos; pero ninguna de estas cuenta con respaldo de las Escrituras y son más bien un pretexto comercial para mejorar los balances contables de finales del año fiscal. Por todo esto, quienes seguimos las Leyes del Reino – La Toráh, no estamos obligados a participar en tales cosas, y aunque sintamos la presión social y familiar para participar en ellas, sabemos que pertenecemos a una familia cuyos parámetros de vida son enteramente diferentes lo cual ¡nos hace libres!

El calendario Bíblico Restaurado, está disponible para ser consultado mes tras mes en esta página; basta que vayas al menú: Fiestas Bíblicas: El Calendario Bíblico, y allí podrás descargar una copia del mes correspondiente.

Shalom!

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¡Jánuca, la historia de un remanente fiel!

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Todos los años para este época, escucho personas decir que la celebración de Jánuca no aparece en la Biblia y que por tal razón no debemos de celebrarla; o también, que Jánuca es una fiesta que celebran sólo los judíos, lo cual sería otra razón por la que no debemos observarla.

¿Pero sabía usted que el libro de los Macabeos, de donde se deriva la historia de Januca, contiene toda una enseñanza de cómo un remanente de Israel fue librado de sus enemigos por la mano poderosa del Altísimo?

Permítame contarle lo sucedido…

Después de que Alejandro el grande reinara por doce años, murió y su reino quedó dividido en cuatro. De esa división surgió un rey malvado, llamado Antíoco Epífanes. Este no buscó inicialmente la muerte del pueblo de Israel, sino la destrucción de su fe, a saber de su Torá (su ley) y sus mandamientos, prohibiendo a los israelitas circuncidar a sus hijos, celebrar las Fiestas de Yehováh y profanando el Templo en Jerusalén.

Fueron tiempos muy duros para el pueblo de Israel, tanto así que los griegos construyeron un gimnasio en Jerusalén, donde también los varones israelitas corrían desnudos no solo deshonrando la integridad de sus cuerpos, sino que también se reconstruyeron sus prepucios para que no se les notara la circuncisión, rechazando de esta manera el pacto que Yehováh había hecho con sus padres.

Un gran sector de la población israelita había decidido renunciar a su fe, viviendo y actuando como los que no temen a Dios, haciendo toda clase de maldades incluyendo sacrificios de animales impuros a dioses paganos. El objetivo de Antíoco Epífanes era que los israelitas rechazaran la Torá y los mandamientos de Yehováh; y el que no obedeciera sería condenado a muerte.

Pero hubo un hombre y su familia que decidió no doblegarse ante las órdenes de este rey malvado, sino que tuvo la valentía de luchar por defender su fe, aunque esto les costara la vida. Su nombre era Matatías, un sacerdote de Israel.

“Aunque todas las naciones obedezcan a Antíoco Epífanes, yo, mis hijos y todos mis familiares seremos fieles al pacto que Dios hizo con nuestros padres”.

Estas fueron las palabras de ese valiente que se mantuvo fiel.

Después de su muerte, uno de sus hijos, Judas Macabeo quedó a cargo de lo que era ya un pequeño ejército que lideraba una rebelión contra el rey Antíoco. Judas logró vencer a los enemigos de Israel en muchas ocasiones, y el libro de Macabeos nos muestra la clave de su éxito:

“…pidámosle a Yehováh que acabe con este ejército enemigo que quiere destruirnos, para que todas las naciones reconozcan que el pueblo de Israel cuenta con un Dios que lo libra y lo salva” 1 Macabeos 4:10-11.

Eso mismo es lo que recordamos y celebramos en esta época de Januca. ¡Yehováh el Dios de Israel, el único Dios verdadero, es el que nos libra y nos salva de nuestros enemigos!

¡Bendito sea tu nombre Yehováh!

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Se Necesita la Valentía de los Macabeos Para Luchar Contra el Sistema

Estamos tan desconectados de nuestras raíces, que no sabemos de dónde venimos, ni si tiene sentido la religión que nuestros padres nos enseñaron…

La historia de Janucá ya es conocida, y tenemos varios artículos y programas de radio que cuentan los detalles en materia histórica. Personalmente, siempre me gusta considerar cómo una historia bíblica, o en este caso, del pueblo judío, se puede trasponer a mi propia vida.

Sabemos que Los Macabeos fueron una familia de valientes guerreros que se levantaron frente a los opresores griegos, quienes querían privarlos de conmemorar las tradiciones ancestrales del pueblo de Israel. Muchos judíos cedieron ante la presión del gobierno imperial, y muchos más fueron seducidos por la modernidad y la tecnología helenística.

Hoy recordamos ese pasado remoto como una historia legendaria que permitió la supervivencia del pueblo judío y fue fundamental para el Israel previo a la llegada de Yeshúa. Pero, ¿que podemos aprender de estos valientes personajes de leyenda, para que podamos relacionarlo con nuestras vidas actuales y circunstancias temporales?

Hay que tomar en cuenta, y poner en claro, que los griegos tuvieron control de Israel desde los tiempos de Alejandro Magno, alrededor del 330 AC, ¡150 años antes de la rebelión de Los Macabeos! La diferencia fue que Alejandro les permitió a los judíos continuar con sus prácticas y servicios en el templo sin impedimentos; de hecho, el tenía buena relación con el liderazgo judío y respetaba la religión y libertad de culto. Los judíos en aquella época no consideraron que era necesario rebelarse en ningún momento. Los Macabeos comenzaron con el gran levantamiento solo cuando fueron forzados a dejar de celebrar sus tradiciones y el servicio del Templo se vio afectado.

Pasemos a nosotros y los tiempos actuales. Nacimos dentro de una época, una cultura, un sistema económico y un gobierno que no elegimos. Estamos tan desconectados de nuestras raíces, que no sabemos de dónde venimos, ni si tiene sentido la religión que nuestros padres nos enseñaron, o si son verdad las cosas que nos enseñan en la escuela, o las que nos dice un médico. Gobernadores y presidentes continúan expandiendo su poder a través de órdenes ejecutivas, mientras el pueblo oprimido sufre en su impotencia. ¿Si Los Macabeos viviesen hoy en día, se hubieran levantado ya?

Algunos dirán: “Tal vez está bien que los gobiernos controles todas esas cosas“; “todavía tenemos nuestras libertades religiosas”. Pero el problema es que no es seguro que todavía las tengamos. Obviamente, las leyes cambian de país en país, pero en la mayoría de los países en Latinoamérica por ejemplo, uno tiene que vacunar a sus hijos para enviarlos a la escuela. Uno puede argumentar que la vacunación va en contra de nuestros principios religiosos, ya que tiene ingredientes que son tóxicos al organismo (que es nuestro Templo) y muchas de ellas tienen ingredientes cuyo consumo se opone a las leyes dietéticas de la Torá, como pueden ser las células del tejido de los riñones de un mono o del tejido celular de un bebé abortado.

Pero en la mayoría de los países, las leyes decretadas por el Estado tienen precedencia sobre nuestras creencias religiosas. “Al que no le guste“, dirán, “que no envíe sus hijos a la escuela“. El problema es que luego encontramos leyes que prohiben educar a nuestros hijos en casa también. El asunto es de no acabar…

Estos últimos años, con la “pandemia“, les permitimos a nuestros gobiernos encerrarnos en nuestras casas, decirnos qué días podíamos salir y por cuanto tiempo, y con cuántas personas nos podíamos encontrar. Ordenaron que incluso las iglesias y sinagogas cerrasen. No importó si tenemos que celebrar Pésaj o Sucot (y estoy hablando ahora, con el gobierno de ISRAEL en mente, ya que hicieron exactamente eso para las Fiestas). Podemos tal vez, ¿considerar eso como un atentado a nuestras libertades religiosas?, ¿o todavía no?

¡¡¡Pues claro que sí!!!

Por la razón que fuere, en algún momento de la historia, el poder político tomó precedencia sobre las convicciones religiosas, y el problema es que no hubo ningún valiente que se levantara en contra de las normas ‘políticamente correctas’ de entonces. ¡Pero nunca es demasiado tarde!. Es nuestra responsabilidad en cada generación, educar a nuestros hijos y dar el ejemplo de integridad. Hemos puesto a la religión en una pequeña caja y no nos hemos dado cuenta de que los principios contenidos en las Escrituras que tanto veneramos no son palabras muertas que se leen en la congregación una vez por semana, sino  que son leyes morales por medio de las cuales debemos regir cada aspecto de nuestras vidas; son el Pacto Eterno que debemos estar dispuestos a defender con nuestras vidas.

En este momento puede que no exista una milicia organizada como la de Los Macabeos, para luchar contra la injusticia y opresión religiosa a nuestro alrededor, pero es nuestra responsabilidad luchar contra la injusticia y opresión religiosa en nuestra propia vida, y la de nuestras familias.

Los Macabeos no esperaron a que el Mesías llegase de los cielos para salvarlos, a pesar de que oraban y pedían al Todopoderoso por fuerzas antes de cada batalla. Ellos tomaron acción frente a la injusticia. De la misma manera, debemos juntar valor y tener la tenacidad para luchar contra las fuerzas opresoras tanto espirituales, como físicas de nuestros días.