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Estamos en el desierto de las Naciones

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, pero lamentablemente, para muchos es muy difícil discernir qué pertenece a este mundo y qué pertenece al Reino de nuestro Padre Yehováh

Quienes hemos optado por seguir el Camino Estrecho de la Toráh, nos hallamos realmente en “el desierto de las naciones” mientras nos dirigimos a la Tierra Prometida, confiando en que el Mesías muy pronto establecerá Su Reino.

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, pero lamentablemente, para muchos es muy difícil discernir qué pertenece a este mundo y qué pertenece al Reino de nuestro Padre Yehováh. La actual generación de creyentes está llamada específicamente a regresar a la justicia de la Toráh.

Yehováh está encontrándonos a través de Yeshúa, y en cierto sentido está cortejándonos cara a cara, ofreciéndonos su Pacto de Matrimonio – Su Toráh. Muchos estamos aceptando tal ofrecimiento y ahora tenemos la oportunidad  de demostrar si en verdad vivimos o no según los preceptos de la Toráh.

Algunos de quienes acepten este llamado, tendrán dificultades con la obediencia, tal como nuestros ancestros hebreos las tuvieron en el desierto aún después de haber entrado en el Pacto. No olvidemos que quienes participaron de la rebelión, no entraron en Su Reposo:

…juré en mi ira que no entrarían en mi reposo.
Salmo 95:11

La rebelión es una demostración de la ausencia de amor. Sin embargo, si confiada y gozosamente vivimos en el Pacto con Él, seremos admitidos en Su Reposo!

Al decidir seguir fielmente a Yehováh, podemos llegar a estar en condiciones similares a las que tuvieron nuestros padres en el desierto: sin comida, sin agua, sin brújula; y además sin internet, electricidad, agua potable, celulares, ni redes sociales, cosas cuya ausencia haría que la vida de muchos fuera invivible; pero de eso se trata en el desierto de la naciones.

Estamos rodeados por circunstancias que el oponente ingenia continuamente para sacarnos de la obediencia a la Toráh y arrastrarnos dentro de los valores corruptos de este mundo. Pero de la misma manera que Yehováh proveyó alimento, agua, protección y dirección, durante la experiencia en el desierto a nuestros ancestros Israelitas gracias a Su Pacto,también proveerá las mismas cosas a través del Ruaj Ha’Kodesh (Espíritu Santo) al Israel restaurado que está disperso en el desierto de las naciones. Conforme mantenemos nuestra mirada en Él y obedecemos Su dirección, entraremos -como lo hicieron Josué y Caleb – en Su Tierra Prometida: Su Reino!


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Parashá Lej Lejå

Génesis 12:1-17:27

La historia de Abram comienza cuando habitaba en tierra de los caldeos. De allí fue llamado por Yehováh para salir en pos de Él, a una tierra que le sería mostrada. Sin embargo, fue su padre Taré quien tomó la iniciativa de arrancar en ese viaje llevando consigo a Abram, a su esposa y a Lot que era hijo de Harán, quien murió a edad temprana en Ur. Su primera estación fue en un lugar llamado Harán y allí se quedó Taré hasta el día de su muerte, pero Abram continuó su camino para llegar a la tierra de Canaán.

Esta porción (Parashá) de la Escritura, nos permite dar un vistazo al peregrinar de nuestro padre Abram, para quien no fue nada fácil dejar atrás la estabilidad que representaba permanecer asentado en un solo lugar rodeado de toda su familia.  

Al concluir esta lectura, hallamos a Abrampadre exaltado, transformado en Abraham padre de multitudes. Al leer con atención, descubriremos los cambios en el carácter de Abraham a lo largo de su jornada.

Abraham fue el primer hebreo (palabra hebrea que viene de: heber y que significa: cruzar al otro lado), figura viene a ser para nosotros un modelo. Quienes conocemos a Yehováh y su Torá, estamos llamados a “cruzar al otro lado”, es decir a salir del sistema del mundo para introducirnos en el Reino de los Cielos gobernado por Él.

Resulta desafiante la obediencia decidida y diligente de Abraham, porque tan pronto recibió la orden de la circuncisión como señal del pacto, ese mismo día la llevó a cabo: Génesis 17:23.

Esta es la clase obediencia que estamos llamados a vivir: con decisión, diligencia y voluntad firme a pesar lo difícil que esto pueda ser; pues tomando esta última señal del pacto como ejemplo, una cosa sería circuncidar a los niños al 8º día; y otra muy distinta (y dolorosa por cierto), circuncidar a hombres adultos y en edad mayor.


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Pozos de Agua vs. Cisternas Rotas

¿Cuántas veces hemos estado en situaciones donde gente allegada no comparte nuestra fe e incluso han deseado anularla aislándonos al punto que nos hemos quedado callados temiendo persecución o maltrato?

En la parashá Toldot (Génesis 25:19 – 28:9),  encontramos una tremenda enseñanza acerca de cómo Isaac el hijo de la promesa encontró la clave para ser temido por sus enemigos y convertirse en un bendecido de Yehováh.

Las Escrituras nos dicen que en aquel entonces hubo hambre en la tierra, era un tiempo difícil e Isaac tenía que tomar una decisión que iba a determinar el destino de él y su familia. Para entonces ya él y su esposa Rebeca eran padres y lógicamente buscaban lo mejor para sus hijos.

Isaac estaba deseando cumplir lo que se consideraba en aquel momento “el sueño americano” que era viajar a Egipto, una tierra próspera donde los mercaderes del mundo se enriquecían del comercio. No obstante Yehováh tenía un plan diferente para Isaac.

“Y se le apareció Yehováh, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré… por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” Génesis 26:2,3-5.

A causa de la obediencia de su padre Abraham, Isaac próspero en gran manera.

“Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Yehováh. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso” Génesis 26:12-13.

Ciertamente Isaac había prosperado pero sus problemas no habían terminado ahí. Gerar, el sitio donde se había establecido, estaba poblado de pastores de la zona los cuales empezaron a reunir con los siervos de Isaac.

Pozo seco en el desierto

Se nos dice que Isaac volvió a abrir los pozos de agua que habían cavado en los días de Abraham su padre y que los filisteos los habían cegado después de la muerte de Abraham. ¿Por qué habrían de cegar los pozos de agua? ¿qué había de malo en aprovechar esas aguas? Aquí hay una aplicación espiritual para nuestras vidas. ¿Qué simbolizan los pozos de agua? El profeta Jeremías le reclama a Israel el haber cometido dos males:

“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” Jeremías 2:13.

El pozo de agua viva representa la presencia de Yehováh, específicamente la fe original del patriarca Abraham. Se podría decir que Isaac encontró oposición ya que los habitantes de esta zona quisieron en repetidas ocasiones cegar esa fe del dios verdadero la cual es figura de los pozos de agua, tal como ocurre en nuestros días.

¿Cuántas veces hemos estado en situaciones donde gente allegada no comparte nuestra fe e incluso han deseado anularla aislándonos al punto que nos hemos quedado callados temiendo persecución o maltrato?

Isaac le ocurrió algo parecido, se tuvo que apartar de ahí debido a los altercados hasta que Yehováh mismo se le apareció y le afirmó diciendo “…no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré…” (Gen 26:24).

Esto ocurrió porque Isaac decidió permanecer en la fe de su padre y se mantuvo firme en su entendimiento de que Yehováh es Dios y que fuera de él no hay otro.

Sigamos el ejemplo de Isaac y seamos testigos de cómo las naciones reconocerán que Yehováh es Uno y dirán “sabemos que Yehováh está con ustedes…” Zacarías 8:23.

¡Shalom!

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Génesis 6:9-11:32

La historia de Noé es una de las más míticas en toda la Torá. Noé fue el décimo desde Adán y el mundo ya se había corrompido y olvidado de su propósito. Toda la Creación sería destruida, retornaría a un estado de pureza y experimentaría un nuevo comienzo por medio de Noé y sus descendientes.

La historia del Diluvio, y la respuesta a si realmente ocurrió o no, es uno de los principales marcadores que separan a aquellos que creen en la historia bíblica de aquellos que creen en la teoría de la evolución.

A pesar de que no todos están de acuerdo con las conclusiones de Ron Wyatt y las autoridades turcas, no hay dudas de que este descubrimiento sirvió como un disparador para ponernos a pensar, tanto creyentes como no creyentes, acerca de la veracidad de las historias bíblicas y la manera en que pudieron haberse desenvuelto.

Te animo a complementar tus estudios bíblicos con el contexto histórico de cada época, descubrimientos arqueológicos y material extra bíblico para poder conseguir una perspectiva más abarcativa de las historias que constituyen nuestra fe.

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¿Cómo surgieron las divisiones de la Parashá?

Cada siete años durante la Fiesta de Sukot del año Sabático, todo el pueblo de Yisrael era convocado para ser educado por los sacerdotes y levitas.

Los libros sagrados del Pueblo Hebreo fueron considerados siempre patrimonio de toda la comunidad de Yisrael. Nunca fueron posesión de una élite privilegiada, como sucediera a menudo con los textos sagrados de otras comunidades. Si bien es cierto que a los sacerdotes y a los levitas, se les encomendó la custodia de los libros sagrados, también se les confió la responsabilidad de enseñar la Toráh – Instrucciones de Yehováh al pueblo, sin que esto significara que ellos tuvieran el dominio exclusivo del estudio y conocimiento de ella.

La clave de la supervivencia del pueblo hebreo ha dependido de la fidelidad en el cumplimiento de esta misión. Por esta razón, la ignorancia de la Toráh es imperdonable en el pueblo hebreo, aparte de que la misma Toráh hace esta demanda en forma reiterada. El propio Moshé señaló este camino al enseñarla al pueblo:

“Y tomó (Moshé) el Libro del Pacto y leyó a oídos del pueblo” Exodo 24:7 

 Una de las disposiciones de la Toráh exige específicamente la lectura de todo el libro de Deuteronomio ante el pueblo reunido:

Y Moshé les mandó, diciendo: Al fin de cada siete años, en el tiempo señalado del año de remisión, en la solemnidad de los Tabernáculos (Sukkot), cuando todo Yisrael vaya a presentarse ante Yehováh tu Elohim en el lugar que Él haya escogido, leerás esta Toráh delante de todo Yisrael a oídos de ellos.

Congregarás al pueblo, hombres, mujeres y niños, y a tu extranjero que está en tus puertas, para que escuchen y aprendan, y teman a Yehováh vuestro Elohim, y guarden las palabras de esta Toráh para cumplirlas.

Y para que los hijos de ellos que no la conocen, escuchen y aprendan a temer a Yehováh vuestro Elohim, todos los días que viváis sobre la tierra adonde vais, pasando el Yardén, para tomar posesión de ella. Deuteronomio 31:12 

Así sucedía que cada siete años durante la Fiesta de Sukot del año Sabático, todo el pueblo de Yisrael era convocado para ser educado por los sacerdotes y levitas, quedando claro desde el principio de su existencia como nación, que eran el pueblo elegido por Yehováh para desarrollar esa identidad única, razón por la cual los libros sagrados nunca fueron documentos secretos, sino patrimonio de toda la comunidad.

La tradición atribuye a Moshé la práctica de leer públicamente porciones de la Toráh en Shabbat, en las Festividades de Yehováh y en Rosh Jodesh (Luna Nueva). Sin embargo la lectura por porciones, como la conocemos hoy, data de la época del cautiverio en Babilonia (siglo IV AC).

Maimónides, el rabino que propuso la división de la lectura anual, entre los años 1170 y 1180

Al principio no hubo un orden establecido para la lectura pública de la Toráh. Con el tiempo, la lectura sistemática de la Toráh en cada Shabbat y en los Días Festivos cobró más importancia logrando así una significativa influencia sobre el pueblo. La Toráh no sólo debía ser leída, sino también comentada y explicada para facilitar su aplicación, de lo cual da testimonio la siguiente porción del libro de Nehemías:

 Y los levitas Jesuá, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la Toráh, y el pueblo permanecía atento en su lugar. Y leían en el Rollo de la Toráh de Dios explicando y aclarando el sentido, de modo que entendieran la lectura. Nehemías 8:7-8

Cuando el pueblo hebreo retornó del exilio en Babilonia, cosa que relatan los libros de Esdras y Nehemías, había dejado de hablar la lengua hebrea, debido a que en ese reino el idioma común era el arameo. Entonces se hizo necesario traer una persona para traducir en voz alta cada frase a medida que se hacía la lectura.

Posteriormente, El Talmud registra el establecimiento de la práctica llevada a cabo por los Rabinos, de explicar ampliamente el sentido del texto leído.  Ellos utilizaban parábolas para presentar las verdades y facilitar su aplicación a la vida cotidiana. Así se originó el “sermón”, tradición establecida entre los judíos desde hace mucho tiempo, y cuya finalidad era tanto explicar la Toráh, como enseñar el judaísmo al público congregado, lo cual no ha cambiado hasta el presente.

En vista de que los lunes y jueves eran los días de mercado, cuando los campesinos llegaban a las ciudades para vender sus productos y hacer sus compras, surgió una excelente oportunidad para reunir al pueblo por unas horas esos días, a fin de enseñarle algo de la Toráh. Pero como los comerciantes urbanos estaban ocupados atendiendo a los campesinos que venían en estos días, y no podían asistir a tales reuniones, se estableció para beneficio de ellos la lectura adicional de la Toráh el Shabbat por la tarde.

La porción de la Toráh que se lee semanalmente se denomina en hebreo:  Parashat ha-Shavua, pero es más conocida simplemente como Parashá (o Parshah) y también recibe el nombre de Sidra (o Sedra).

Cada Parashá, toma su nombre de alguna de las primeras palabra del texto hebreo de la porción en cuestión, a menudo del primer verso.

Cuando se inició esta práctica, la Toráh fue dividida en 155 porciones, lo que requería de tres años para su lectura completa. A principios del siglo XIX y XX, tanto las sinagogas reformadas como también algunas conservadoras mantuvieron este ciclo trienal; pero esta costumbre fue siendo reemplazada poco a poco por el ciclo anual que sigue la mayoría hoy día.

¿Son mandatorias las divisiones?

Es muy importante ser conscientes de que ni la división anual, ni la trienal para la lectura de la Toráh, son ordenadas por nuestro padre Yehováh y por tanto no es mandatorio seguir una de ellas. Pero es indudable que para el propósito de familiarizarnos y profundizar en la comprensión de la Toráh y su papel como fundamento del resto de las Escrituras, es muy conveniente mantenernos leyéndola de forma permanente.

¿Y qué de cuándo comenzar?

Tampoco existe un mandato respecto a cuándo empezar a leer la Toráh. Pudiera ser en cualquier fecha y si alguien desea y puede leerla toda de una vez, sería grandioso! Pero como somos una sociedad con tiempo muy limitado, es conveniente establecer un orden; y comprometiéndonos con nuestro Padre, podemos determinar cuándo y cómo realizar tal lectura-estudio; así cuando tengamos la oportunidad de reunirnos con otros hacedores de la Toráh, podremos tener verdades frescas para compartir con los ellos conforme vamos descubriendo los tesoros que hay en ella y que seguramente están transformando nuestra vida.

Si hemos de afirmar nuestra identidad como Pueblo de Yehováh, necesitamos mantenernos sumergidos en su Palabra, porque de otra manera no seremos capaces de discernir la Verdad, entre la multitud de voces y mensajes que llegan cada día a nuestros oídos. El camino es angosto y mantenerse dentro de él requiere de toda nuestra atención a las Instrucciones -Toráh que nuestro Padre nos ha proporcionado.

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Génesis 1:1 – 6:8

Parashá B'reshit

Génesis 1:1 – 6:8

El comienzo de la Torá (el Pentateuco) es probablemente el texto más misterioso de todas las Escrituras. De una manera extremadamente sucinta se comunica al lector las más asombrosas hazañas, en las que Elohim (el término hebreo utilizado para “Dios” en Genesis 1) crea el mundo de la nada.

La falta de detalle en esta narrativa puede atribuirse al hecho de que el autor de Genesis no esta intentando explicar de manera científica cómo el Creador realiza la obra de creación de cada uno de los elementos, sino más bien el hecho de que existe un Creador. Que el mundo no surgió “de la nada” sino que un Ser Superior que preexistió el mundo, fue el autor de todo lo que hoy vemos y experimentamos con nuestros sentidos.

Habiendo establecido eso, es interesante considerar la manera en que la obra de creación se comunica al lector. Hay un orden específico que surge desde las primeras palabras expresadas; “que haya luz…”.

En el siguiente infográfico podemos apreciar la conexión temática que conectan los primeros 3 días de la creación con los siguientes 3 días, dejando el día séptimo como único en su categoría. Este esquema puede apreciarse en los siete brazos de la menorá, que se encontraba en el Tabernáculo.

 

La primera porción de las Escrituras abarca muchísima historia. Desde los días de la creación, pasando por la expulsión del Edén, el primer asesinato de la historia, todas las generaciones hasta Noé, y el estado espiritual de la humanidad que precipitó el diluvio, que se desarrolla en la siguiente porción.

A medida que avanzamos a través de estos capítulos, aprendemos que la propensidad del hombre al pecado es algo que se manifestó desde el comienzo, y a pesar de que el Creador no había aún entregado su Ley a la humanidad, siempre existió un parámetro de justicia, que es utilizado como el lente por el cual analizamos estos sucesos.


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Enoc, ¿el Hijo del Hombre?

Desde la perspectiva cristiana el concepto: Hijo del Hombre es a veces entendido como: “Hijo de Dios” o, a veces ¡como Dios mismo!

El Libro de Enoc ha sido fuente de gran interés y controversia en tiempos antiguos y modernos. Muchas personas dentro del movimiento mesiánico lo consideran como Escritura inspirada a pesar de no estar incluido en el canon bíblico. 

Hay varios elementos en esta obra, que la colocan históricamente junto con la literatura seudoepigráfica; posiblemente fue escrito entre el cuarto siglo AEC (Antes de la Era Común) y el primer siglo EC (Era Común). Es importante señalar también que, aparte de que existe más de un libro atribuido a Enoc, incluso dentro de este primer libro existen al menos cinco divisiones claras, que indicarían una sola autoría y posiblemente períodos diferentes.

En este artículo quiero discutir acerca de una temática específica contenida en el libro de Enoc: El Hijo del Hombre. En el ámbito cristiano todos conocen esta terminología puesto que es utilizada por Yeshúa, pero ¿Cómo se comparan los escritos de Enoc a las enseñanzas de Yeshúa en lo que respecta a este tema?

Yeshúa como el Hijo del Hombre

Analicemos primero lo que todos conocemos. Yeshúa se refirió a sí mismo como el Hijo del Hombre. De hecho, este término aparece en los Evangelios más de 60 veces, la mayoría de ellas siendo Yeshúa quien se autodenomina como el mismo.

Podemos ver ejemplos en donde el Hijo del Hombre es un ser celestial, con poder sobrenatural, comparable al significado dado en el libro de Enoc, como veremos a continuación:

Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Mateo 24:30

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria…

Mateo 25:31

Y por el otro lado vemos esta expresión aplicada a aspectos más humildes o terrenales de la experiencia humana:

Yeshúa le dijo: Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar su cabeza.

Mateo 8:20

De algo podemos estar seguros, y eso es de que Yeshúa no inventó este concepto; y su audiencia de hace dos mil años, mayormente judía, ya lo había escuchado y constituía una parte esencial de la discusión bíblica y doctrinal de su tiempo.

El concepto Hijo del Hombre en las Escrituras Hebreas

Veamos algunos ejemplos en donde este término aparece en el canon bíblico:

¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria,

Y el hijo del hombre, para que lo visites?

Salmo 8:4

Sea tu mano sobre el varón de tu diestra,

Sobre el hijo de hombre que para ti afirmaste.

Salmo 80:17

En estos ejemplos en los Salmos (los cuales les invito a leer en contexto para tener una mejor comprensión), el término, es utilizado primero para referirse a una persona común, y segundo, para referirse a alguien específico que cumple con la voluntad de Yehováh. Podría tomarse con connotaciones mesiánicas, pero en mi opinión señala a todos aquellos que hacen Su voluntad.

Siendo consistentes con esta idea, vemos el término utilizado tanto por Ezequiel (decenas de veces) y por Daniel:

Hijo de hombre, ponte sobre tus pies, y hablaré contigo.

Ezequiel 2:1

 Pero él me dijo: Entiende, hijo de hombre, porque la visión es para el tiempo del fin.

Daniel 8:17

En estos casos vemos claramente cómo el término es aplicado a Ezequiel y Daniel, dos hombres comunes.

Hijo de Hombre en hebreo es ben adam, literalmente: hijo de Adam. Es decir: toda la raza humana, porque todos somos hijos de Adam. Desde la perspectiva cristiana el concepto: Hijo del Hombre es a veces entendido como: “Hijo de Dios” o, a veces ¡como Dios mismo! Pero con todos los ejemplos presentados aquí, podrás ver cómo la imagen es bastante más rica e intrincada cuando la estudiamos en el contexto de todas las Escrituras.

Enoc, el Hijo del Hombre

Finalmente llegamos a Enoc. Y aquí es donde se pone interesante, ya que a diferencia de los ejemplos que les compartí del Tanaj, en el Libro de Enoc el hijo del hombre es un ser celestial, con muchísimo en común con el libro de Apocalipsis. Quienes desean estudiar esto en profundidad pueden leer los capítulos 46 al 71, en donde esta frase aparece 14 veces.

Me respondió y me dijo: «Este es el Hijo del Hombre, que posee la justicia y con quien vive la justicia y que revelará todos los tesoros ocultos, porque el Señor de los espíritus lo ha escogido y tiene como destino la mayor dignidad ante el Señor de los espíritus, justamente y por siempre. 

Enoc 46:3

Hay muchísimos paralelos también entre los atributos y la función de este Hijo del Hombre en el libro de Enoc, con profecías mesiánicas en Jeremías, Isaías, Daniel y otros profetas canónicos.

Otras partes, nos remitirán a conceptos que hasta el momento hubiésemos asociado solo con Yeshúa y la teología mesiánica, tal como el siguiente:

El se sentó sobre el trono de su gloria y la suma del juicio le ha sido dada al Hijo del Hombre y Él ha hecho que los pecadores sean expulsados y destruidos de la faz de la tierra. […] A partir de entonces nada se corromperá, porque este Hijo del Hombre ha aparecido y se ha sentado en el trono de su gloria, toda maldad se alejará de su presencia y la palabra de este Hijo del Hombre saldrá y se fortalecerá ante el Señor de los espíritus. Esta es la tercera parábola de Enoc.

Enoc 69:27,29

El momento más problemático llega en el capítulo 71, cuando Enoc, trasladado al cielo, le es revelada la identidad de este misterioso hijo del hombre (énfasis dado a las palabras en negrita):

Vino a mí, me saludó con su voz y me dijo: tú eres el Hijo del Hombre que ha sido engendrado por la justicia, la justicia reside sobre y la Cabeza de los Días no te abandonará». Me dijo: «Él proclamará sobre ti la paz, en nombre del mundo por venir, porque desde allí ha provenido la paz desde la creación del mundo y así la paz estará sobre ti para siempre y por toda la eternidad. 

Enoc 71:13-14

A pesar de que a muchos les guste especular acerca de las posibles “profecías mesiánicas” contenidas en el libro de Enoc, es importante reconocer que el autor atribuyó estas características y título a Enoc mismo.

Para sumar a la confusión, un traductor del libro de Enoc al inglés, llamado R.H. Charles, traducción de la cual provienen muchas de las versiones que se encuentran distribuidas en internet, cambió erróneamente la traducción para que las referencias al Hijo del Hombre apareciesen en tercera persona. Es decir, en lugar de leerse: “Tú eres el hijo del hombre”, en su versión se lee: “Este es el Hijo del Hombre” y de la misma manera en las demás instancias. Esto se debe a la intención de querer alinear este texto con el entendimiento cristiano de quién es el Hijo del Hombre. Sería inaceptable desde la perspectiva cristiana, aceptar que Enoc fuera ese Hijo del Hombre descrito en el texto, cuando Yeshúa se describe a sí mismo de la misma manera.

Conclusión

No es la intención de este artículo confundir a nadie ni poner al lector en la posición de elegir quién es “El Hijo del Hombre“. En la perspectiva judía una cosa no contradice a la otra, a pesar de que aparenten ser mutuamente excluyentes. Como les compartí, el término: Hijo de hombre , e: Hijo del hombre, aparecen de manera extensa en las Escrituras Hebreas.

Por el otro lado, tanto si uno acepta o no el libro de Enoc como “inspirado”, se tiene que aceptar y tener conocimiento, de que el autor atribuyó a Enoc mismo este título.