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¿Cuál es el propósito de la Torá?

El propósito original de la Toráh es el de crear un marco de interacción entre las personas basado en un criterio universal de justicia.

Cuando analizamos la estructura de la sociedad en que vivimos, hay un elemento en particular que sobresale en lo que respecta a la organización y respeto mutuo de los individuos; las leyes.

Se puede aseverar que una sociedad que carece de leyes es caótica. Si no tenemos derechos como individuos entonces todo está permitido. Esta es una receta para el desastre. En nuestras naciones modernas, en las que los gobiernos están plagados de corrupción y el sistema judicial funciona más por conexiones y sobornos que por la defensa de la ley, podemos confirmar que las consecuencias sociales y económicas son calamitosas.

Criminales de ‘guante o cuello blanco’ caminan libres sin repercusiones, mientras que personas que violan inadvertidamente leyes inconstitucionales pagan desmesuradamente.

¿Cuál es el propósito de la Torá?

El objetivo principal de la Torá es el de establecer una estructura social basada en la justicia. A diferencia de muchas prédicas ultra-espiritualizantes de teólogos modernos y antiguos, el propósito de la Torá es el de crear un marco de interacción entre las personas basado en un criterio universal de justicia.

Tanto los Diez Mandamientos, como el resto de los 613 mandamientos que son detallados en las Escrituras, tienen como intención guiarnos en una vida de justicia y equidad. Muchos de ellos tienen que ver con las relaciones interpersonales, es decir, cómo yo me relaciono con mi prójimo, mientras otros tienen que ver con la relación entre el individuo y el Creador.

Lo interesante es que incluso aquellos mandamientos que expresan la manera de conectarnos y relacionarnos con nuestro Creador, están conectados también con la justicia social y la manera de relacionarnos con nuestro prójimo.

No puede haber Justicia en una sociedad sin Dios

Los primeros cuatro de los Diez Mandamientos no dicen nada acerca de la manera de relacionarnos con el prójimo, sino que se enfocan en nuestra relación con el Creador. Y aquí está el secreto de la Justicia. Es Justicia porque es ordenada por el Creador. Es decir, para determinar qué es justicia y qué no lo es, debemos poder establecer un concepto universal de la misma. De lo contrario, ¿qué constituye los parámetros subjetivos de una persona o grupo de personas como superiores a lo que un grupo diferente considera como justicia?

Es por esta razón que antes de lidiar con conceptos relacionados a la justicia entre individuos debemos establecer Quién es el Creador y qué lugar ocupa en nuestra vida. Debemos establecer que no podemos tener a otros Elohim (poderosos) frente a Él (primer mandamiento) y debemos otorgarle el respeto que Él se merece como el Creador del Universo y de todo lo que existe. Una vez establecido este principio, ahora sí, podemos continuar profundizando en qué es lo que Él requiere de nosotros en lo que respecta a nuestras interacciones como individuos.

El Rol de la Justicia en el Israel Antiguo

La justicia, solo la justicia seguirás

Deuteronomio 16:20

Esta exhortación para los hijos de Israel viene acompañada de mandamientos para instituir cortes judiciales enteras, junto con ejemplos y estatutos acerca de cómo administrar la justicia y advertencias acerca de no ceder a los sobornos o intereses personales y subjetivos, sino que debían observar un nivel de absoluta imparcialidad.

Un libro entero en el Tanaj está dedicado a los jueces, que lideraron Israel por varias generaciones antes de la institución de la monarquía. E incluso luego de la unción de los reyes, tenemos testimonios acerca de la ejecución de juicios justos del rey Salomón, quien por su parte consideró a la justicia mayor que los sacrificios:

Hacer justicia y juicio es a Yehováh Más agradable que sacrificio.

Proverbios 21:3
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Parashá Vayak’hel – Construyendo el Tabernáculo Éxodo 35:1 – 38:20

Desde tiempos antiguos, Yehováh ha mostrado un gran deseo de estar cerca de su pueblo, Israel. Cuando los israelitas anduvieron por el desierto, después de haber sido liberados de Egipto, el Altísimo les dio instrucciones detalladas para construir un lugar especial donde Él pudiera habitar entre ellos. Este lugar era el tabernáculo, una especie de santuario portátil, que simbolizaba la presencia continua de Dios en medio de su pueblo. La idea era que, a pesar de estar en un viaje largo y difícil, los hijos de Israel siempre tendrían al Todopoderoso cerca, guiándolos, protegiéndolos y bendiciéndolos.

El Tabernáculo era más que una estructura; era un signo palpable del deseo de nuestro Padre de vivir en medio de su pueblo, de estar accesible para ellos. Este deseo se extendía más allá de simplemente ser adorado desde lejos; implicaba una relación cercana y constante con Israel. 

Incluso, siglos más tarde, este deseo divino de cercanía se reiteró a través de las palabras del profeta Ezequiel. En el capítulo 37, Yehováh promete que establecerá su santuario entre su pueblo para siempre, diciendo:

mi santuario estará en medio de ellos; Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.

Esta promesa era una afirmación poderosa del compromiso eterno del Todopoderoso con Israel. A través de Ezequiel, Dios estaba recordando a su pueblo que, sin importar el tiempo o las circunstancias, su deseo de vivir en medio de ellos nunca cambiaría.

Tanto en esta sección del libro de Éxodo como en los Evangelios, se enfatiza la importancia de la generosidad y la colaboración comunitaria. En esta parashá, vemos cómo el pueblo de Israel se une en un mismo espíritu para sacar este proyecto adelante: El Tabernáculo. Esto va de la mano con las enseñanzas de Yeshúa durante su ministerio relacionadas con la instrucción del pueblo acerca de la importancia de compartir con los demás, especialmente con los más necesitados.

Una figura del Mesías: Esta porción nos hace recordar también que El Tabernáculo es un tipo de Yeshúa ya que era el lugar donde la presencia del Altísimo se manifestaba a su pueblo Israel. De la misma manera, el Padre manifestó su Presencia divina cuando…

“el Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Juan 1:14

Además, la promesa que encontramos en el libro de Ezequiel no sólo reafirma la relación especial entre Yehováh e Israel, sino que también apunta hacia un futuro donde la presencia del Todopoderoso será aún más directa y personal para todas las generaciones venideras a través de la figura del heredero al trono: Yeshúa el Mesías.

Parasha Ki Tisa [cabecera]

Parashá Ki Tisa – Infidelidad en el Desierto
Éxodo 30:11 – 34:35

Nuestra porción de esta semana inicia con instrucciones respecto al censo de población. Este hecho tiene un significado importante porque nos deja ver la igualdad de todas las almas ante nuestro Creador y Padre: no hay diferencia en cuanto a su condición económica, su abolengo, su educación, su apariencia, su entrenamiento, sus conexiones o experiencia.

Los censos eran realizados para saber el potencial de las naciones para ir a la guerra; y esta ofrenda o impuesto, no era una garantía ni de sus vidas, ni de que tendrían éxito en las batallas. Sea que ganaran o perdieran, Yehováh estableció que Yisrael pagara un rescate por su propias almas durante el censo, mostrando así la seriedad con que Yehováh considera la pérdida de una vida humana.

El pago debía ser anual, y así se practicó hasta el tiempo del exilio a Babilonia bajo Nabucodonosor, cuando fue suspendido. Luego Nehemías lo restableció cuando regresaron del exilio, pero Adriano, el emperador romano lo prohibió en 135 EC. Ahora que Yisrael ha regresado a su tierra, ésta práctica fue restablecida el 23 de Marzo de 1997.

NO SOMOS MEJORES QUE AARON

A pesar de haber hecho una decisión para seguir a Yeshúa, aún conservamos en nuestro interior el impulso de hacer lo que nos parece bien a nuestros propios ojos, cosa que hemos estado acostumbrados a hacer por tantos años, y fácilmente tendemos a rechazar de manera casi natural las directrices que nos provee nuestro Padre Yehováh.

Nos llenamos de razonamientos y actuamos exactamente como lo hizo Eva en el Edén: “vemos las cosas, nos parecen buenas, las hallamos agradables, y procedemos a actuar” sin dar mayor trascendencia a nuestras acciones y mucho menos a sus consecuencias.

Tal fue el caso de Aarón. Afortunadamente él se arrepintió a tiempo y el perdón para él y su familia fue tan completo, que le fue mantenido el nombramiento que había recibido de ser el segundo después de Moshé y más aún fue nombrado Sumo Sacerdote al servicio de Yehováh!  

Cuando hay verdadero arrepentimiento y acciones que así lo demuestran, Yehováh perdona y sigue adelante con Su plan para nosotros.  Esto es gracia maravillosa.

Pero no olvidemos la lección: Se requiere de nosotros un serio compromiso con la obediencia; es lo que nuestro Padre espera. En el proceso de obedecer, siempre habrá multitud de razonamientos como: “Parece que soy el único que está en esto, pues la mayoría de personas hace otra cosa”; o… “me siento raro actuando de esta manera”, etc. Pero Yehováh espera que nuestra voluntad controle tales impulsos y pensamientos y que inteligentemente decidamos seguir sus instrucciones, mandamientos, leyes, decretos, estatutos, testimonios y demás. Al actuar de esta manera, estaremos demostrándole que confiamos en sus palabras, que nos consideramos Su pueblo y sobre todo que en realidad le amamos.

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¿Fue realmente Yehováh, quien endureció el corazón del Faraón?

Está claro que Dios puede entenebrecer nuestro entendimiento para que no comprendamos cosas, tal como en el caso de la rebeldía del pueblo de Israel en tiempos del profeta Isaías…

…¿Acaso Dios no respeta nuestro libre albedrío?

 

Cortesía del Club de Patrocinadores

Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto mis señales y mis maravillas. Éxodo 7:3

Previo a la celebración de Pésaj y la Fiesta de Panes sin Levadura, encontramos un detalle muy interesante en el relato bíblico acerca de cómo Yehováh le avisa con anticipación a Moisés que Él “endurecerá el corazón de Faraón” antes de que el pueblo de Israel pueda caminar libre de la tierra de Egipto.

Y el corazón de Faraón se endureció, y no los escuchó, como Yehováh lo había dicho. Éxodo 7:13

Para ser específicos, ocho veces se nos dice que fue Yehováh quien endureció el corazón de Faraón, seis veces el corazón de Faraón se endureció sin una explicación de quién lo hace y finalmente tres veces Faraón endureció su corazón por cuenta propia. 

De esta manera vemos como una y otra vez se nos dice que Dios endureció el corazón de Faraón, razón por la cual no permitió que el pueblo de Israel saliera a celebrarle Fiesta y adorar al Altísimo (Ex 9:13). Pero, ¿es esto posible?, ¿puede Dios intervenir en nuestras decisiones de esa manera?, ¿acaso Dios no respeta nuestro libre albedrío?

Veamos un ejemplo al inicio del Génesis que nos puede ayudar a responder ese interrogante. En la historia de Caín y Abel sabemos que ambos trajeron una ofrenda a Yehováh; sin embargo, Yehováh no miró con agrado la ofrenda de Caín, y esto provocó eventualmente que Caín tomara la vida de su hermano. ¿Endureció Yehováh el corazón de Caín para que él presentara una ofrenda no agradable y luego matara a su hermano? Miremos por un momento la narración:

Entonces Yehováh dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” Génesis 4:6-7

En la lectura anterior está claro que Caín tuvo la oportunidad de escoger entre hacer lo bueno o lo malo y cualquiera que fuera su decisión, tendría una consecuencia. ¿Por qué a Faraón no se le dio la misma oportunidad de escoger? ¿Acaso Yehováh no es un Dios justo? Está claro que Dios puede entenebrecer nuestro entendimiento para que no comprendamos cosas, tal como en el caso de la rebeldía del pueblo de Israel en tiempos del profeta Isaías, el cual hizo enojar a Yehováh al punto que expresó su enojo al profeta diciéndole:

Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. Isaías 6:10

En el caso de Faraón, lo que ocurrió fue algo distinto. Está claro que Yehováh respeta nuestra libre elección, por lo que no puede ser posible que Él haya “endurecido el corazón de Faraón”, sin embargo, lo que sí es posible es que Yehováh haya permitido que sucedieran cosas (circunstancias) que provocaran que el corazón de Faraón y sus siervos se endureciera.

Muy posiblemente la razón por la cual el corazón de Faraón se endureció fue por el hecho de haber sido expuesto y desafiado por Moisés y Aarón al ellos llevar a cabo señales y maravillas que sus magos y hechiceros no pudieron replicar, al punto que no permitió que Israel saliera de Egipto sino hasta después de haber experimentado las famosas diez plagas. Fue en ese momento que su orgullo fue quebrado, sin olvidar por supuesto que Yehováh tomó lo más preciado de su ser, su primogénito, tal como lo había prometido desde un principio (Éxodo 4:23).

El libro del profeta Samuel nos brinda otra referencia que demuestra que tanto Faraón como los egipcios fueron los que decidieron endurecer su corazón (1 Samuel 6:6).

Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Yehováh nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz, No endurezcáis vuestro corazón… Salmo 95:6-8

Shalom!