Esau y Jacob 25

Viendo la Vida como la vio Jacob

Piénsalo bien:
¿Qué hombre rico, en su lecho de muerte, no entregaría toda su fortuna por un año más de vida?
¿O por una sola semana?
¿Quién cambiaría salud por dinero? Nadie.

Ya’akov vio a su hermano Esav por primera vez después de muchos años de vivir escondido. En su juventud, Esav ardía en enojo, creyendo que Ya’akov le había robado la primogenitura. Ahora, al reencontrarse, Ya’akov trató de ofrecerle parte de su rebaño como un gesto de paz. Esav rechazó la ofrenda y dijo:

Tengo abundancia, hermano mío; quédate con lo tuyo.”
Pero Ya’akov respondió: “No, por favor… acepta mi regalo, porque ver tu rostro benévolo es como ver el rostro de ’Elohim. Toma este presente que he traído para ti, porque ’Elohim me ha favorecido y yo tengo todo.

Génesis 33:9–11

Una lección de vida

Hay un contraste enorme entre lo que Esav quiso decir con “tengo abundancia” y lo que Ya’akov expresó cuando declaró: “yo tengo todo.”

Esav, enfocado en las posesiones materiales, hablaba en términos cuantitativos. Para él, abundancia significaba tener mucho. Su identidad dependía de lo que poseía. Si algún día perdía sus bienes, sentía que ya no tendría nada.

Ya’akov, sin embargo —rodeado de su familia y consciente del favor de Yehovah— podía decir con certeza: “Yo tengo todo.”

Porque lo esencial —vida, salud, familia, propósito— no se compra con dinero. Son regalos del Altísimo.

Por generaciones, los sabios han repetido esta verdad, pero seguimos luchando por aceptarla. Pregunta a cualquier anciano por sus mayores arrepentimientos: casi siempre mencionarán no haber pasado más tiempo con su familia, no haber cuidado su salud, no haber valorado las pequeñas bendiciones de cada día. Nunca verás una lápida que celebre logros financieros o empresariales. Las que hablan, honran a la persona como esposo, esposa, padre, madre, hermano o amigo. Y cuando esas virtudes faltaron, la piedra simplemente calla.

La sociedad aplaude el éxito material, pero ese no es el criterio con el que se evalúa una vida… ni ante los hombres, ni ante Yehovah.

El éxito profesional es bueno y, en muchos casos, necesario. Yehovah nos diseñó para crecer, producir y avanzar. Pero ignorar lo que es invaluable hasta que se pierde es una tragedia. Ya’akov sabía que tenía “todo” porque lo más importante seguía firme.

Piénsalo bien:
¿Qué hombre rico, en su lecho de muerte, no entregaría toda su fortuna por un año más de vida?
¿O por una sola semana?
¿Quién cambiaría salud por dinero? Nadie.

Sin embargo, muchos viven como si no tuvieran nada porque ven la vida con los ojos de Esav: siempre enfocados en lo que falta, nunca en lo que ya tienen.

Si mides tu vida como Esav, vivirás frustrado. Pero si abrazas la perspectiva de Ya’akov, descubrirás que, en lo que verdaderamente importa, ya tienes todo.

Reflexión devocional

Tómate hoy un momento de honestidad.
Reflexiona sobre lo que Yehovah ya puso en tus manos: tu vida, tu salud, tu familia, tu fe, tu propósito. No lo des por sentado. No permitas que la cultura defina qué significa “tener”.

Ora así:
Yehovah, abre mis ojos para reconocer la verdadera riqueza. Líbrame de la mentalidad de Esav, que fija la mirada en lo que falta. Forma en mí el corazón de Ya’akov, que reconoce tu favor y sabe que Contigo lo tiene todo.

Y mañana, cuando despiertes, graba esta convicción en tu alma:
“Tengo todo, porque Yehovah está conmigo.”

Sembrador

Una ley universal que se cumplirá, tarde o temprano

Si tratamos a los demás conforme a los Mandamientos, Estatutos, Leyes y Ordenanzas de Yehovah, eso mismo regresará a nosotros.

La Escritura relata que desde su nacimiento, Ya’akov mostró un impulso por adelantarse a su hermano. Aunque nació de segundo, salió aferrado al talón de Esaw (Génesis 25:26). Por esto recibió el nombre de “suplantador” (Génesis 27:36).

Pero vale preguntarnos:
¿Influyó ese nombre en su carácter?
¿O simplemente reflejaba algo que ya estaba en su interior?

Cuando Esav (Esaú) perdió la bendición, acusó a su hermano de haberle “robado” la primogenitura. Sin embargo, eso no era cierto. Él mismo la entregó voluntariamente, mediante un trato justo, sin engaño alguno.
Años después, el verdadero problema surgió cuando, con ayuda de su madre, Yaaqov se hizo pasar deliberadamente por Esaw para recibir la bendición que —aunque ya era suya por el acuerdo previo— obtuvo mediante engaño.

Lo interesante es que, con el tiempo, Ya’akov cosechó lo mismo que sembró.

Su tío Laván le prometió a Rajel como esposa, pero en la noche de bodas le dio a Leah. Lavan quebrantó el pacto, lo engañó, y Ya’akov terminó siendo víctima del mismo tipo de suplantación que él había cometido años antes.
Durante los años que trabajó bajo Lavan, este le cambió el salario en repetidas ocasiones, siempre buscando la ventaja.

Más adelante, cuando ya vivía en Canaán, el engaño llegó una vez más a su casa: sus propios hijos vendieron a Yosef como esclavo y mentieron al respecto. Mojaron su túnica en sangre de un cordero—sangre que suplantó la de Yosef—para hacerle creer a su padre que una bestia lo había devorado.
Aquella mentira fue el último fruto maduro de una siembra larga y dolorosa.

Rajel también sembró semillas equivocadas. Al robar los ídolos de su padre y mentir al respecto, quedó bajo la maldición que Ya’akov mismo declaró:

Aquel con quien halles tus dioses, ¡que no viva!

Génesis 31:32

Tiempo después, Rajel murió prematuramente en el camino a Canaán mientras daba a luz a Binyamín. Fue un golpe devastador para Ya’akov, pues ella era su esposa amada.

Todo esto nos enseña algo muy claro:

La vida es una escuela divina. Entramos en ella al nacer y, con cada etapa, Yehováh nos pone lecciones que forman nuestro carácter. Si no aprobamos una, la repetimos hasta aprenderla. Y al final de nuestra vida, el tipo de persona que somos revela qué tanto dejamos que Él nos moldeara.

En el caso de Ya’akov, cada prueba lo llevó a convertirse en un hombre íntegro, sabio, humilde, paciente y quebrantado—exactamente el instrumento que Yehováh necesitaba para ser padre de quienes formarían las Doce Tribus de Israel.

Esta Ley sigue activa hoy

El universo que creó nuestro Padre Yehovah funciona bajo leyes inquebrantables. Él las estableció, y no fallan.

Lo que sembramos, es lo que cosecharemos.

Si sembramos egoísmo, eso mismo recibiremos.
Si sembramos resentimiento, cosecharemos conflicto.
Si sembramos engaño, mentira o traición, tarde o temprano enfrentaremos esas mismas cosas.

Pero la otra cara de la moneda también es cierta.

Quien siembra compasión, generosidad, perdón y misericordia, encontrará esos mismos frutos en su camino. Por eso Yehovah nos advierte con firmeza:

Pongo hoy delante de vosotros la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia— amando a Yehováh tu Dios, escuchando su voz y permaneciendo fiel a Él. Porque Él es tu vida…

Deuteronomio 30:19–20

En otras palabras:
Si tratamos a los demás conforme a los Mandamientos, Estatutos, Leyes y Ordenanzas de Yehovah, eso mismo regresará a nosotros.

Shaúl lo reafirma de manera contundente:

“No os engañéis; Yehovah no puede ser burlado:
todo lo que el hombre siembre, eso cosechará.
…No nos cansemos de hacer lo bueno, porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos.”

Gálatas 6:6–10

Y el autor del Eclesiátés añade:

Echa tu pan sobre las aguas, y después de muchos días lo hallarás.
Reparte a siete, y aun a ocho, porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.

Eclesiastés 11:1–2

La elección siempre ha sido nuestra.
Si hemos sembrado mal y estamos cosechando dolor, todavía estamos a tiempo de cambiar la semilla.

Sembremos lo correcto. Sembremos lo que agrada a Yehovah.
Y cuando llegue la temporada, cosecharemos vida y bendición… si no desmayamos.

Man praying to God

Restaurando la Conexión entre el Cielo y la Tierra

El problema de nuestra generación es que ignora esta realidad: Dios está presente, pero no lo sabe porque está distraída.

La historia de la escalera de Jacob es una de las escenas más profundas y hermosas de toda la Escritura. Jacob está huyendo, solo, cansado y con incertidumbre. No tiene una casa fija, no tiene protección, y no sabe qué pasará después. Pero en medio de esa vulnerabilidad, Yehováh se le revela de una manera sorprendente: Jacob ve una escalera que conecta la tierra con el cielo, y ángeles subiendo y bajando por ella.

Este momento no es solo una visión mística. Es un mensaje que el Altísimo está enviando no solo a Jacob, sino a todos nosotros: Dios no está lejos. El cielo sigue conectado con la tierra. La presencia divina aún toca nuestra realidad.

En un tiempo como el nuestro, donde la gente se siente desconectada espiritualmente, donde muchos viven con ansiedad, soledad, o confusión, el mensaje de esta visión es más necesario que nunca.

Jacob durmió en un lugar común, usando una piedra como almohada. No era un sitio “espiritual”, no era un templo, no había música ni un ambiente especial. Era simplemente un espacio vacío en medio del camino.

Sin embargo, allí Yehováh, el Todopoderoso le habló.

Esto nos recuerda que Yehováh no solo se manifiesta en lugares “especiales”, sino en lo cotidiano:

  • En un cuarto simple,
  • En un momento de cansancio,
  • O en medio de la incertidumbre.

Yehováh no se limita a templos o ceremonias. Él se acerca a la vida real, tal como lo hizo con Jacob.

La escalera no era un símbolo cualquiera. Representaba algo que la humanidad había perdido desde el Edén: la conexión directa con lo celestial.

El mensaje es claro: El cielo sigue abierto. La comunicación con el Altísimo no está cerrada.

En tiempos modernos, esa conexión parece haberse debilitado. Vivimos rodeados de pantallas, ruido, redes sociales, distracciones, agendas llenas y mentes cansadas. La espiritualidad se ha vuelto un concepto lejano para muchos. Pero la visión de Jacob nos recuerda que el cielo nunca se cerró; somos nosotros los que hemos dejado de mirar hacia arriba.

Los ángeles subían primero y luego bajaban. Esto muestra que el Altísimo siempre está obrando, organizando, moviendo, enviando ayuda, protegiendo, guiando.

Aunque Jacob no lo veía, aunque él pensaba que estaba solo, el mundo espiritual estaba activo.

Hoy vivimos en una sociedad que solo confía en lo que ve, lo que siente, o lo que la ciencia puede medir. Sin embargo, la visión nos enseña que existe un movimiento invisible del Creador trayendo propósito, orden y protección. Aunque no lo sientas, Dios está obrando. Aunque no lo veas, Él sigue moviendo piezas a tu favor.

La historia no termina con la escalera. Jacob despierta y dice: “Ciertamente Yehováh está en este lugar, y yo no lo sabía”.

Ese es el problema de nuestra generación: Dios está, pero no lo sabemos porque estamos distraídos.

Restaurar la conexión significa: hacer silencio, volver a la oración, estudiar la Palabra, invitar a Yehováh nuestro Creador a todas las áreas de nuestra vida, y vivir con conciencia de Su presencia. No se trata de rituales complicados, sino de volver a una relación viva y real con el Altísimo.

Para Jacob, esta visión fue un antes y un después. Marcó su identidad, su camino, y su relación con Dios. Entendió que no caminaba solo y que el propósito divino seguía en pie.

Hoy, nosotros necesitamos esa revelación nuevamente: el cielo no está lejano, está tocando la tierra. Yehováh nuestro Padre, no está distante, está cerca; no ha dejado de hablarnos, somos nosotros quienes necesitamos abrir el corazón.

La escalera de Jacob es una invitación para volver a escuchar, volver a mirar hacia arriba, volver a restaurar la conexión con lo eterno. Es un recordatorio de que, aun en medio del cansancio o de la incertidumbre, el cielo sigue abierto y Dios sigue cerca.

¡Shalom!


Sepelio honroso

Cremación o Sepultura: Lo Que la Biblia Realmente Enseña

En ningún caso las Escrituras presentan la cremación como una opción honorable. Todo lo contrario: quien es quemado lo es porque cayó bajo condena, o porque se busca borrar su memoria como acto profético.

La porción de Génesis 25 (parashá Jayei Sarah) nos lleva al final de la vida de la primera matriarca. Y es ahí, en ese momento solemne, donde Yehováh nos deja una enseñanza que no cambia con el tiempo: la importancia de dar una sepultura digna a nuestros muertos. Abraham no improvisó; no buscó lo barato, ni buscó lo rápido. Él se levantó, habló con los hijos de Het y adquirió, pagando un altísimo precio, la Cueva de Macpelá para honrar la memoria de Sara (Génesis 23:3–20).
Así actúa un hombre que teme a Yehováh y respeta la vida como un don del Creador, incluso después de la muerte.

Abraham entendía que sepultar no es solo un acto cultural: es un acto profético, un reconocimiento de que el cuerpo, la obra maestra de las manos de Yehováh, merece descanso y honra hasta el día de la resurrección. Por eso no la incineró; no la redujo a cenizas; no “dispuso” se sus restos como algo que hubiera perdido su valor. La sepultura fue su última muestra de fidelidad y amor.

La cremación en las Escrituras: un símbolo de juicio, no de honra

Aunque hoy la cremación se ha normalizado, en las Escrituras aparece casi siempre en un contexto que nadie querría para sí mismo. El fuego no representa descanso, sino juicio. Esto no es sentimentalismo moderno; es el lenguaje bíblico.

La incineración de cadáveres, está ligado en las Escrituras a juicio divino

 

Algunos ejemplos claros:

Josué 7:24–26 – Acán y los suyos fueron quemados después del juicio divino por haber tomado lo prohibido.

Levítico 20:14; 21:9 – La quema de cuerpos aparece como sentencia para pecados graves.

Amós 2:1 – Yehováh juzga a Moab por quemar los huesos del rey de Edom, mostrando que incinerar huesos era considerado un ultraje.

2 Reyes 23:16–20 – Josías quema huesos sobre los altares como señal profética de juicio y profanación.

En ningún caso la Escritura presenta la cremación como una opción honorable. Todo lo contrario: quien es quemado lo es porque cayó bajo condena, o porque se busca borrar su memoria como acto profético.

Es cierto que algunos textos mencionan cuerpos envueltos en fuego por causa de guerra, desastre o juicio directo de Dios (como Nadab y Abiú en Levítico 10:1–2), pero incluso en esos casos el fuego es señal de la gravedad del juicio, no de un rito funerario.

La sepultura: una señal de esperanza, pacto y resurrección

Sepultar o enterrar es sembrar. Y una semilla solo germina cuando es puesta en la tierra. La resurrección —esperanza firme del pueblo de Yehováh— siempre se modela con la imagen del cuerpo descendiendo a la tierra para esperar la redención (Daniel 12:2; Isaías 26:19; Juan 5:28–29; 1 Tes. 4:16).

Por eso:

  • Abraham fue sepultado (Génesis 25:9).
  • Yitsjak y Rivka fueron sepultados (Génesis 49:31).
  • Ya’akov pidió expresamente ser sepultado en la tierra prometida (Génesis 49:29–33).
  • Yosef ordenó que llevaran sus huesos a la Tierra para sepultarlos allí (Éxodo 13:19).
  • Incluso Yeshúa fue sepultado, no cremado, cumpliendo las Escrituras (Mateo 27:59–60; Isaías 53:9).

La sepultura bíblica expresa continuidad, identidad, honra y esperanza futura. Yeshúa resucita desde una tumba, no desde cenizas, y sus discípulos siguen ese mismo patrón.

Es importante transmitir esta instrucción a nuestra familia

Vivimos en una era donde la presión cultural busca borrar los patrones de Yehováh y reemplazarlos con soluciones rápidas, baratas o “prácticas”. Y muchos creyentes —sin mala intención, pero por falta de instrucción— dejan a sus familias tomando decisiones que van en contra de lo que enseñan las Escrituras.

No esperemos a que llegue el día difícil. ¡El momento de hablar es ahora!

Habla con tu familia.
Deja instrucciones claras.
Explica por qué la sepultura honrosa importa.
No lo dejes al azar ni a la improvisación.

Si honramos a Yehováh en vida, también debemos honrarle en la forma en que dejamos que nos despida nuestra familia. Así protegemos nuestro testimonio, evitamos confusiones y damos gloria al Dios que prometió resucitar a los suyos.


Sodoma y Gomorra 3 copy

La decadencia moral de Sodoma y Gomorra

En Sodoma, no había vergüenza, ni respeto por lo sagrado. Esa misma mentalidad de relativismo moral, domina nuestro tiempo.

Sodoma ayer… y hoy

En tiempos de Abraham, las ciudades de Sodoma y Gomorra florecían en el fértil valle del Jordán. Había riqueza, abundancia y movimiento. Pero detrás de esa prosperidad, había un corazón lejos del Creador. La comodidad alimentó el orgullo, y el orgullo los hundió en corrupción.

Miles de años después, el mundo parece recorrer el mismo camino: tenemos más información, pero menos sabiduría; más comodidades, pero menos paz; más libertades, pero menos verdad.

Cuando Yehováh vio la maldad de Sodoma, declaró:

“El clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo”

Génesis 18:20

Ese clamor vuelve a oírse hoy, levantado desde una humanidad que ha olvidado los caminos del Creador.

En Sodoma, cada uno hacía lo que bien le parecía. No había vergüenza, ni respeto por lo sagrado. Esa misma mentalidad domina nuestro tiempo: el relativismo moral. Lo que antes era pecado, hoy se celebra; lo que antes era pureza, hoy se ridiculiza.

Pero el Altísimo no cambia. Su Palabra sigue distinguiendo lo santo de lo profano. Cuando el hombre borra los límites que Dios estableció, se convierte en esclavo de sus propios deseos. Sodoma no fue destruida solo por sus actos, sino por su falta de arrepentimiento.

Lot: cerca, pero no firme

Lot no era perverso, pero eligió vivir cerca del pecado. La Escritura dice que “puso sus tiendas hasta Sodoma”. Poco a poco, lo que estaba lejos llegó hasta su casa. Hoy ocurre lo mismo con muchos creyentes: no participan del mal, pero lo toleran; no lo aprueban, pero callan.

Yehováh tuvo misericordia de Lot, pero su historia nos advierte: no se puede convivir con el pecado sin ser afectado. Su esposa miró atrás… y su familia sufrió las consecuencias de amar lo que Dios aborrece.

Abraham: el corazón que intercede

Mientras el juicio se acercaba, Abraham no pidió la destrucción de Sodoma, sino misericordia:

“¿Destruirás también al justo con el impío?”

Génesis 18:23

Ese es el corazón que Dios busca: no el que condena, sino el que intercede. Hoy necesitamos menos dedos acusadores y más rodillas dobladas; menos críticas y más clamor por salvación. El justo no se alegra del castigo, sino que suplica por los perdidos.

La ruina de Sodoma comenzó por dentro

Sodoma no cayó solo por fuego del cielo; cayó primero desde el corazón. Una sociedad empieza a morir cuando llama “bueno” a lo que Dios llama “malo”.

El profeta Isaías advirtió:

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo!”

Isaías 5:20

Hoy vemos familias fragmentadas, confusión moral y una generación incapaz de distinguir entre verdad y mentira. Pero el Creador siempre guarda un remanente: hombres y mujeres que permanecen firmes, enseñan a sus hijos la verdad y caminan en santidad.

Aún cuando el juicio estaba cerca, Yehováh envió ángeles para rescatar a Lot. Así también hoy, el Creador sigue dando advertencias, oportunidades y tiempo para volver a Él:

“Salid de ella, pueblo mío.”

Apocalipsis 18:4

Su misericordia no ha terminado. No desea destruir, sino salvar. Pero el tiempo de gracia no será eterno. Ahora es el momento de arrepentirse.

Reflexión: Ser luz en medio de Sodoma

El mensaje sigue vivo: la pureza, la justicia y la verdad siguen siendo el camino de vida.

Yeshúa dijo:

“Así alumbre vuestra luz delante de los hombres.”

Mateo 5:16

Aunque el mundo se oscurezca, la luz del justo no se apaga. No miremos atrás como la esposa de Lot. Miremos adelante, hacia el propósito que el Altísimo tiene para quienes le obedecen.

Sodoma fue destruida… pero Abraham siguió caminando con Yehováh. Esa es la invitación para nosotros hoy: caminar en fe, vivir en santidad y ser luz en medio de la confusión.

¡Shalom!

De Babel a Roma

De Babel a Roma: Cómo las Fiestas Paganas se Infiltraron en la Iglesia

El culto a Tammuz no fue solo una leyenda antigua; era tan real que llegó a corromper al mismo pueblo de Israel, de lo cual dio testimonio profeta Ezequiel cuando dijo:

“Y me llevó a la entrada de la puerta de la Casa de Yehováh… y he aquí mujeres que lloraban a Tammuz.”

Génesis 11:1-9 nos narra el juicio en Babel, a causa de la arrogancia y rebeldía de Nimrod, quien, según fuentes extrabíblicas, fue muerto por Sem, el hijo mayor de Noaj.

Después de su muerte, Semíramis, esposa de Nimrod, lo declaró como el dios sol y afirmó que sus rayos la habían embarazado. De ese supuesto embarazo nació Tammuz, con quien más tarde se casó, alegando que él (su propio hijo), era la reencarnación de Nimrod.

Tammuz murió a los cuarenta años tras ser embestido por un jabalí (cerdo salvaje), y tiempo después también murió Semíramis.

Aunque las Escrituras describen a Nimrod como “poderoso cazador delante de Yehováh (Génesis 10:8–9), los detalles sobre Semíramis y Tammuz provienen de antiguas tradiciones mesopotámicas y relatos extrabíblicos, recogidos siglos después en textos históricos. Autores como Eusebio, Justino y, más recientemente, Alejandro Hislop* en su obra Las Dos Babilonias, documentaron la conexión entre los cultos de Babel y las festividades religiosas posteriores, especialmente las adoptadas por Roma.

De Astarté a Easter

Los seguidores de Semíramis afirmaron que ella regresó a la tierra dentro de un huevo gigante que cayó a orillas del río Éufrates, transformada en la diosa de la fertilidad, representada por una mujer con múltiples pechos desnudos.

Desde entonces recibió el nombre de Astarté, conocida en Mesopotamia como Ishtar, en Canaán como Ashtoret, y más tarde en el mundo occidental como Easter. Este último nombre se usa en referencia a la Pascua y es causa demucha confusión en el mundo de habla inglesa.

Todas estas versiones representan lo mismo: el culto a la fertilidad, la sexualidad y la naturaleza, en abierta oposición al mandato del Creador. Según la tradición, al salir del huevo, Ishtar convirtió un ave en un conejo que ponía huevos; de allí proviene la costumbre de esconder huevos decorados durante la celebración de Easter (Pascua) en primavera.

Hoy, muchas iglesias —sin comprender el trasfondo de esta práctica— invitan a los niños a buscar y pintar huevos de colores, sin saber que representan antiguos símbolos de fertilidad pagana.

El ayuno a Tammuz y la falsa “vigilia”

Por su parte, los seguidores de Tammuz observaban un ayuno parcial de cuarenta días (la cuaresma), antes de la celebración de Easter, absteniéndose de ciertos alimentos para que Tammuz los disfrutara en el más allá.

Al finalizar la cuaresma comían jamón de cerdo en memoria del animal que causó su muerte.

De esta costumbre pagana pudo haber surgido la práctica impuesta por la Iglesia Católica, que ordena a sus fieles abstenerse de carne roja los viernes de cuaresma y consumir solo pescado, llamando erróneamente a esto “vigilia”.

Sin embargo, en las Escrituras el término vigilia no se refiere a abstenerse de carne, sino a períodos nocturnos de oración y guardia (Éxodo 14:24; Lucas 2:8). Por tanto, el uso religioso que se le da hoy es ajeno al contexto bíblico original.

Tammuz en la Biblia

El culto a Tammuz no fue solo una leyenda antigua; llegó a corromper al mismo pueblo de Israel.

El profeta Ezequiel fue testigo de ello:

Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Yehováh… y he aquí mujeres que lloraban a Tammuz.

Ezequiel 8:14

Este texto revela que la idolatría babilónica penetró hasta el corazón del templo, provocando la ira divina.

Así comenzó un ciclo de contaminación espiritual que se repetiría una y otra vez en la historia del pueblo de Dios.

De Babel a Roma: la raíz común de las religiones paganas

Muchas religiones paganas tienen su origen en Babilonia (Babel).

Tras el juicio de Yehováh y la confusión de las lenguas, los cultos de Nimrod y Semíramis se dispersaron por todo el mundo, cruzando fronteras de tiempo y cultura.

Por eso hallamos civilizaciones tan diversas como los incas, aztecas, chibchas, celtas o japoneses, rindiendo culto al sol bajo diferentes nombres y formas.

Este mismo espíritu babilónico alcanzó a la iglesia romana, que conservó muchas de esas celebraciones, pero mezcladas con el culto cristiano, de modo que pasaran desapercibidas.

Así, sus fieles las practican ingenuamente, pensando que honran a Yeshúa el Mesías, cuando en realidad repiten costumbres que Él mismo prohibió:

No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis, ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, adonde Yo os estoy conduciendo. No seguiréis sus costumbres.

Levítico 18:3

El llamado profético a salir de Babilonia

Ignorando este mandamiento, incluso muchas iglesias cristianas modernas, que se jactan de haber retornado a la verdad tras la Reforma del siglo XVI, mantienen tradiciones de origen babilónico sin percatarse de su efecto contaminante y degradante.

Yehováh, sin embargo, sigue haciendo el mismo llamado que en tiempos de Avraham:

¡Salid de Babilonia, huid de los caldeos!

Isaías 48:20

Salgamos, pues, a Él fuera del campamento, llevando su oprobio.

Hebreos 13:13

No es un simple llamado a cambiar de iglesia o doctrina, sino una invitación a salir del sistema de Babilonia —un sistema espiritual que abarca  tanto a la religión organizada, como a las tradiciones humanas, costumbres culturales, y aun los lazos familiares, cuando se oponen a la verdad.

Tal como lo fue para Avraham, obedecer esta voz cuesta, pero el resultado es caminar con el Creador en pureza y verdad.

Aplicación actual

Hoy, Babilonia ya no es una ciudad, sino un sistema espiritual global que combina lo sagrado con lo profano, lo santo con lo común.

El libro de Apocalipsis advierte que esta Babilonia moderna embriagaría a las naciones con su idolatría (Apocalipsis 17–18), y que el pueblo del Altísimo debe apartarse de ella antes del juicio final.

El mensaje sigue siendo claro y urgente:

Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas.

Apocalipsis 18:4

Este llamado no es de fanatismo ni de temor, sino de restauración: regresar al diseño original del Creador, donde Su pueblo vive separado de la contaminación espiritual y celebra únicamente lo que Él ordenó.

El camino no es fácil, pues somos llamados a dejar atrás todo lo que impide nuestra fidelidad a Yehováh.

Porque no tenemos aquí ciudad permanente, sino que buscamos la por venir.

Hebreos 13:14


* NOTA IMPORTANTE * La obra de Alexander Hislop es una fuente histórica temprana que alertó sobre sincretismo, pero sus afirmaciones han sido objeto de revisión crítica. Por ello, usamos sus conclusiones como punto de reflexión, no como evidencia final.


Como en los dias de Noe

Cómo caminar hoy con Yehováh

Yehováh sigue buscando personas como Noaj: hombres y mujeres que decidan caminar con fe, sin dejarse arrastrar por la corriente del mundo.

Cuando el libro de Génesis menciona los días antes del diluvio, describe una escena oscura: “…la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal (Génesis 6:5). Aquella generación había llegado a un punto en que el bien era despreciado y el mal era celebrado. El Todopoderoso vio la violencia, el engaño y la falta de compasión entre los hombres, y decidió poner fin a una humanidad que había olvidado a su Creador.

Sin embargo, entre toda esa corrupción, se menciona un nombre que brilla: Noaj (Noé). Dice el texto: “Pero Noaj halló gracia ante los ojos de Yehováh.” (Génesis 6:8). En medio de una sociedad perdida, un solo hombre decidió caminar en rectitud. Noaj no fue perfecto, pero vivía con integridad y fe, obedeciendo la voz del Altísimo aunque todos a su alrededor lo consideraran loco.

Hoy vivimos tiempos parecidos. La violencia crece, la mentira se disfraza de verdad, y muchos han perdido el respeto por la vida y por el Creador. Lo que antes era vergonzoso ahora se celebra, y lo que es justo y puro es rechazado. Como dijo el profeta Isaías: …a los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz…”  (Isaías 5:20). Parece que la humanidad ha regresado a los días de Noaj, cuando los valores estaban invertidos y la corrupción llenaba la tierra.

Pero en medio de todo esto, Yehováh sigue buscando personas como Noaj: hombres y mujeres que decidan caminar con fe, sin dejarse arrastrar por la corriente del mundo. Yeshúa mismo advirtió que “Mas como en los días de Noaj, así será la venida del Hijo del Hombre”. (Mateo 24:37). En esos días, la gente comía, bebía, se casaba y vivía como si nada fuera a pasar. No estaban preparados para el juicio que vendría. Hoy vemos la misma indiferencia: muchos viven sin pensar en el propósito eterno ni en el llamado del Todopoderoso a vivir en santidad.

El apóstol Shaúl -Pablo- también habló de estos tiempos difíciles. Escribió: “… en los postreros días vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos…” (2 Timoteo 3:1–2). Estas palabras parecen describir exactamente nuestra generación. Sin embargo, la respuesta sigue siendo la misma: mantenernos firmes, guardando la fe y caminando en justicia delante del Creador.

Noaj no cambió el mundo entero, pero cambió su destino y el de su familia. Fue un ejemplo de obediencia en un tiempo donde casi nadie escuchaba la voz de Yehováh. Su vida nos enseña que incluso si somos pocos, podemos marcar la diferencia. Podemos ser luz en medio de la oscuridad, esperanza en medio del caos.

El Todopoderoso no ha cambiado. Él sigue observando a la humanidad, buscando corazones dispuestos a vivir con pureza y verdad. En un mundo que se deteriora moralmente, el llamado es claro: caminar con Yehováh. No es a seguir modas, ni la aprobación de los hombres, sino a seguir la voz del Padre.

Así como el arca fue el refugio en los días de Noé, hoy nuestro refugio es Yehováh (Salmo 91:2), quien nos llama a permanecer fieles, porque los tiempos finales se acercan. Seamos como Noaj: obedientes, íntegros y llenos de fe, para que cuando Yehováh mire la tierra (Salmo 33:13-14), encuentre en nosotros a hombres y mujeres que teman a Él y caminen en rectitud y justicia.

¡Shalom!