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¡Somos libres! ¿Y ahora qué?

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Los seres humanos tenemos tan corta memoria que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados.

Año tras año, una y otra vez, leemos, estudiamos y les contamos a nuestros hijos acerca de la salida de Egipto; el éxodo de los hijos de Israel.

Todo el contenido bíblico acerca de este gran hito en la historia, e incluso las anécdotas e historias en la literatura rabínica posterior, rondan en torno a una idea, una premisa: salir de la esclavitud hacia la libertad.

“Hemos sido esclavos del faraón”. Lo decimos en primera persona. Porque, ¿quién no ha sido esclavo del faraón? ¿Quién no ha estado bajo el yugo de algo o alguien en su vida? ¿De qué necesitamos ser liberados hoy?

Los seres humanos tenemos tan corta memoria, que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados. ¿Recuerdan a los hijos de Israel habiendo salido de Egipto? ¿Cuánto tiempo pasó hasta que dejaron de valorar la libertad que les fue regalada?

Lamentablemente esa generación pereció en el desierto. Tan sólo DOS personas entendieron la visión que el Todopoderoso le había dado a Moshé.

¿Tenemos lo que se requiere?

Con el éxodo de Egipto nos fue garantizada la libertad, pero debemos poner atención a que este no es el final de la historia, sino el comienzo. El pueblo de Israel deberá pasar por pruebas y desafíos hasta llegar a aquella meta, a veces abstracta, de la Tierra de Israel. Tendrán la guía del Todopoderoso a través del desierto, pero también pasarán por tiempos de incertidumbre que los harán cuestionar incluso hasta los principios más básicos de su fe.

Estas cosas me ponen a pensar… ¿seré yo una de las personas dispuestas a enfrentar el desafío de los 40 años en el desierto? ¿Tendré la determinación, paciencia y perseverancia de sobreponerme a cada obstáculo y de seguir adelante? Pues todavía mayor es la carga y la responsabilidad para los que tenemos una familia entera (y a veces muchos más), que dependen de nosotros como guías y ejemplos.

El camino no es fácil. Y nadie prometió que lo sería. El camino es angosto. Pocos lo encuentran. Pero al final de él hay libertad, vida eterna, fuentes de aguas vivas y todo por lo que vale la pena vivir. ¿Tiene precio todo eso?

Del otro lado está el gran Egipto con sus riquezas, su conocimiento, su cultura sofisticada, su abundancia de comida y de confort. Suena tentador… ¿O por qué crees que la gran mayoría de los judíos no quisieron retornar de Babilonia después del exilio?

Pero a diferencia de Babilonia, Egipto era un lugar donde claramente el pueblo sufrió el abuso y la opresión de la esclavitud. Y pensar que todo esto estaba previsto, tal como Dios le dijo a Abraham (entonces Abram):

Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años.

Genesis 15:13

Fue tal el impacto que Yehováh quiso crear sobre el pueblo de Israel, que debieron pasar por la esclavitud para valorar lo que sería la libertad, y Quien era su salvador.

Pero a Israel no le molestó ser esclavo desde siempre. Hubo un punto específico en donde el pueblo dice “¡suficiente!” y se genera un punto de inflexión en la historia:

Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.

Éxodo 2:23

Tal como los hijos de Israel clamaron a Dios por motivo de su servidumbre, uno debe reconocer cuáles son las cosas en nuestra propia vida que nos mantienen atrapados y que nos impiden desarrollar nuestro potencial a un 100%. Debemos “clamar” a nuestro Creador, reconociendo que necesitamos salvación de esas cosas, y Él escuchará nuestro clamor tal como escuchó a los hijos de Israel. ¿Pero acaso nos traerá un jet privado para llevarnos a la Tierra de Israel en primera clase? Mmmm, no creo. Habrá una larga caminata por delante y probablemente no nos tomará un día el llegar a donde nos dirigimos, pero no hay dudas de que vale la pena y el esfuerzo. 

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¡Date prisa y sal de Egipto!


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Simbolismo profético de Purim para hoy

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Vivimos en tiempos en los que somos sobre estimulados con información e impulsos visuales a cada momento.  La sociedad es diseñada por medio de propaganda a través de los medios masivos de comunicación, la industria del entretenimiento y el sistema educativo.

Mirándolo desde afuera, es difícil ser optimista. Pero muchas veces las cosas no terminan de la manera que esperamos. Los heroes pueden terminar por villanos y los perseguidos siendo victoriosos, yendo contra todo pronóstico.

Esto es lo que sucedió en la historia de Purim, conmemorada cada año como una de las celebraciones bíblicas menores.

24 Pues Amán, el enemigo de todos los judíos, había pensado exterminarlos echando suertes para matarlos y destruirlos; 25 pero cuando Ester se presentó al rey, éste ordenó por escrito que todo el mal que Amán había pensado hacer a los judíos cayera sobre él. Así Amán y sus hijos fueron colgados en la horca. 26 Por esta razón, estos días fueron llamados purim, que es el plural de pur.

Ester 9:24-27

La palabra suertes viene del término hebreo purim (pur en singular), el cual probablemente proviene de la palabra akadia puru, piedras, ya que era con piedras que se arrojaban y caían en distintos cuadrantes, que se determinaban las fechas para eventos importantes, así como también para cuestiones de adivinación. Esta no era solamente una costumbre “pagana”. Tenemos evidencia bíblica en la Torá que en Israel también se utilizaba un sistema de “suertes” para decidir qué cordero era sacrificado en el Templo en Yom Kipur y cual era enviado a Azazel. Esto podría compararse hoy en día a arrojar una moneda al aire y elegir cara o ceca, dejando la decisión “al azar”.

La fiesta de Purim y el libro de Ester tienen una particularidad; el nombre del Dios de Israel no aparece en ningún lugar, así como tampoco hay referencia alguna a milagros dentro de la historia. Al menos milagros entendidos como eventos sobrenaturales como sucedieron en las plagas de Egipto y otros lugares.

Por el otro lado, existe entre los judíos la costumbre de disfrazarse para esta fiesta, a pesar de que tal cosa no se encuentra ordenada en el libro de Ester, y la primera referencia histórica de esto, quizás no tenga más de 500 años. Sin embargo, se pueden encontrar varias relaciones temáticas, entre esta costumbre y los acontecimientos relatados en el libro de Ester, que paso a detallarles:

1) Dijimos que no aparece el nombre del Creador en este libro. De la misma manera, cuando nos disfrazamos, estamos ocultando nuestra apariencia.

2) La reina Ester ni siquiera se llamaba Ester. Su nombre era Hadasa. Por recomendación de su primo Mordejai (Mardoqueo) ella se cambió el nombre a Ester, fonéticamente similar al nombre babilónico Ishtar, pero con el significado hebreo de “ocultar”.

3) Hay un punto decisivo en la historia, cuando Mordejai es vestido con las vestiduras del rey, en lugar de Amán. De esta manera ocurre aquí un cambio de roles. Los papeles se invierten.

De la misma manera los judíos, contra quienes había sido decretada una muerte certera, comparable a la Solución Final de Hitler en la Alemania de los años 40′, terminaron invirtiendo su rol y luchando (y venciendo) contra sus opresores.

Dios, quien permaneció escondido durante toda la historia, no había olvidado a su pueblo.

Sobre todas estas cosas podemos meditar durante este tiempo, y conectarlo con nuestros propios tiempos y nuestra propia vida. ¿Cuántas veces juzgamos nuestra realidad por lo que vemos con nuestros ojos? ¿Nos detenemos a pensar cuántas cosas que nos suceden hoy, en realidad nos están preparando para ser las personas que debamos ser mañana?

Rabi Akiva decía “hakol leTová” (todo es para bien). El apóstol Pablo, por su parte, escribió que “Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman“.

No todo es lo que parece. Las apariencias engañan. Mantente firme en tu propósito e ignora las distracciones que te apartan del camino que debes transitar, a pesar de lo que veas a tu alrededor. Viviendo en tiempos de guerras y rumores de guerras, es difícil no darse al pánico, estrés y ansiedad. Pero tal como la reina Ester en tiempos cuando todo su pueblo sufría la amenaza de un genocidio inminente, procuremos andar por fe, y no por vista.

Mitzraim (מִצְרָיְם) – La esclavitud de Egipto

Mitzraim (מִצְרָיְם) – La esclavitud de Egipto

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Uno de los temas más mencionados en todas las Escrituras es el tema de la esclavitud. Y no porque la esclavitud en sí sea importante, sino porque el punto principal es la liberación de la esclavitud

Todos los conceptos en esta existencia están basados en la dualidad. Desde Genesis 1 con el cielo y la tierra, la luz y la oscuridad, el día y la noche… Adam mismo fue condicionado a entender la realidad basándose en la dualidad cuando comió del árbol del conocimiento del bien y del mal

Hasta el día de hoy, no importa de quién se trate ni de que trasfondo proceda, uno entiende la realidad a través de los polos opuestos. Podemos decir que algo es malo, porque tenemos el concepto de lo que es bueno, podemos pensar que alguien es cruel, porque conocemos lo que es la compasión, sabemos que algo es hermoso, porque tenemos el concepto de lo que es horrible. 

De la misma manera, en la historia bíblica se nos enseña qué es la libertad, basándose en lo que es la esclavitud. Los mismos hijos de Israel tuvieron que conocer la libertad a través de la esclavitud. Hay quienes dicen, especialmente aquellos que fueron privados de su libertad, que uno no puede saber en absoluto qué es la libertad, a menos que haya sido privado de ella.

Mitzraim (מִצְרָיְם) fue uno de los hijos de Cam (Gen 106), y es la palabra hebrea para Egipto, pero una vez mas, tal como todas las palabras hebreas que hemos venido estudiando, ésta también tiene un significado más profundo que nos va a revelar el entendimiento bíblico de lo que significa la esclavitud, y, por consiguiente, la libertad.

Descomponiendo la palabra hebrea, vemos que el “im” al final de Mitzraim indica la forma plural de la palabra. En singular sería matzor (מָצוֹר). E interesantemente, Egipto es llamado de esta manera singular en ciertos lugares, como por ejemplo Isaías 37:25:

Yo cavé, y bebí las aguas, y con las pisadas de mis pies secaré todos los ríos de Egipto (matzor- מָצוֹר).

Un matzor en hebreo es un asedio. Cuando un ejército rodea a un pueblo o una ciudad antes de atacarla, generalmente para prevenir que entren provisiones allí.

Matzor, a su vez, proviene de la raíz tzar (צָר) que significa angosto o estrecho. La presión que un ejército aplica sobre el pueblo asediado, y la falta de espacio que le dejan, tiene que ver con esta idea. Tzar está relacionado también con el sufrimiento que se experimenta. 

Tzorer, es la palabra traducida generalmente como enemigo pero proviene también de esta raíz y sería mejor traducida como “aquel que causa tzar, aquel que causa dolor o sufrimiento.

Una de las palabras hebreas para roca es tzur (צוּר). Esta palabra es utilizada mucho en los salmos, cuando David dice que “Yehováh es su roca”. La palabra tzur, una vez más, proviene de la misma raíz que todas estas palabras. En este caso la idea de la presión o el concepto de algo estrecho tiene que ver con las condiciones en las que esta piedra se formó debajo de la tierra. El tzur en hebreo, a pesar de que este detalle se pierde en la traducción, no tiene que ver con cualquier piedra. Se trata de lo que en español se llama sílex o pedernal, que es una de las piedras más duras que existen, utilizada para hacer herramientas y armas en la edad de piedra.

Con todo esto, tenemos suficiente material para meditar sobre el concepto del lugar en que los hijos de Israel se encontraban cuando sufrieron bajo el período de esclavitud en Mitzraim, Egipto. 

El sufrimiento no es necesariamente físico, sino mental. Viviendo en este mundo uno puede darse cuenta de que las ataduras y condicionamientos mas fuertes se encuentran en nuestra mente. Emociones como la preocupación o la ansiedad nos hacen sentir como si estuviéramos en un lugar angosto. En apariencia, ya salimos de Egipto y fuimos liberados de la esclavitud física, pero ¿cuántos de nosotros podemos decir que somos libres en nuestra mente?

Esta es una verdad que Yeshúa predicó, cuando enseñaba:

Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas.
Mateo 11:28-29

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Cómo escapar del Sistema de la Bestia

Para escapar del sistema de la Bestia tenemos primero que concientizarnos de que lo que sea que suceda a nuestro alrededor en el planeta Tierra en este mundo físico, no cambia en lo más mínimo el poder y la soberanía del Creador sobre todo el Universo.

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La Naturaleza de Adam

El primer hombre no recibió un nombre como todos nosotros, el fue llamado simplemente dada la cualidad de haber sido “formado del polvo de la tierra” (Gen 2:7). La palabra tierra en hebreo es adamá (אַדַמָה), y de aquí es que proviene el nombre de Adán, que se pronuncia en hebreo como Adam.

Qué buen recordatorio para el hombre que llevaría el espíritu del Creador dentro suyo, no haber sido formado del oro, ni de la plata, ni siquiera de cobre o de piedra dura. Tal vez Dios quería mostrarle que no hay nada de valor intrínseco en lo que somos. La tierra es tal vez una de las cosas de menor valor en la creación. Y al mismo tiempo, el Todopoderoso tomó de esta tierra, para formar un ser “a su propia imagen y semejanza”. 

La palabra Adam está relacionada también con la palabra adom (אַדֹם), que significa rojo. La tierra tiene muchas matices, pero la mejor arcilla siempre es la de color rojo; y muy probablemente este fue el color que tuvo la piel del primer hombre.

Para colmar el contenido y riqueza que puede haber en tan solo un nombre hebreo, las últimas dos letras del nombre de Adam, forman la palabra hebrea dam (דַם) que significa sangre, y, a estas alturas comprenderán que no es por coincidencia, que la sangre sea de color rojo, independientemente de cual sea el color de nuestra piel.

Por el otro lado dice en Genesis que Dios sopló en su nariz aliento de vida, y fue así el hombre un ser viviente. La sustancia más terrenal, que es, valga la redundancia, la tierra, fue combinada con el aliento de vida; algo completamente etéreo, pero al mismo tiempo más real que el cuerpo mismo. Ya que es la sustancia que realmente nos da vida. El recién nacido inhala su primer respiro al salir del vientre, y el anciano expira su último aliento. Y en las palabras del Rey Salomón, “el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Es por eso mismo que enterramos a los difuntos. 

El hombre fue también recordado de su naturaleza terrenal en su castigo Divino: 

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.”

Genesis 3:19

Es esta realidad dual, entre celestial y terrenal, que el hombre deberá aprender a conjugar en su existencia en esta tierra.

 

Es en Genesis 1:26 y 27 donde dice que Dios creó al hombre a Su Imagen y Semejanza, y esto aparece de manera conjunta con la cualidad de liderazgo y control que Adam tendría sobre toda la creación. Control sobre animales de todo tipo, y una orden para multiplicarse y “sojuzgar” la tierra. La palabra sojuzgar en el hebreo es “conquistar”.

Al mismo tiempo, el Creador puso a Adam en el huerto del Edén “para que lo labrara y lo guardase”. Cualidades relacionadas con el cuidado, que es un aspecto presumiblemente más femenino que contrasta el ejercicio de poder en la conquista de la tierra y el control sobre las bestias, cualidades tal vez más masculinas.

Y tiene sentido, ya que Adam no era necesariamente un hombre como nos lo imaginamos, al menos en el comienzo. Genesis 1:27 dice que Adam había sido creado varón y hembra. Esto es, hasta que la mujer fue sacada de su costado, en Genesis 2:21.

A partir de ese momento, el Adam no encontraría un estado de totalidad, salvo a través de la unión con su otra mitad, la mujer.