Estamos tan desconectados de nuestras raíces, que no sabemos de dónde venimos, ni si tiene sentido la religión que nuestros padres nos enseñaron…
La historia de Janucá ya es conocida, y tenemos varios artículos y programas de radio que cuentan los detalles en materia histórica. Personalmente, siempre me gusta considerar cómo una historia bíblica, o en este caso, del pueblo judío, se puede trasponer a mi propia vida.
Sabemos que Los Macabeos fueron una familia de valientes guerreros que se levantaron frente a los opresores griegos, quienes querían privarlos de conmemorar las tradiciones ancestrales del pueblo de Israel. Muchos judíos cedieron ante la presión del gobierno imperial, y muchos más fueron seducidos por la modernidad y la tecnología helenística.
Hoy recordamos ese pasado remoto como una historia legendaria que permitió la supervivencia del pueblo judío y fue fundamental para el Israel previo a la llegada de Yeshúa. Pero, ¿que podemos aprender de estos valientes personajes de leyenda, para que podamos relacionarlo con nuestras vidas actuales y circunstancias temporales?
Hay que tomar en cuenta, y poner en claro, que los griegos tuvieron control de Israel desde los tiempos de Alejandro Magno, alrededor del 330 AC, ¡150 años antes de la rebelión de Los Macabeos! La diferencia fue que Alejandro les permitió a los judíos continuar con sus prácticas y servicios en el templo sin impedimentos; de hecho, el tenía buena relación con el liderazgo judío y respetaba la religión y libertad de culto. Los judíos en aquella época no consideraron que era necesario rebelarse en ningún momento. Los Macabeos comenzaron con el gran levantamiento solo cuando fueron forzados a dejar de celebrar sus tradiciones y el servicio del Templo se vio afectado.
Pasemos a nosotros y los tiempos actuales. Nacimos dentro de una época, una cultura, un sistema económico y un gobierno que no elegimos. Estamos tan desconectados de nuestras raíces, que no sabemos de dónde venimos, ni si tiene sentido la religión que nuestros padres nos enseñaron, o si son verdad las cosas que nos enseñan en la escuela, o las que nos dice un médico. Gobernadores y presidentes continúan expandiendo su poder a través de órdenes ejecutivas, mientras el pueblo oprimido sufre en su impotencia. ¿Si Los Macabeos viviesen hoy en día, se hubieran levantado ya?
Algunos dirán: “Tal vez está bien que los gobiernos controles todas esas cosas“; “todavía tenemos nuestras libertades religiosas”. Pero el problema es que no es seguro que todavía las tengamos. Obviamente, las leyes cambian de país en país, pero en la mayoría de los países en Latinoamérica por ejemplo, uno tiene que vacunar a sus hijos para enviarlos a la escuela. Uno puede argumentar que la vacunación va en contra de nuestros principios religiosos, ya que tiene ingredientes que son tóxicos al organismo (que es nuestro Templo) y muchas de ellas tienen ingredientes cuyo consumo se opone a las leyes dietéticas de la Torá, como pueden ser las células del tejido de los riñones de un mono o del tejido celular de un bebé abortado.
Pero en la mayoría de los países, las leyes decretadas por el Estado tienen precedencia sobre nuestras creencias religiosas. “Al que no le guste“, dirán, “que no envíe sus hijos a la escuela“. El problema es que luego encontramos leyes que prohiben educar a nuestros hijos en casa también. El asunto es de no acabar…
Estos últimos años, con la “pandemia“, les permitimos a nuestros gobiernos encerrarnos en nuestras casas, decirnos qué días podíamos salir y por cuanto tiempo, y con cuántas personas nos podíamos encontrar. Ordenaron que incluso las iglesias y sinagogas cerrasen. No importó si tenemos que celebrar Pésaj o Sucot (y estoy hablando ahora, con el gobierno de ISRAEL en mente, ya que hicieron exactamente eso para las Fiestas). Podemos tal vez, ¿considerar eso como un atentado a nuestras libertades religiosas?, ¿o todavía no?
¡¡¡Pues claro que sí!!!
Por la razón que fuere, en algún momento de la historia, el poder político tomó precedencia sobre las convicciones religiosas, y el problema es que no hubo ningún valiente que se levantara en contra de las normas ‘políticamente correctas’ de entonces. ¡Pero nunca es demasiado tarde!. Es nuestra responsabilidad en cada generación, educar a nuestros hijos y dar el ejemplo de integridad. Hemos puesto a la religión en una pequeña caja y no nos hemos dado cuenta de que los principios contenidos en las Escrituras que tanto veneramos no son palabras muertas que se leen en la congregación una vez por semana, sino que son leyes morales por medio de las cuales debemos regir cada aspecto de nuestras vidas; son el Pacto Eterno que debemos estar dispuestos a defender con nuestras vidas.
En este momento puede que no exista una milicia organizada como la de Los Macabeos, para luchar contra la injusticia y opresión religiosa a nuestro alrededor, pero es nuestra responsabilidad luchar contra la injusticia y opresión religiosa en nuestra propia vida, y la de nuestras familias.
Los Macabeos no esperaron a que el Mesías llegase de los cielos para salvarlos, a pesar de que oraban y pedían al Todopoderoso por fuerzas antes de cada batalla. Ellos tomaron acción frente a la injusticia. De la misma manera, debemos juntar valor y tener la tenacidad para luchar contra las fuerzas opresoras tanto espirituales, como físicas de nuestros días.