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¿Cómo ser una persona según el corazón de Yehováh?

Habiendo sido el rey David un hombre de guerra, tuvo que enfrentar muchas dificultades hasta el día de su muerte, en gran parte debido a errores que cometió. Esta es la realidad de la vida. Aún cuando Yehováh perdonó a David cada vez que éste se arrepintió, igual tuvo que enfrentar las consecuencias de sus actos.

Nosotros no somos la excepción. Las decisiones que hicimos en el pasado conllevan consecuencias que nos han alcanzado ó nos alcanzarán y con las cuales tendremos que vivir hasta el día que partamos. Si bien Yehováh como un Padre compasivo nos da valor, sabiduría y firmeza para enfrentarlas, no las podremos evadir.

La Escritura nos dice de este hombre que era conforme al corazón de Yehováh:

…Yehováh ha buscado para sí un hombre según su corazón, al cual Yehováh ha designado como caudillo sobre su pueblo…
1 Samuel 13:14

Pero entonces cabe la pregunta: ¿En qué sentido era David un hombre según el corazón de Yehováh? Porque cuando leemos su historia, lo que hallamos es un hombre plagado de errores algunos de ellos fatales y muy graves, como lo fue el asesinato de Urías el esposo de Betsabé, con quien cometió adulterio. ¿Acaso Yehováh se complace con el pecado? ¿Lo tolera? ¿Cómo es que identifica a David como un hombre según Su corazón?

Para responder a estas preguntas necesitamos definir la expresión: “Según su corazón”. No significa que David fuera perfecto ó impecable como lo es Yehováh; significa que era un hombre capaz de reconocer sus errores y que tenía la voluntad para aprender a depender totalmente de Yehováh concediéndole el primer lugar en su vida.

De esto dan testimonio los Salmos. Por lo menos los 72 primeros fueron escritos por él (Salmo 72:20) y en todos ellos hallamos evidencias de arrepentimiento genuino; de declaraciones de dependencia absoluta de Yehováh; de proclamaciones de confianza en Su justicia; así como de reconocimiento de su fragilidad humana y sumisión sin reparo a la Soberanía de su Creador, entre otras cosas.

En estos Salmos no hallamos muestras de arrogancia, soberbia, altivez o autosuficiencia; eso sí, hallamos expresiones de dolor, de confusión, e incluso de deseos de venganza, pero todos estos sentimientos y emociones están expresados a Yehováh quien conoce el corazón, y puede sanarlo para evitar desatinos, revanchas, crueldad y demás manifestaciones propias de la naturaleza humana herida.

En otras palabras, tener un corazón conforme a Yehováh, consiste en:

  • Ser una persona transparente ante Él,
  • Expresarle todas las emociones propias ya sean éstas alegrías o frustraciones,
  • Reconocer las injusticias que uno ha cometido ante Él
  • Mostrar un genuino deseo de enderezar lo torcido en nuestra vida y
  • Comprometerse a crecer en la obediencia a Sus Instrucciones (Toráh).

En la vida de David, hallamos magníficas lecciones para motivarnos a levantar nuestros corazones de manera íntegra y con total sinceridad a Yehováh, con la certeza de que somos comprendidos por Él; y lo más importante: Que Yehováh no se queda rumiando nuestros errores pasados, sino animándonos a seguir adelante al supremo llamamiento que nos ha hecho.

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Hoy es el día de renovar el Pacto con Yehováh


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¡Yehováh te ha dado una pareja sin igual!

El título de este tema podría corresponder a cualquiera de las parejas existentes, porque cada una constituye la combinación única de un hombre y una mujer únicos, que traen consigo herencias culturales y familiares únicas, cuya formación, carácter, personalidad, físico y demás características los hacen únicos y por tanto la familia que componen también lo será.

Avraham y Sarah son un buen modelo que nos enseña muchas cosas. Una de ellas y quizás la principal, es que la fe no ofrece soluciones rápidas ni fáciles a los problemas que surgirán en nuestro camino.

De Avraham se dice que enfrentó diez pruebas a lo largo de su vida, que fueron demandando un aumento y madurez de su fe, como cuando se afinan las cuerdas de una guitarra, hasta que al final dio el tono esperado por Yehováh.

Las Diez Pruebas de Avraham

  1. El llamado a salir de su tierra y de su parentela.
  2. El hambre en Canaán, que le obligó a descender a Mitsráyim (Egipto)
  3. El secuestro de Sarah en Mitsráyim
  4. La guerra con los cuatro reyes, para rescatar a su sobrino
  5. La larga espera por un hijo y su relación con Hagar
  6. El Mandamiento de La circuncisión
  7. El secuestro de Sarah por Abimelej
  8. El exilio de Hagar luego de que Sarah dio a luz a Yitsjaq
  9. El exilio de Yismael
  10. La demanda de sacrificar a Yitsjaq (Isaac)

La vida de Avraham no fue nada fácil y aunque podríamos describir en detalle cada una de las pruebas y lo que significaron para él,  solo nos detendremos en aquellas que involucran directamente a Sarah.

Una relación de amor atemporal

Avram, atraído por la belleza exuberante de Saray, se une a ella y para su sorpresa resulta ser una mujer estéril. En la cultura oriental, esto se considera una señal de maldición; sin embargo Avram no la rechazó ni consiguió otra mujer, lo que hubiera sido lícito por tales circunstancias, en ese tiempo.

Más tarde al descender a Mitsráyim (Egipto), nos resulta un poco confuso que Avram le diera instrucciones a Saray para que se presentara como su hermana sin revelar que era su esposa, (la palabra “hermano/na era usada  para designar otros parentescos como primos, sobrinos, etc), es seguro que él nunca pensó que esto resultaría en el secuestro de ella para ser llevada al harén del faraón.

Avram tuvo que haber pensado algo como: “¿por qué se me ocurrió tal locura?”, pues más fácil hubiera sido orar o confiar en la protección de Yehováh! Pero su fe había fallado y el mal ya estaba hecho. Imaginemos su situación: en Canaán, la situación se había vuelto difícil y comenzaban a pasar hambre; entonces descienden a Mitsráyim solo para perder a su esposa! Las cosas van de mal en peor. Sin embargo, su fe es llevada un peldaño más arriba, lo que suele suceder cuando en lugar de dar paso al resentimiento por los errores que cometemos, los llevamos a nuestro Padre y buscamos su ayuda.  Así debe ser: Cuando en medio de las circunstancias descendemos por nuestros errores, ¡es tiempo de ascender en la fe!

[Nosotros también] nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia, y la paciencia, un carácter aprobado, y el carácter aprobado, esperanza, y la esperanza no será avergonzada, porque el amor de Yehováh ha sido derramado en nuestros corazones por el Ruaj Kodesh que nos fue dado.
Romanos 5:3-5

No permitamos que los problemas y dificultades de la vida, nos conduzcan por el camino de la evasión de responsabilidades; recordemos los votos que hicimos cuando entramos en la relación matrimonial y busquemos la manera de solucionar esos desafíos.

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¿Por qué algunas de las Instrucciones la Toráh parecen caprichosas?

En toda la Escritura pero particularmente en la Toráh (el Pentateuco), hallaremos normas y leyes que parecen no tener sentido o que simplemente parecen caprichosas.

Efectivamente, muchos de los decretos entregados por Yehováh no son del todo comprensibles; pero tienen una razón de ser. Y aunque por ahora no descubramos del todo su significado, podemos estar seguros de que por lo menos están poniendo a prueba nuestra capacidad de obedecer, es decir, de seguir instrucciones. Basta regresar al relato de Génesis en el Edén.  Yehováh había advertido al hombre:

…y ordenó Yehováh ‘Elohim al hombre diciendo: De todo árbol del huerto come libremente, pero del árbol del conocimiento del bien y del mal, no comerás de él, porque el día que comas de él, ciertamente morirás. Génesis 2:16-17

Ahora pensemos por un momento en lo que las organizaciones de derechos humanos y similares hubieran dicho al haber estado presentes: “No es justo; si el árbol está ahí es para comerlo”; “es maltrato psicológico no poder acceder al placer de comerlo”; “amenazar con la muerte, es manipulación”; “eso es bulling”; etc.

Sin embargo había una razón: Puesto que el hombre fue creado para vivir en dependencia de Yehováh y confiando en Él, entonces debería tener la oportunidad de demostrar su confianza y lealtad decidiendo seguir Sus instrucciones; al fin y al cabo Yehováh le había provisto no solo la vida sino todo aquello que lo rodeaba. Pero sabemos el resto lamentable de la historia: el hombre decidió actuar independiente de su Creador.

Todo el contenido de las Escrituras, no es otra cosa que la historia de lo que Yehováh tuvo que llevar a cabo para darnos de nuevo la oportunidad de retornar al punto en el cual nuestro antepasado Adam tomó la decisión errada de apartarse de Él.

Así es que, gracias a la obra de Yeshúa, cada uno de nosotros tiene la oportunidad de hacer la decisión correcta: Dejar nuestro bien y nuestro mal en Sus manos. Y parte de ese proceso tiene que ver con aceptar y seguir normas, reglas, decretos o leyes, cuyo propósito no entendemos con toda claridad.

Por ejemplo, al leer Levítico 6:12, uno se preguntaría:

  • ¿Qué necesidad de mantener el fuego encendido en el altar aún cuando no se estén ofreciendo sacrificios? Eso va contra la naturaleza, quemando madera sin necesidad, acabando los bosques… etc, etc. ó
  • ¿Por qué se debe presentar una décima de un efa de harina (Lev 6:20) y no un 25% o la mitad o todo el efa? ó
  • ¿Qué tiene de malo comer cerdo? Hoy esos animales son criados con altas normas de higiene! ó
  • ¿Qué necesidad de guardar el Shabbat o las Fiestas de Yehováh? Yo hago lo que me parece mejor y Él lo acepta porque lo hago de todo corazón!

Y así pueden surgir muchos argumentos contra cada mandamiento. Pero el punto importante aquí, es que nosotros, como pueblo de Yehováh, necesitamos ser entrenados en aprender a seguir instrucciones; aprender a obedecer. Esto es un hecho de crucial importancia porque Su Universo se mantiene gracias al orden que Él ha establecido y que todas sus criaturas y su Creación en general siguen y respetan, con excepción, claro está, de Ha-satán, sus huestes y nuestra humanidad caída.

Esto es similar al entrenamiento que hacemos con nuestros hijos (o que debiéramos hacer), al enseñarles a obedecer y respetar la autoridad. Si un niño no es entrenado en esto, crece como un monstruo sin control que terminará haciéndose daño a sí mismo y a la sociedad por supuesto.

El libre albedrío nos fue concedido precisamente para eso: para tener la oportunidad de hacer decisiones correctas. Pero necesitamos entrenarnos en el discernimiento del bien y del mal, siguiendo los parámetros definidos por Yehováh en su Toráh. Nuestra opinión allí no cuenta.

Yehováh como Creador, como Dueño y como Juez Supremo del Universo, tiene derecho a establecer las reglas de juego para quienes habitamos en Su Tierra. Y no solo nos da reglas, sino que  nos advierte del efecto que tendrá seguirlas o no hacerlo, porque Él como Diseñador sabe de la causa y efecto de cada cosa que creó. Al final, si no obedecemos, no le estamos causando ningún daño a Él y sino solo a nosotros.

Entonces, como siempre, podemos elegir: Seguimos sus parámetros, o los consideramos bulling (matoneo) y hacemos nuestras propias reglas.

El asunto del que no hay escape, es que al final de la vida tendremos que confrontarnos con Él y si hemos optado por lo segundo, entonces deberemos convencerlo de que Él estaba equivocado, demostrarle que sus leyes eran injustas y que nosotros estábamos en lo correcto, cosa que va a ser muy, pero muy  difícil.  Tú eliges.

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 Tzedakáh – Un privilegio ignorado

Uno de los primeros actos de obediencia que Yehováh pide a Su pueblo, es “recoger” (cosechar y poner aparte) las primicias de nuestra cosecha o fruto del trabajo (en el presente: Salario, aumento de salario, primeras ganancias de un negocio etc), la porción sagrada, y darla tanto a los que sirven a Yehováh, como a los pobres, ya sean estos extranjeros, viudas o huérfanos.

Y dirás en presencia de Yehováh tu Dios: He apartado de mi casa lo consagrado, y también lo he dado al levita, al extranjero, al huérfano y a la viuda, conforme a todo tu mandamiento que me ordenaste. No he transgredido tus mandamientos ni los he olvidado. Devarim (Deuteronomio) 26:13

Si no estamos obedeciendo este mandamiento, entonces tenemos muy poca base Escritural para estar expectantes de las bendiciones de Yehováh en nuestras finanzas. Recordemos que Yehováh ha prometido que si le obedecemos entregando la décima parte de lo que nos provee, Él detendrá al devorador para beneficio nuestro y de nuestras finanzas:

Os alejaré al devorador, y no os destruirá el fruto de la tierra ni os hará estéril la vid en el campo, dice Yehováh Sebaot. Malaquías 3:11

Pero actuar de modo contrario, también trae consecuencias. Si fallamos en apartar la porción que corresponde de nuestro ingreso, entonces estamos rompiendo el pacto al robar a Yehováh; y como consecuencia, el siervo que sirve a Yehováh, al igual que la viuda, el huérfano y el extranjero en necesidad sufrirán; no por descuido de Yehováh sino porque aquél a través de quien debería llegar Su socorro, se apropió de lo que no le pertenece. Entonces es cuando caemos bajo maldición y le damos al devorador un piso legal para que llegue a destruir nuestras finanzas.

Aunque Yeshúa nos ha quitado la maldición que pesaba sobre nuestras cabezas a causa de haber quebrantado la Toráh, Él no nos ha quitado la responsabilidad de seguir su ejemplo viviendo una vida apartada de los patrones de este mundo. Cuando entendemos que estamos caminando en pecado en alguna área, debemos arrepentirnos y regresar a Él.

Y esto es verdad también en nuestra área financiera. Al separar nuestro diezmo – la porción apartada (kadosh) de nuestros ingresos – recogiéndola (cosechándola y poniéndola aparte) de nuestra posesión, para compartirla con quienes nos ordena la Toráh, volvemos a Yehováh de muchas maneras y Él regresa a nosotros:

¡Volveos a mí, y Yo me volveré a vosotros!, dice Yehováh Sebaot. Pero vosotros decís: ¿En qué nos hemos de volver ¿Robará el hombre a ’Elohim? ¡Pues vosotros me habéis robado! Pero decís: ¿En qué te hemos robado? ¡En los diezmos y en las ofrendas! ¡Me habéis maldecido con maldición, porque vosotros, la nación toda, me estáis robando!  Malaquías 3:7-9

No todo en el judaísmo es errado. Allí se enfatiza la práctica de dar, en hebreo: tzedakáh (caridad) que es considerada un Mandamiento tan importante, que si alguien no lo cumple, se duda de que pueda tener descendencia. Dar a los pobres es una obligación en el judaísmo, un deber que no puede ser abandonado incluso por aquellos que están en necesidad. Algunos de sus sabios han dicho que la tzedakáh es el más elevado de todos los mandamientos, igual a todos ellos combinados, y que una persona que no realiza tzedakáh es equivalente a un adorador de ídolos. No en vano Yeshúa afirmó: Donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón.
 
Este principio se afirma también en el Brit Hadasháh (Nuevo Testamento), donde se enfatiza que si no damos cuando vemos a un hermano en necesidad material, es dudoso que el amor de Yehováh realmente more dentro de nosotros:

Pero el que tiene bienes en este mundo, y ve a su hermano en necesidad, y cierra su corazón, ¿cómo podrá habitar el amor de Yehováh en él? 1Juan 3:17

Por supuesto, el Señor recompensa la compasión y la generosidad. Él promete que cuando damos a los pobres y necesitados, las viudas y los huérfanos, nos retribuirá por lo que hayamos dado.

El que da al pobre presta a Yehováh, y Él se lo devolverá. Proverbios 19:17

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Descubre la clave de la protección: Obediencia

¿Te imaginas a un piloto que despega su nave por la pista que mejor le parece? ¿Uno que toma la ruta caprichosa para llegar a su destino y que aterriza cuando le da la gana usando la pista que se le antoje? No necesitamos ser clarividentes para anunciar una tragedia. Un piloto experimentado, sabe que debe obedecer cuidadosamente las instrucciones que le proveen desde las torres de control, para llegar a su destino protegiendo su vida y las de sus pasajeros.

Al presente la palabra obediencia está muy desacreditada, principalmente porque Hollywood nos ha vendido la imagen de héroes rebeldes que logran sus propósitos desafiando aún a sus propios jefes. Esto no es otra cosa que lo anunciado por el apóstol Shaúl (Pablo) en 2Timoteo 3, que nos describe la descomposición de los tiempos del fin, previa al retorno del Mesías:

Y debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles; porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, arrogantes, soberbios, difamadores, desobedientes a sus padres, ingratos, irreverentes, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, y amigos de los placeres más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán su eficacia. Apártate de ellos.
2Timoteo 3:1-5

Sin embargo, Yehováh siempre nos dará la libertad de tomar decisiones. Esto es claro cuando leemos Su Palabra, que nos motiva a tomar la opción correcta: obedecer sus Instrucciones.

Si bien Yehováh, como soberano absoluto, bien pudiera imponer sus decretos sin dejarnos alternativa, no solo nos da la posibilidad de decidir, sino que además nos da motivaciones para obedecer mostrándonos los beneficios de hacerlo y desde luego las terribles consecuencias de tomar la decisión equivocada.

De hecho Su Creación está organizada de acuerdo a Sus Leyes y Decretos por lo cual al informarnos de esas leyes, nos está dando el privilegio de sacar ventaja de ellas. Observa detenidamente los versos 7:11-15 del Libro de Deuteronomio, y detalla cuidadosamente las bendiciones que resultan de la obediencia.

Guarda pues el mandamiento, los estatutos y los decretos que hoy te ordeno ponerlos por obra. Porque sucederá que por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, también Yehováh tu Dios guardará contigo el Pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará. Bendecirá también el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto y tu aceite, las crías de tus vacadas y el incremento de tu rebaño, en la tierra que Él juró a tus padres que había de darte. Bendito serás más que todos los pueblos, no habrá estéril ni impotente entre los tuyos ni en tu ganado. Yehováh desviará de ti toda enfermedad; jamás te enviará aquellas epidemias malignas como las de Egipto, que tú conoces, sino que las cargará sobre los que te aborrecen.

Reflexiona:
Si algunas de estas bendiciones están ausentes de tu vida, ¿será que la calidad de tu obediencia está comprometida?

La OBEDIENCIA no es solamente un asunto externo. Yeshúa nos mostró claramente cuál debería ser nuestra actitud al obedecer, buscando no solo cumplir externamente la letra de la Toráh, sino descubriendo su espíritu para que nuestra obediencia sea perfecta.

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¡No dejes apagar tu fuego delante de Yehováh!

El Fuego de Yehováh 

12…el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. 13 El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido.
Levítico 6:12-13

Estos versos nos indican la responsabilidad de mantener el fuego sobre el altar. Esto implicaba que aun en la noche había personas en vigilia manteniendo el fuego, pues este no debía extinguirse en ningún momento. Este fuego había sido iniciado por Yehováh mismo, según se nos relata en Levítico 9:24:

De la presencia del Señor salió un fuego, que consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra.

Así los sacerdotes eran responsables de añadir madera y estar removiendo las cenizas permanentemente, de forma que el altar nunca llegara a “enfriarse” tan siquiera.

Y esto es una figura de cómo nosotros necesitamos añadir elementos que hagan arder el fuego de nuestro corazón por Yehováh; no lo dejemos “enfriar”; recordemos que fue Él mismo quien lo encendió el día que nos condujo a Yeshúa. Sin embargo, es nuestra responsabilidad mantenerlo ardiendo, lo cual podemos hacer al reconocer las innumerables bendiciones que recibimos de su mano momento tras momento; también al entonar cánticos de gratitud o de alabanza mientras estamos ocupados en nuestro trabajo, o reflexionando en Su Palabra, o admirando Su Creación, etc.

Demos un vistazo a lo que nos dice Shaúl:

…quienes son israelitas, de los cuales son la adopción y la gloria, los pactos y la promulgación de la Toráh, el culto y las promesas;
de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino el Mesías, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.  Romanos 9:4-5

La palabra culto, es una referencia al servicio o ministración, a Yehováh en este caso. Para decirlo brevemente, el pueblo de Yisrael recibió de Yehováh la manera de rendirle culto a Él. Necesitamos aprender cómo y cuándo acercarnos a Él. Si bien en el presente no hay sacrificios, sabemos que Yehováh había determinado tiempos específicos de adoración al comenzar el día, al terminarlo, en los días de Shabbat, al inicio del mes y en los Moedim o Tiempos Señalados para sus Convocaciones Sagradas. Es decir que Yehováh estimó conveniente establecer que día a día, semanalmente, mensualmente y en las Celebraciones anuales, apartáramos tiempos para compartir con Él.

Siendo conscientes de nuestra identidad como parte del Pueblo Apartado de Yehováh, tenemos la responsabilidad de acercarnos con corazón alegre, agradecido, humilde y por supuesto cálido también, cada vez que tengamos oportunidad de hacerlo. Cuidemos nuestro corazón de caer en rezos repetitivos, en formatos acartonados, en liturgias fanáticas y demás, que nos roban la autenticidad y nos impiden disfrutar de los tiempos con nuestro Padre.

¡Aviva ahora el fuego de corazón!