Oye, Israel: Yehováh nuestro ‘Elohim, Yehováh, uno es. Amarás a Yehováh tu ‘Elohim con todo tu corazón, con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Estas palabras que te ordeno hoy, han de permanecer sobre tu corazón, y las inculcarás a tus hijos, y hablarás de ellas sentado en tu casa, andando por el camino, al acostarte y al levantarte. Las atarás como señal sobre tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos. Y las escribirás en las jambas de tu casa y en tus puertas.
Deuteronomio 6:4-9
Esta porción ha sido memorizada por cada Israelita a lo largo de la historia, hasta el presente. Es lo primero que decimos al levantarnos y lo último que decimos al acostarnos cada día (lo cual es una excelente manera de tener presente el mandamiento) y constituye también las últimas palabras de un moribundo; tal es su importancia.
Cuando en ésta porción se nos habla de amar, no se refiere a las expresiones sentimentales que acostumbramos a proferir a quienes son objeto de nuestro afecto. Amar, como lo aclaró Yeshúa es obedecer: Juan 14:21,23:
El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama…
…Si alguno me ama, guardará mi palabra…
Y en la porción de Devarim (Deuteronomio), conocida como El Shemá, se nos dice cómo obedecer:
- Con todo tu corazón
- Con todo tu ser
- Con todas tus fuerzas
Entonces cabe la pregunta: ¿Tiene tu obediencia esas características? Porque esa expresión de amor es la que Yehováh espera de nuestra parte, más que danzar y gritar: “te amo, te amo, te amo” al ritmo de cualquier música, como si fuera un mantra oriental en una reunión o a solas; expresiones que no son del todo reprobables, pero que son totalmente insuficientes.
La obediencia a las Instrucciones o Toráh entregada por Yehováh, es la única garantía para mantenernos en el camino estrecho y para lograr pasar por la puerta también estrecha, que conduce al Reino, ¡y qué pocos son los que la hallan!
Quizás te preguntas cuáles mandamientos debes obedecer. Y la respuesta es: todos los que halles en la Palabra y que se apliquen a tu condición. Solo los mandamientos relacionados con los rituales en el Templo, perdieron su vigencia por cuanto el Templo fue destruido en el año 68 D.C. Sin embargo todos los demás mandamientos mantienen su vigencia: Festividades, memoriales y todos los que tienen que ver con nuestras relaciones con Yehováh, con nuestros semejantes y con el cuidado de la Creación.
La segunda parte del Shemá, nos entrega una gran responsabilidad: Educar, instruir, enseñar a las nuevas generaciones las maravillas de Yehováh. El libro de los Salmos declara:
Yehováh estableció un decreto en Yaakov (Jacob), ordenó una Toráh en Yisrael; encargó a nuestros padres que la diesen a conocer a sus hijos; para que la conozca la generación futura, los hijos que han de nacer, para que los que se van levantando la cuenten a sus hijos; para que pongan en Elohim su confianza y no olviden las obras de ‘El (Dios) sino que observen sus mandamientos; para que no sean como sus padres, generación terca y rebelde, generación de corazón inconstante y cuyo espíritu fue desleal a ‘El.
Salmo 78:5-8
¿Y qué tiene que ver el Shema con Pesaj?
Al comenzar un año, Pesaj es la primera de las celebraciones de Yehováh que da inicio a Matzot – Panes sin Levadura, y es la mejor ocasión para poner en práctica lo que dice el Shemá, inculcando a nuestros hijos las verdades de la Toráh, mientras llevamos a cabo la celebración y les contamos el relato de la gran salvación que hizo Yehováh en nuestro favor.
Así que toma un tiempo para conmemorar nuestra salida, tu salida de Egipto (el mundo), y comunica a tus hijos las cosas grandes que hizo Yehováh por ti.
Shalom.