Parashá Vaykra [cabecera]

Parashá Vaykrá – Adoración y Servicio a Yehováh
Levítico 1:1 – 6:7

Vaykrá, significa: Y Él llamó. El libro comienza con la letra vav, una conjunción que nos da la idea de continuidad con el relato del Éxodo. Para comprender este libro es importante entender el problema que se está tratando de resolver. La palabra hebrea para Ofrenda es korbán, cuya raíz es la palabra hebrea karav, que significa: acercarse. Es decir que una persona trae un korbán con el propósito de acercarse a Yehováh.

Tan solo imaginar el escenario donde se llevaban a cabo todos los sacrificios que vamos a estudiar, nos produce un rechazo inconsciente; pensar en los sacerdotes cortando la yugular del animal para recoger su sangre y luego abriéndolo para retirar sus órganos, y realizando todos los demás procedimientos, nos hace desear ir al Nuevo Testamento donde apreciamos que Yeshúa haya terminado con el sistema de sacrificios.

Si embargo, es muy importante descubrir que el propósito de Yehováh no era simplemente ordenar sacrificios para percibir el olor de la carne quemada, sino que por tal medio Él estaba mostrando al pueblo de Israel la necesidad de un Mesías que haría expiación por todos nosotros. Entonces comenzamos a entender que “el olor fragante”, era en cierto sentido una sombra del significado que la obra de Yeshúa representaría para el Padre, porque en él estaba reconciliando a su pueblo y rescatando lo que se había perdido.

No perdamos de vista, mientras iniciamos nuestra jornada a través de este libro, que independientemente de nuestras preferencias personales, lo que vamos a hallar son los procedimientos ordenados por Yehováh para relacionarnos con Él. Como podemos verificarlo desde los albores de la humanidad, Yehováh instruyó al ser humano para que le presentara ofrendas, tal y como lo vemos registrado en la historia de Caín y Abel. Posteriormente vemos que esta práctica se extendió conforme la humanidad se fue dispersando y generando civilizaciones y culturas que practicaron el ofrecimiento de sacrificios a sus deidades. Hoy no es posible presentar sacrificios de ninguna clase por cuanto no existe la Casa de Yehováh, y ni judíos ni cristianos pueden efectuarlos porque tal práctica resulta en una violación de la Toráh.

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La ‘levadura’ se infiltra sutilmente en nuestras vidas

La levadura nos engaña, porque hace que los panes luzcan enormes respecto a su tamaño original. 

¡No me digas que el pan de este encabezado no es apetitoso! Por supuesto que sí; está elaborado con una gran cantidad de ingredientes, para darle el volumen, la textura, los colores, los sabores, etc. Diríamos que es un pan que “entra por los ojos”.

Ahora veamos un pan sin levadura:

¡Diferente! ¿no es cierto? Quizás a esto ni siquiera lo llamaríamos “pan”, y por cierto no resulta para nada codiciable o deseable.

La levadura es el elemento clave en la preparación del pan, porque lo hace aparecer más grande de lo que realmente es. En otras palabras: si a la masa no se le añadiera levadura, el pan quedaría comprimido, apretado y sería difícil de comer.

Para decirlo claramente, la levadura nos engaña, porque hace que los panes luzcan enormes respecto a su tamaño original. 

Con razón, Yeshúa hizo mención de la levadura y la comparó con las enseñanzas de los maestros de la época, la mayoría de los cuales habían abrazado una “Toráh leudada”. Sí. La Palabra de Yehováh había sido sustancialmente modificada dando lugar a una religión humana, que en ese caso se llamó: El Judaísmo.

Pero años más tarde, cuando los seguidores de Yeshúa, que habían entendido claramente el celo de su maestro, y predicaban el mensaje del Reino invitando a arrepentirse, es decir a volverse a los parámetros del Reino de los Cielos (la Toráh), también fueron “infectados por la levadura”, pero esta vez la de los padres de la iglesia quienes eran de procedencia griega, y llegaron con sus propias adiciones y argumentos para invalidar una vez más la Toráh de Yehováh y dar lugar a lo que se conoció como: El Cristianismo, otra religión humana.

Siempre habrá levadura en nuestro camino

Cuando dejamos la lectura y la meditación en la Palabra de Yehováh, y cuando la vida de Yeshúa se convierte solo en una razón para celebrar la navidad, o en una historia trágica para recordar en la semana santa, es cuando seguramente estamos siguiendo a los hombres con sus tradiciones, enseñanzas, formas, protocolos y demás. Nos hemos tragado la levadura de turno y esto se evidencia porque entonces surgen las pasiones, el fanatismo, la religiosidad que mata, que divide, que menosprecia la Verdad revelada y que justifica cualquier atropello.

Necesitamos aprender a discernir la presencia de “la levadura que leuda (afecta) toda la masa”.

¿Sabías que para que una porción de masa se leude, no necesitas añadirle levadura? Cuando la usamos es porque deseamos resultados más rápidos. Pero aún si mojamos la harina con agua y la dejamos en reposo, ¡ella misma comienza a formar levadura! Lógicamente, este proceso requiere de más tiempo. Pero… ¿qué nos enseña esto?

Una lección sencilla: que aún cuando no nos expongamos a las “levaduras” de moda, es decir a las enseñanzas de diferentes líderes o maestros que pudieran estar contaminadas, nosotros mismos podemos llegar a generar creencias erróneas, doctrinas equivocadas, disciplinas crueles, fanatismo, pasiones y demás, cosas que surgen cuando nos volvemos pasivos y no nos acercamos diligente y celosamente a la Toráh sin añadiduras, para obedecerla y honrar así tanto a Yehováh nuestro Padre, como a Yeshúa. Piénsalo…

Tengamos en cuenta que de la misma forma que la levadura inflama el pan, las enseñanzas con “levadura” inflaman nuestro ego, haciéndonos creer mejores de lo que realmente somos. ¿Puedes identificar algunas de tales enseñanzas? Son todas aquellas que nos conducen a considerar a los demás como inferiores a nosotros en cualquier área de la vida, ya esta económica, intelectual, “espiritual”, física o cualquiera otra.

Cómo protegernos de la levadura

Yeshúa nos da instrucciones claras: Tened cuidado de la levadura de los escribas (maestros) y de los fariseos (líderes religiosos); por su parte  Shaúl (Pablo) le advirtió a Timoteo: Cuídate de ti mismo y de la doctrina…

Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.” 1 Timoteo 4:13–16

Sí. Es indispensable mantenernos en guardia, más en estos tiempos cuando estamos sometidos a mensajes que apelando a todos nuestros sentidos, confunden nuestros pensamientos. Por tal razón, necesitamos detenernos en la carrera de la vida de cuando en cuando, para detectar el camino que puede estar usando la levadura para entrar en nuestro caminar, y deshacernos de ella.

Parasha Ki Tisa [cabecera]

Parashá Ki Tisa – Infidelidad en el Desierto
Éxodo 30:11 – 34:35

Nuestra porción de esta semana inicia con instrucciones respecto al censo de población. Este hecho tiene un significado importante porque nos deja ver la igualdad de todas las almas ante nuestro Creador y Padre: no hay diferencia en cuanto a su condición económica, su abolengo, su educación, su apariencia, su entrenamiento, sus conexiones o experiencia.

Los censos eran realizados para saber el potencial de las naciones para ir a la guerra; y esta ofrenda o impuesto, no era una garantía ni de sus vidas, ni de que tendrían éxito en las batallas. Sea que ganaran o perdieran, Yehováh estableció que Yisrael pagara un rescate por su propias almas durante el censo, mostrando así la seriedad con que Yehováh considera la pérdida de una vida humana.

El pago debía ser anual, y así se practicó hasta el tiempo del exilio a Babilonia bajo Nabucodonosor, cuando fue suspendido. Luego Nehemías lo restableció cuando regresaron del exilio, pero Adriano, el emperador romano lo prohibió en 135 EC. Ahora que Yisrael ha regresado a su tierra, ésta práctica fue restablecida el 23 de Marzo de 1997.

NO SOMOS MEJORES QUE AARON

A pesar de haber hecho una decisión para seguir a Yeshúa, aún conservamos en nuestro interior el impulso de hacer lo que nos parece bien a nuestros propios ojos, cosa que hemos estado acostumbrados a hacer por tantos años, y fácilmente tendemos a rechazar de manera casi natural las directrices que nos provee nuestro Padre Yehováh.

Nos llenamos de razonamientos y actuamos exactamente como lo hizo Eva en el Edén: “vemos las cosas, nos parecen buenas, las hallamos agradables, y procedemos a actuar” sin dar mayor trascendencia a nuestras acciones y mucho menos a sus consecuencias.

Tal fue el caso de Aarón. Afortunadamente él se arrepintió a tiempo y el perdón para él y su familia fue tan completo, que le fue mantenido el nombramiento que había recibido de ser el segundo después de Moshé y más aún fue nombrado Sumo Sacerdote al servicio de Yehováh!  

Cuando hay verdadero arrepentimiento y acciones que así lo demuestran, Yehováh perdona y sigue adelante con Su plan para nosotros.  Esto es gracia maravillosa.

Pero no olvidemos la lección: Se requiere de nosotros un serio compromiso con la obediencia; es lo que nuestro Padre espera. En el proceso de obedecer, siempre habrá multitud de razonamientos como: “Parece que soy el único que está en esto, pues la mayoría de personas hace otra cosa”; o… “me siento raro actuando de esta manera”, etc. Pero Yehováh espera que nuestra voluntad controle tales impulsos y pensamientos y que inteligentemente decidamos seguir sus instrucciones, mandamientos, leyes, decretos, estatutos, testimonios y demás. Al actuar de esta manera, estaremos demostrándole que confiamos en sus palabras, que nos consideramos Su pueblo y sobre todo que en realidad le amamos.

Cifra grandes del exodo

¿Cuántos salieron de Egipto realmente?


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Yeshua en el desierto

Si en verdad eres hijo de Dios…
Ataque a la identidad

La estrategia del oponente no ha cambiado. Como hizo con Yeshúa, hoy tú y yo, seguimos siendo probados respecto a nuestra identidad.

Cuando hablamos de la identidad de una persona, no solo nos referimos a su documento de identificación; hablamos de quién es ella. Asociadas a la identidad se hallan cosas como nuestra cultura, que proviene del país donde crecemos, nuestra herencia familiar, nuestras creencias, las experiencias que hemos vivido y la lengua que hablamos,  entre otras cosas.

Yehováh creó al ser humano con la capacidad de desarrollar la diversidad de culturas que conocemos hoy, y estas permanecerán una vez que el Reino del Mesías sea establecido, pues el libro del profeta Zacarías nos dice:

…sucederá que todos los que sobrevivan de las naciones que vinieron contra Jerusalem, subirán de año en año a postrarse ante el Rey, ante Yehováh Sebaot, y a celebrar la solemnidad de los Tabernáculos. Y acontecerá que los de las familias de la tierra que no suban a Jerusalem para postrarse ante el Rey Yehováh Sebaot, no vendrá lluvia sobre ellos. Zacarías 14:16-17

El pasaje claramente nos da a entender que las naciones, con todo lo que a ellas las identifica, seguirán existiendo, pues sus rasgos que han desarrollado no riñen con el Reino del Mesías.

Sin embargo, en el presente como nunca antes, la identidad tanto nacional como personal se encuentran siendo cuestionadas, despreciadas, y atacadas en general por los múltiples movimientos que están en desarrollo: diversidad, inclusión, globalismo, agenda climática, etc.

También la familia está bajo ataque como nunca antes; y con estrategias como la eliminación de las diferencias de género, el feminismo, la redefinición de la sexualidad y mucha otras cosas se busca su desintegración. También se quieren eliminar las fronteras de los países, para poder establecer un documento de identidad universal; y ya estamos en camino a unificar la economía y a tener una moneda única. 

De la misma manera hay un gran esfuerzo por agrupar a todas las religiones bajo una sola, con la premisa de que: es más lo que nos une que lo que no separa. Y finalmente, en aras de la salud y la seguridad, se quieren establecer múltiples formas de control de la población, incluyendo la unificación de la dieta, los medios de transporte, las cosas que podríamos adquirir y en general los bienes de consumo, con la disculpa de “proteger el planeta del calentamiento global”!

De manera que mientras Yehováh está despertando un pueblo a su verdadera identidad, el mundo y el sistema están forzándolo a perder tal identidad.

Yehováh ha iniciado lo que pareciera ser la ejecución de la última fase de su plan eterno con miras al establecimiento del Reino del Mesías, el cual no tendrá fin. Pero tal empresa no será fácil y nosotros que hemos sido llamados a formar parte del pueblo de Israel, a pesar de estar en la dispersión y contra toda posibilidad, hemos sido despertados a nuestra verdadera identidad.

Por todas estas amenazas, se requiere de nosotros una toma de conciencia activa para mantenernos alerta y no dejarnos arrebatar lo que hemos recibido: nuestra herencia. 

El ataque frontal del Satán a Yeshúa, tuvo que ver con su identidad: Si eres hijo de Dios… di que estas piedras se conviertan en pan. Ya que eres hijo de Dios, échate abajo! El Satán sabía muy bien que si lograba hacer dudar a Yeshúa de su identidad todo estaba ganado.

Y su estrategia no ha cambiado. Hoy tú y yo, seguimos siendo probados respecto a nuestra identidad. O acaso, cuando llegan las dificultades, no vienen a nuestras cabeza pensamientos como: ¿Será que en realidad he sido aceptado por Dios? ¿Habré perdido mi derecho a estar dentro de la familia de Dios? etc.

Si damos paso a estos pensamientos, estaremos derrumbados. Nuestra seguridad se basa en que entramos en un Pacto con nuestro Padre Yehováh, quien nunca faltará a tal pacto, independiente de nuestros sentimientos o emociones porque Su honor está de por medio. Afirmémonos pues en Sus promesas y cerremos los oídos a tales voces; porque tales amenazas, son precisamente la confirmación de que estamos en lo correcto.

Shalom! 


Despedida de Jacob

Parashá Vayeji – Despedida de Jacob
Génesis 47:28 – 50:26

Estamos a punto de terminar de leer el libro del Comienzo: Génesis. Hallándose ya en los últimos momentos de su vida, Jacob dio instrucciones claras a sus hijos respecto de su sepultura. Su cuerpo debería ser trasladado a Canaán para ser puesto en la cueva de la Macpela que su abuelo Avraham había adquirido años atrás.

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¡Elige la vida!

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

“…elige la vida, para que vivas…” Deuteronomio, 30:19

En este corto verso, Yehováh nuestro Padre, nos dice que ha puesto delante de nosotros la vida y la muerte. Él pone ante su pueblo dos opciones diametralmente opuestas: la vida y el bien, o la muerte y el mal.

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yehováh tu Dios, obedeciendo su voz y siéndole fiel. Vs. 19-20

Este versículo provee una increíble visión del propósito de la Toráh.

Yehováh nos dio las Escrituras como guía para que sepamos lo que es bueno y lo que es malo; no obstante, depende de cada uno de nosotros vivir aceptando el bien y rechazando el mal, o vivir de acuerdo con los dictados de nuestro propio corazón y la perspectiva cultural actual o cosmovisión del mundo.

Este es el concepto de libre albedrío que Yehováh ha dado a la humanidad.

La pregunta que el ángel no hace

Un antiguo comentarista de la Biblia judía, Rashi, cita una historia o midrash, en la tradición oral (en el tratado Niddah) sobre el ángel responsable de la concepción que pregunta a Dios si el niño crecerá para ser fuerte o débil, sabio o tonto, rico o pobre.

El ángel, sin embargo, nunca pregunta a Dios si el niño se convertirá en malo o en justo, ya que Dios puede determinar las circunstancias de su vida, pero la decisión de elegir el buen camino o el mal ha sido dejada al libre albedrío del hombre.

Libres para elegir la vida en medio de la adversidad

Aunque no es posible controlar todas las circunstancias que afectan nuestras vidas, podemos determinar cómo reaccionaremos a ellas.

Es más fácil ser feliz, o ser agradable cuando todo va bien; pero no hay garantía de que seremos felices o agradables en los malos tiempos… e incluso en medio de los buenos tiempos.

Del mismo modo, las circunstancias trágicas no tienen que sacudirnos de nuestra base  firme para que perdamos la fe en Yehováh y nos volvamos miserables y amargados. Incluso cuando nos hallemos bajo estrés físico y emocional extremo, podemos elegir nuestro comportamiento: amar y perdonar, o permanecer en odio y amargura.

La mayoría de nosotros nunca tendrá que soportar condiciones tan brutales, pero a cada uno de nosotros nos serán presentadas estas opciones a lo largo de nuestras vidas.

Debemos elegir entre ser o no valientes, entre ser desinteresados y fieles, o inclinarnos hacia el miedo; entre luchar por nuestro propio camino, o perder nuestra dignidad humana, especialmente durante una adversidad grave.

Nuestra moral y ética serán probadas en varias ocasiones a lo largo de nuestras vidas. No podemos alegar, como lo hicieron algunos de los nazis acusados de crímenes de guerra, que se defendieron diciendo: “No tuve elección …. Sólo estaba siguiendo órdenes.”

La verdad es que siempre tendremos la capacidad de caminar de acuerdo con los valores de la Toráh o de andar por ese camino ancho que conduce a la destrucción.

Es un asunto de cada día

No hay tal cosa como una decisión que nosotros hagamos y que permanezca inmutable indefinidamente. Somos seres volubles y nuestras emociones suben y bajan conduciendonos muchas veces a cambiar las decisiones que hemos hecho.

Por eso precisamente, debemos tomar conciencia de que la relación con nuestro padre Eterno es un asunto de día a día; y la decisión de mantenernos en Su Camino, es algo que nos compete hacer o renovar cada vez que abrimos nuestros ojos en la mañana y tomamos conciencia de que se nos ha concedido la oportunidad de seguir en este mundo.