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¡Elige la vida!

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

“…elige la vida, para que vivas…” Deuteronomio, 30:19

En este corto verso, Yehováh nuestro Padre, nos dice que ha puesto delante de nosotros la vida y la muerte. Él pone ante su pueblo dos opciones diametralmente opuestas: la vida y el bien, o la muerte y el mal.

De la misma manera que un buen padre instruye a su hijo o hija en cuanto a la mejor decisión a tomar, nuestro Padre Yehováh nos instruye a elegir la vida.

Hoy mismo llamo por testigos contra vosotros a los cielos y a la tierra, de que os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición. Escoge pues la vida, para que vivas tú y tu descendencia, amando a Yehováh tu Dios, obedeciendo su voz y siéndole fiel. Vs. 19-20

Este versículo provee una increíble visión del propósito de la Toráh.

Yehováh nos dio las Escrituras como guía para que sepamos lo que es bueno y lo que es malo; no obstante, depende de cada uno de nosotros vivir aceptando el bien y rechazando el mal, o vivir de acuerdo con los dictados de nuestro propio corazón y la perspectiva cultural actual o cosmovisión del mundo.

Este es el concepto de libre albedrío que Yehováh ha dado a la humanidad.

La pregunta que el ángel no hace

Un antiguo comentarista de la Biblia judía, Rashi, cita una historia o midrash, en la tradición oral (en el tratado Niddah) sobre el ángel responsable de la concepción que pregunta a Dios si el niño crecerá para ser fuerte o débil, sabio o tonto, rico o pobre.

El ángel, sin embargo, nunca pregunta a Dios si el niño se convertirá en malo o en justo, ya que Dios puede determinar las circunstancias de su vida, pero la decisión de elegir el buen camino o el mal ha sido dejada al libre albedrío del hombre.

Libres para elegir la vida en medio de la adversidad

Aunque no es posible controlar todas las circunstancias que afectan nuestras vidas, podemos determinar cómo reaccionaremos a ellas.

Es más fácil ser feliz, o ser agradable cuando todo va bien; pero no hay garantía de que seremos felices o agradables en los malos tiempos… e incluso en medio de los buenos tiempos.

Del mismo modo, las circunstancias trágicas no tienen que sacudirnos de nuestra base  firme para que perdamos la fe en Yehováh y nos volvamos miserables y amargados. Incluso cuando nos hallemos bajo estrés físico y emocional extremo, podemos elegir nuestro comportamiento: amar y perdonar, o permanecer en odio y amargura.

La mayoría de nosotros nunca tendrá que soportar condiciones tan brutales, pero a cada uno de nosotros nos serán presentadas estas opciones a lo largo de nuestras vidas.

Debemos elegir entre ser o no valientes, entre ser desinteresados y fieles, o inclinarnos hacia el miedo; entre luchar por nuestro propio camino, o perder nuestra dignidad humana, especialmente durante una adversidad grave.

Nuestra moral y ética serán probadas en varias ocasiones a lo largo de nuestras vidas. No podemos alegar, como lo hicieron algunos de los nazis acusados de crímenes de guerra, que se defendieron diciendo: “No tuve elección …. Sólo estaba siguiendo órdenes.”

La verdad es que siempre tendremos la capacidad de caminar de acuerdo con los valores de la Toráh o de andar por ese camino ancho que conduce a la destrucción.

Es un asunto de cada día

No hay tal cosa como una decisión que nosotros hagamos y que permanezca inmutable indefinidamente. Somos seres volubles y nuestras emociones suben y bajan conduciendonos muchas veces a cambiar las decisiones que hemos hecho.

Por eso precisamente, debemos tomar conciencia de que la relación con nuestro padre Eterno es un asunto de día a día; y la decisión de mantenernos en Su Camino, es algo que nos compete hacer o renovar cada vez que abrimos nuestros ojos en la mañana y tomamos conciencia de que se nos ha concedido la oportunidad de seguir en este mundo. 

 

Priest religion man annoyed with bad attitude making stop sign with hand, saying no, expressing security, defense or restriction, maybe pushing at church

Dios perdona. Yo, no.


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Vayeshev - cabecera

Parashá Vayeshev

Con la lectura de esta porción, estaremos dando inicio a una de las historias más fascinantes respecto a cómo Yehováh, el Creador de los cielos y de la tierra, tiene absoluto control de todos los detalles de la vida humana;

Backpacker standing on the road in the city and looking to the skyscrapers.

¿Estamos próximos al Segundo Éxodo?

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, aunque lamentablemente, para muchos ha sido muy difícil discernir qué es lo de este mundo y qué es lo de Yehováh. 

Quienes hemos optado por seguir el Camino Estrecho de la Toráh,  en cierto sentido nos hallamos en el “desierto de las naciones”, y camino a la Tierra Prometida confiando en que el Mesías muy pronto establecerá Su Reino.

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, aunque lamentablemente, para muchos ha sido muy difícil discernir qué es lo de este mundo y qué es lo del Reino de nuestro Padre Yehováh. La actual generación de creyentes está llamada específicamente a regresar a la justicia en la Toráh.

Yehováh está encontrándonos y en cierto sentido cortejándonos cara a cara, ofreciéndonos su Pacto de Matrimonio – Su Toráh. Muchos estamos aceptando tal ofrecimiento; hemos respondido a Su llamado y ahora estamos demostrando si en verdad vivimos o no según Sus Instrucciones (Toráh).

Algunos de quienes acepten este llamado, tendrán dificultades con la obediencia, tal como nuestros ancestros hebreos las tuvieron en el desierto aún después de haber entrado en el Pacto. Tengamos presente que si probamos la rebelión, no entraremos en Su Reposo,

…juré en mi ira que no entrarían en mi reposo. Salmo 95:11

porque la rebelión es prueba de falta de amor. Sin embargo, si alegremente vivimos en el Pacto con Él, nos será permitido entrar en Su Reposo!

Al decidir seguir fielmente a Yehováh, podemos llegar a estar en condiciones similares a las que tuvieron nuestros padres en el desierto: sin comida, sin agua, sin brújula, y en la actualidad, sin internet, electricidad, agua potable, celulares, ni redes sociales, cosas cuya ausencia haría que la vida de muchos fuera invivible; pero de eso se trata el desierto de la naciones.

Estamos rodeados por circunstancias que el enemigo ingenia continuamente para sacarnos de la obediencia a la Toráh y arrastrarnos dentro de los valores corruptos de este mundo. Pero de la misma manera que Yehováh gracias a Su Pacto, proveyó alimento, agua, protección y dirección, durante la experiencia en el desierto a nuestros ancestros Israelitas, también proveerá las mismas cosas a través del Ruaj Ha’Kodesh (Espíritu Santo) al Israel restaurado que está disperso en el desierto de las naciones. Conforme mantenemos nuestra mirada en Él y obedecemos Su dirección, entraremos -como lo hicieron Josué y Caleb – en Su Tierra Prometida: Su Reino!

El vínculo del Pacto

Si deseamos ser parte del Reino de Yeshúa, entrar en el pacto no es opcional, pero tampoco implica una atadura o esclavitud. El término: vínculo (hebreo: masoreth), habla de la clase de ligadura para las partes de un convenio, tal como sucede con aquellos que se consagran el uno al otro en matrimonio; es un compromiso mutuo y voluntario, del cual ninguna de las partes espera ser desligada.

Esta experiencia de vivir en el desierto-de-las-naciones, por llevar una vida de acuerdo a la Toráh y en oposición al sistema del mundo, es específicamente para la generación que vive justo antes del regreso del Mesías, y en el presente está siendo experimentada por aquellos que hemos declarado nuestra lealtad a Yeshúa. Somos quienes estamos recibiendo el llamado de Yehováh a salir del sistema del mundo que nos rodea, dejando atrás las tradiciones de hombres enseñadas por el sistema de la religión convencional.

Aquellos que escuchen y acepten el llamado habrán pasado bajo el cayado de Yehováh a Su Reino; estos habrán sido traídos dentro de los vínculos del Pacto! (Ezequiel 20:33-38). Somos la generación que está experimentando la “restauración de todas las cosas” prometida en Mateo 17:11 y anunciada por Pedro en Hechos 3:21-24. Somos la generación que verá regresar a Yeshúa en poder y gloria, y es nuestro deseo estar preparados para entrar en Su Reino, sin mancha ni cosa semejante, para ser la novia que retornará a su condición inicial antes del exilio de las diez tribus que terminaron siendo divorciadas por parte de Yehováh!

Por eso algunos de los sabios tropezarán; para que sean acrisolados, purificados y emblanquecidos hasta el tiempo del fin, porque aún es para el tiempo determinado. Daniel 11:35

Muchos serán limpios y emblanquecidos y purificados, pero los impíos seguirán procediendo impíamente y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán. Daniel 12:10

Parashá Toldot

Parashá Tol’dot

El nombre de esta sección de las escrituras se traduce como “la vida de Sara”.
Sara es conocida como la primera de las matriarcas y de su vientre provino el hijo de la promesa, de quien todo el pueblo de Israel descendió.
A pesar de que su vida no fue fácil, y por momentos su fe fue probada, Sara acompañó a Abraham hasta el final y su legado perdura hasta nuestros días.

The young man stands in the middle of crowded street

Estamos en el desierto de las Naciones

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, pero lamentablemente, para muchos es muy difícil discernir qué pertenece a este mundo y qué pertenece al Reino de nuestro Padre Yehováh

Quienes hemos optado por seguir el Camino Estrecho de la Toráh, nos hallamos realmente en “el desierto de las naciones” mientras nos dirigimos a la Tierra Prometida, confiando en que el Mesías muy pronto establecerá Su Reino.

Cada seguidor de Yeshúa ha sido llamado a salir del sistema del mundo, pero lamentablemente, para muchos es muy difícil discernir qué pertenece a este mundo y qué pertenece al Reino de nuestro Padre Yehováh. La actual generación de creyentes está llamada específicamente a regresar a la justicia de la Toráh.

Yehováh está encontrándonos a través de Yeshúa, y en cierto sentido está cortejándonos cara a cara, ofreciéndonos su Pacto de Matrimonio – Su Toráh. Muchos estamos aceptando tal ofrecimiento y ahora tenemos la oportunidad  de demostrar si en verdad vivimos o no según los preceptos de la Toráh.

Algunos de quienes acepten este llamado, tendrán dificultades con la obediencia, tal como nuestros ancestros hebreos las tuvieron en el desierto aún después de haber entrado en el Pacto. No olvidemos que quienes participaron de la rebelión, no entraron en Su Reposo:

…juré en mi ira que no entrarían en mi reposo.
Salmo 95:11

La rebelión es una demostración de la ausencia de amor. Sin embargo, si confiada y gozosamente vivimos en el Pacto con Él, seremos admitidos en Su Reposo!

Al decidir seguir fielmente a Yehováh, podemos llegar a estar en condiciones similares a las que tuvieron nuestros padres en el desierto: sin comida, sin agua, sin brújula; y además sin internet, electricidad, agua potable, celulares, ni redes sociales, cosas cuya ausencia haría que la vida de muchos fuera invivible; pero de eso se trata en el desierto de la naciones.

Estamos rodeados por circunstancias que el oponente ingenia continuamente para sacarnos de la obediencia a la Toráh y arrastrarnos dentro de los valores corruptos de este mundo. Pero de la misma manera que Yehováh proveyó alimento, agua, protección y dirección, durante la experiencia en el desierto a nuestros ancestros Israelitas gracias a Su Pacto,también proveerá las mismas cosas a través del Ruaj Ha’Kodesh (Espíritu Santo) al Israel restaurado que está disperso en el desierto de las naciones. Conforme mantenemos nuestra mirada en Él y obedecemos Su dirección, entraremos -como lo hicieron Josué y Caleb – en Su Tierra Prometida: Su Reino!


Parashá Lej Lejå

Parashá Lej Lejá | Gén 12:1-17:27

La historia de Abram comienza cuando habitaba en tierra de los caldeos. De allí fue llamado por Yehováh para salir en pos de Él, a una tierra que le sería mostrada. Sin embargo, fue su padre Taré quien tomó la iniciativa de arrancar en ese viaje llevando consigo a Abram, a su esposa y a Lot que era hijo de Harán, quien murió a edad temprana en Ur. Su primera estación fue en un lugar llamado Harán y allí se quedó Taré hasta el día de su muerte, pero Abram continuó su camino para llegar a la tierra de Canaán.

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¿Cómo surgieron las divisiones de la Parashá?

Cada siete años durante la Fiesta de Sukot del año Sabático, todo el pueblo de Yisrael era convocado para ser educado por los sacerdotes y levitas.

Los libros sagrados del Pueblo Hebreo fueron considerados siempre patrimonio de toda la comunidad de Yisrael. Nunca fueron posesión de una élite privilegiada, como sucediera a menudo con los textos sagrados de otras comunidades. Si bien es cierto que a los sacerdotes y a los levitas, se les encomendó la custodia de los libros sagrados, también se les confió la responsabilidad de enseñar la Toráh – Instrucciones de Yehováh al pueblo, sin que esto significara que ellos tuvieran el dominio exclusivo del estudio y conocimiento de ella.

La clave de la supervivencia del pueblo hebreo ha dependido de la fidelidad en el cumplimiento de esta misión. Por esta razón, la ignorancia de la Toráh es imperdonable en el pueblo hebreo, aparte de que la misma Toráh hace esta demanda en forma reiterada. El propio Moshé señaló este camino al enseñarla al pueblo:

“Y tomó (Moshé) el Libro del Pacto y leyó a oídos del pueblo” Exodo 24:7 

 Una de las disposiciones de la Toráh exige específicamente la lectura de todo el libro de Deuteronomio ante el pueblo reunido:

Y Moshé les mandó, diciendo: Al fin de cada siete años, en el tiempo señalado del año de remisión, en la solemnidad de los Tabernáculos (Sukkot), cuando todo Yisrael vaya a presentarse ante Yehováh tu Elohim en el lugar que Él haya escogido, leerás esta Toráh delante de todo Yisrael a oídos de ellos.

Congregarás al pueblo, hombres, mujeres y niños, y a tu extranjero que está en tus puertas, para que escuchen y aprendan, y teman a Yehováh vuestro Elohim, y guarden las palabras de esta Toráh para cumplirlas.

Y para que los hijos de ellos que no la conocen, escuchen y aprendan a temer a Yehováh vuestro Elohim, todos los días que viváis sobre la tierra adonde vais, pasando el Yardén, para tomar posesión de ella. Deuteronomio 31:12 

Así sucedía que cada siete años durante la Fiesta de Sukot del año Sabático, todo el pueblo de Yisrael era convocado para ser educado por los sacerdotes y levitas, quedando claro desde el principio de su existencia como nación, que eran el pueblo elegido por Yehováh para desarrollar esa identidad única, razón por la cual los libros sagrados nunca fueron documentos secretos, sino patrimonio de toda la comunidad.

La tradición atribuye a Moshé la práctica de leer públicamente porciones de la Toráh en Shabbat, en las Festividades de Yehováh y en Rosh Jodesh (Luna Nueva). Sin embargo la lectura por porciones, como la conocemos hoy, data de la época del cautiverio en Babilonia (siglo IV AC).

Maimónides, el rabino que propuso la división de la lectura anual, entre los años 1170 y 1180

Al principio no hubo un orden establecido para la lectura pública de la Toráh. Con el tiempo, la lectura sistemática de la Toráh en cada Shabbat y en los Días Festivos cobró más importancia logrando así una significativa influencia sobre el pueblo. La Toráh no sólo debía ser leída, sino también comentada y explicada para facilitar su aplicación, de lo cual da testimonio la siguiente porción del libro de Nehemías:

 Y los levitas Jesuá, Bani, Serebías, Jamín, Acub, Sabetay, Hodías, Maasías, Kelita, Azarías, Jozabed, Hanán y Pelaía, hacían entender al pueblo la Toráh, y el pueblo permanecía atento en su lugar. Y leían en el Rollo de la Toráh de Dios explicando y aclarando el sentido, de modo que entendieran la lectura. Nehemías 8:7-8

Cuando el pueblo hebreo retornó del exilio en Babilonia, cosa que relatan los libros de Esdras y Nehemías, había dejado de hablar la lengua hebrea, debido a que en ese reino el idioma común era el arameo. Entonces se hizo necesario traer una persona para traducir en voz alta cada frase a medida que se hacía la lectura.

Posteriormente, El Talmud registra el establecimiento de la práctica llevada a cabo por los Rabinos, de explicar ampliamente el sentido del texto leído.  Ellos utilizaban parábolas para presentar las verdades y facilitar su aplicación a la vida cotidiana. Así se originó el “sermón”, tradición establecida entre los judíos desde hace mucho tiempo, y cuya finalidad era tanto explicar la Toráh, como enseñar el judaísmo al público congregado, lo cual no ha cambiado hasta el presente.

En vista de que los lunes y jueves eran los días de mercado, cuando los campesinos llegaban a las ciudades para vender sus productos y hacer sus compras, surgió una excelente oportunidad para reunir al pueblo por unas horas esos días, a fin de enseñarle algo de la Toráh. Pero como los comerciantes urbanos estaban ocupados atendiendo a los campesinos que venían en estos días, y no podían asistir a tales reuniones, se estableció para beneficio de ellos la lectura adicional de la Toráh el Shabbat por la tarde.

La porción de la Toráh que se lee semanalmente se denomina en hebreo:  Parashat ha-Shavua, pero es más conocida simplemente como Parashá (o Parshah) y también recibe el nombre de Sidra (o Sedra).

Cada Parashá, toma su nombre de alguna de las primeras palabra del texto hebreo de la porción en cuestión, a menudo del primer verso.

Cuando se inició esta práctica, la Toráh fue dividida en 155 porciones, lo que requería de tres años para su lectura completa. A principios del siglo XIX y XX, tanto las sinagogas reformadas como también algunas conservadoras mantuvieron este ciclo trienal; pero esta costumbre fue siendo reemplazada poco a poco por el ciclo anual que sigue la mayoría hoy día.

¿Son mandatorias las divisiones?

Es muy importante ser conscientes de que ni la división anual, ni la trienal para la lectura de la Toráh, son ordenadas por nuestro padre Yehováh y por tanto no es mandatorio seguir una de ellas. Pero es indudable que para el propósito de familiarizarnos y profundizar en la comprensión de la Toráh y su papel como fundamento del resto de las Escrituras, es muy conveniente mantenernos leyéndola de forma permanente.

¿Y qué de cuándo comenzar?

Tampoco existe un mandato respecto a cuándo empezar a leer la Toráh. Pudiera ser en cualquier fecha y si alguien desea y puede leerla toda de una vez, sería grandioso! Pero como somos una sociedad con tiempo muy limitado, es conveniente establecer un orden; y comprometiéndonos con nuestro Padre, podemos determinar cuándo y cómo realizar tal lectura-estudio; así cuando tengamos la oportunidad de reunirnos con otros hacedores de la Toráh, podremos tener verdades frescas para compartir con los ellos conforme vamos descubriendo los tesoros que hay en ella y que seguramente están transformando nuestra vida.

Si hemos de afirmar nuestra identidad como Pueblo de Yehováh, necesitamos mantenernos sumergidos en su Palabra, porque de otra manera no seremos capaces de discernir la Verdad, entre la multitud de voces y mensajes que llegan cada día a nuestros oídos. El camino es angosto y mantenerse dentro de él requiere de toda nuestra atención a las Instrucciones -Toráh que nuestro Padre nos ha proporcionado.