Las Fiestas de Yehováh

Las Fiestas de Yehováh

Levítico 23

Levítico 23 presenta el calendario sagrado establecido por Yehováh para su pueblo, detallando las Fiestas solemnes que deben ser observadas como tiempos apartados de adoración. El capítulo comienza con el Shabbat semanal y continúa con las Fiestas de Primavera: Pesaj (Pascua), Matzot (Panes sin levadura), la Ofrenda de las primicias, y Shavuot (Pentecostés); luego describe las Fiestas de Otoño: Yom Teruá (Día de Aclamación o Trompetas), Yom Kipur (Día de Expiación) y Sucot (Fiesta de las tiendas o Tabernáculos). Estos tiempos marcan “citas” divinas en esos tiempos señalados para reunirnos con el Creador, nuestro Padre, celebrando su fidelidad, recordando su provisión y reconociendo su santidad a través de actos concretos de adoración comunitaria.

En esencia, tenemos tres Fiestas: Matzot, Shavuot y Sukkot. Pero hay otras celebraciones anexas a estas, tal como se registra en el gráfico anterior.

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Las Fiestas de Primavera de Yehováh


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Por qué tú, debieras conmemorar Pesaj

Al igual que nuestros ancestros hebreos en Egipto, tú y yo éramos esclavos del temor, la culpa, la ira, los complejos, los celos, etc. llevando una vida sin sentido alejados de Yehováh.

¿Acaso alguien puede precisar con certeza, cuál fue el día que Yehováh lo rescató y le dio nueva vida? Si bien eso sucedió en algún instante de nuestra existencia tras haber reconocido que vivíamos sin Él y entonces nos volvimos en su búsqueda, ¿no fue con el paso de los días que nos dimos cuenta de que algo grandioso, sobrenatural había sucedido en nuestra vida? Fue cuando la gente alrededor nuestro nos dijo cosas como: “has cambiado mucho últimamente”, o: “te estás comportando de forma diferente” etc. y en efecto algo había sucedido que nos llevó a percibir la vida desde una perspectiva distinta y nuestras prioridades cambiaron, nuestras relaciones interpersonales fueron transformadas, y lo más grande de todo: ¡Comenzamos una relación real con Yehováh nuestro Padre, por medio de Yeshúa!

Pues bien, te preguntarás qué tiene que ver esto con Pesaj; y la respuesta es: ¡mucho! veamos:

Al igual que nuestros ancestros hebreos en Egipto, tú y yo éramos esclavos del temor, la culpa, la ira, los complejos, los celos, etc. llevando una vida sin sentido alejados de Yehováh; pero el día que Yeshúa entregó Su vida, lo hizo por todos nosotros a la vez y nos dio la posibilidad de elegir ser libres. El día que eso sucedió, lo podemos identificar sin problemas, porque fue precisamente la fecha de Pesaj; ese día se firmó la salida de la esclavitud para todo ser humano que en el futuro decidiera hacer teshuváh (arrepentimiento) y se volviera a Yehováh.

Entonces, Pesaj nos provee la oportunidad de hacer memoria, no solo de la liberación de nuestros padres de la esclavitud en Egipto, sino también de hacer memoria de nuestra propia liberación porque al igual que ellos, también éramos esclavos en el mundo. Entonces, aunque no podamos identificar con certeza el día de nuestra propia liberación y adopción, sí podemos identificar el día en que tal cosa se hizo posible.

Eso es Pesaj; un día muy, pero muy especial, en el que narramos lo que sucedió en aquella época cuando Yehováh sacó a su pueblo con Su mano poderosa y en el que también podemos compartir con otros, cómo Él nos liberó con su mano poderosa de nuestra propia esclavitud.

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¿Puede una ayuda convertirse en una ofrenda?

Dar, es una elección y constituye una acción externa que genera sentimientos internos, por lo cual es imposible dar con indiferencia.

Cuando los tiempos se tornan difíciles en términos de economía y finanzas, resulta todo un desafío mantener y más aún desarrollar nuestra generosidad. 

Ahora bien, cuando nos sentimos deseosos de ser generosos cabe la pregunta: ¿Cuál es la motivación que nos impulsa a querer ayudar, dar de nuestro tiempo o dar una ofrenda?  Veamos algunas opciones:

  • Te trae bendición

  • Cumples con lo que Dios demanda

  • Te hace sentir bien y mejora tu sentido de culpa

  • Demuestras tu espiritualidad

  • Quieres mostrar gratitud a Yehováh

  • Deseas imitar a Yehováh y acercarte a Él

Si observamos atentamente, las cuatro primeras motivaciones son egoístas. Solo las dos últimas de esta lista están de acuerdo con el espíritu de las instrucciones dadas en la Toráh.

Dar, es una elección y constituye una acción externa que genera sentimientos internos, por lo cual es imposible dar con indiferencia. Siempre que damos algo, en nuestro interior habrá sentimientos de una u otra clase.

Cuando proclamamos nuestro amor a Yehováh, ¡de poco valen las palabras! El amor se demuestra por medio de la obediencia a sus Instrucciones o Mandamientos, tal y como claramente lo expresó Yeshúa:

​El que tiene mis mandamientos y los guarda, ese es el que me ama… Juan 14:21

Así es que uno de los mandamientos dados en la Toráh, nos ordena presentar ofrendas de gratitud y nunca presentarnos delante de Yehováh con las manos vacías:

…Redimirás todo primogénito de tus hijos y ninguno se presentará ante mi con las manos vacías.   Exodo 34:20

Algo parecido hacemos con los seres que amamos. Cuando hay una ocasión especial deseamos mostrarles nuestro afecto o lo importante que son para nosotros, y si en realidad deseamos agazajarles, ¡nunca iremos a hacerlo con las manos vacías! todo lo contrario buscaremos darles un presente que haga sentir a esa persona lo especial que es para nosotros.

Pero, como suele suceder con todos los mandamientos de Yehováh, el enemigo ha tratado de oscurecer estas muestras significativas de afecto. Y así en cuanto a quienes nos rodean, existen tantas celebraciones como ideas puede haber: día del padre, de la madre, del maestro, del banquero, del ciclista, del cáncer...etc. presionándonos a dar cuando no hay una verdadera convicción de la razón para hacerlo, y convirtiendo la alegría de dar, en una carga indeseable.

Y en el caso de ofrendar para Yehováh, se ha levantado un ejército de líderes religiosos que usufructúan el ministerio y en vez de servir, explotan a sus seguidores exigiéndoles entregar diezmos, ofrendas, joyas, propiedades y demás para apoyar para sus “visiones proyectos personales” defraudando así a los hijos de Yehováh y cauterizando sus corazones para que desencantados, se presenten ante Él con sus manos vacías.

Pero si optamos por seguir las instrucciones de nuestro Padre, podemos salirnos del sistema comercial y religioso babilónico para recuperar el significado de esas muestras de afecto.

La pregunta lógica que surge es: ¿A quién dar? ¿Dónde ofrendar? … ¿De que manera presentar las ofrendas?  Yeshúa nos dio un buen parámetro:

Y cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los ángeles con Él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones, y los apartará unos de otros como el pastor separa las ovejas de las cabras: Colocará las ovejas a su derecha, y las cabras a la izquierda. Entonces dirá el Rey a los de su derecha: ¡Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo! Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me acogisteis, desnudo, y me cubristeis; estuve enfermo y me visitasteis; estaba en prisión y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te acogimos, o desnudo y te cubrimos? O, ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a Ti? 

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo, en cuanto lo hicisteis a uno de éstos, mis hermanos más pequeños, a mí me lo hicisteis. Mateo 25:31-40

Entonces… no es difícil buscar a alguien en necesidad; quizás en tu propia familia hay personas en esas circunstancias; quizá en tu vecindario o lugar de trabajo. Pero no pierdas la bendición de dar, de ayudar, de apoyar.

No hagas aportes por medio de los almacenes cuando al pagar te sugieren “ayudar a una causa”, porque seguramente tu esfuerzo no llegará a donde debe ir; busca estar en contacto directo con quien está en real necesidad para que vivas la realidad de aquél a quien pretendes ayudar y así no te limites solo al aspecto material, sino que aportes también algo de afecto, y soporte espiritual.

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Descubre la clave de la protección: Obediencia

Hollywood nos vende la imagen de héroes rebeldes que logran sus propósitos desafiando y menospreciando a sus propios jefes y por el otro nos muestra a las personas respetuosas y obedientes, como débiles y pusilánimes.

Imagínate a un piloto que despega su nave por la pista que mejor le parece, y luego toma la ruta de su preferencia para llegar a su destino y que al llegar aterriza usando la pista que se le antoje. No necesitamos ser proetas ni clarividentes para anunciar una tragedia.

Un piloto experimentado, sabe que debe obedecer cuidadosamente las instrucciones que le proveen desde las torres de control, para llegar a su destino protegiendo tanto su vida, como las de sus pasajeros. En otras palabras, la obediencia del piloto es parte esencial de su profesión, aunque tal palabra no se use de manera explícita.

La obediencia ha sido esencial para el éxito de aquellos que han dejado su huella enla historia. Pero la pregunta es: ¿obediencia a quién? ¿o a qué?

Yehováh, es la autoridad suprema

El libro del Éxodo, nos muestra cómo el líder del pueblo, Moisés, tuvo que ser entrenado durante 80 años, antes de estar listo para llevar a cabo la misión de su vida, que no solo sacaría a la libertad al Pueblo de Israel, sino para poner el fundamento de la presente civilización.

Un buen ejemplo lo encontramos en los dos últimos capítulos del libro del Éxodo, por lo menos 18 veces aparece la expresión: “tal como Yehováh lo había ordenado a Moshe”, mostrándonos la clase de obediencia de este hombre.

A lo largo de todo el Antiguo Testamento, nos encontramos con inumerables historias de personas que fueron desobedientes y sufrieron las consecuencias de tal comportamiento; pero también hallamos hombres de principios y de fe, que fueron obedientes a los mandatos de Yehováh, y que fueron instrumentos clave para llevar a cabo Sus propósitos.

En el Nuevo Testamento, nos encontramos con Shaul (Pablo), quien tuvo su propia experiencia dramática para aprender a obedecer la Palabra de Yehováh y se preocupó por enseñar a sus discípulos la importancia de seguir fielmente la Palabra.

A Shaul le fue revelada la triste y vergonsoza condición de los hombres en los útimos días:

Y debes saber esto: que en los últimos días vendrán tiempos difíciles; porque los hombres serán egoístas, amigos del dinero, arrogantes, soberbios, difamadores, desobedientes a sus padres, ingratos, irreverentes, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, enemigos de lo bueno, traidores, impetuosos, envanecidos, y amigos de los placeres más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán su eficacia. Apártate de ellos.
2Timoteo 3:1-5

Somos testigos del cumplimiento de este pasaje

Al presente, la palabra obediencia está muy desacreditada, principalmente porque por un lado, Hollywood nos vende la imagen de héroes rebeldes que logran sus propósitos desafiando y menospreciando a sus propios jefes y por el otro nos muestra a las personas respetuosas y obedientes, como débiles y pusilánimes.

Sin embargo, Yehováh siempre nos dará la libertad de tomar decisiones. Esto es claro cuando leemos Su Palabra, que nos motiva a tomar la opción correcta: obedecer sus Instrucciones.

Si bien Yehováh, como soberano absoluto, bien pudiera imponer sus decretos sin dejarnos alternativa, no solo nos da la posibilidad de decidir, sino que además nos da motivaciones para obedecer mostrándonos los beneficios de hacerlo y desde luego las terribles consecuencias de tomar la decisión equivocada.

De hecho Su Creación está organizada de acuerdo a Sus Leyes y Decretos por lo cual al informarnos de esas leyes, nos está dando el privilegio de sacar ventaja de ellas. Observa detenidamente los versos 7:11-15 del Libro de Deuteronomio, y detalla cuidadosamente las bendiciones que resultan de la obediencia.

Guarda pues el mandamiento, los estatutos y los decretos que hoy te ordeno ponerlos por obra. Porque sucederá que por haber oído estos decretos y haberlos guardado y puesto por obra, también Yehováh tu Dios guardará contigo el Pacto y la misericordia que juró a tus padres. Y te amará, te bendecirá y te multiplicará. Bendecirá también el fruto de tu vientre y el fruto de tu tierra, tu grano, tu mosto y tu aceite, las crías de tus vacadas y el incremento de tu rebaño, en la tierra que Él juró a tus padres que había de darte. Bendito serás más que todos los pueblos, no habrá estéril ni impotente entre los tuyos ni en tu ganado. Yehováh desviará de ti toda enfermedad; jamás te enviará aquellas epidemias malignas como las de Egipto, que tú conoces, sino que las cargará sobre los que te aborrecen.

Reflexiona:
Si algunas de estas bendiciones están ausentes de tu vida, ¿será que la calidad de tu obediencia está comprometida?

La OBEDIENCIA no es solamente un asunto externo. Yeshúa nos mostró claramente cuál debería ser nuestra actitud al obedecer, buscando no solo cumplir externamente la letra de la Toráh, sino descubriendo su espíritu para que nuestra obediencia sea perfecta.


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Estamos construyendo la Casa de Yehováh

De la manera que se construyó el Tabernáculo con el aporte del pueblo, hoy Yehováh sigue dando oportunidad a sus hijos de aportar para construir Su Casa.

En la porción de Éxodo 35.1-38.20, hallamos que al pueblo de Yisrael le fue ordenado:

“tomar una ofrenda (Terumah) para Yehováh, de todo aquél que tenga corazón generoso”.

Esto nos permite pensar que hay personas mezquinas que prefieren retenerlo todo para sí mismas. Por eso, Yehováh dio al pueblo la opción de dar generosamente, pues quería solo lo que procediera de corazones agradecidos, de personas que valoraban lo que Él había hecho por ellas, fuera utilizado para el fabuloso proyecto de construir el Tabernáculo, el lugar de su morada.

Yehováh podría haber provisto milagrosamente todo lo que se requería; pero Él quiso dar participación a Su pueblo, logrando de esta manera que todos desarrollaran una identidad particular con el Tabernáculo y todo lo que había allí. La respuesta del pueblo fue tan generosa que más tarde, Moshé tuvo que enviar un mensajero (pregón) por todo el campamento diciendo:

¡Ni hombre ni mujer prepare más material para las ofrendas del santuario! así se impidió al pueblo, ofrecer más.  Éxodo 36:6

Shaúl (Pablo), en el Nuevo Testamento, se refiere también a la manera en que los seguidores de Yeshúa debiéramos dar igualmente:

Pero esto digo: El que siembra escasamente, cosechará escasamente; y el que siembra abundantemente, cosechará abundantemente.
Cada uno dé, como propuso en su corazón; no por tristeza o por obligación, porque Yehováh ama al dador alegre.
Y poderoso es Yehováh para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que teniendo en todo tiempo siempre todo lo necesario en todo, abundéis para toda buena obra.  2 Corintios 9:6-8

De la manera que se construyó el Tabernáculo con el aporte del pueblo, hoy Yehováh sigue dando oportunidad a sus hijos de aportar para construir “Su Casa”, es decir Su asamblea, su congregación. Aquí no hablamos de edificios sofisticados con los mejores avances de tecnología y capacidad para albergar a miles, no. Cuando hablamos de la Casa de Yehováh, hablamos de personas; de las piedras vivas que lo componen. Y es que mientras estemos en este mundo, aunque no seamos de él, son necesarios recursos financieros para hacer posible alcanzar, enseñar y ayudar a otros a caminar por la senda estrecha de la obediencia a la Toráh. Los hijos de Yehováh tenemos la oportunidad y la responsabilidad de aportar con corazón generoso y alegre, para que Su Palabra se extienda y alcance a aquellos que Él ha determinado que serán los herederos de la Salvación provista por Yeshúa.

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Dar, es una opción que revela nuestra gratitud

Dar, es lo natural y espontáneo en un hijo de Yehováh y es seguir el ejemplo que Yeshúa modeló para todos nosotros.

La Creación de Yehováh está diseñada sobre la realidad de dar. Yehováh entre muchas otras cosas, da la vida; da todo lo que se requiere para sostenerla; da las capacidades dones y talentos a cada ser humano, y todo esto de manera gratuita. Esa misma verdad se halla expresada de diferentes maneras en la Biblia:

  • Al final de cada tercer año apartarás el diezmo de todos tus productos de aquél año, y lo depositarás en tus ciudades, y vendrá el levita… el extranjero, el huérfano y la viuda… y comerán y se saciarán, a fin de que Yehováh te bendiga en toda obra que tu mano acometa.  Deuteronomio 14:28-29

  • Dad y se os dará: medida buena, apretada, remecida y rebosante os darán en vuestro regazo.  Porque con la medida que medís, seréis medidos.  (Lucas 6:38)

  • Echa tu pan sobre las aguas porque después de muchos días lo hallarás (Eclesiastés 11:1)

  • Más bienaventurado es dar que recibir (Hechos 20:35)

  • El que siembra generosamente, generosamente también segará. (2Corintios 9:6)

Dar, no se limita a las cosas materiales; también se dan afectos, apoyo moral, servicios desinteresados, tiempo, conocimiento, consejo, etc. Esto es lo natural y espontáneo en un hijo de Yehováh y lo que modeló Yeshúa para todos nosotros.

Lo contrario de dar, es retener, lo cual resulta en una actitud egoísta e indiferente hacia los demás y sus necesidades. ¿No te sobra para dar? ¡Entonces da de lo que tienes! Creando así oportunidades para ver la provisión generosa de Yehováh para ti y los tuyos.

¿Cómo está tu generosidad hoy?

Jesus y Samaritana 3

Yeshúa como el Tabernáculo

El cuerpo de Yeshúa y el Casa de Yehováh tienen una conexión mística, de manera que lo que le sucede al uno, también le sucede al otro.

Las palabras hebreas de Exodo 25.8 traducidas como: “Y harán un Santuario para mí, y habitaré entre de ellos.”, también podrían ser traducidas como: “Y harán un Santuario para Mi, y habitaré en ellos”.  Si Israel hubiera sido merecedor de esto, un Tabernáculo no hubiera sido necesario, porque la misma presencia divina que vino a reposar en el Tabernáculo, hubiera reposado dentro de cada individuo.

Yeshúa, el Mesías cumple este pasaje literalmente. Mientras estuvo entre nosotros en su carne, el cuerpo físico de Yeshúa constituyó un perfecto santuario para permitir que Yehováh habitara en medio de su pueblo. Esta es la razón por la cual Yeshúa habló de su cuerpo como el Templo (Casa) de Yehováh cuando advirtió:

Destruid este Templo, y en tres días lo levantaré. Juan 2.19

Estas palabras son una pista que nos lleva a conectar el cuerpo físico de Yeshúa con la Casa de Yehováh en Yerushalayim. Así el sufrimiento y muerte del Mesías, corresponden a la destrucción del Templo, mientras que su  resurrección corresponde a la futura reconstrucción de la Casa de Yehováh en la era Mesiánica. En este sentido, el cuerpo de Yeshúa y el Casa de Yehováh tienen una conexión mística, de manera que lo que le sucede al uno, también le sucede al otro.

Ahora bien, en vista de que el cuerpo del Mesías corresponde a la Casa de Yehováh, en esta era esa Casa de Yehováh somos nosotros sus discípulos que colectivamente somos llamados el Morada (lugar de habitación) del Ruaj HaKodesh (Espíritu Santo). Por tal razón el apóstol Shaúl (Pablo), basándose en Levítico 26:12, declara a la asamblea de los seguidores de Yeshúa en Corinto:

Porque vosotros sois Templo (Casa) del Dios viviente, como Dios (Yehováh) dijo: Habitaré entre ellos y entre ellos andaré; y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo.
2 Corintios 6.16

y:

¿No sabéis que vuestro cuerpo es Santuario del Ruaj HaKodesh que está en vosotros, el cual tenéis de Yehováh, y que no sois vuestros? 1 Corintios 6:19

Obviamente esto no significa que somos literalmente un edificio en el cual Yehováh debe ser adorado y reverenciado. Tampoco significa que somos un lugar geográfico donde Él ha puesto Su Nombre.

Como seguidores de  Yeshúa, nuestra semejanza con la Casa de Yehováh no suplanta en ninguna manera lo que será la legítima Casa de Yehováh en Yerushalayim. En otras palabras, nuestra condición de Casa de Yehováh es metafórica. A pesar de esta realidad, la presencia del Ruaj HaKodesh dentro de nosotros no es menos real que la presencia de la Shejináh en la real Casa de Yehováh. Quizás a esto aludía el Mesías cuando le dijo a la mujer samaritana:

Mujer, créeme que viene una hora cuando ni en este monte ni en Yerushalayim adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero viene una hora, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque también el Padre busca a tales que lo adoren. Juan 4.21-23

En el mundo por venir no habrá más un Templo. El Mesías mismo será la Casa de Yehováh en la Nueva Yerushalayim:

Y no vi en ella Santuario, porque el Señor Dios Todopoderoso (Yehováh) y el Cordero (Yeshúa), es el Santuario de ella. Apocalipsis 21.22