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La importancia del agradecimiento


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Un acreedor tenía dos deudores

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Semana 25 - agosto 6
Lucas 7:36-50

¿Cuántas veces nos ha pasado que juzgamos a otros creyendo que nuestra condición es “menos pecaminosa” y más justa delante de Yehováh?

En esta oportunidad, Yeshúa visita la casa de uno de los fariseos que lo invita a comer. Les acompaña una mujer de la ciudad, la cual era pecadora, quien trae consigo un frasco de alabastro de perfume. Se nos dice que, mientras ella lloraba, mojaba los pies del maestro “con sus lagrimas y los enjugaba con sus cabellos,  y besaba sus pies, y los ungía con el perfume”. Lucas 7:38.

Por otro lado, el fariseo, criticando a Yeshúa en su corazón y menospreciando a la mujer pecadora, se decía dentro de sí “si este hombre en verdad fuera profeta, sabría que esta mujer es pecadora”. Conociendo Yeshúa el corazón de este hombre, le dijo: “Un acreedor tenía dos deudores…” uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta y ninguno de ellos tenía con que pagar la deuda. El acreedor perdonó a ambos.

¿Cuántas veces nos ha pasado que juzgamos a otros creyendo que nuestra condición es “menos pecaminosa” y más justa delante de Yehováh? No ignoremos las Escrituras que dicen “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra, que haga el bien y nunca peque” – Eclesiastés 7:20. Fuimos llamados a caminar de una manera justa y recta delante de los hombres y de Yehováh, guardando sus mandamientos, y siendo luz a la naciones. Pero no podemos dejar de lado que debemos caminar en humildad, con un corazón arrepentido y agradecido por lo que Él hizo con nosotros.

Quizás muchos sean como ese deudor que debía tan solo cincuenta denarios, pero si tú eres del grupo de los que debíamos quinientos denarios y te arrepientes, te tengo buenas noticias…

¡Aquel al que se le perdonó más, ama más a su Señor!

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Siempre tendréis a los pobres con vosotros

Marcos 14:3-9
Semana 62 del Ministerio de Yeshúa

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Nno sabemos si en un futuro nuestra condición o la de alguno de nuestros familiares se vaya a ver deteriorada.

No tengo duda de que la mayoría de nosotros estamos familiarizados con el episodio acerca de la vida de Yeshúa, estando él en casa de Simón, el que fue sanado de lepra, cuando de repente apareció una mujer con un vaso de alabastro de perfume muy costoso, y lo utilizó para ungir al Maestro.

Sabemos que los que estaban presentes se escandalizaron y mostraron su lado “piadoso” diciendo que no era posible que se desperdiciara tal perfume, y que hubiera sido mejor venderlo por más de trescientos denarios.

Sin embargo, hay un aspecto en medio de estos pasajes que me gustaría destacar y que está relacionado con el Reino de los Cielos. Si bien es cierto que Yeshúa les dice que lo sucedido con la mujer y el perfume no fue una mala acción, él una vez más vuelve a presentarnos un principio del Reino que tiene que ver con los pobres:

“Siempre tendréis a los pobres con vosotros y cuando queráis les podréis hacer bien…” Marcos 14:7.

Y es aquí donde quiero detenerme un momento para motivarlos a meditar y a tomar acción al respecto. Es evidente que el corazón del Padre se inclina hacia aquellos que están en mayor necesidad y son los que más sufren en nuestra sociedad; hablo de los pobres.

Desde los tiempos de Moisés sabíamos que los pobres siempre estarían en medio de nosotros, y es nuestra responsabilidad velar por el bienestar de ellos:

Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” Deuteronomio 15:11.

La vida da muchas vueltas y no sabemos si en un futuro nuestra condición o la de alguno de nuestros familiares se vaya a ver deteriorada, pero en la medida de lo posible, siempre que podamos extender una mano amiga a aquellos menos afortunados que nosotros, hagámoslo con un corazón contento.

¡Las Escrituras dicen que Yehováh mismo cuidará de los que tengan cuidado del pobre!

Note la bendición de dar al necesitado:

Bienaventurado el que piensa en el pobre;
En el día malo lo librará Yehováh. Yehováh lo guardará, y le dará vida; ¡Será bienaventurado en la tierra!” Salmo 40:1-2.

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Señor, enséñanos a orar…

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¿Cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir?

Lucas 11:1-36,

Semanas 45-53 del Ministerio de Yeshúa
21 de diciembre.

Alguna vez se ha preguntado: ¿cómo debemos de orar? ¿a quien debemos de orar? ¿cómo debemos de pedir? ¿qué debemos de pedir? Recuerdo en varias ocasiones cómo me frustraba no estar seguro si mi manera de orar era la correcta o no. Recuerdo también haber escuchado a muchos predicadores compartiendo “fórmulas” para garantizar que las oraciones fueran escuchadas y contestadas… Incluso uno de ellos decía que dependiendo de su estado de ánimo, su oración debía de ser dirigida al Padre, al hijo o al Espíritu Santo.

En esta ocasión Yeshúa les enseña a sus discípulos (en Lucas 11:2-4) la manera correcta en que debemos de orar:

Padre nuestro que estás en los cielos…” – ¿a quién dirigimos nuestra oración? Al Padre.

Santificado sea tu nombre…” – ¿cómo nos dirigimos a Él? Con respeto y reverencia.

Venga tu reino…” – reconocemos su señorío.

Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra…” –  su voluntad viene primero que la nuestra.

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy…” –  pedimos por el maná diario, sin afanarnos por lo que ha de acontecer mañana.

Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben…” – pedimos por misericordia así como tenemos misericordia de los que nos han fallado.

Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal…” – que podamos caminar como un pueblo apartado para Él.

Resulta interesante que Jacobo (Santiago) hace una exhortación a las “doce tribus” que están en la dispersión con respecto a la manera en que pedían (en sus oraciones):

“Pedís, y no recibís, porque pedís mal…” (Santiago 4:3).

¡Sigamos el ejemplo que nos enseñó el maestro por excelencia, Yeshúa, y veamos como nuestra vida da un giro positivo!

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¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?

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Mateo 21:28-32

Semana 63

Yeshúa nos brinda una clave para entender mejor, cómo podemos entrar en el Reino de los Cielos

En esta parábola, utilizando el modelo de la familia, Yeshúa nos brinda una clave para poder entender mejor cómo podemos entrar en el Reino de los Cielos. “Cree en el Señor Yeshúa, y serás salvo tú y tu casa” fueron las palabras de Pablo y Silas al carcelero en Macedonia (Hechos 16:31), cuando este les preguntó qué debía hacer para ser salvo, pero evidentemente hemos fallado en entender qué significa “creer” ya que las mismas Escrituras dicen que los demonios también “creen y tiemblan” (Santiago 2:19) y que para ellos no hay salvación. Entonces, ¿qué significa “creer en Yeshúa”?

Antes de responder a la pregunta, analicemos la parábola de Yeshúa acerca de los dos hijos.

“Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre?”
Mateo 21:28-31.

Evidentemente el que se arrepintió y llevó a cabo lo encomendado fue el que hizo la voluntad de su padre.

Veamos otro pasaje muy conocido donde Yeshúa vuelve a mencionar algo similar, pero en esta ocasión cita directamente el Reino de los Cielos:

“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” Mateo 7:21

Incluso en el primer siglo era sabido entre el pueblo que Yehováh escuchaba aun a los pecadores que le temían y hacían su voluntad:

“Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a ése oye” Juan 9:31

Entonces ¿qué es hacer la voluntad del Padre?

Isaías 1:16-17 nos dice que la voluntad de Yehováh es que dejemos de “hacer lo malo, aprendamos a hacer el bien, busquemos el juicio, restauremos al agraviado, hagamos justicia al huérfano, y amparemos a la viuda”.

Creer en Yeshúa es vivir como él vivió y es hacer justamente lo que él dijo que hiciéramos.

Sin duda alguna Yeshúa es el camino que vino a revelarnos cómo guardar la voluntad del Padre y eso es: ¡guardando sus mandamientos!

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¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

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Mateo 22:34-40
Semana 63

En cierta ocasión un fariseo se le acercó a Yeshúa y le preguntó:

“¿Cuál es el gran mandamiento en la ley?” (Mateo 22:36) “¿Cuál es el primer mandamiento de todos?” (Marcos 12:28)

¿Qué hubiéramos respondido nosotros? ¿Qué responderían nuestros hijos? ¿Qué les hemos enseñado desde pequeños?

La respuesta de Yeshúa fue sin duda una de las oraciones más importantes que los judíos aprenden desde niños:

“Shemá Israel Adonai Eloheinu, Adonai Ejad”.

Se trata del “Shemá Israel”, la cual es una de las principales plegarias del pueblo de Israel que se pronuncia por la mañana y por la noche, y manifiesta que Yehováh, el Elohim de Israel es uno.

“Oye, Israel: Yehová nuestro Dios, Yehová uno es. Y amarás a Yehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas” Deuteronomio 6:4-5.

Resulta muy interesante que la Torá nos ordena a enseñar el “Shemá Israel” a nuestros hijos en todo tiempo:

“Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6:6-9.

La Torá también responde a la pregunta del por qué debemos de enseñarle a nuestros hijos los mandamientos de Yehováh incluyendo el Shemá:

“Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Yehová nuestro Dios os mandó?… nos mandó Yehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Yehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy” Deuteronomio 6:21,24.

Yeshúa concluye su respuesta de una manera magistral, diciéndole que el segundo mandamiento más importante es semejante al primero: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Mateo 22:39) y que de estos dos mandamientos “depende toda la Torá y los profetas”.

Shalom!