Mas cuando hagas banquete…
Lucas 14:1-24
Semana 45-53
Por: Harold Calvo
Que hermosa enseñanza nos comparte Yeshúa esta semana ya que no solamente es uno de los principios más importantes del Reino de los Cielos, sino uno de los aspectos que toca el corazón de nuestro Padre celestial y además de eso, ¡hay una bienaventuranza para aquellos que lo hacen!
Se trata de tener cuidado del pobre, del necesitado, del menos afortunado.
Habiendo entrado Yeshúa en casa de un fariseo en un Shabat, se sentó a la mesa y empezó a enseñarles fundamentos acerca del Reino de los Cielos. Después de haber sanado a un hombre hidrópico, les habló a los presentes diciendo:
“Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” Lucas 14:12-14.
En diferentes partes de las Escrituras vemos como el Padre nos llama a ser misericordiosos con el pobre e incluso Yeshúa citando la Toráh, nos recuerda que el pobre siempre estaría en medio de nosotros:
“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” Deuteronomio 15:11.
Del mismo modo que lo declara Yeshúa en este capitulo 14 de Lucas, hay bienaventuranzas para aquellos que cuidan y dan con manos abiertas al necesitado:
“Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Yehováh tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas” Deuteronomio 15:10.
Hermanos, no nos olvidemos de ayudar al pobre, a la viuda, al huérfano, al extranjero en todo tiempo y no lo hagamos buscando la bendición de Dios (que de igual manera es una promesa divina), sino que hagámoslo por amor a nuestro prójimo, (el día de mañana puede ser tu o puedo ser yo el que se encuentre en esa situación) es lo correcto, y esto agrada el corazón de nuestro Dios!
Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Lucas 13:22-35
Semana 45-53
Por: Harold Calvo –
No hay duda de que el Elohim de Israel es un Dios de amor y misericordia. De hecho, encontramos en el libro de Lamentaciones una declaración preciosa acerca de la misericordia de nuestro Padre celestial, que dice:
“Por la misericordia de Yehováh no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” Lamentaciones 3:22-23.
Sabemos también por los escritos de Kefa (Pedro) que, “Yehováh es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9) y así muchas otras promesas hermosas que nacen del corazón de nuestro Padre celestial hacia su pueblo.
Sin embargo esta semana, en la cronología de los evangelios, nos encontramos con un Yeshúa que responde a una pregunta que algunos nos hemos planteado en nuestro caminar: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (Lucas 13:23).
Lamentablemente y para sorpresa de muchos, la respuesta que Yeshúa provee no es la que la audiencia esperaba.
“…muchos procurarán entrar (al Reino de los cielos), y no podrán” (Lucas 13:24b).
Por lo tanto, no debemos mal interpretar la misericordia del Padre, porque aquí, Yeshúa nos exhorta diciendo que debemos “esforzarnos a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24a).
Pero ¿cómo lograrlo? Él mismo nos da una clave, al hablar de quienes procurarán entrar y no podrán hacerlo, en ese mismo capítulo de Lucas 13:
“Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois… apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad”.
Entrar por la puerta agosta tampoco tiene nada que ver con “profetizar, echar fuera demonios y hacer muchos milagros” (Mateo 7:22-23), tiene que ver con hacer la voluntad del Padre: guardar sus mandamientos, obrar en justicia y en misericordia.
Shalom!
El que me desecha a mi, desecha al que me envió
Lc 10:1-16
Semana 35
Por: Harold Calvo -
Anteriormente vimos como al final de la Fiesta de Tabernáculos Yeshúa comisionó a setenta discípulos con instrucciones específicas y los envió de dos en dos para que visitaran las ciudades que él mismo visitaría eventualmente:
“En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz (Shalom) sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros” Lucas 10:4-11.
¿Cuál era el propósito de que los discípulos visitaran estas ciudades además de sanar a los enfermos?
Los discípulos fueron enviados con una misión especial; extender el Reino de los Cielos a los habitantes de estas ciudades. Pero ¿qué significa esto?
En el momento en que los discípulos entran a estas ciudades, están operando como embajadores del Reino. Ellos portan el testimonio de Yeshúa, guardan los mandamientos del Altísimo, y caminan en justicia y verdad. Con sus acciones demuestran a estas personas como deben vivir sus vidas de acuerdo al orden establecido por Yehováh.
Parece ser que la maldad y la prepotencia de estos pueblos era mayor que la perversión y la injusticia que reinaba en Sodoma de ahí la advertencia (condena) que Yeshúa mismo declara para aquellas ciudades que “no os reciban”:
“Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad”.
El testimonio de los discípulos, y los milagros que realizarían en tales ciudades, era razón suficiente para que los habitantes se volvieran (arrepintieran) a Yehováh.
Lo mismo ocurre hoy con nosotros. Somos una extensión del Reino. Yeshúa dijo:
“El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió” Lucas 10:16.
Nuestro testimonio será un testigo en contra de aquellos que no quisieron arrepentirse de sus malos caminos y volverse al Altísimo.
Nota: Después de que los setenta discípulos fueron enviados, no hay eventos reportados en la cronología de los evangelios sino hasta después de que los discípulos regresan de su misión, poco antes de la celebración de Janucá, alrededor del 14 de diciembre, semana 38… Reanudaremos esta sección entonces.
¿Dónde están los que te acusan?
Por: Harold Calvo -Tal como lo vemos en varias ocasiones en los evangelios, el pueblo venía a Yeshúa y él les enseñaba; solo que en esta oportunidad, ocurre algo inesperado… se nos dice que los líderes religiosos de las sectas judías (los escribas y los fariseos) le trajeron a Yeshúa una mujer sorprendida en el acto del adulterio; esto para poner a prueba al maestro.
“En la ley (Torá) nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Juan 8:5) – le preguntaron a Yeshúa.
La pregunta que podríamos plantearnos en este caso es, ¿estaban los líderes religiosos diciendo la verdad? ¿Merecía esta mujer la pena de muerte? Desde el principio se nos instruyó a no cometer adulterio:“No cometerás adulterio” Éxodo 20:14.
Además la Torá establece claramente que el adulterio no sería tolerado en medio del pueblo de Israel:“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” Levítico 20:10.
La respuesta a ambas preguntas es: Sí. Los líderes religiosos estaban en lo correcto, la mujer merecía la pena de muerte. Yeshúa sin sorprenderse del dominio que los escribas y los fariseos podrían tener del mandamiento, les respondió con una expresión que hasta el día de hoy nos deja a más de uno sin palabras…“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” Juan 8:7.
Yeshúa evidenció a todos los presentes que querían matarla, demostrando que ninguno estaba en la posición de ejecutar la sentencia de muerte, debido a su condición pecaminosa; además de que la ordenanza dice que tanto el “adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” y en este caso solamente habrían traído a una de las partes. ¡Una vez más vemos los juicios justos del Altísimo y un Yeshúa lleno de sabiduría y amor, que se dirige a esta mujer diciéndole: “¿Dónde están los que te acusan? Yo no te condeno; vete, y no peques más”.Las ovejas perdidas de la Casa de Yisrael
24 de Agosto, Semana 28
Mt 10:1-11:1; Mr 6:7-13; Lc 9:1-6
Por: Harold Calvo -
En esta ocasión Yeshúa llama a sus doce discípulos, les da autoridad sobre los espíritus inmundos y sobre la enfermedad, y los envía en una misión especial, a una audiencia específica:
Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la Casa de Yisrael. Mateo 10:5-6
Pero ¿quiénes son estas ovejas perdidas de la Casa de Yisrael a las cuales Yeshúa les da una prioridad por encima de “los gentiles y samaritanos”? Para responder a esta pregunta, tenemos que regresar al primer libro de Reyes, capítulo 11.
Y dijo Yehováh a Salomón: Por cuanto ha habido esto en ti, y no has guardado mi pacto y mis estatutos que Yo te mandé, romperé de ti el reino, y lo entregaré a tu siervo. 1 Reyes 11:11
A causa del pecado de Salomón, Yehováh dividió el reino de Yisrael en dos: la Casa de Yahudáh y la Casa de Yisrael. La Casa de Yahudáh, a pesar de haber sido llevada al exilio a Babilonia por causa de su pecado, pudo por la gracia del Altísimo regresar a la tierra (de Yisrael) y preservar la Torá de Yehováh hasta el día de hoy. Caso contrario fue lo que le sucedió a la Casa de Yisrael la cual fue tomada en cautiverio por el imperio Asirio y eventualmente fue dispersada por el resto de las naciones.
En algún momento de la historia, las ovejas de la Casa de Yisrael fueron repudiadas y desechadas por Yehováh (Oseas 1:6,9) pero Él mismo prometió que eso no sería para siempre (Oseas 2:19-20,23). Es a través de la obra redentora de Yeshúa el Mesías que las ovejas perdidas de la Casa de Yisrael pueden regresar de nuevo a la casa de su padre.
¡Regocijémonos, “porque este tu hermano (las ovejas perdidas de la Casa de Yisrael) era muerto, y ha revivido; se había perdido, y es hallado”!