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Y aconteció que mientras iban, ¡fueron limpiados!

Lucas 17:11-18:14
Semanas 58-61

En la lectura de hoy nos encontramos con otra enseñanza preciosa de parte del maestro. Se nos dice que Yeshúa va de camino a Jerusalén, pasando por Samaria y Galilea. Estas ciudades eran conocidas por que ahí habitaban gentiles.

Cuando Yeshúa entró en una de estas aldeas, diez leprosos le salieron al camino y clamaron:

“¡Yeshúa, Maestro, ten misericordia de nosotros!”
Lucas 17:13.

(Estos diez leprosos podría ser una representación de las diez tribus de la Casa de Israel, que se gentilizó, 1 Reyes 11:31).

Yeshúa les ordena a ir a presentarse delante del sacerdote en el Templo, para dar testimonio de su sanidad, y para cumplir así el mandamiento prescrito en la Toráh:

“Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al sacerdote…”
Levítico 14:2.

Lo más interesante aquí es que Yeshúa no había proclamado una sanidad sobre ellos, sino que la sanidad se manifestó a medida que los leprosos obedecieron y fueron al Templo:

“Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes.
Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados
Lucas 17:14.

Hermanos, es mi oración que nuestra fe sea como la de estos diez leprosos, que sin haber visto aun su sanidad, creyeron a la palabra del Maestro, y entonces ¡fueron limpiados!

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¡Este hombre hace muchas señales!

Juan 11:17-53, Semana 55

¡En esta ocasión, se les presenta un gran problema a los principales sacerdotes y fariseos! Tienen delante de ellos a un hombre que “¡hace muchas señales!” (Juan 11:47). Pero ¿cuál era el problema? Ellos temían que si no hacían nada con respecto a Yeshúa, todo el pueblo creería que él era el Mesías prometido para Israel y esto se convertiría en un caos para ellos por varias razones. Veamos:

Si Yeshúa era proclamado el Mesías:

  1. Los romanos vendrían a destruir el Templo y a la nación por completo, ya que la figura de un mesías sería una amenaza política para el César. En otras palabras, no puede haber dos autoridades al frente de Israel (Juan 11:48).
  2. La secta de los saduceos estaba a cargo del Sanedrín y del servicio del Templo. A pesar de que esta secta no creía ni enseñaba las enseñanzas de los profetas, eran conocidas en Israel las profecías acerca de la venida del Adon, del Señor de Israel (Miqueas 5:2) que vendría a reinar una vez desde el trono de David (Ezequiel 37:25). Esto era una amenaza para el sacerdocio ilegítimo que regía en Israel en aquellos días.

Lo que es impresionante de este relato es que Caifás, el sumo sacerdote ilegítimo de ese año, se levantó e hizo una proclama que nunca se imaginó que vendría a tener una relevancia a nivel profética:

“Vosotros no sabéis nada; ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Yeshúa había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos
Juan 17:49-52.

Ciertamente era necesario que Yeshúa muriera por la nación de Israel, y pudiera restaurar así lo que una vez había sido quebrantado a causa de nuestra desobediencia al pacto y a los mandamientos de Yehováh, permitiendo también el regreso de Efraín (los dispersos de Israel) a la casa de su Padre:

“Así ha dicho Yehováh el Señor: He aquí, yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra; y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos…  Mi siervo David será rey sobre ellos…” Ezequiel 37:21-22, 24.

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La fe del Primer Siglo…


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A fin de que no vengan a este lugar de tormento…

Lucas 16:19-31 Semana 45-53

Por: Harold Calvo  –

En esta semana nos encontramos con Yeshúa compartiendo una parábola que sin duda alguna despierta la curiosidad acerca del lugar donde vamos después de la muerte. Se trata de la parábola de “Lázaro y el rico”. Dos personajes que mueren: uno es llevado al seno de Abraham y el otro es sepultado.

Si tomamos esta parábola de manera aislada, podríamos pensar que cuando morimos nos dirigimos al cielo o al infierno. Sin embargo, debemos de tener presente que las parábolas son un tipo de analogía, donde se relata una historia simple para ilustrar una lección moral o espiritual así como lo hizo Yeshúa en repetidas ocasiones.

 Tanto Lázaro como el rico, son dos figuras que representan dos tipos diferentes de personas: un grupo de personas que vivió una vida humilde, sencilla, no ostentosa y el otro grupo de personas que vivió una vida de manjares y banquetes, indiferente ante las necesidades de los que menos tenían.

 La intención de esta parábola no es enseñarnos que “los buenos” van para el cielo y que “los malos” van para el infierno. ¡Todo lo contrario! Esta parábola viene a reforzar lo que el mismo Yeshúa enseñó en diferentes oportunidades: ¡El Día del Juicio!

 “De cierto os digo que en el día del juicio…” (Mateo 10:15).
Por tanto os digo que en el día del juicio…” (Mateo 11:22).
“…de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36).

Yehováh es un Dios justo (1 Juan 1:9) y Él no enviará a nadie al lago de fuego (Apocalipsis 20:15) sin antes haber llevado a cabo un juicio justo. Esto lo vemos afirmado en el libro de Hechos:

“…por cuanto (Yehováh) ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos”.

 Al final de la parábola Yeshúa cierra diciendo “Si no oyen a Moshé y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos”.

 Inclinemos nuestros oídos hoy, y no hagamos caso omiso a las palabras de Yeshúa, escuchemos a los profetas y a Moshé; el día de mañana daremos cuentas.  

 Para más información con respecto a este tema, les invito a escuchar el programa de Un Rudo Despertar Radio titulado “¿A donde nos vamos cuando morimos?    

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Mas cuando hagas banquete…

Lucas 14:1-24

Semana 45-53

Por: Harold Calvo

Que hermosa enseñanza nos comparte Yeshúa esta semana ya que no solamente es uno de los principios más importantes del Reino de los Cielos, sino uno de los aspectos que toca el corazón de nuestro Padre celestial y además de eso, ¡hay una bienaventuranza para aquellos que lo hacen!

Se trata de tener cuidado del pobre, del necesitado, del menos afortunado.

Habiendo entrado Yeshúa en casa de un fariseo en un Shabat, se sentó a la mesa y empezó a enseñarles fundamentos acerca del Reino de los Cielos. Después de haber sanado a un hombre hidrópico, les habló a los presentes diciendo:

“Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado. Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos” Lucas 14:12-14.

En diferentes partes de las Escrituras vemos como el Padre nos llama a ser misericordiosos con el pobre e incluso Yeshúa citando la Toráh, nos recuerda que el pobre siempre estaría en medio de nosotros:

“Porque no faltarán menesterosos en medio de la tierra; por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra” Deuteronomio 15:11.

Del mismo modo que lo declara Yeshúa en este capitulo 14 de Lucas, hay bienaventuranzas para aquellos que cuidan y dan con manos abiertas al necesitado:

“Sin falta le darás, y no serás de mezquino corazón cuando le des; porque por ello te bendecirá Yehováh tu Dios en todos tus hechos, y en todo lo que emprendas” Deuteronomio 15:10.

Hermanos, no nos olvidemos de ayudar al pobre, a la viuda, al huérfano, al extranjero en todo tiempo y no lo hagamos buscando la bendición de Dios (que de igual manera es una promesa divina), sino que hagámoslo por amor a nuestro prójimo, (el día de mañana puede ser tu o puedo ser yo el que se encuentre en esa situación) es lo correcto,  y esto agrada el corazón de nuestro Dios!

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Señor, ¿son pocos los que se salvan?

Lucas 13:22-35

Semana 45-53

Por: Harold Calvo –

No hay duda de que el Elohim de Israel es un Dios de amor y misericordia. De hecho, encontramos en el libro de Lamentaciones una declaración preciosa acerca de la misericordia de nuestro Padre celestial, que dice:

“Por la misericordia de Yehováh no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad” Lamentaciones 3:22-23.

Sabemos también por los escritos de Kefa (Pedro) que, “Yehováh es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9) y así muchas otras promesas hermosas que nacen del corazón de nuestro Padre celestial hacia su pueblo.

Sin embargo esta semana, en la cronología de los evangelios, nos encontramos con un Yeshúa que responde a una pregunta que algunos nos hemos planteado en nuestro caminar: “Señor, ¿son pocos los que se salvan?” (Lucas 13:23).

Lamentablemente y para sorpresa de muchos, la respuesta que Yeshúa provee no es la que la audiencia esperaba.

“…muchos procurarán entrar (al Reino de los cielos), y no podrán” (Lucas 13:24b).

Por lo tanto, no debemos mal interpretar la misericordia del Padre, porque aquí, Yeshúa nos exhorta diciendo que debemos “esforzarnos a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24a).

Pero ¿cómo lograrlo? Él mismo nos da una clave, al hablar de quienes procurarán entrar y no podrán hacerlo, en ese mismo capítulo de Lucas 13:

“Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois… apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad”.

Entrar por la puerta agosta tampoco tiene nada que ver con “profetizar, echar fuera demonios y hacer muchos milagros” (Mateo 7:22-23), tiene que ver con hacer la voluntad del Padre: guardar sus mandamientos, obrar en justicia y en misericordia.

Shalom!

The book of Life

Aun los demonios se nos sujetan en tu nombre…

Por: Harold Calvo -

Lucas 10:17-20 – 14 de diciembre, semana 38-42

Los setenta discípulos regresaron gozosos de las ciudades donde Yeshúa les había enviado a testificar acerca del Reino de los Cielos justo antes de la Fiesta de Janucá. Vinieron muy emocionados acerca de los milagros y las maravillas que pudieron llevar a cabo en el nombre del Maestro. Imaginémonos las emoción que podrían tener:

“¡¡Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre!!” (Lucas 10:17).

Hace varios años atrás, recuerdo cómo el sueño de muchos que pertenecíamos al grupo de jóvenes de la iglesia a la que asistíamos, era el de llegar a convertirnos en grandes predicadores, imitando las acciones y los milagros que llevaron a cabo “los generales de Dios”, los personajes famosos de la Biblia, los profetas, y por supuesto los discípulos de Yeshúa.

Recuerdo que organizábamos giras evangelistas a lugares rurales donde el evangelio difícilmente se conocía, por la ausencia de iglesias cristianas y tampoco existían medios de comunicación que llegaran a tales sectores. Era un sentimiento muy sincero por parte nuestra por ver a la gente de estas comunidades sanarse, y en ocasiones ser liberados de opresiones demoníacas lo cual era muy gratificante.

Fueron tiempos preciosos donde realmente vimos la mano del Todopoderoso operando, y pudimos experimentar (así como los discípulos) milagros asombrosos, liberaciones y gente siendo restaurada de una condición precaria espiritual.

Pero en esta ocasión, una vez más vemos como Yeshúa nos lleva a un nivel superior de entendimiento y nos enseña una de las lecciones más importantes que encontramos en la narrativa de los evangelios, donde él mismo manifiesta que nos da autoridad para resistir al adversario pero nos dice dónde debe de estar nuestro enfoque:

“He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos” (Lucas 10:19-20).

¡Qué gozo saber que el Padre nos ha dado autoridad! y que podemos estar confiados de que “nada nos dañará”, pero mayor gozo debemos de tener al saber que “nuestros nombres están escritos en el libro de la vida”, bendito sea el nombre de Yehováh.

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El que me desecha a mi, desecha al que me envió

Lc 10:1-16

Semana 35

Por: Harold Calvo  -

 

Anteriormente vimos como al final de la Fiesta de Tabernáculos Yeshúa comisionó a setenta discípulos con instrucciones específicas y los envió de dos en dos para que visitaran las ciudades que él mismo visitaría eventualmente:

“En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: Paz (Shalom) sea a esta casa. Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá a vosotros. En cualquier ciudad donde entréis, y os reciban, comed lo que os pongan delante; y sanad a los enfermos que en ella haya, y decidles: Se ha acercado a vosotros el reino de Dios. Mas en cualquier ciudad donde entréis, y no os reciban, saliendo por sus calles, decid: Aun el polvo de vuestra ciudad, que se ha pegado a nuestros pies, lo sacudimos contra vosotros” Lucas 10:4-11.

¿Cuál era el propósito de que los discípulos visitaran estas ciudades además de sanar a los enfermos?

Los discípulos fueron enviados con una misión especial; extender el Reino de los Cielos a los habitantes de estas ciudades. Pero ¿qué significa esto?

En el momento en que los discípulos entran a estas ciudades, están operando como embajadores del Reino. Ellos portan el testimonio de Yeshúa,  guardan los mandamientos del Altísimo, y caminan en justicia y verdad. Con sus acciones demuestran a estas personas como deben vivir sus vidas de acuerdo al orden establecido por Yehováh.

Parece ser que la maldad y la prepotencia de estos pueblos era mayor que la perversión y la injusticia que reinaba en Sodoma de ahí la advertencia (condena) que Yeshúa mismo declara para aquellas ciudades que “no os reciban”:

Pero esto sabed, que el reino de Dios se ha acercado a vosotros. Y os digo que en aquel día será más tolerable el castigo para Sodoma, que para aquella ciudad”.

El testimonio de los discípulos, y los milagros que realizarían en tales ciudades, era razón suficiente para que los habitantes se volvieran (arrepintieran) a Yehováh.

Lo mismo ocurre hoy con nosotros. Somos una extensión del Reino. Yeshúa dijo:

“El que a vosotros oye, a mí me oye; y el que a vosotros desecha, a mí me desecha; y el que me desecha a mí, desecha al que me envió” Lucas 10:16.

Nuestro testimonio será un testigo en contra de aquellos que no quisieron arrepentirse de sus malos caminos y volverse al Altísimo.

Nota: Después de que los setenta discípulos fueron enviados, no hay eventos reportados en la cronología de los evangelios sino hasta después de que los discípulos regresan de su misión, poco antes de la celebración de Janucá, alrededor del 14 de diciembre, semana 38… Reanudaremos esta sección entonces.

 

 

 

 

 

 

 

 

La mujer adultera

¿Dónde están los que te acusan?

Por: Harold Calvo  - 
Tal como lo vemos en varias ocasiones en los evangelios, el pueblo venía a Yeshúa y él les enseñaba; solo que en esta oportunidad, ocurre algo inesperado… se nos dice que los líderes religiosos de las sectas judías (los escribas y los fariseos) le trajeron a Yeshúa una mujer sorprendida en el acto del adulterio; esto para poner a prueba al maestro.

“En la ley (Torá) nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?” (Juan 8:5) – le preguntaron a Yeshúa.

La pregunta que podríamos plantearnos en este caso es, ¿estaban los líderes religiosos diciendo la verdad? ¿Merecía esta mujer la pena de muerte? Desde el principio se nos instruyó a no cometer adulterio:

“No cometerás adulterio” Éxodo 20:14.

Además la Torá establece claramente que el adulterio no sería tolerado en medio del pueblo de Israel:

“Si un hombre cometiere adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” Levítico 20:10.

La respuesta a ambas preguntas es: Sí. Los líderes religiosos estaban en lo correcto, la mujer merecía la pena de muerte. Yeshúa sin sorprenderse del dominio que los escribas y los fariseos podrían tener del mandamiento, les respondió con una expresión que hasta el día de hoy nos deja a más de uno sin palabras…

“El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” Juan 8:7.

Yeshúa evidenció a todos los presentes que querían matarla, demostrando que ninguno estaba en la posición de ejecutar la sentencia de muerte, debido a su condición pecaminosa; además de que la ordenanza dice que tanto el “adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” y en este caso solamente habrían traído a una de las partes. ¡Una vez más vemos los juicios justos del Altísimo y un Yeshúa lleno de sabiduría y amor, que se dirige a esta mujer diciéndole: “¿Dónde están los que te acusan? Yo no te condeno; vete, y no peques más”.
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Fiesta de Tabernáculos (Sukot)

La Fiesta de Tabernáculos es también una sombra profética de las Bodas del Cordero.

Lc 10:1-16, Semana 35

La Fiesta de Tabernáculos o Sukot (en hebreo), es la última Fiesta del Otoño, y la última Fiesta del calendario bíblico hebreo. Esta, tiene una duración de siete días e inicia el décimo quinto día del séptimo mes bíblico.

Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Yehováh por siete días” Levítico 23:34.

En ella, los hijos de Israel deben de habitar en tiendas o cabañas hasta el término de la Celebración:

“En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos…” Levítico 23:42.

Tanto, el primer día como el octavo día son días de descanso; Shabat.

“…el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo” Levítico 23:39.

La Fiesta de Tabernáculos es también una sombra profética de las Bodas del Cordero, que se mencionan en el libro de Apocalipsis.

El Octavo Día de la Celebración es conocido como el Último Gran Día o Shminí Atzéret (en hebreo). De acuerdo al evangelio de Lucas, Yeshúa comisionó a setenta discípulos y los envío de dos en dos para que fueran a los lugares que él mismo visitaría posteriormente.

“Después de estas cosas, designó el Señor también a otros setenta, a quienes envió de dos en dos delante de él a toda ciudad y lugar adonde él había de ir” Lucas 10:1.

Este relato es muy interesante, porque aquí podemos encontrar también otra figura profética de los 144.000 de las doce tribus de Israel, que serán enviados por todo el mundo como testimonio, después del derramamiento del Espíritu (la lluvia tardía) profetizado por el profeta Joel.

¡Que esta Fiesta de Tabernáculos sea un tiempo de regocijo y júbilo, para el pueblo de Israel!