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El mandamiento que beneficia a las Naciones


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Yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo

¡Que alegría poder celebrar las Fiestas de Otoño del Altísimo! ¡Son un tiempo de refrigerio para su pueblo! Este tiempo nos hace recordar la promesa del Padre, la que declara que, si guardamos sus mandamientos, Él enviará la lluvia en el momento indicado. 

“Si obedecieres cuidadosamente a mis mandamientos que yo os prescribo hoy, amando a Yehováh vuestro Dios, y sirviéndole con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma, yo daré la lluvia de vuestra tierra a su tiempo, la temprana y la tardía; y recogerás tu grano, tu vino y tu aceite” Deuteronomio 11:13-14.

 Siempre y cuando guardáramos y pusiéramos por obra sus mandamientos, Yehováh prometió bendecirnos a tal punto que dijo que todas estas bendiciones vendrían sobre nosotros y nos alcanzarían: 

 “…Bendito serás tú en la ciudad, y bendito tú en el campo. Bendito el fruto de tu vientre, el fruto de tu tierra, el fruto de tus bestias, la cría de tus vacas y los rebaños de tus ovejas. Benditas serán tu canasta y tu artesa de amasar. Bendito serás en tu entrar, y bendito en tu salir. Yehováh derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti. Yehováh te enviará su bendición sobre tus graneros, y sobre todo aquello en que pusieres tu mano; y te bendecirá en la tierra que Yehováh tu Dios te da. Te confirmará Yehováh por pueblo santo suyo, como te lo ha jurado, cuando guardares los mandamientos de Yehováh tu Dios, y anduvieres en sus caminos. Y verán todos los pueblos de la tierra que el nombre de Yehováh es invocado sobre ti, y te temerán. Y te hará Yehováh sobreabundar en bienes, en el fruto de tu vientre, en el fruto de tu bestia, y en el fruto de tu tierra, en el país que Yehováh juró a tus padres que te había de dar. Te abrirá Yehováh su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Y prestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Yehováh por cabeza, y no por cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Yehováh tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a diestra ni a siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles” Deuteronomio 28:3-14.

Joel, profetizando acerca de los tiempos finales, describe un escenario muy parecido al tiempo de las Fiestas del Otoño, pues nos dice que después de que se haya tocado trompeta en Sión (Yom Truá – Día de Trompetas – Joel 2:1), y el pueblo se haya vuelto a Yehováh de todo su corazón con ayuno (Yom Kipur – Joel 2:12), lloro y lamento, vendrá un tiempo de gozo y alegría con nuestro Dios, porque Él hará descender sobre nosotros la lluvia temprana y la tardía como al principio (Sucot – Joel 2:23). 

Moisés compara la instrucción de Yehováh con la lluvia diciendoGoteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento; como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba” (Deut 32:2) y el profeta Isaías amplía el propósito por el cual Yehováh hace descender esa lluvia:

Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.

Finalmente, el profeta Habacuc hace una declaración que es consistente con las palabras de Moisés anunciando que “la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Yehováh, como las aguas cubren el mar” Habacuc 2:14.

¡Seámos fieles a Yehováh, volvámonos de nuestros malos caminos, y Él hará llover sobre nuestra tierra, y las naciones conocerán que Él está en medio nuestro, y que Él es Yehováh nuestro Dios, y no hay otro, y nunca más seremos avergonzados! 

Jag Sameaj Sucot (¡Feliz Fiesta de Tabernáculos!

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El Mensaje de Yeshúa a los Gentiles

Juan 12:20-26
Semana 62

En esta ocasión, Yeshúa se encuentra con unos griegos que habían subido a Jerusalén para celebrar el Pésaj. Estos griegos representan a los gentiles que no tenían nada que ver con Israel ni con sus promesas. Sin embargo, Yeshúa aprovecha esta oportunidad para manifestarles un mensaje transcendental para sus vidas.  

“Queremos ver a Yeshúa” le dijeron estos gentiles a Felipe. Felipe, llevó el mensaje a Andrés, y ambos se lo comunicaron de inmediato a Yeshúa.
“Yeshúa les respondió diciendo: Ha llegado la hora para que el Hijo del Hombre sea glorificado.
De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” Juan 12:23-24.

Yeshúa les revela un mensaje a los gentiles: después de que él muera, sea enterrado y resucite, habrá mucho fruto entre los gentiles y cualquier hombre (sea gentil o judío) que le sirva, será honrado por el Padre.

Esta profecía tuvo su cumplimiento, tal como registra en el capítulo 10 del libro de los Hechos. Se trata del testimonio de Cornelio, un centurión gentil romano y de su casa que llegaron a formar parte de la familia de la fe.

Pablo, en la carta a los Romanos, hace referencia al tema de los gentiles, expresándolo de la siguiente manera:

“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles
Romanos 11:25.

Israel (Judá) entró en un período de ceguera parcial, espiritualmente hablando, hasta que la ‘plenitud de los gentiles’ se cumpla. En otras palabras, desde la muerte del Mesías en el madero hasta nuestros días ha existido una ventana de tiempo para que los gentiles puedan formar parte de la heredad de Israel, y luego esa ceguera parcial será removida, para que todo Israel pueda ver que Yeshúa es el Mesías enviado por Yehováh.

¡Así como Cornelio, seamos parte hoy mismo de esa plenitud de los gentiles!

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El que ama su vida, la perderá

Juan 12:20-26

Semana 62

¡Qué palabras más duras les comparte Yeshúa a estos griegos gentiles que habían subido a Jerusalén a celebrar la fiesta de Panes Sin Levadura!:

“El que ama su vida, la perderá…” Juan 12:25.

¿A qué se estaba refiriendo Yeshúa cuando pronunció estas palabras? ¿Acaso no quiere Dios que tengamos una vida plena, y que la disfrutemos al máximo? ¿Qué hay de malo que podamos disfrutar de nuestra familia y del fruto del trabajo de nuestras manos? Acaso no fue esa, una de las conclusiones a las que llegó el sabio Salomón cuando dijo:

“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios”
Eclesiastés 2:24.

No hay nada de malo en que el hombre disfrute de lo que logra a través de su trabajo, pero entonces, ¿a que se refería Yeshúa?

Yeshúa estaba hablando acerca de otro principio del Reino. El problema no es disfrutar del fruto de nuestro trabajo con nuestros seres queridos; el problema es enamorarnos de lo que este mundo nos ofrece.

En el momento que nuestro corazón se desvía por el amor a las cosas terrenales, nuestra alma entra en una zona de peligro:

“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:34.

¿Recuerda el caso del joven rico que le preguntó a Yeshua qué tenía que hacer para heredar la vida eterna? A pesar de que ese joven guardaba todos los mandamientos desde niño, su corazón no estaba en hacer esto, sino en las muchas riquezas que poseía.

Hay una mayor recompensa y galardón para los que están dispuestos a dejarlo todo cuando llegue el momento de hacerlo:

“…y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” Juan 12:25.

Porque… ¡Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón!

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La entrada triunfal del Cordero de la Pascua

Mateo 21:7-11

Semana 62

Una vez más, el relato de los Evangelios nos va a revelar un acto profético que Yeshúa va a llevar a cabo, en favor de su amada Israel. En esta ocasión lo hace durante su entrada triunfal a Yerushaláyim antes de ser sacrificado como el Cordero de la Pascua (Pesaj).  Yeshúa se dirige hacia Jerusalén montado en un pollino:

Y trajeron el pollino a Yeshúa, y echaron sobre él sus mantos, y se sentó sobre él” Mr 11:7.

Pero, ¿por qué se nos brinda el detalle acerca del pollino, qué importancia podría tener un “pollino”?

Hay dos aspectos muy importantes que debemos considerar. El primero está relacionado con el cumplimiento de la profecía de Zacarías que decía que el Rey de Israel vendría sentado sobre un pollino:

“Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Yerushaláyim; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” Zacarías 9:9.

Y en segundo lugar, el pollino representa a Efraín (Casa de Israel), las Diez Tribus del Norte de Israel que se gentilizaron y fueron esparcidas por todo el mundo:

“Porque ellos subieron a Asiria (en cautiverio), como asno montés para sí solo; Efraín con salario alquiló amantes” Oseas 8:9.

Otro dato importante es que la Torá establece que de todos los animales impuros que existen, había que redimir el primogénito del asno con un cordero:

“Mas todo primogénito de asno redimirás con un cordero…” Éxodo 13:13.

Y para cerrar el círculo, tanto Yacob como Yehováh reconocen que Efraín es su primogénito:

“Y Yacob dijo:ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos” Gen 48:5.

“Irán con lloro, mas con misericordia los haré volver, y los haré andar junto a arroyos de aguas, por camino derecho en el cual no tropezarán; porque soy a Israel por padre, y Efraín es mi primogénito” Jeremías 31:9.

  ¡Yeshúa estaba llevando a cabo la redención profética de Efraín: las ovejas perdidas de la Casa de Israel!
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Yeshúa y la “Santa Cena”

Recientemente me compartieron la siguiente inquietud: “¿Debemos de celebrar la “Santa Cena” solo durante Pesaj (la Pascua) porque Yeshúa así lo hizo?”.

El día antes de Pesaj, Yeshúa se reunió con sus discípulos a “partir el pan” en medio de una cena. En Medio Oriente es muy común sentarse o mejor: “reclinarse a la mesa a partir el pan” y comer con los demás. En Israel es una práctica muy común hacerlo al inicio del Shabbat (viernes al atardecer), y beber vino, e incluso después de terminado el Shabbat, se acostumbra comer para así cerrar el día de reposo. Es una práctica cultural. Imagínese que judíos no creyentes en Yeshúa, hasta el día de hoy “parten el pan” y beben vino para abrir el Shabbat.

Tan antigua es esta práctica, que el mismo Melquisedec compartió pan y vino con Abraham:

Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; y bendijo a Avraham 
Génesis 14:18-19.

En el caso de Yeshúa, él estaba haciendo algo normal de la cultura judía. Echemos un vistazo al texto de Hechos 2:46, donde se relata lo que hacían los nuevos creyentes que Yehováh iba añadiendo a la congregación:

Y perseverando unánimes cada día en el templo, y partiendo el pan en las casas, comían juntos con alegría y sencillez de corazón, alabando a Dios, y teniendo favor con todo el pueblo.

¿Cuándo participaban en el partimiento del pan y la alabanza a Dios? ¿Para Pesaj solamente? ¡No! Más bien, todos los Shabbatot y días de Fiesta. De hecho, este acontecimiento ocurrió después de la Fiesta de Shavuot (aproximadamente cincuenta días después de la Fiesta de Panes Sin Levadura). Veamos otro ejemplo que se menciona en Hechos 20:7:

Y el primer día de la semana (es decir, a la caída del sol para cerrar el Shabbat cuando inicia el domingo) reunidos los discípulos para partir el pan (o para cenar) Pablo les hablaba…

Después del Shabbat, hasta la fecha es común quedarnos comiendo entre los hermanos, teniendo comunión y disfrutando unos con otros, después de haber compartido la lectura de las Escrituras. En Israel hay una tradición que dice que Yehováh se le apareció al Rey David y le dijo que él iba a morir en un Shabbat. Por lo tanto, cada vez que finalizaba un Shabbat, David preparaba un banquete para celebrar que el Padre le había concedido más días de vida.

Veamos otro ejemplo donde Yeshúa mismo parte el pan y come con los que estaban ahí presentes:

Y tomó Yeshúa aquellos panes, y habiendo dado gracias, los repartió entre los discípulos, y los discípulos entre los que estaban recostados; asimismo de los peces, cuanto querían.
Juan 6:11.

La gente tiende a confundirse y a creer que Yeshúa celebró la cena de Pesaj con sus discípulos… ¡esto es imposible! Para que pudieran celebrar la cena de Pesaj, tenían que haber presentado el cordero en el Templo y sacrificarlo delante del sacerdote, pero el Sacerdote no lo hubiera permitido ya que no era el día 14 de Aviv, día en que se sacrificaban los corderos según la Torah:

En el mes primero, a los catorce del mes, entre las dos tardes, Pascua es de Yehováh. Levítico 23:5.

Lo que Yeshúa hizo en esa cena fue instruir a sus discípulos respecto a que la próxima vez que “partieran el pan” y “bebieran del vino”, lo hicieran en memoria del pacto renovado que Yeshúa estaba a punto de restablecer a través de su muerte en la cruz, refiriéndose al pacto que Yehováh había prometido renovar con su pueblo Israel:

“He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá” Jeremías 31:31.

No hay una indicación alguna de cuando llevar a cabo “la partición del pan” de la manera en que Yeshúa la enseñó a sus discípulos, pero cuando lo hagamos de esa manera, hagámoslo con la reverencia que sugiere Pablo, haciéndolo de una manera digna:

“Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.  Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”
1 Corintios 11:28-29.

Pablo, siendo ortodoxo, estricto y celoso de la Torá por su amor al Mesías, podríamos creer que cada vez que “partía el pan” lo hacía en memoria de lo que hizo Yeshúa con sus discípulos.

¡Shalom!

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Yeshúa sana a dos ciegos

Mateo 20:30-34
Semana 62

Por: Harold Calvo   –

En repetidas ocasiones, vemos como Yeshúa afirma su misión de venir a rescatar las ovejas perdidas de la Casa de Israel, y esta no es la acepción.

Dos ciegos que estaban sentados junto al camino, cuando oyeron que Yeshúa pasaba, clamaron, diciendo: !!Señor, Hijo de David, ten misericordia de nosotros!”
Mt 20:30-34.

Estos dos ciegos pueden representar una figura de las dos casas de Israel: Judá y Efraím. Evidentemente, ambas casas habían perdido el norte; tanto Judá como Efraím quebrantaron la ley de Yehováh y por tanto sufrieron la maldición de no guardar los mandamientos de Yehováh; una ceguera espiritual…

“Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Yehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán… Yehová te herirá con locura, ceguera y turbación de espíritu…”
Deut 28:1,28.

Yeshúa responde a los ciegos con una pregunta muy curiosa:

“Y deteniéndose Yeshúa, los llamó, y les dijo: ¿Qué queréis que os haga?” Mt 20:32.

De primera entrada podríamos pensar que la respuesta a la pregunta de Yeshúa es obvia, pero en realidad requiere de rendición. Tal como ocurrió con los diez leprosos en Lucas 17:11-19, Yeshúa sana a estos dos ciegos después de que ellos reconocieron que Yeshúa tenía el poder para sanarlos. Pero el relato no termina ahí. Algo incluso más glorioso llega a suceder aquí.

“Porque ningún varón en el cual haya defecto se acercará; varón ciego, o cojo, o mutilado, o sobrado…” Lev 21:18.

Israel fue llamado a ser una nación de sacerdotes, pero la Torá establece que ningún sacerdote que tenga defecto (incluyendo ceguera) puede acercarse a la presencia de Yehováh.

Por lo tanto, Yeshúa no solamente estaba sanando a dos ciegos, sino que ¡estaba devolviéndole la dignidad a su amada Israel (de manera profética), para poder presentarse nuevamente delante de su Rey!