El arte de bendecir a nuestros hijos

Muchas personas no desean tener hijos, como indican las estadísticas demográficas. Y aquellos que los tienen, a menudo no saben qué hacer con ellos o cómo criarlos, lo que resulta en que los hijos terminen en manos de desconocidos o simplemente de los sistemas educativo y social.

En Génesis 48:15-16, encontramos la bendición que Jacob pronunció sobre José y sus hijos:

“Bendijo a José, diciendo:
‘El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que ha sido mi pastor desde que existo hasta hoy, el ángel que me ha rescatado de todo mal, bendiga a estos jóvenes. Que mi nombre y el nombre de mis padres Abraham e Isaac permanezcan en ellos, y que crezcan y se multipliquen abundantemente en medio de la tierra’.”

La paternidad es un privilegio y una enorme responsabilidad que nos da Yehováh, brindándonos la oportunidad de moldear las vidas de nuestros hijos. Al igual que en todos los aspectos de la vida, Él hace su parte y nosotros la nuestra; al relacionarnos con nuestros hijos, podemos comprender cómo nuestro Padre Eterno se relaciona con nosotros.

Desafortunadamente, en la actualidad, muchos no desean tener hijos, como indican las estadísticas demográficas. Y aquellos que los tienen, a menudo no saben qué hacer con ellos o cómo criarlos, lo que resulta en que los hijos terminen en manos de desconocidos o simplemente de los sistemas educativo y social.

Sin embargo, las Escrituras nos enseñan cómo ser padres, proporcionándonos modelos a seguir. Una de estas prácticas es bendecir a nuestros hijos de manera explícita, inteligente y consistente. No me refiero al simple estribillo recitado inconscientemente a diario al despedirlos, “Dios te bendiga”, el cual pierde su significado con el tiempo.

Hablo de una bendición inspirada por el Espíritu de Yehováh, para que cuando la pronunciemos sobre nuestros hijos, sea algo serio e impactante que quede grabada en sus mentes y corazones de manera indeleble. Si aún no lo has hecho, ¿qué estás esperando para empezar?

En Números 6 encontramos la bendición que Yehováh ordenó a los sacerdotes para que la pusieran sobre su pueblo. Dado que uno de los roles del padre de familia es actuar como “sacerdote”, intercediendo por sus hijos ante Yehováh, ¿por qué no orar por nuestros hijos, siguiendo el modelo que nos proveenlas Escrituras?

“Yehováh te bendiga y te guarde; Yehováh haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Yehováh alce sobre ti su rostro y te dé paz.” 

Números 6:24-26

¿Que efecto puede tener esto en la vida de nuestros hijos? En primer lugar ellos tendrán conciencia de que han sido encomendado al Todopoderoso Creador para su guía y protección; a lo largo de la vida nos enfrentamos con múltiples situaciones de peligro no solo físico, sino de toda índole. Cuando los hijos saben que pueden contar con tal protección los hace seguros y formes en sus decisiones.

En segundo lugar, cuando invocamos a Yehováh para que “haga resplandecer su rostro” sobre nuestros hijos, estamos orando por discernimiento para ellos; Dios se manifiesta continuamente en sus vidas, pero si ellos no lo disciernen, terminarán atribuyendo a la suerte, ya sea buena o mala, lo que les ocurre. Para que esto suceda la misericordia de Yehováh tiene que entrar en juego. Nadie se merece que Él haga resplandecer su rostro sobre él o ella; si sucede es porque en un derroche de su bondad Dios se deja percibir y eso transforma la vida de las personas.

Por último cuando declaramos que Yehováh alce su rostro sobre ti y te de paz, estamos pidiendo que Él, se fije en nuestro hijo en particular, es como pedirle que dentro de la multitud de gentes, Él identifique a nuestro hijo por su nombre y una vez encontrado, le dé la certeza de que todo está bajo su control, porque solamente así se puede tener paz; la paz que sobrepasa todo entendimiento y que hace a la persona mantenerse sobria, ser prudente, tener claridad para evaluar las circunstancias, y ser agradecido aun en medio de las mas grandes dificultades.

Esta es una invitación para que cuando ores, lo hagas de manera consciente e inteligente; las repeticiones vacías no son útiles y son abominables ante Yehováh; pero una oración sincera y espontánea, pronunciada con el corazón, tiene muchas posibilidades de llegar al trono de nuestro Padre y obtener respuesta.

Yehováh te dé sabiduría y dirección para orar y bendecir adecuadamente a tus hijos.

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