¿Vives para trabajar para seguir viviendo…?

Cuando no hay una clara motivación para ganar algo más que el sustento y pagar los compromisos, es decir para alcanzar algo más allá de esto, todo pierde su sentido.

Los egipcios comenzaron a hacer que los israelitas realizaran labores designadas a destruir sus cuerpos. Éxodo 1:13

Con el objetivo de mantener a los hebreos ocupados para que no tuvieran tiempo de pensar sobre las palabras de Moshé anunciando su libertad, el faraón decretó que de ese momento en adelante, los esclavos hebreos tendrían que recolectar su propia paja, manteniendo su cuota previa de ladrillos. ¿Por qué el faraón no duplicó simplemente la cuota de ladrillos? De esa forma, habría forzado a los hebreos a trabajar más duro y se habría beneficiado de la producción doble.

La Toráh describe esta labor en Egipto como “avodat parej”, es decir, trabajo que destruye a la persona. Avodat parej se define como el trabajo que no tiene propósito y se asigna simplemente para mantener a un esclavo ocupado.

La Toráh específicamente nos prohibe hacer que un sirviente hebreo trabaje de esa manera:

No gobernarás sobre él (un siervo) con dureza; respetarás a ‘Elohim Levítico 25:43

El faraón se dio cuenta de que nada desanima tanto a una persona como ver que su trabajo no tiene propósito alguno, y que no produce algo de lo que pueda sentirse satisfecho y orgulloso. Por eso tenía a los esclavos hebreos construyendo ciudades sin parar.

El trabajo puede ser estimulante, gratificante y ennoblecedor, pero sólo cuando es un trabajo con sentido, un trabajo con una meta. Pero el trabajo sin sentido sólo sirve para destruir el espíritu de una persona.

Robert Kiyosaki, popularizó la expresión: “La carrera de la rata” en su libro Padre Rico, Padre Pobre, haciendo referencia a un ciclo de trabajo repetitivo y agotador, en el que las personas trabajan constantemente para alcanzar metas financieras, profesionales o materiales, pero sin sentir que logran una verdadera libertad o satisfacción.

Dicha expresión, es una metáfora para describir la lucha constante por sobrevivir económicamente, pagar deudas o cumplir expectativas sociales, mientras se tiene la sensación de no avanzar realmente en la vida, como si estuvieran corriendo en una rueda de hámster (ratón) sin llegar a ningún lado.

Nosotros podemos quedar atrapados en un círculo vicioso sin ningún propósito, aparte de mantenernos trabajando para ganar suficiente pan para tener fuerza para seguir trabajando otro día, para ganar más pan… El resultado es una vida sin sentido.

Cuando no hay una clara motivación para ganar algo más que el sustento y pagar los compromisos, es decir para alcanzar algo más allá de esto, todo pierde su sentido. Por eso tantos retirados se deprimen, e incluso se suicidan, al dejar de trabajar.

Aquellos que tenemos la Toráh, tenemos el potencial para vencer esta dificultad, porque nos damos cuenta que todo lo que hacemos tiene un efecto en el Reino que está por venir. Saber esto, nos proyecta más allá de la existencia en esta tierra y le da significado y valor a todas las actividades de la vida; porque mientras más grande es el propósito y la meta, más significativo es el esfuerzo:

Sea cual sea el trabajo que realicen, esfuércense en él, como quienes sirven no sólo a otras personas, sino al Señor. Colosenses 3:23 (Complete Jewish Bible)

En un comienzo, Yehováh le dijo a Moshé que le dijera al faraón que los hebreos saldrían de Egipto para tres días de celebración y sacrificios en el desierto. No se le comunicó que la intención real era partir, porque de esta manera él podría ejercer su libre albedrío. Si se le hubiera dicho que los hebreos querían irse para siempre, nunca hubiera dado la autorización para ello.

A los israelitas, por otra parte, se les tenía que decir claramente el plan completo sobre su partida, a pesar de que la idea de tener que conquistar la tierra podría darles miedo; pero la gran meta poseer la tierra les daba fuerzas para enfrentar todas las dificultades que implicaría su éxodo.

Así es todo en la vida, y de lo anterior, podemos aprender una gran lección: Nunca perdamos de vista que todo lo que hacemos tendrá una recompensa de parte de nuestro buen Señor, siempre y cuando lo hagamos de todo corazón. Mas si no experimentamos pasión al realizar nuestras labores, es tiempo de detenernos y reflexionar para examinar nuestros motivos, pues no vale la pena hacer nada desganadamente:

Maldito el que hiciere indolentemente la obra de Jehová, y maldito el que detuviere de la sangre su espada. Jeremías 48:10

Esta maldición fue para aquellos que teniendo que llevar a cabo el juicio de Yehováh sobre Moab, se negaron a hacerlo. Pero esto nos permite percibir que en cualquier instrucción que nos da nuestro Padre eterno, espera de nosotros diligencia, empeño y buena voluntad de nuestra parte.

Para apreciar verdaderamente el significado de nuestras actividades cotidianas y de las que consideramos espirituales que constituyen nuestro servicio a Elohim, debemos estar constantemente conscientes de nuestra meta última que es perfeccionar el mundo a través de cumplir con la voluntad de Él, para poder escuchar de nuestro Señor la palabras:

Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Mateo 25:23


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