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Vivimos en tiempos en los que somos sobre estimulados con información e impulsos visuales a cada momento. La sociedad es diseñada por medio de propaganda a través de los medios masivos de comunicación, la industria del entretenimiento y el sistema educativo.
Mirándolo desde afuera, es difícil ser optimista. Pero muchas veces las cosas no terminan de la manera que esperamos. Los heroes pueden terminar por villanos y los perseguidos siendo victoriosos, yendo contra todo pronóstico.
Esto es lo que sucedió en la historia de Purim, conmemorada cada año como una de las celebraciones bíblicas menores.
24 Pues Amán, el enemigo de todos los judíos, había pensado exterminarlos echando suertes para matarlos y destruirlos; 25 pero cuando Ester se presentó al rey, éste ordenó por escrito que todo el mal que Amán había pensado hacer a los judíos cayera sobre él. Así Amán y sus hijos fueron colgados en la horca. 26 Por esta razón, estos días fueron llamados purim, que es el plural de pur.
Ester 9:24-27
La palabra suertes viene del término hebreo purim (pur en singular), el cual probablemente proviene de la palabra akadia puru, piedras, ya que era con piedras que se arrojaban y caían en distintos cuadrantes, que se determinaban las fechas para eventos importantes, así como también para cuestiones de adivinación. Esta no era solamente una costumbre “pagana”. Tenemos evidencia bíblica en la Torá que en Israel también se utilizaba un sistema de “suertes” para decidir qué cordero era sacrificado en el Templo en Yom Kipur y cual era enviado a Azazel. Esto podría compararse hoy en día a arrojar una moneda al aire y elegir cara o ceca, dejando la decisión “al azar”.
La fiesta de Purim y el libro de Ester tienen una particularidad; el nombre del Dios de Israel no aparece en ningún lugar, así como tampoco hay referencia alguna a milagros dentro de la historia. Al menos milagros entendidos como eventos sobrenaturales como sucedieron en las plagas de Egipto y otros lugares.
Por el otro lado, existe entre los judíos la costumbre de disfrazarse para esta fiesta, a pesar de que tal cosa no se encuentra ordenada en el libro de Ester, y la primera referencia histórica de esto, quizás no tenga más de 500 años. Sin embargo, se pueden encontrar varias relaciones temáticas, entre esta costumbre y los acontecimientos relatados en el libro de Ester, que paso a detallarles:
1) Dijimos que no aparece el nombre del Creador en este libro. De la misma manera, cuando nos disfrazamos, estamos ocultando nuestra apariencia.
2) La reina Ester ni siquiera se llamaba Ester. Su nombre era Hadasa. Por recomendación de su primo Mordejai (Mardoqueo) ella se cambió el nombre a Ester, fonéticamente similar al nombre babilónico Ishtar, pero con el significado hebreo de “ocultar”.
3) Hay un punto decisivo en la historia, cuando Mordejai es vestido con las vestiduras del rey, en lugar de Amán. De esta manera ocurre aquí un cambio de roles. Los papeles se invierten.
De la misma manera los judíos, contra quienes había sido decretada una muerte certera, comparable a la Solución Final de Hitler en la Alemania de los años 40′, terminaron invirtiendo su rol y luchando (y venciendo) contra sus opresores.
Dios, quien permaneció escondido durante toda la historia, no había olvidado a su pueblo.
Sobre todas estas cosas podemos meditar durante este tiempo, y conectarlo con nuestros propios tiempos y nuestra propia vida. ¿Cuántas veces juzgamos nuestra realidad por lo que vemos con nuestros ojos? ¿Nos detenemos a pensar cuántas cosas que nos suceden hoy, en realidad nos están preparando para ser las personas que debamos ser mañana?
Rabi Akiva decía “hakol leTová” (todo es para bien). El apóstol Pablo, por su parte, escribió que “Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman“.
No todo es lo que parece. Las apariencias engañan. Mantente firme en tu propósito e ignora las distracciones que te apartan del camino que debes transitar, a pesar de lo que veas a tu alrededor. Viviendo en tiempos de guerras y rumores de guerras, es difícil no darse al pánico, estrés y ansiedad. Pero tal como la reina Ester en tiempos cuando todo su pueblo sufría la amenaza de un genocidio inminente, procuremos andar por fe, y no por vista.