¿Puede un pastor, ser a la vez un guerrero?

Un pastor bíblico es también un guerrero: un hombre lleno de gran valor y con un corazón dispuesto a enfrentarse a cualquier amenaza con tal de salvar a sus ovejas.

David respondió a Saúl: Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 1Samuel 17:34-35

Cuando cerramos los ojos e imaginamos a un pastor de los tiempos bíblicos, la imagen tradicional que puede venirnos a la mente sería la de un hombre joven, con un cayado de pastor en la mano, conduciendo suave y tiernamente a su amado rebaño hacia hermosos pastos verdes. Nos lo imaginamos cuidando de su rebaño de forma solícita y cariñosa. Nos lo imaginamos alzando sobre sus hombros a un corderito perdido, tal y como nuestro Señor Yeshua expresó en la parábola, diciendo:

Y cuando lo encuentra, se lo pone alegremente sobre los hombros y se va a casa. Entonces convoca a sus amigos y vecinos y les dice: ‘Alegraos conmigo; ya encontré a mi oveja perdida’. Lucas 15:5-6

Es obvio que una imagen tan hermosa no es errónea, ya que éstas son algunas de las principales obligaciones de un pastor. El primer y más importante deber de un pastor es amar a sus ovejas, y porque las ama las cuida con compasión, las guía con ternura y se asegura de que están siendo alimentadas adecuadamente con lo mejor que la tierra puede ofrecer.

Esta imagen es, por supuesto, muy familiar para todos los cristianos, ya que es la misma que se utiliza con frecuencia para ilustrar a nuestro Señor Yeshua. Él utilizó esta figura simbólica para representarse a sí mismo y sus deberes para con los creyentes, diciendo:

Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y mis ovejas me conocen. Juan 10:14

Es maravilloso y hermoso centrarse en el amor sacrificado de nuestro Maestro, su servicio desinteresado, su toque compasivo y sanador, sus palabras amables y veraces y su espíritu humilde.

Pero necesitamos recordar que Yeshúa, nuestro Señor, nunca rehuyó los conflictos. Dijo la verdad en todo momento y en toda circunstancia, incluso cuando hacerlo hubiera sido extremadamente arriesgado e incómodo.

Cuando se estaba faltando al respeto a la Casa de su Padre, hizo un látigo y expulsó a los animales y a los mercaderes (véase Juan 2:13-17); reprendió cara a cara a los líderes religiosos hipócritas, incluso en sus propias casas (véase Lucas 11:37-54) y expuso abiertamente las malas acciones de los líderes más poderosos de Israel; avergonzando públicamente a los hombres más respetados del país (véase Mateo 23:13-38).

Todo por el bien de su amado rebaño. Nuestro «buen pastor» nunca tuvo miedo de enfrentarse a los lobos del mundo.

Y ese también es uno de los principales deberes de un pastor: proteger a su rebaño luchando contra los leones, los osos y los lobos del mundo. Por cuanto en verdad ama a su rebaño, un verdadero pastor se enfrentará a cualquier amenaza y luchará contra todo animal peligroso, hasta la muerte si fuere necesario, protegiendo  y salvando sus ovejas; en cambio, un jornalero – alguien que no ama al rebaño – no hará esto.

Yeshua dijo:

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas… El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Juan 10:8, 10-16

Hemos de reconocer que vivimos en un mundo absolutamente plagado de leones, osos y lobos espirituales. El mal está por todas partes. El peligro es muy real.

Yehováh y Yeshúa, son blasfemados abiertamente. Perversiones sexuales inmencionables, son celebradas y aplaudidas; la corrupción gubernamental y corporativa es rampante; las ideologías del marxismo y el comunismo son glorificadas; los políticos, los famosos y las cabezas parlantes de los medios de comunicación mienten continuamente, mientras los falsos profetas se multiplican y los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. 2Timoteo 3:13.

Vivimos en un mundo en el que Satanás, el león más peligroso de todos, busca devorar a los justos, como ilustró Pedro: …vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; 1Pedro 5:8.

Al igual que los leones, animales feroces y despiadados, merodean por las llanuras del Serengeti africano atacando a los más débiles y jóvenes entre los rebaños, Satanás y quienes le sirven merodean constantemente buscando a los débiles y a los jóvenes entre el rebaño de Dios para abatirlos y devorarlos.

Pero un verdadero pastor de Yehováh Dios está ahí, para defender a su rebaño y dejará a las 99 más fuertes, para ir tras la más débil, que ha caído presa de los ataques del enemigo.

David, el antepasado de nuestro Señor Yeshua, vivió como pastor antes de ser coronado como rey de Israel. Por el bien de su rebaño, luchó contra todas las amenazas, incluso aquellas tan aterradoras como los leones y los osos.

David le dijo al rey Saúl:

Cuando venía un león o un oso y se llevaba una oveja del rebaño, yo iba tras él, lo golpeaba y rescataba a la oveja de su boca. 1Samuel 17:34-35.

Siguiendo el ejemplo de David, un verdadero pastor perseguirá a los leones y osos de este mundo y le arrebatará de su boca las ovejas más débiles para salvarlas. Confiando de todo corazón en Yehováh su Dios, un verdadero pastor derribará a cualquier fiera, poniendo fin así a su terror.

Tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada, 35 salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba. 1Samuel 17:35-37

Como David, un verdadero pastor marchará audazmente y sin temor al campo de batalla, confiado en que al estar armado con el Nombre de Yehováh y la verdad de la Palabra de Dios derribará con éxito a cualquier gigante.

Entonces dijo David al filisteo: Tú vienes a mí con espada y lanza y jabalina; mas yo vengo a ti en el nombre de Yehováh de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado. Yehováh te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza, y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y a las bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que Yehováh no salva con espada y con lanza; porque de Yehováh es la batalla, y él os entregará en nuestras manos. 1Samuel 17:45-47

Un verdadero pastor enfrenta y derrota valientemente leones, osos y gigantes espirituales, porque está lleno del ESPÍRITU GUERRERO de Dios – porque Yehováh es el Guerrero más grande de todos.

Inmediatamente después de que el Faraón y todo su ejército egipcio se hubieron ahogado en las profundidades del Mar Rojo, Moisés dio gloria a Yehováh con este cántico:

Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente; ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Yehováh es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación.
Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré.
Yehováh es varón de guerra; Yehováh es su nombre.
Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército;
y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.
Los abismos los cubrieron;
d
escendieron a las profundidades como piedra.
Tu diestra, oh Yehováh, ha sido magnificada en poder;
Tu diestra, oh Yehováh, ha quebrantado al enemigo. Éxodo 15:1-6

Cuando pensamos en los deberes de un pastor, tenemos tendencia a centrarnos sólo en esas bellas imágenes de bondad, compasión y amor. Pensamos en un joven que guía con seguridad a su rebaño hacia verdes praderas y lo alimenta con lo mejor de la tierra, por lo cual encontramos una gran paz en las poéticas palabras de David:

Yehováh es mi pastor; nada me faltará.
En lugares de delicados pastos me hará descansar;
j
unto a aguas de reposo me pastoreará.
Confortará mi alma;
m
e guiará por sendas de justicia por amor de su nombre.
Salmos 23:1-3

Pero debemos recordar que un pastor bíblico es también un guerrero: un hombre lleno de gran valor y con un corazón dispuesto a enfrentarse a cualquier amenaza con tal de salvar a sus ovejas.
David era un pastor guerrero. Cuando leones y osos literales amenazaron a su rebaño, no dudó en luchar y matarlos.

Nuestro Señor Yeshua es igualmente un pastor guerrero. Cuando leones, osos espirituales y lobos amenazaron su rebaño, no dudó en luchar y matarlos con la espada de su boca – con las palabras de Verdad. Y no dudó en dar su propia vida para salvar a su rebaño de la boca de Satanás y del infierno.

Porque vivimos en los tiempos más peligrosos, ahora más que nunca los pastores de Dios necesitan levantarse y luchar. Ahora es el momento para que los pastores bíblicos defiendan y salven a sus rebaños de las bocas del enemigo. Ahora es el momento para que los verdaderos pastores abatan a los leones, los osos y los lobos.
Ahora es el momento para que los pastores guerreros se enfrenten a los gigantes – ¡y en el Nombre de Yehováh los derriben!

Que Yehováh Dios dé poder a Su pueblo para vencer toda mentira con la Verdad, para derrotar todo mal con el bien, y para hacer brillar la luz de Dios en este mundo desesperado y cada vez más oscuro.

Shalom a ustedes, mis hermanos y hermanas. Amén.


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