¿Cuántas veces hemos estado en situaciones donde gente allegada no comparte nuestra fe e incluso han deseado anularla aislándonos al punto que nos hemos quedado callados temiendo persecución o maltrato?
En la parashá Toldot (Génesis 25:19 – 28:9), encontramos una tremenda enseñanza acerca de cómo Isaac el hijo de la promesa encontró la clave para ser temido por sus enemigos y convertirse en un bendecido de Yehováh.
Las Escrituras nos dicen que en aquel entonces hubo hambre en la tierra, era un tiempo difícil e Isaac tenía que tomar una decisión que iba a determinar el destino de él y su familia. Para entonces ya él y su esposa Rebeca eran padres y lógicamente buscaban lo mejor para sus hijos.
Isaac estaba deseando cumplir lo que se consideraba en aquel momento “el sueño americano” que era viajar a Egipto, una tierra próspera donde los mercaderes del mundo se enriquecían del comercio. No obstante Yehováh tenía un plan diferente para Isaac.
“Y se le apareció Yehováh, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré… por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes” Génesis 26:2,3-5.
A causa de la obediencia de su padre Abraham, Isaac próspero en gran manera.
“Y sembró Isaac en aquella tierra, y cosechó aquel año ciento por uno; y le bendijo Yehováh. El varón se enriqueció, y fue prosperado, y se engrandeció hasta hacerse muy poderoso” Génesis 26:12-13.
Ciertamente Isaac había prosperado pero sus problemas no habían terminado ahí. Gerar, el sitio donde se había establecido, estaba poblado de pastores de la zona los cuales empezaron a reunir con los siervos de Isaac.
Se nos dice que Isaac volvió a abrir los pozos de agua que habían cavado en los días de Abraham su padre y que los filisteos los habían cegado después de la muerte de Abraham. ¿Por qué habrían de cegar los pozos de agua? ¿qué había de malo en aprovechar esas aguas? Aquí hay una aplicación espiritual para nuestras vidas. ¿Qué simbolizan los pozos de agua? El profeta Jeremías le reclama a Israel el haber cometido dos males:
“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen agua” Jeremías 2:13.
El pozo de agua viva representa la presencia de Yehováh, específicamente la fe original del patriarca Abraham. Se podría decir que Isaac encontró oposición ya que los habitantes de esta zona quisieron en repetidas ocasiones cegar esa fe del dios verdadero la cual es figura de los pozos de agua, tal como ocurre en nuestros días.
¿Cuántas veces hemos estado en situaciones donde gente allegada no comparte nuestra fe e incluso han deseado anularla aislándonos al punto que nos hemos quedado callados temiendo persecución o maltrato?
Isaac le ocurrió algo parecido, se tuvo que apartar de ahí debido a los altercados hasta que Yehováh mismo se le apareció y le afirmó diciendo “…no temas, porque yo estoy contigo, y te bendeciré…” (Gen 26:24).
Esto ocurrió porque Isaac decidió permanecer en la fe de su padre y se mantuvo firme en su entendimiento de que Yehováh es Dios y que fuera de él no hay otro.
Sigamos el ejemplo de Isaac y seamos testigos de cómo las naciones reconocerán que Yehováh es Uno y dirán “sabemos que Yehováh está con ustedes…” Zacarías 8:23.
¡Shalom!