En este momento de la narrativa del Éxodo encontramos a Moisés asumiendo la tarea monumental de juzgar al pueblo de Israel. Sentado desde la mañana hasta la tarde, Moisés atendía las disputas y conflictos entre los israelitas, buscando impartir justicia según la voluntad divina. Su dedicación a esta labor, aunque admirable, también mostró las limitaciones de un solo individuo frente a las complejidades de gobernar y administrar justicia para una nación entera.
Hay un cambio de rumbo cuando su suegro, Yitro, le da un excelente consejo. Este momento clave señalará el comienzo de un sistema judicial más estructurado, estableciendo las bases para la futura legislación que se encuentra en la entrega de la Torá.