Desde la más temprana infancia Yosef, hijo de Jacob, fue considerado una persona especial. Habiendo nacido de quien fue “la mujer que amaba”, y ocurriendo en su vejez, Jacob lo consideró como un líder desde su juventud. Todo esto fue confirmado por los sueños revelatorios que le fueron dados a José, lo cual lo llevó a enemistarse con sus hermanos.
Proféticamente, en su propia vida, Yosef vio el cumplimiento de aquellos presagios, pero lo que ni él, ni nadie de su generación sabía, era que él se convertiría en un arquetipo profético, sobre el cual se declararían exilios y retornos a la Tierra Prometida cientos de años más tarde. Yosef se convirtió en líder de Egipto durante su propia vida, pero continuaría siendo líder de su pueblo hasta el final de los días.
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