Yehováh, como autoridad Suprema en el Universo, establece una Constitución por la cual sus criaturas han de vivir en Su Reino y por la cual Él las va a gobernar. Los Mandamientos, decretos, estatutos, ordenanzas, memorias, instrucciones, testimonios y demás entregados por Yehováh, son de validez eterna, por cuanto expresan Su carácter inmutable. Por eso no pueden perder vigencia. Es la razón por la cual Yeshúa expresó que NO había venido a abolir la Toráh sino a cumplirla (Mateo 5:17).
Ahora pues, oye Yisrael los estatutos y decretos que os enseño, a fin de observarlos, para que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que Yehováh, el Dios de vuestros padres, os da. Deuteronomio 4:1
Hagamos una diferencia entre estatutos y decretos. Los estatutos van delante de los decretos y estos últimos se desprenden de los primeros. Así podemos ver que los estatutos dados por Yehováh, fueron las Diez Palabras (Mandamientos); son la Constitución de su Reino y reúnen en sí mismas todo lo que a partir de allí se ha de reglamentar conforme vayan surgiendo las necesidades. Recordemos las palabras de Yeshúa al escriba en Mateo 22:40 cuando explica que la base de esos mandamientos es el amor. El amor al Padre y al prójimo. El amor fue la raíz a partir de la cual Yehováh generó la Toráh que fue dada de manera resumida en el Monte Sinay a oídos de todo del pueblo.
Ahora bien, Moshé le declara al pueblo la conveniencia de observar, es decir de obedecer cuidadosamente tales estatutos y decretos para que vivan; y esto no es una referencia a no morir físicamente, sino a la calidad de vida que una persona adquiere cuando decide someter su vida a la Toráh: Una vida de libertad, de crecimiento, de relaciones sanas, de prosperidad en todos los sentidos.
…guárdate de olvidar a Yehováh, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de esclavitud. Temerás a Yehováh tu Dios, a Él servirás y por su Nombre jurarás.” Deuteronomio 6:12–13
Cuando nuestras vidas se estabilizan y las angustian pasan, la fe y la atención hacia Yehováh tienden a disiparse. Este es un llamado a mantenernos conscientes de la presencia de nuestro Padre desarrollando un corazón agradecido por todo detalle que Él trae a nuestras vidas. Ahora bien, como en el día a día tenemos que lidiar con compromisos y conversaciones diversas, se nos insta a jurar por Yehováh en caso de que fuera necesario dar credibilidad a nuestra palabras. Ver Mateo 5:33-37 y comparar; ¿acaso Yeshúa está “cambiando” este mandamiento?
Moshé no cesa a lo largo de esta porción, de reiterar la importancia tanto de temer a Yehováh, como de obedecer sus Mandamientos estatutos, “haciendo lo recto y lo bueno delante de Yehováh para que te vaya bien…”
Observemos que se nos advierte de la importancia de responder acertadamente a nuestros hijos cuando pregunten… Esto lleva implícito el hecho de que los padres, es decir los mayores estarán realizando una serie de prácticas y rituales los cuales provocarán que a su tiempo, los niños cuestionen: ¿Y por qué hacemos esto? Es el tiempo de responderles narrándoles quién es Yehováh y las grandes obras que Él ha hecho por nosotros. Pero si nuestra obediencia la realizamos “arrastrando los pies” y de mala gana, ¿cómo podremos responder a los hijos? Las respuesta probablemente serán como las que nos dieron a algunos de nosotros: “esa es nuestra costumbre”, “no preguntes y obedece”, “así se ha hecho toda la vida”, etc. No en vano las generaciones nuevas aborrecen las religiones. Al menos hay que reconocer que son auténticos.