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Después de haber sido vendido como esclavo, José demostró ser un siervo fiel y competente. Sin embargo, enfrentó varias pruebas cuando fue acusado de un delito que no cometió y fue encarcelado. A pesar de esto, José demostró una capacidad única de interpretar sueños. Con esta habilidad y con la ayuda de Yehováh, fue nombrado gobernador de Egipto, convirtiéndose en el segundo después del Faraón. Su historia es un testimonio de la provisión divina y la capacidad de Dios para transformar situaciones adversas en instrumentos para bien.

La Parashá Miketz nos deja una gran enseñanza, al revelar el cambio de actitud de los hermanos de José, especialmente de Judá, quien se ofrece a quedarse como esclavo en lugar de Benjamín, el hijo preferido de Jacob. Esto contrasta con lo que ellos habían hecho con José, cuando le vendieron como esclavo por celos. Ahora los hermanos de José muestran remordimiento y arrepentimiento, al igual que compasión por su padre y por su hermano menor. Estos son actitudes y valores que bien podemos desarrollar en nuestras propias vidas.

 

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