El Cruce del Mar Rojo
Éxodo 13:17 – 17:16
Resumen de la Porción
Yehováh guió a Israel por el desierto para evitar que volvieran a Egipto por temor a la guerra. Moshé llevó consigo los huesos de Yosef. Yehováh los protegió con una columna de nube de día y de fuego de noche. Faraón los persiguió, pero Dios dividió el Mar Rojo para que Israel cruzara en seco, ahogando a los egipcios. Luego, Yehováh proveyó agua dulce y maná en el desierto, probando la obediencia de su pueblo y estableciendo el día de reposo.
El Texto de la Biblia RVAH
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TORAH | Éxodo 13:17 - 17:16
13:17
Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, 'Elohim no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo 'Elohim: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo 'Elohim que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. 19Tomó también consigo Moshé los huesos de Yosef, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 20Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. 21Y Yehováh iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.
14
1Habló Yehováh a Moshé, diciendo: 2Di a los hijos de Israel que den la vuelta y acampen delante de Pi-hahirot, entre Migdol y el mar hacia Baal-zefón; delante de él acamparéis junto al mar. 3Porque Faraón dirá de los hijos de Israel: Encerrados están en la tierra, el desierto los ha encerrado. 4Y yo endureceré el corazón de Faraón para que los siga; y seré glorificado en Faraón y en todo su ejército, y sabrán los egipcios que yo soy Yehováh. Y ellos lo hicieron así.
5Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva? 6Y unció su carro, y tomó consigo su pueblo; 7y tomó seiscientos carros escogidos, y todos los carros de Egipto, y los capitanes sobre ellos. 8Y endureció Yehováh el corazón de Faraón rey de Egipto, y él siguió a los hijos de Israel; pero los hijos de Israel habían salido con mano poderosa. 9Siguiéndolos, pues, los egipcios, con toda la caballería y carros de Faraón, su gente de a caballo, y todo su ejército, los alcanzaron acampados junto al mar, al lado de Pi-hahirot, delante de Baal-zefón.
10Y cuando Faraón se hubo acercado, los hijos de Israel alzaron sus ojos, y he aquí que los egipcios venían tras ellos; por lo que los hijos de Israel temieron en gran manera, y clamaron a Yehováh. 11Y dijeron a Moshé: ¿No había sepulcros en Egipto, que nos has sacado para que muramos en el desierto? ¿Por qué has hecho así con nosotros, que nos has sacado de Egipto? 12¿No es esto lo que te hablamos en Egipto, diciendo: Déjanos servir a los egipcios? Porque mejor nos fuera servir a los egipcios, que morir nosotros en el desierto. 13Y Moshé dijo al pueblo: No temáis; estad firmes, y ved la salvación que Yehováh hará hoy con vosotros; porque los egipcios que hoy habéis visto, nunca más para siempre los veréis. 14Yehováh peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos. 15Entonces Yehováh dijo a Moshé: ¿Por qué clamas a mí? Di a los hijos de Israel que marchen. 16Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco. 17Y he aquí, yo endureceré el corazón de los egipcios para que los sigan; y yo me glorificaré en Faraón y en todo su ejército, en sus carros y en su caballería; 18y sabrán los egipcios que yo soy Yehováh, cuando me glorifique en Faraón, en sus carros y en su gente de a caballo.
19Y el Ángel de 'Elohim que iba delante del campamento de Israel, se apartó e iba en pos de ellos; y asimismo la columna de nube que iba delante de ellos se apartó y se puso a sus espaldas, 20e iba entre el campamento de los egipcios y el campamento de Israel; y era nube y tinieblas para aquéllos, y alumbraba a Israel de noche, y en toda aquella noche nunca se acercaron los unos a los otros.
21Y extendió Moshé su mano sobre el mar, e hizo Yehováh que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda. 23Y siguiéndolos los egipcios, entraron tras ellos hasta la mitad del mar, toda la caballería de Faraón, sus carros y su gente de a caballo. 24Aconteció a la vigilia de la mañana, que Jehová miró el campamento de los egipcios desde la columna de fuego y nube, y trastornó el campamento de los egipcios, 25y quitó las ruedas de sus carros, y los trastornó gravemente. Entonces los egipcios dijeron: Huyamos de delante de Israel, porque Yehováh pelea por ellos contra los egipcios. 26Y Yehováh dijo a Moshé: Extiende tu mano sobre el mar, para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros, y sobre su caballería. 27Entonces Moshé extendió su mano sobre el mar, y cuando amanecía, el mar se volvió en toda su fuerza, y los egipcios al huir se encontraban con el mar; y Yehováh derribó a los egipcios en medio del mar. 28Y volvieron las aguas, y cubrieron los carros y la caballería, y todo el ejército de Faraón que había entrado tras ellos en el mar; no quedó de ellos ni uno. 29Y los hijos de Israel fueron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas por muro a su derecha y a su izquierda.
30Así salvó Yehováh aquel día a Israel de mano de los egipcios; e Israel vio a los egipcios muertos a la orilla del mar. 31Y vio Israel aquel grande hecho que Yehováh ejecutó contra los egipcios; y el pueblo temió a Yehováh, y creyeron a Yehováh y a Moshé su siervo.
15
1Entonces cantó Moshé y los hijos de Israel este cántico a Yehováh, y dijeron:
Cantaré yo a Yehováh, porque se ha magnificado grandemente;
Ha echado en el mar al caballo y al jinete.
Yehováh es mi fortaleza y mi cántico,
y ha sido mi salvación.
Este es mi 'Elohim, y lo alabaré;
'Elohim de mi padre, y lo enalteceré.
3Yehováh es varón de guerra;
Yehováh es su nombre.
4Echó en el mar los carros de Faraón y su ejército;
y sus capitanes escogidos fueron hundidos en el Mar Rojo.
5Los abismos los cubrieron;
descendieron a las profundidades como piedra.
6Tu diestra, oh Yehováh, ha sido magnificada en poder;
tu diestra, oh Yehováh, ha quebrantado al enemigo.
7Y con la grandeza de tu poder has derribado a los que se levantaron contra ti.
Enviaste tu ira; los consumió como a hojarasca.
8Al soplo de tu aliento se amontonaron las aguas;
se juntaron las corrientes como en un montón;
los abismos se cuajaron en medio del mar.
9El enemigo dijo:
Perseguiré, apresaré, repartiré despojos;
mi alma se saciará de ellos;
sacaré mi espada, los destruirá mi mano.
10Soplaste con tu viento; los cubrió el mar;
se hundieron como plomo en las impetuosas aguas.
11¿Quién como tú, oh Yehováh, entre los dioses?
¿Quién como tú, magnífico en santidad,
Terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?
12Extendiste tu diestra;
la tierra los tragó.
13Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste;
lo llevaste con tu poder a tu santa morada.
14Lo oirán los pueblos, y temblarán;
se apoderará dolor de la tierra de los filisteos.
15Entonces los caudillos de Edom se turbarán;
a los valientes de Moab les sobrecogerá temblor;
se acobardarán todos los moradores de Canaán.
16Caiga sobre ellos temblor y espanto;
a la grandeza de tu brazo enmudezcan como una piedra;
hasta que haya pasado tu pueblo, oh Yehováh,
hasta que haya pasado este pueblo que tú rescataste.
17Tú los introducirás y los plantarás en el monte de tu heredad,
en el lugar de tu morada, que tú has preparado, oh Yehováh,
en el santuario que tus manos, oh Yehováh, han afirmado.
18Yehováh reinará eternamente y para siempre.
19Porque Faraón entró cabalgando con sus carros y su gente de a caballo en el mar, y Yehováh hizo volver las aguas del mar sobre ellos; mas los hijos de Israel pasaron en seco por en medio del mar. 20Y Miriam la profetisa, hermana de Aarón, tomó un pandero en su mano, y todas las mujeres salieron en pos de ella con panderos y danzas. 21Y Miriam les respondía:
Cantad a Yehováh, porque en extremo se ha engrandecido;
ha echado en el mar al caballo y al jinete.
22E hizo Moshé que partiese Israel del Mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días por el desierto sin hallar agua. 23Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. 24Entonces el pueblo murmuró contra Moshé, y dijo: ¿Qué hemos de beber? 25Y Moshé clamó a Yehováh, y Yehováh le mostró un árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó; 26y dijo: Si escuchas atentamente la voz de Yehováh tu 'Elohim, y haces lo recto delante de sus ojos, y obedeces sus mandamientos, y guardas todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Yehováh tu sanador. 27Y llegaron a Elim, donde había doce fuentes de aguas, y setenta palmeras; y acamparon allí junto a las aguas.
16
1Partió luego de Elim toda la congregación de los hijos de Israel, y vino al desierto de Sin, que está entre Elim y Sinaí, a los quince días del segundo mes después que salieron de la tierra de Egipto. 2Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moshé y Aarón en el desierto; 3y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Yehováh en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.
4Y Yehováh dijo a Moshé: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si anda en mi ley, o no. 5Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que suelen recoger cada día. 6Entonces dijeron Moshé y Aarón a todos los hijos de Israel: En la tarde sabréis que Jehová os ha sacado de la tierra de Egipto, 7y a la mañana veréis la gloria de Yehováh; porque él ha oído vuestras murmuraciones contra Yehováh; porque nosotros, ¿qué somos, para que vosotros murmuréis contra nosotros? 8Dijo también Moshé: Yehováh os dará en la tarde carne para comer, y en la mañana pan hasta saciaros; porque Yehováh ha oído vuestras murmuraciones con que habéis murmurado contra él; porque nosotros, ¿qué somos? Vuestras murmuraciones no son contra nosotros, sino contra Yehováh.
9Y dijo Moshé a Aarón: Di a toda la congregación de los hijos de Israel: Acercaos a la presencia de Yehováh, porque él ha oído vuestras murmuraciones. 10Y hablando Aarón a toda la congregación de los hijos de Israel, miraron hacia el desierto, y he aquí la gloria de Yehováh apareció en la nube. 11Y Yehováh habló a Moshé, diciendo: 12Yo he oído las murmuraciones de los hijos de Israel; háblales, diciendo: Al caer la tarde comeréis carne, y por la mañana os saciaréis de pan, y sabréis que yo soy Yehováh vuestro Dios.
13Y venida la tarde, subieron codornices que cubrieron el campamento; y por la mañana descendió rocío en derredor del campamento. 14Y cuando el rocío cesó de descender, he aquí sobre la faz del desierto una cosa menuda, redonda, menuda como una escarcha sobre la tierra. 15Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moshé les dijo: Es el pan que Yehováh os da para comer. 16Esto es lo que Yehováh ha mandado: Recoged de él cada uno según lo que pudiere comer; un gomer por cabeza, conforme al número de vuestras personas, tomaréis cada uno para los que están en su tienda. 17Y los hijos de Israel lo hicieron así; y recogieron unos más, otros menos; 18y lo medían por 'omer, y no sobró al que había recogido mucho, ni faltó al que había recogido poco; cada uno recogió conforme a lo que había de comer. 19Y les dijo Moshé: Ninguno deje nada de ello para mañana. 20Mas ellos no obedecieron a Moshé, sino que algunos dejaron de ello para otro día, y crió gusanos, y hedió; y se enojó contra ellos Moshé. 21Y lo recogían cada mañana, cada uno según lo que había de comer; y luego que el sol calentaba, se derretía.
22En el sexto día recogieron doble porción de comida, dos 'omers para cada uno; y todos los príncipes de la congregación vinieron y se lo hicieron saber a Moshé. 23Y él les dijo: Esto es lo que ha dicho Yehováh: Mañana es el santo día de reposo,* el reposo consagrado a Yehováh; lo que habéis de cocer, cocedlo hoy, y lo que habéis de cocinar, cocinadlo; y todo lo que os sobrare, guardadlo para mañana. 24Y ellos lo guardaron hasta la mañana, según lo que Moshé había mandado, y no se agusanó, ni hedió. 25Y dijo Moshé: Comedlo hoy, porque hoy es Shabbat para Yehováh; hoy no hallaréis en el campo. 26Seis días lo recogeréis; mas el séptimo día es Shabbat en él no se hallará. 27Y aconteció que algunos del pueblo salieron en el séptimo día a recoger, y no hallaron. 28Y Yehováh dijo a Moshé: ¿Hasta cuándo no querréis guardar mis mandamientos y mis leyes? 29Mirad que Yehováh os dio el Shabbat y por eso en el sexto día os da pan para dos días. Quédese, pues, cada uno en su lugar, y nadie salga de él en el Séptimo día. 30Así el pueblo reposó el Séptimo día.
31Y la casa de Israel lo llamó Maná; y era como semilla de culantro, blanco, y su sabor como de hojuelas con miel. 32Y dijo Moshé: Esto es lo que Yehováh ha mandado: Llenad un 'omer de él, y guardadlo para vuestros descendientes, a fin de que vean el pan que yo os di a comer en el desierto, cuando yo os saqué de la tierra de Egipto. 33Y dijo Moisés a Aarón: Toma una vasija y pon en ella un 'omer de maná, y ponlo delante de Yehováh, para que sea guardado para vuestros descendientes. 34Y Aarón lo puso delante del Testimonio para guardarlo, como Yehováh lo mandó a Moshé. 35Así comieron los hijos de Israel maná cuarenta años, hasta que llegaron a tierra habitada; maná comieron hasta que llegaron a los límites de la tierra de Canaán. 36Y un 'omer es la décima parte de un efa.
17
1Toda la congregación de los hijos de Israel partió del desierto de Sin por sus jornadas, conforme al mandamiento de Yehováh, y acamparon en Refidim; y no había agua para que el pueblo bebiese. 2Y altercó el pueblo con Moshé, y dijeron: Danos agua para que bebamos. Y Moshé les dijo: ¿Por qué altercáis conmigo? ¿Por qué tentáis a Yehováh? 3Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moshé, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? 4Entonces clamó Moshé a Yehováh, diciendo: ¿Qué haré con este pueblo? De aquí a un poco me apedrearán. 5Y Yehováh dijo a Moshé: Pasa delante del pueblo, y toma contigo de los ancianos de Israel; y toma también en tu mano tu vara con que golpeaste el río, y ve. 6He aquí que yo estaré delante de ti allí sobre la peña en Horeb; y golpearás la peña, y saldrán de ella aguas, y beberá el pueblo. Y Moshé lo hizo así en presencia de los ancianos de Israel. 7Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los hijos de Israel, y porque tentaron a Yehováh, diciendo: ¿Está, pues, Yehováh entre nosotros, o no?
8Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. 9Y dijo Moshé a Y'hoshua: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. 10E hizo Y'hoshua como le dijo Moshé, peleando contra Amalec; y Moshé y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. 11Y sucedía que cuando alzaba Moshé su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. 12Y las manos de Moshé se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. 13Y Y'hoshua deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada.
14Y Yehováh dijo a Moshé: Escribe esto para memoria en un libro, y di a Y'hoshua que raeré del todo la memoria de Amalec de debajo del cielo. 15Y Moshé edificó un altar, y llamó su nombre Yehováh-Nisi; 16y dijo: Por cuanto la mano de Amalec se levantó contra el trono de Yah, Yehováh tendrá guerra con Amalec de generación en generación.
PROFETAS | Jueces 4:4 - 5:31
4Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot; 5y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio. 6Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Yehováh Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón; 7y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos? 8Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré. 9Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Yehováh a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes. 10Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con él.
11Y Heber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moshé, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.
12Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor. 13Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón. 14Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Yehováh ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Yehováh delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él. 15Y Yehováh quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie. 16Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.
17Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo. 18Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta. 19Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir. 20Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no. 21Pero Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió. 22Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.
23Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel. 24Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.
5
1Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:
2Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,
por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo,
load a Yehováh.
3Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes;
yo cantaré a Yehováh,
cantaré salmos a Yehováh, el Dios de Israel.
4Cuando saliste de Seir, oh Yehováh,
cuando te marchaste de los campos de Edom,
la tierra tembló, y los cielos destilaron,
y las nubes gotearon aguas.
5Los montes temblaron delante de Yehováh,
aquel Sinaí, delante de Yehováh Dios de Israel.
6En los días de Samgar hijo de Anat,
en los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,
y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.
7Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído,
hasta que yo Débora me levanté;
me levanté como madre en Israel.
8Cuando escogían nuevos dioses,
la guerra estaba a las puertas;
¿se veía escudo o lanza
entre cuarenta mil en Israel?
9Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,
para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
Load a Yehováh.
10Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas,
los que presidís en juicio,
y vosotros los que viajáis, hablad.
11Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,
allí repetirán los triunfos de Yehováh,
los triunfos de sus aldeas en Israel;
entonces marchará hacia las puertas el pueblo de Yehováh.
12Despierta, despierta, Débora;
despierta, despierta, entona cántico.
¡Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam!
13Entonces marchó el resto de los nobles;
el pueblo de Yehováh marchó por él en contra de los poderosos.
14De Efraín vinieron los radicados en Amalec,
en pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos;
de Maquir descendieron príncipes,
y de Zabulón los que tenían vara de mando.
15Caudillos también de Isacar fueron con Débora;
y como Barac, también Isacar
se precipitó a pie en el valle.
Entre las familias de Rubén
hubo grandes resoluciones del corazón.
16¿Por qué te quedaste entre los rediles,
para oír los balidos de los rebaños?
Entre las familias de Rubén
hubo grandes propósitos del corazón.
17Galaad se quedó al otro lado del Jordán;
y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?
Se mantuvo Aser a la ribera del mar,
y se quedó en sus puertos.
18El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,
y Neftalí en las alturas del campo.
19Vinieron reyes y pelearon;
entonces pelearon los reyes de Canaán,
en Taanac, junto a las aguas de Meguido,
mas no llevaron ganancia alguna de dinero.
20Desde los cielos pelearon las estrellas;
desde sus órbitas pelearon contra Sísara.
21Los barrió el torrente de Cisón,
el antiguo torrente, el torrente de Cisón.
Marcha, oh alma mía, con poder.
22Entonces resonaron los cascos de los caballos
por el galopar, por el galopar de sus valientes.
23Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Yehováh;
maldecid severamente a sus moradores,
porque no vinieron al socorro de Yehováh,
al socorro de Yehováh contra los fuertes.
24Bendita sea entre las mujeres Jael,
mujer de Heber ceneo;
sobre las mujeres bendita sea en la tienda.
25El pidió agua, y ella le dio leche;
en tazón de nobles le presentó crema.
26Tendió su mano a la estaca,
y su diestra al mazo de trabajadores,
y golpeó a Sísara; hirió su cabeza,
y le horadó, y atravesó sus sienes.
27Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido;
entre sus pies cayó encorvado;
donde se encorvó, allí cayó muerto.
28La madre de Sísara se asoma a la ventana,
y por entre las celosías a voces dice:
¿Por qué tarda su carro en venir?
¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?
29Las más avisadas de sus damas le respondían,
y aun ella se respondía a sí misma:
30¿No han hallado botín, y lo están repartiendo?
a cada uno una doncella, o dos;
las vestiduras de colores para Sísara,
las vestiduras bordadas de colores;
la ropa de color bordada de ambos lados,
para los jefes de los que tomaron el botín.
31Así perezcan todos tus enemigos, ¡oh Yehováh!
mas los que te aman,
sean como el sol cuando sale en su fuerza.
Y la tierra reposó cuarenta años.
EVANGELIO | Mateo 14:22-33
22En seguida Yeshúa hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. 23Despedida la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando llegó la noche, estaba allí solo. 24Y ya la barca estaba en medio del mar, azotada por las olas; porque el viento era contrario. 25Mas a la cuarta vigilia de la noche, Yeshúa vino a ellos andando sobre el mar. 26Y los discípulos, viéndole andar sobre el mar, se turbaron, diciendo: ¡Un fantasma! Y dieron voces de miedo. 27Pero en seguida Yeshúa les habló, diciendo: ¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!
28Entonces le respondió Kefa (Pedro), y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. 29Y él dijo: Ven. Y descendiendo Kefa de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Yeshúa. 30Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! 31Al momento Yeshúa, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? 32Y cuando ellos subieron en la barca, se calmó el viento. 33Entonces los que estaban en la barca vinieron y se postraron ante Él, diciendo: "Verdaderamente eres Hijo de Dios".
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El Cruce del Mar Rojo
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