En Levítico, capítulo 16, se nos presenta el ritual de sacrificios que será llevado a cabo cada Yom Kipur. Este día es el único en el año en que el sacerdote ingresaba al Lugar más Santo.
En este ritual comunitario, Aarón debía poner sus dos manos sobre la cabeza de un macho cabrío vivo, y confesar todas las iniquidades de los hijos de Israel “para hacer expiación una vez al año por todos los pecados de Israel”.
Este era un día extremadamente solemne, y en esta parashá tenemos la oportunidad de ver cómo fue originalmente concebido en las instrucciones del Creador a Israel. Veamos que podemos aprender de esto:
Preguntas para la Reflexión:
¿Cómo podemos incorporar el principio de reconciliación, tan central en Yom Kipur, en nuestra vida cotidiana?
¿Cómo llevamos a cabo esta reconciliación con el Creador año tras año ahora que no podemos tomar parte en ese ritual?
¿Si Yeshúa pagó por todos nuestros pecados, significa que ya no pecaremos nunca más? ¿Es necesario aún afligir nuestras almas y ayunar en Yom Kipur?
¿Cómo observan los judíos este día, si no creen en Yeshúa y tampoco se puede realizar el ritual de expiación?