El Fuego de Yehováh
12…el fuego se mantendrá encendido sobre el altar; no deberá apagarse. Cada mañana el sacerdote pondrá más leña sobre el altar, y encima de este colocará el holocausto para quemar en él la grasa del sacrificio de comunión. 13 El fuego sobre el altar no deberá apagarse nunca; siempre deberá estar encendido.
Levítico 6:12-13
Estos versos nos indican la responsabilidad de mantener el fuego sobre el altar. Esto implicaba que aun en la noche había personas en vigilia manteniendo el fuego, pues este no debía extinguirse en ningún momento. Este fuego había sido iniciado por Yehováh mismo, según se nos relata en Levítico 9:24:
De la presencia del Señor salió un fuego, que consumió el holocausto y la grasa que estaban sobre el altar. Al ver esto, todo el pueblo prorrumpió en gritos de júbilo y cayó rostro en tierra.
Así los sacerdotes eran responsables de añadir madera y estar removiendo las cenizas permanentemente, de forma que el altar nunca llegara a “enfriarse” tan siquiera.
Y esto es una figura de cómo nosotros necesitamos añadir elementos que hagan arder el fuego de nuestro corazón por Yehováh; no lo dejemos “enfriar”; recordemos que fue Él mismo quien lo encendió el día que nos condujo a Yeshúa. Sin embargo, es nuestra responsabilidad mantenerlo ardiendo, lo cual podemos hacer al reconocer las innumerables bendiciones que recibimos de su mano momento tras momento; también al entonar cánticos de gratitud o de alabanza mientras estamos ocupados en nuestro trabajo, o reflexionando en Su Palabra, o admirando Su Creación, etc.
Demos un vistazo a lo que nos dice Shaúl:
…quienes son israelitas, de los cuales son la adopción y la gloria, los pactos y la promulgación de la Toráh, el culto y las promesas;
de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino el Mesías, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén. Romanos 9:4-5
La palabra culto, es una referencia al servicio o ministración, a Yehováh en este caso. Para decirlo brevemente, el pueblo de Yisrael recibió de Yehováh la manera de rendirle culto a Él. Necesitamos aprender cómo y cuándo acercarnos a Él. Si bien en el presente no hay sacrificios, sabemos que Yehováh había determinado tiempos específicos de adoración al comenzar el día, al terminarlo, en los días de Shabbat, al inicio del mes y en los Moedim o Tiempos Señalados para sus Convocaciones Sagradas. Es decir que Yehováh estimó conveniente establecer que día a día, semanalmente, mensualmente y en las Celebraciones anuales, apartáramos tiempos para compartir con Él.
Siendo conscientes de nuestra identidad como parte del Pueblo Apartado de Yehováh, tenemos la responsabilidad de acercarnos con corazón alegre, agradecido, humilde y por supuesto cálido también, cada vez que tengamos oportunidad de hacerlo. Cuidemos nuestro corazón de caer en rezos repetitivos, en formatos acartonados, en liturgias fanáticas y demás, que nos roban la autenticidad y nos impiden disfrutar de los tiempos con nuestro Padre.