Marcos 12:41-44, Lucas 21:1-4
Semana 63
La historia se conoce como “la ofrenda de la viuda” o “la viuda pobre que echó más que todos”. En esta ocasión vemos a Yeshúa inspeccionando el tesoro del Templo y enseñándole a sus discípulos un contraste que existía entre los ricos del pueblo que “echaban mucho” y una viuda pobre que “echó dos blancas”, pero que sobrepasó lo que daban los ricos. La diferencia la hizo la motivación del corazón de la viuda:
“Y vino una viuda pobre, y echó dos blancas, o sea un cuadrante. Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca…” Marcos 12:42-43.
Hay varios aspectos que podemos rescatar dentro de esta historia. Sin duda alguna, las ofrendas de los ricos eran notables para el resto de las personas en el Templo; sin embargo, Yeshúa logró identificar lo que muchas veces dejamos pasar por alto y esto me recuerda al momento en que Samuel fue enviado por Dios a ungir a David:
“…Yehováh no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Yehováh mira el corazón” 1 Samuel 16:7.
Samuel estaba basando su criterio en lo que miraba con sus ojos físicos y no siguiendo el criterio de Yehováh.
Otro aspecto que aprendemos de este relato es que, a diferencia de los ricos, evidentemente la viuda pobre hizo un sacrificio para poder dar su ofrenda:
“…porque todos han echado de lo que les sobra; pero ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento” Marcos 12:44.
Esta acción me hace también recordar cómo la viuda de Sarepta se despojó de lo último que tenía para dárselo al profeta Elías el cual le dijo que no temiera porque Yehováh tendría cuidado de ella.
“Elías le dijo: No tengas temor… Porque Yehováh Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día en que Yehováh haga llover sobre la faz de la tierra” 1 Reyes 17:13,14.
Estoy convencido de que nuestro bienestar no depende de la cantidad que podamos dar o “echar en el arca”, nuestro bienestar depende exclusivamente de nuestra confianza en Yehováh, ¡Dios de Israel!