Hablar mezclando palabras hebreas y españolas, muchas veces impresiona a los oyentes, aunque los deja desconcertados y confundidos.
¿Se es más espiritual por usar palabras hebreas?
Pareciera que haber hallado nuestra identidad como Casa de Israel ha conducido al desarrollo de una nueva lengua que bien pudiéramos llamar: HEBRAÑOL; porque no es ni hebreo ni español, sino una mezcla de las dos.
Y no vamos a juzgar la motivación de quienes hablan de esta manera, dejando muchas veces a sus oyentes desconcertados, aunque impresionados por el uso de los nuevos términos.
Lo primero que es necesario aclarar, es que utilizar palabras hebreas, no nos hace más espirituales. De hecho hay delincuentes que hablan hebreo y gente recta a los ojos de Yehováh, que no lo hace. Sin embargo hay que reconocer que ciertas palabras en nuestra lengua española (castellana es el nombre real), no alcanzan a representar adecuadamente el contenido o la fuerza de algunos términos hebreos. Pero en general podríamos aceptar que la mayoría de palabras hebreas de uso común, tienen un apropiado equivalente en nuestra lengua.
Veamos algunos casos en que se justifica el uso de términos hebreos porque su traducción es pobre o distorsionada:
Los nombres propios tanto de personas como de lugares. Cuando estos se traducen, lo cual es una violación de las normas internacionales de traducción, despojan a sus poseedores de las características propias de su entorno. Por ejemplo la imagen que se forma en la mente de alguien que escucha el nombre Juan, es muy diferente a la que se haría si escucha el nombre Yohanán. En el primer caso, es muy posible que tenga amigos o vecinos con ese nombre, lo que le hace pensar en una persona culturalmente cercana. En el segundo caso cuando escucha Yohanán, quizás surjan en su mente preguntas como: ¿Usará el cabello largo? ¿Cómo viste? ¿Será rudo? ¿Qué come? etc. y algo similar puede suceder con los nombres de lugares: Mitsráyim, en lugar de Egipto, Kfar-Nahum en lugar de Capernaum, etc.
Palabras cuyo significado es impreciso en nuestra lengua
ESPÍRITU: En nuestra lengua puede referirse a un ser invisible, incorpóreo, incluyendo un espanto o un fantasma igualmente. Pero en hebreo la palabra ַרוּח pronunciada: Ruaj, significa: aliento, viento, ráfaga y ha sido traducida también como explosión, aire, y coraje según lo requiera el contexto, entre otras cosas. Entonces es más preciso hablar del Ruaj HaKodesh (esta última palabra la veremos enseguida), que simplemente decir espíritu, puesto que esta palabra incluye aquellos otros significados.
SANTO: Santidad. En general para la mente latina, lo santo “huele” a religioso; nos trae a la mente una persona con los ojos volteados hacia el cielo, que “no rompe un plato”; es decir alguien cuyo comportamiento es delicado y casi perfecto! Pero eso no es lo que significa realmente. Santo en hebreo es שׁדֶקֹ que se pronuncia: kodesh y significa: apartado, consagrado, dedicado, etc, según el contexto lo requiera. Así cuando decimos que algo es declarado “santo” por Yehováh es más preciso usar la palabra kodesh, porque nos comunica con más claridad la idea original.
SÁBADO: no es la traducción de Shabbat. La palabra sábado está ligada a Saturno porque ese día fue dedicado a tal planeta, de lo cual da testimonio con claridad la designación en el inglés para ese día: Satur-day (Saturn-day – Día de Saturno) . Shabbat (ַבָּתשׁ). Es el nombre que Yehováh le dio al Séptimo Día cuando terminó la Creación y desde entonces lo apartó para Él. Significa: reposo; pero no hay palabra en nuestra lengua que lo designe como tal. Por eso los traductores en lugar de hacer una transliteración, que era lo correcto, prefirieron reemplazar la palabra Shabbat, con la expresión: “día de reposo” lo cual dificulta su comprensión. Gracias a esto, el cristianismo se tomó la libertad de cambiarlo para el primer día de la semana: el domingo. El problema lo resolvemos cuando usamos la palabra hebrea y nos referimos a este día como Shabbat.
Ley: Para cualquier persona, esta palabra significa regla o norma obligatoria. Sin embargo la Toráh es mucho más que leyes. La palabra hebrea se escribe ַבָּתשׁ y se pronuncia torá. Su significado primario es “instrucción” o “enseñanza”. Tal instrucción abarca leyes, pero también ordenanzas, decretos, mandamientos, testimonios, etc. Por eso usar solamente la palabra ley para referirnos a la Toráh resulta insuficiente y errado.
Antiguo Testamento: Esta designación ha causado mucho daño al conducirnos a pensar que solo los escritos del Nuevo Testamento son importantes. En su lugar podemos usar la palabra hebrea TaNaK (תנ׳׳ך) que es la “sigla” para:
Toráh (los cinco primeros libros),
Nevi’im (profetas) y
Ketuvim (escritos).
Al usar la palabra Tanak, estamos describiendo de manera precisa y clara el contenido de esa parte de las Escrituras, cosa que no sucede con la expresión tradicional: Antiguo Testamento que le confiere la categoría de algo en desuso o “pasado de moda”.
Hemos mencionado algunos ejemplos que justificarían el uso de palabras hebreas para expresar más claramente lo que deseamos decir, y es posible que haya algunas más; pero en general no necesitamos alardear o causar impresión en los oyentes usando un vocabulario que en vez de ilustrarlos, les dejarían más que confundidos, asustados y renuentes a escuchar. Es lo que puede suceder cuando escuchamos a alguien impresionando al decir algo como:
Todos los talmidin deben venir a la kehilá, vestidos de manera que no parezcan prushim. Toda rabá.
¿Cómo? ¿Que dijo? Traducción: “Todos los discípulos deben venir a la congregación vestidos de manera que no parezcan fariseos! Muchas gracias.”
En casos como este, podemos ver que no hay ninguna necesidad de usar palabras hebreas. ¿Para qué hacerlo entonces?