Marcos 1:21-28 & Lucas 4:31-37
Por: Harold Calvo
De acuerdo a los Evangelios Cronológicos del hermano Michael Rood, un día como hoy, 14 de Junio, hace aproximadamente dos mil años, Yeshúa y cuatro de sus discípulos entraron en una sinagoga en Kfar Nahum (la Villa de Nahum). Era un día de Shabat, y Yeshúa enseñaba la palabra de Yehováh.
Todos los que estaban congregados, se asombraron al escuchar a Yeshúa, ya que él les enseñaba con autoridad, a diferencia de los líderes religiosos de las sectas judías.
La narración de los Evangelios, nos cuenta que había un hombre con un espíritu inmundo, el cual gritaba diciendo: “¡Déjanos en paz! ¿Qué tienes contra nosotros Yeshúa de Natzéret? ¿Acaso has venido a destruirnos? ¡Sé quién eres! ¡Eres el Santo de Yehováh!” Yeshúa de inmediato lo reprendió y le ordenó al espíritu inmundo que saliese de ese hombre y salió de él. ¿De qué se trataba aquello? ¿Qué era esta nueva revelación? ¡Incluso los espíritus inmundos se sujetan a su autoridad!
Más allá del hecho de que Yeshúa haya liberado a un hombre endemoniado, analicemos varios elementos importantes acerca de la figura del Mesías cuando estuvo en la tierra por primera vez:
- Yeshúa asistía a la sinagoga en el día de Shabat (día de reposo), honrando así el cuarto mandamiento.
- Yeshúa enseñaba la palabra de Yehováh, la Torá y los profetas; tal como lo hicieron los discípulos (Hechos 13:15, 13:27b); el Nuevo Testamento no existía.
- ¿Qué significa que Yeshúa enseñaba con autoridad? ¿Estaba esto relacionado con una manifestación de poder? (ej: echar fuera demonios)
- A diferencia de los líderes religiosos de las sectas judías, los cuales cuestionaban a Yeshúa, los demonios sabían que Yeshúa era el “Santo de Yehováh” y reconocían su autoridad.
- “¿Has venido para destruirnos?” El reino de las tinieblas sabe que su tiempo está contado. Yeshúa vendrá por segunda vez a la tierra y establecerá un reino mayor, el Reino de Yehovah.
Sigamos nosotros la exhortación del salmista quien dijo: “Servid a Yehováh, Y alegraos con temblor. Honrad al Hijo, para que no se enoje, y perezcáis en el camino; Pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían.” Salmo 2:11-12