La Torá nos provee instrucciones amplias que dejan espacio para la infinita variedad de situaciones que se pueden presentar a los hijos de Yehováh. Por eso el mandamiento no negociable es: suspender la actividad que comúnmente llevamos a cabo durante los otros días de la semana. Para unos será trabajo, para otros será estudio, para otros diversas actividades que forman parte de una rutina.
El Shabat es un tiempo para disfrutar con nuestro Padre, lo cual podemos hacer yendo sin afanes a Su Palabra; es entonces cuando tenemos la libertad de investigar, de reflexionar, de hallar enseñanzas y de compartirlas con nuestra familia.
El Shabat también es un tiempo para celebrar la Creación de Yehováh, cosa que posible hacer poniéndonos en contacto con la naturaleza, ya sea caminando por un bosque o por un parque. La contemplación de Sus obras, detona en nuestros corazones admiración por Su grandeza y sabiduría, tal y como lo expresan muchos de los Salmos.