Los seres humanos tenemos tan corta memoria que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados.
Por cientos de años en la tradición del judaísmo algunos piensan, incluso desde tiempos del Segundo Templo, que ha existido un formato específico mediante el cual el jefe de familia recuenta los eventos que transcurrieron en tiempos del Éxodo, cuando el pueblo de Israel salió de la tierra de Egipto. Este formato es llamado seder en hebreo. La palabra seder significa orden.
A pesar de que a muchos les cause tedio (ya que para el visitante desprevenido puede resultar una experiencia más prolongada de lo que pueden aguantar frente a una mesa sin comer), el contenido del material de lectura y las canciones de la Hagadáh tienen una profundidad que crece a medida que el Todopoderoso nos revela más y más año tras año. La palabra Hagadáh significa justamente ‘recuento’, y es el material didáctico/litúrgico que se lee la primera noche de Pésaj en los hogares judíos. Año tras año, una y otra vez, el Eterno desea que meditemos sobre estas cosas y se las enseñemos a nuestros hijos.
En resumen
Si hubiese que consolidar todo ese contenido de la Hagadáh, todos los pasajes citados de Éxodo, Números y Deuteronomio, todas las anécdotas rabínicas de tiempos del Segundo Templo y demás, la conclusión sería que todo ronda en torno a una idea, a una premisa: salir de la esclavitud hacia la libertad.
“Hemos sido esclavos del faraón”. Lo decimos en primera persona. Porque, ¿quién no fue esclavo del faraón? ¿Quién no estuvo bajo el yugo de algo o alguien en su vida? ¿De qué necesitamos ser liberados hoy?
Los seres humanos tenemos tan corta memoria que después de haber sido liberados, en el espacio de un año caemos nuevamente en los vicios y malos hábitos de los cuales habíamos sido librados. ¿Recuerda a los hijos de Israel habiendo salido de Egipto? ¿Cuánto tiempo les tardó hasta que dejaron de valorar la libertad que les fue regalada?
Lamentablemente esa generación pereció en el desierto. Sólo DOS personas entendieron la visión que Yehováh le había dado a Moshé.
¿Tenemos lo que se requiere?
Estas cosas me ponen a pensar… ¿seré yo una de las personas dispuestas a enfrentar el desafío de los 40 años en el desierto? ¿Tendré la determinación, paciencia y perseverancia de sobreponerme a cada obstáculo y de seguir adelante? Pues todavía mayor es la carga y la responsabilidad para los que tenemos una familia entera (y a veces muchos más), que dependen de nosotros como guías y ejemplos.
El camino no es fácil. Y nadie prometió que lo sería. El camino es angosto. Pocos lo encuentran. Pero al final de él hay libertad, vida eterna, fuentes de aguas vivas y todo por lo que vale la pena vivir. ¿Tiene precio todo eso?
Del otro lado está el gran Egipto con sus riquezas, su conocimiento, su cultura sofisticada, su abundancia de comida y de confort. Suena tentador… ¿O por qué crees que la gran mayoría de los judíos no quisieron retornar de Babilonia?
Pero a diferencia de Babilonia, Egipto era un lugar donde claramente el pueblo sufrió el abuso y la opresión de la esclavitud. Y pensar que todo estaba previsto, tal como Yehováh le dijo a Abraham (entonces Abram):
Ten por cierto que tu simiente será peregrina en tierra no suya, y servirá á los de allí, y serán por ellos afligidos cuatrocientos años.
Genesis 15:13
Fue tal el impacto que Yehováh quiso crear sobre el pueblo de Israel, que debieron pasar por la esclavitud para valorar lo que era la libertad, y Quien era su salvador.
Pero a Israel no le molestó ser siempre esclavo. Hubo un punto específico en la historia, en donde el pueblo dice “¡suficiente!” y se causa un punto de inflexión:
Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos con motivo de su servidumbre.
Éxodo 2:23
Tal como los hijos de Israel clamaron a Dios por motivo de su servidumbre, uno debe reconocer cuáles son las cosas en nuestra propia vida, que nos mantienen atrapados y que nos impiden desarrollar nuestro potencial a un 100%. Debemos “clamar” a Dios, reconociendo que necesitamos salvación de esas cosas, y Él escuchará nuestro clamor tal como escuchó a los hijos de Israel. ¿Pero acaso nos traerá un jet privado para llevarnos a la Tierra de Israel en primera clase? Mmmm, no creo. Habrá una larga caminata por delante. Probablemente no nos tardemos solo un día en llegar a donde nos dirigimos, pero no hay dudas de que vale la pena. Este Pésaj, reclamemos nuestra libertad y levantemos nuestra copa, por la redención.