¿A cuántos de ustedes les ha pasado que no logran encontrar un momento de quietud y reposo durante el día a causa de los quehaceres diarios?
¿Acaso no es cierto que desde que nos levantamos hasta que nos acostamos pasamos en un “corre y corre” alistando a nuestros hijos para luego llevarlos a tiempo a la escuela, y al mismo tiempo asegurarnos de llegar temprano al trabajo?
Pero la cosa no termina ahí… después de un largo día de trabajo, estamos deseando llegar lo antes posible a nuestra casa para descansar y disfrutar de lo poco que resta del día con nuestros seres amados, esposa, e hijos, ¡pero las fuerzas simplemente no nos dan!
El estrés del trabajo sumado a la congestión vehicular en las vías nos obliga a llegar a casa buscando descanso y quietud para entonces poder dormir un poco, porque al día siguiente tenemos que levantarnos para volver a cumplir con la rutina del trabajo.
Con dificultad pasamos tiempo con nuestros hijos, si es que no se han ido a dormir antes que lleguemos a casa. Rara vez conversamos con nuestra esposa; ya que también ella está cansada de estar lidiado con los niños durante todo el día o quizás también tenga que cumplir una rutina de trabajo.
Y mejor ni les pregunto si en medio de todo este ajetreo tuvieron tiempo para buscar y conectarse con Dios… La respuesta a esa pregunta ya la conocemos porque a todos nos pasa.
Sin embargo, si logramos encontrar un momento de quietud en nuestras vidas, ¡ese instante se puede convertir en una buena ocasión para que Yehováh se manifieste en nuestras vidas! No es casualidad que Él mismo decidiera descansar al séptimo día de la Creación y estableciera ese día de reposo en los Diez Mandamientos.
Analicemos ahora varios casos en los que Yehováh se manifestó a hombres de Dios de una manera maravillosa en tiempos de quietud y descanso:
Yehováh puso a dormir a Adán para extraer de él una costilla y poder formar así a la mujer:
“Entonces Yehováh Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Yehováh Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre”
Génesis 2:21-22.
Fue entrando en el reposo que Ya’akov tuvo la visión donde Yehováh se le presentó y vio ángeles que subían y bajaban en una escalera:
“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. Y he aquí, Yehováh estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Yehováh, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia” Génesis 28:12-13.
Las Escrituras también nos relatan que fue a través de sueños y tiempos de quietud que Yehováh le dio sueños a Yosef acerca de lo que habría de acontecer:
“Y soñó Yosef un sueño…” Gen 37:5.
El rey Salomón es otro claro ejemplo de cómo Yehováh se manifestó en un momento de quietud, a través de un sueño:
“Y se le apareció Yehováh a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé” 1 Reyes 3:5.
Otro caso interesante en el que podemos ver cómo Yehováh se manifestó en un tiempo de reposo, fue cuando trajo una respuesta al rey de Babilonio, Nabucodonosor, mediante un sueño que le fue revelado al profeta Daniel:
“Entonces el secreto (de Nabucodonosor) fue revelado a Daniel en visión de noche, por lo cual bendijo Daniel al Dios del cielo” Daniel 2:19.
Elías fue otro hombre que experimentó la manifestación de Dios en medio de la quietud:
“…pero Yehováh no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Yehováh no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Yehováh no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado” 1 Reyes 19:11-12.
No tengo duda que Yehováh puede manifestarse a nuestras vidas en medio de las ocupadas agendas, pero es importante identificar que Él se manifestó a muchos de sus siervos en medio del silencio, la quietud y el reposo.
¿Cuántos de ustedes desean ver cosas mayores en sus vidas, mayor revelación, mayor poder, sanidades, etcétera?
Hermanos, les quiero plantear el reto (para aquellos que aun no lo están haciendo) de apartar momentos de quietud para buscar a Yehováh. David, en medio de su agitada agenda como rey, buscaba al Todopoderoso en momentos de silencio y nos dicen los Salmos que era durante las madrugadas: “Dios, Dios mío eres tú; De madrugada te buscaré…” Salmos 63:1 al igual que lo hacía Yeshúa nuestro Mesías. ¡He ahí parte del éxito de sus victorias!
Hagamos un esfuerzo, y ¡busquemos a Yehováh mientras pueda ser hallado!