El Reino de los Cielos – Maljut haShamaim

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El término el Reino de los Cielos es famoso en el Cristianismo dado que es utilizado por Yeshúa a lo largo de su ministerio. Ya sea exhortando a la gente a convertirse “en niños” para poder entrar en él (Mat 18:3), comparándolo con un tesoro escondido en un campo (Mat 13:44) o un grano de mostaza (Mat 13:31), e incluso hablando de como serían las reglas halájicas dentro del Reino (Mat 22:29).

Lo que muchos no saben, es que este término, Maljut haShamaim (el reino de los cielos), y el término sinónimo Maljut Elohim (el reino de Dios; a veces maljut Shadai), eran términos ampliamente utilizados en el contexto temporal judío en que Yeshúa vivió.

El Imperio Romano tenía completa soberanía sobre la tierra de Israel y oprimía al pueblo económicamente a través de tributos (impuestos) al emperador. Aquellos judíos disidentes que decidían rehusarse o incluso cuestionar aquellas normativas autoritarias imperialistas eran aplastados por el brazo militar romano, y sus cuerpos eran exhibidos sobre crucifijos como ejemplo para los demás, para que todos piensen dos veces antes de rebelarse o cuestionar la autoridad. Los zelotes eran un grupo disidente, mencionado en el Nuevo Testamento, que luchaba contra las autoridades romanas, con la esperanza de recobrar una autonomía judía, tal como los Macabeos lucharon contra los griegos un par de siglos antes.

Un pensamiento, arraigado en doctrina bíblica, se popularizó durante ese tiempo; tal como hay reinos e imperios en este mundo, que nacen, se expanden, y últimamente, pasan, hay también, en contraste, un reino que es eterno: el reino de Dios.

Una imagen muy clara de esto aparece en la interpretación del sueño del rey Nabudodonosor dada por Daniel en el segundo capítulo de su libro:

En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre.

Ya en el libro de Éxodo Moisés exclama, después de que el Eterno partió el Mar y salvó al pueblo de Israel de los egipcios: ¡Yehová reinará eternamente y para siempre! (Ex. 15:18).

En el cuarto capítulo de Mateo se nos cuenta cómo Yeshúa viajaba por toda Galilea proclamando las buenas nuevas del reino.

Otra terminología popular en el judaísmo del tiempo de Yeshúa era la de ponerse bajo el yugo del reino de Dios o de los cielos. Este concepto podría ser comparado al de conversión (t’shuváh en hebreo). Una persona que se ponía bajo ese yugo, en contraste a los yugos de este mundo, era considerada una persona justa, un tzadik. A través de estos hombres (y mujeres) justos, el Reino de Dios era manifestado en la tierra. La meta ideal última de la creación, sería la de un reino al final de los días en donde todas las personas tendrían esa conciencia y el mal se extinguiría. Yeshúa, como un embajador del Reino, les explicó a los fariseos que no debían buscar en los cielos lo que se encontraba “entre ellos”:

Preguntado por los fariseos cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: “Helo aquí”, o “Helo allí”, porque el reino de Dios está entre vosotros.

Lucas 17:20-21

Yeshúa nos enseña acerca de una realidad espiritual, cuando todos están pensando en la realidad física, una realidad eterna, cuando todos se enfocan en lo temporal.

Cוando esperamos un reino que existe solamente en el futuro, no estamos hablando de un reino eterno. El concepto de eternidad implica la omnipresencia en el pasado, presente y futuro. ¿Recuerda el significado del nombre יהוה? Es justamente ese mismo.

En conclusión, existía en el judaísmo del primer siglo un fuerte contraste entre los reinos del mundo y el reino de Dios. El Reino de Dios era para muchos una promesa y esperanza en el futuro. Cuando Yeshúa vino, enseñando ampliamente sobre este reino que la gente tanto añoraba, mostró el camino y la manera de vivir en ese reino en el tiempo presente, ya que ese reino, siendo eterno, existe en este mismo momento. La manera de traerlo a este mundo es honrando a nuestro Creador y poniéndonos bajo su yugo. Así, nos convertiremos en personas justas y expandiremos Su reino en toda la tierra.

Buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Mat 6:33

 

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