Juan 12:20-26
Semana 62
¡Qué palabras más duras les comparte Yeshúa a estos griegos gentiles que habían subido a Jerusalén a celebrar la fiesta de Panes Sin Levadura!:
“El que ama su vida, la perderá…” Juan 12:25.
¿A qué se estaba refiriendo Yeshúa cuando pronunció estas palabras? ¿Acaso no quiere Dios que tengamos una vida plena, y que la disfrutemos al máximo? ¿Qué hay de malo que podamos disfrutar de nuestra familia y del fruto del trabajo de nuestras manos? Acaso no fue esa, una de las conclusiones a las que llegó el sabio Salomón cuando dijo:
“No hay cosa mejor para el hombre sino que coma y beba, y que su alma se alegre en su trabajo. También he visto que esto es de la mano de Dios”
Eclesiastés 2:24.
No hay nada de malo en que el hombre disfrute de lo que logra a través de su trabajo, pero entonces, ¿a que se refería Yeshúa?
Yeshúa estaba hablando acerca de otro principio del Reino. El problema no es disfrutar del fruto de nuestro trabajo con nuestros seres queridos; el problema es enamorarnos de lo que este mundo nos ofrece.
En el momento que nuestro corazón se desvía por el amor a las cosas terrenales, nuestra alma entra en una zona de peligro:
“Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:34.
¿Recuerda el caso del joven rico que le preguntó a Yeshua qué tenía que hacer para heredar la vida eterna? A pesar de que ese joven guardaba todos los mandamientos desde niño, su corazón no estaba en hacer esto, sino en las muchas riquezas que poseía.
Hay una mayor recompensa y galardón para los que están dispuestos a dejarlo todo cuando llegue el momento de hacerlo:
“…y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará” Juan 12:25.
Porque… ¡Donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón!