A pesar de que la palabra “Tabernáculo” haya sido popularizada para referirse al mishkán, es necesario ahondar en estos términos para poder aclarar las similitudes y diferencias entre ambos. El asunto es que la palabra tabernáculo es utilizada en varios contextos en las escrituras, los cuales utilizan en el hebreo palabras diferentes. Por ejemplo, la palabra tabernáculo es utilizada en relación con la “Fiesta de tabernáculos”, pero la palabra hebrea aqui es sucot (sucá en singular) y no mishkán.
Ambas palabras están relacionadas con el concepto de una “morada”. Pero mientras que sucá tiene que ver con una vivienda física temporal que se erigía para protegerse de la intemperie y cubrirse del sol, el mishkán tiene más que ver con una vivienda permanente. Es por esto mismo que fue la voluntad del Eterno establecer su mishkán para que Él morase entre nosotros, y no simplemente una sucá.
A diferencia de la palabra sucá, la palabra mishkán proviene de la raíz verbal: שכן (shaján). Es este mismo verbo que es utilizado para la palabra “morar” o “habitar”:
Y harán un santuario (mikdash) para mí, y habitaré (shajánti) en medio de ellos. (Ex 25:8)
Vemos como fue la voluntad del Padre que Su pueblo construyese un “tabernáculo”, llamado aqui mikdash, que es literalmente un ‘santuario’ para poder morar entre ellos
Y la gloria de Yehováh reposó (shaján) sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió por seis días; y al séptimo día llamó a Moisés de en medio de la nube. (Ex 24:16)
En este último pasaje fíjese como la raíz verbal shaján es traducida como “reposar”, en lugar de morar, lo cual haría que pase totalmente inadvertida en nuestros estudios si nos basásemos solamente en la traducción en español.
La razón por la que el “tabernáculo” en el desierto fue llamado mishkán en hebreo, fue porque dentro de esta estructura temporal se encontraba el “lugar santo” (kódesh), dentro del cual estaba a su vez el lugar santísimo (kódesh kodashim), en donde se encontraba el artefacto más santo y más valioso en todo el campamento de los hijos de Israel: el Arca del Pacto. Era entre los dos querubines de oro que la presencia del Todopoderoso se manifestaba. Y era este lugar su morada. Su mishkán.
De aquí proviene el concepto rabínico de la sh’jiná. Un término que no aparece conjugado de esa manera en las Escrituras pero significa la “Presencia divina del Creador”.
Posteriormente, el Eterno hizo mucho énfasis en que todo el pueblo fuese en peregrinación al “lugar en donde Él eligiese para poner allí su Nombre” (Deuteronomio 12:5 entre muchísimos otros). Esa palabra “poner”, es una traducción muy pobre del hebreo (nuevamente) ¡SHAJÁN! Literalmente, el lugar en donde Él ‘hará morar’ Su Nombre.
Ya sea sobre el Monte Sinaí, en el Jardín del Edén o en el Templo de Salomón en Yerushaláyim, el patrón es el mismo, y la intención la misma: el Dios Todopoderoso quiere morar con los hombres, quiere estar en comunión con nosotros.
En un sentido personal, nosotros mismos somos ese mishkán, y a través de nuestra consagración y dedicación, anhelamos que esa misma presencia divina sea manifiesta en nosotros.
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? (2 Corintios 6:16)