Por: Miguel Angel Forero R. -
Devarim 21:18-21
Hoy los padres evitan disciplinar a sus hijos porque sienten que podrían perder su afecto al contrariarles y prefieren “ser amigos” de ellos. Pero ese no es el mandamiento de nuestro Creador y Señor. Los padres más que amigos, son modelos y representan la autoridad de Yehováh en la vida de los hijos; su responsabilidad es guiarlos, educarlos, amonestarlos, disciplinarlos y equiparlos para enfrentar un mundo cruel, decadente y corrupto, lo cual no se puede lograr simplemente siendo “amigo” de sus hijos.
La responsabilidad respecto a la formación de los hijos era tal, que si el hijo, luego de haber sido disciplinado y reconvenido varias veces, insistía en mantenerse siendo glotón, borracho y rebelde, debería ser denunciado por sus propios padres antes las autoridades para que le fuera aplicada ¡la pena capital! ¡Terrible! Sin embargo, no aparece en la Biblia historia alguna donde esto haya tenido que llevarse a cabo, y si fue así, debió ser una gran prueba de obediencia a Yehováh. Lo cierto es que el riesgo de que eso sucediera, muy seguramente alertaba a los hijos para que respetaran y obedecieran a sus padres, como era lo debido.
Hoy sigue siendo una responsabilidad indelegable, formar a nuestros hijos, lo cual sucede en el hogar. Es una tarea que muchos han delegado a las escuelas u organizaciones culturales o deportivas. Pero el carácter se forma con el ejemplo y con una disciplina firme que solo los padres pueden aplicar.