Los Evangelios Cronológicos
30 de Julio, Semana 24
Mateo 12:9-14, Marcos 3:1-6, Lucas 6:6-11
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En los tiempos del Éxodo, Moshé nos dijo que debíamos trabajar seis días y al séptimo, debíamos acordarnos del Shabbat para apartarlo (Éxodo 20:8-11). Se nos dijo también que el Shabbat es una señal (una credencial) entre Yehováh y su pueblo (Éxodo 31:17). Incluso, se estableció que quien hiciera obra alguna en el Shabbat sería cortado del pueblo (Éxodo 31:14).
En esta ocasión Yeshúa nos da una cátedra respecto al tema del Shabbat. Mateo nos relata que Yeshúa entró a una sinagoga en un día de Shabbat. En ella había un hombre que tenía una mano seca. Los que estaban ahí, le preguntaron: ¿Es lícito sanar en el Shabbat?
Cuando estudiamos las Escrituras, tendemos a caer en esta misma situación una y otra vez. Leemos acerca del Shabbat y muchas veces tenemos la impresión de que guardar el Shabbat es quedarnos inmóviles en casa, sin cocinar, ni mirar televisión, no haciendo nada, porque todo está prohibido. Incluso nos atrevemos a juzgar al prójimo que hizo esto o lo otro y lo señalamos diciendo que ha quebrantado el Shabbat.
No seamos como los fariseos, quienes estaban buscando una manera de cómo acusar a Yeshúa por “haber quebrantado el Shabat” según su doctrina de hombres. Más bien, aprendamos del Maestro, el cual nos vino a enseñar acerca del espíritu del mandamiento, porque: ¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si ésta cayere en un hoyo en día de reposo, no le echa mano, y la levanta?
Por tanto, ¡Sí! ¡Es lícito hacer el bien en día de Shabbat!