¿Están ciegos como Isaac?

No solo la Casa de Judá tiene un velo que le impide ver al Mesías. También la Casa de Israel -de la cual la iglesia hace parte-  tiene un velo que le impide reconocer su identidad como parte de Israel para guardar la Toráh de Yehováh.

En las Escrituras encontramos muchos casos de ceguera física; algunos de estos simbolizan también ceguera espiritual. Yehováh habló en diversas ocasiones por medio de sus profetas para advertir a su pueblo de la condición tanto de ceguera como de sordera que tenían, y que eran las mismas características de los ídolos que adoraban.

Yeshúa, por su parte, señaló que la generación suya, era ciega; pues siendo testigo de las grandes señales que Él hizo y de las enseñanzas que escucharon de sus labios, no las entendieron. Un caso notable es el de la resurrección de Lázaro:

Y habiendo dicho esto, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera!
Y el que había muerto salió, atados los pies y las manos con vendas. Y su rostro había sido envuelto en un sudario. Yeshúa les dice: ¡Desatadlo y dejadlo ir!
Entonces, muchos de los líderes religiosos que habían venido a casa de Miriam y vieron lo que hizo, creyeron en Él.
Pero algunos de ellos fueron a los sacerdotes y a los fariseos y les dijeron lo que había hecho Yeshúa. Entonces ellos reunieron al Sanedrín y decían: ¿Qué haremos? porque este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en Él; y vendrán los romanos y nos quitarán tanto el Lugar como la nación. Entonces Caifás, uno de ellos, que era sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, ni consideráis que os conviene que un solo hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.        Juan 11:43-50

La narración nos dice que entre los testigos de este milagro, había líderes religiosos, muchos de los cuales creyeron, pero algunos fueron a dar su reporte a los sacerdotes y fariseos, lo cual resultó en un complot para ¡dar muerte a Yeshúa! Y nos preguntamos: ¿Cómo es esto posible?

Los dos grupos vieron el mismo milagro y escucharon las mismas palabras; pero cada uno respondió de manera diferente: Los unos rindieron su vida al Mesías y los otros lo consideraron una amenaza a sus intereses. Es evidente que los segundos estaban ciegos y sordos, pero no físicamente como es obvio, sino espiritualmente.

Los autores de los Escritos Mesiánicos (Nuevo Testamento), explican que la ceguera espiritual previno a mucha gente judía de reconocer a Yeshúa como el Mesías, entre ellos las autoridades de la nación.

Yeshúa llora sobre Yerushalayim, por no haber sido ésta capaz de reconocer el tiempo de su visitación (Lucas 19.42) mientras Shaúl (Pablo), declara que la mayoría de Yisrael no reconoce al Mesías a causa de que Yehováh ha permitido que tengan ojos y no vean, oídos y no escuchen… (Romanos 11.8)

Esfuerzos vanos

¿Has tratado alguna vez de explicar a un ciego cómo son los colores? Probablemente ni te hayas molestado en pensarlo, porque ¡es algo imposible! Tampoco podemos describirle por medio de señas a un sordo, como suena la música…

Y algo similar sucede cuando por nuestra propia capacidad tratamos de “convencer” a alguien de entrar por el Camino angosto de la obediencia a la Toráh. Es como hablar en dos lenguas o idiomas diferentes sin lograr entendimiento alguno. Por esta razón no es aconsejable entrar en discusiones necias, como las describe Shaúl el apóstol.

Cosa muy diferente es cuando alguien pregunta con el interés de conocer realmente. En este caso estamos ante alguien como el ciego a quien Yeshúa sanó por etapas:

…tomando [Yeshúa] la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. El, mirando, dijo: Veo los hombres como árboles, pero los veo que andan. 25Luego le puso otra vez las manos sobre los ojos, y le hizo que mirase; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Marcos 8.23-25

Cuando alguien se dispone, por su propia voluntad, está manifestando su deseo de “ver”, y en este caso es posible ayudarle y aún acompañarle en el proceso. Una persona así, tiene hambre de la Verdad y desea conocerla; en otras palabras, desea ver; aunque al comienzo todo sea para él turbio y borroso. Pero en el caso contrario, cobra validez el refrán popular: ¡No hay peor ciego que el no quiere ver!

¿Es posible ser sanado o “abrir los ojos”?

Lucas 24.16 nos da la respuesta:

Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día a una aldea llamada Emaús, que estaba a sesenta estadios de Yerushaláyim. E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acontecido. Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Yeshúa mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados, para que no le conociesen…

Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron…
Lucas 24.13-31

Observemos que  los discípulos no abrieron sus ojos por sí mismos, sino que les fueron abiertos. Es algo que solo Yehováh hace en su absoluta potestad, cuando lo considera oportuno.

Por esto, no podemos enojarnos con quienes no nos entienden, o no ven lo que a nosotros se nos ha permitido ver, y mucho menos podemos menospreciarles; porque nosotros vemos gracias a que la misericordia de Yehováh nuestro Padre nos ha tocado y no debido a méritos propios o a nuestro esfuerzo personal.

La ceguera de la Casa de Judá y de la Casa de Israel

Siempre hemos considerado que la ceguera ha caído en Judá de manera parcial tal y como lo expresa Shaúl en Romanos 11.25:

Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles.

Ahora bien, lo que estamos pudiendo verificar, es que en este momento también la Casa de Israel o Efraín (la iglesia), tiene ceguera parcial. El velo está puesto tanto en el judaísmo como en el Cristianismo. Pero lo más impresionante de todo, es que Yehováh ¡está corriendo tal velo a individuos de los dos grupos! Personas que junto con sus familias, podemos declarar lo mismo que los discípulos de Emmaús, solo que en tiempo presente:

¿No arde nuestro corazón en nosotros, mientras nos habla en el camino, y cuando nos abre las Escrituras? Lucas 24.32

Gracias a nuestro Padre por ese maravilloso regalo. Pero no perdamos la esperanza de que a nuestros allegados, Yehováh les haga llegar también la luz de su conocimiento. Aún faltan personas que deben entrar a Israel antes del fin, pues Shaúl nos declara lo siguiente:

…y luego todo Israel será salvo, como está escrito…
Romanos 11.26

Esto significa que Yehováh está en perfecto control, y que cuando llegue el momento apropiado, el velo será corrido a las dos Casas: Judá y Efraín, de manera que puedan ver con claridad.

¿Que podemos hacer entre tanto? Sugiero algunas cosas:

  • Mantenernos fieles y creciendo en la obediencia a la Toráh.
  • Ser consistentes en lo que decimos y lo que hacemos. El resto de Efraín nos está mirando con lupa.
  • Orar a Yehováh que nos mantenga firmes en el Camino angosto por Su gracia.
  • Interceder, hablando con Yehováh a favor de aquellos que aún no pueden ver. Solo Yehováh podrá abrir sus ojos.
  • Mantenernos atentos a la dirección del Ruaj Kodesh, para ser sus instrumentos portadores de la luz para quienes desean ver.

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