Habiendo nacido judío, una de las cosas por las que estoy más agradecido es que no tuve que preocuparme por mi brit milá (circuncisión). Yo era un bebé cuando me fue realizado, y no tuve que pasar por el estrés de ‘imaginar’ qué sería lo que me iba a suceder o cuándo. Para aquellos que se convierten al judaísmo, e incluso para muchos que decidieron tomar este importante paso para acercarse al pacto de Abraham incluso sin convertirse a la religión judía, el tema de la circuncisión es bastante estresante.
¿Tenía Dios que confirmar este pacto con Abraham precisamente en ese lugar?
Hay una razón por la cual en su misericordia, el Creador estableció que este mandamiento sea hecho a los bebés varones cuando cumplen 8 días, ahorrándonos la preocupación de tener que hacerlo cuando somos adultos. Pero por el otro lado, tal como hay casos en la actualidad de adultos que deciden circuncidarse, también los hay en las Escrituras en puntos clave de la historia bíblica.
El Establecimiento del pacto de Abraham
Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones. Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros. Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros. Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo. Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.
Gen 17:9-14
Entonces tomó Abraham a Ismael su hijo, y a todos los siervos nacidos en su casa, y a todos los comprados por su dinero, a todo varón entre los domésticos de la casa de Abraham, y circuncidó la carne del prepucio de ellos en aquel mismo día, como Dios le había dicho. 24 Era Abraham de edad de noventa y nueve años cuando circuncidó la carne de su prepucio. 25 E Ismael su hijo era de trece años, cuando fue circuncidada la carne de su prepucio.
Gen 17:23-25
Hay que poner atención primero a la línea de tiempo de estos sucesos. Yehováh no le pidió a Abram que se circuncidara al tiempo en el que lo llamó a “irse de su tierra” (a la edad de 75 años). Más de 20 años pasaron hasta este momento. Abraham se circuncidó de anciano, ¡y su hijo tenía 13 años! El resto de sus sirvientes, presumiblemente eran de edades variadas.
Sólo a partir de ese momento es que cada bebé sería circuncidado a la edad de 8 días, incluyendo a su hijo por nacer unos meses más tarde; Itzjak (Isaac).
El punto principal aquí es que “sin importar la edad”, gente adulta tuvo que realizarse esta “intervención”, para demostrar su fidelidad al pacto de Abraham, especialmente en relación a la posesión de la tierra.
Más de 6 generaciones más tarde, esta difícil tarea recaería sobre Yehoshúa, Josué.
La entrada a la Tierra y la señal del Pacto
En aquel tiempo Yehováh dijo a Josué: Hazte cuchillos afilados, y vuelve a circuncidar la segunda vez a los hijos de Israel. Y Josué se hizo cuchillos afilados, y circuncidó a los hijos de Israel en el collado de Aralot. Esta es la causa por la cual Josué los circuncidó: Todo el pueblo que había salido de Egipto, los varones, todos los hombres de guerra, habían muerto en el desierto, por el camino, después que salieron de Egipto. Pues todos los del pueblo que habían salido, estaban circuncidados; mas todo el pueblo que había nacido en el desierto, por el camino, después que hubieron salido de Egipto, no estaba circuncidado. Porque los hijos de Israel anduvieron por el desierto cuarenta años, hasta que todos los hombres de guerra que habían salido de Egipto fueron consumidos, por cuanto no obedecieron a la voz de Yehováh; por lo cual Yehováh les juró que no les dejaría ver la tierra de la cual Yehováh había jurado a sus padres que nos la daría, tierra que fluye leche y miel. A los hijos de ellos, que él había hecho suceder en su lugar, Josué los circuncidó; pues eran incircuncisos, porque no habían sido circuncidados por el camino. Y cuando acabaron de circuncidar a toda la gente, se quedaron en el mismo lugar en el campamento, hasta que sanaron. Y Yehováh dijo a Josué: Hoy he quitado de vosotros el oprobio de Egipto; por lo cual el nombre de aquel lugar fue llamado Gilgal, hasta hoy.
Josué 5:2-9
Justo antes de que los Hijos de Israel entraran a la Tierra Prometida, Josué recibió ordenes “especiales”. Recordemos que el pacto original dado a Abraham fue establecido exclusivamente en relación a esa Tierra. Entonces tiene sentido que al momento de ingresar haya habido una pausa para concentrarse en eso mismo.
Pero por el otro lado el tiempo era tan inapropiado… ¿Puede imaginarse cómo se siente uno antes de salir a la guerra? Los niveles de adrenalina, temor, preparación física y mental ¡Los hebreos estaban a punto de ir a atacar Jericó y finalmente ingresar a la Tierra Prometida! Pero hubo una pausa. Una pausa para recordar porqué están allí y porqué van a hacer lo que están a punto de hacer.
Cuando todos estaban concentrándose en la batalla inminente el Creador le dijo a Josué: “ellos van a tener que enfocarse en el pacto”. A sabiendas que para los enemigos de Israel este ritual no se veía más que como una mutilación corporal, que incluso les tomaría días recuperarse, para el Todopoderoso era un requisito indispensable para poder ingresar en la Tierra.
Con la misma determinación de Abraham, Yehoshúa hijo de Nun no dudo en poner “manos a la obra” para obedecer la voluntad del Creador y preparar a su pueblo no sólo para la batalla física, sino también para la espiritual.