Abraham e Isaac 2

Imágenes erradas de relatos Bíblicos

Cuando leemos las Escrituras estamos sujetos a paradigmas. Dicho de una manera sencilla, leemos con unos lentes que nos conducen a entender y a ver aquellas cosas que nuestras mentes han sido entrenadas previamente para interpretar de determinada manera.

Un Paradigma, es un conjunto de teorías, normas o incluso costumbres que se aceptan sin cuestionar y constituyen un marco rígido de pensamiento.

¿Abraham tratando de sacrificar un niño?

Cuando leemos las Escrituras estamos sujetos a paradigmas. Dicho de una manera sencilla, leemos con unos lentes que nos conducen a entender y a ver aquellas cosas que nuestras mentes han sido entrenadas previamente para interpretar de determinada manera. Uno de estos casos sucede al leer el relato de Abraham ofreciendo a Yitsjak (Isaac) su hijo como se comenta en la Parashá de esta semana. Siempre se nos ha mostrado que Yitsjak era un niño de algunos 7 años anda más, lo cual si lo miramos con atención resultaría en un intento de asesinato por parte de su padre. Pero cuando leemos todo el contexto con atención, podemos darnos cuenta de que en realidad Yitsjak ya era un hombre maduro de alrededor de 27 años, que voluntariamente aceptó ser ofrecido sin resistencia alguna, convirtiéndose así en una figura del Mesías, quien “cargó” el madero y fue voluntariamente a la muerte.

¿Un niño que mató un gigante???

Otro caso similar, sucede con la historia de David y Goliat. Nos parece mucho más emocionante imaginar a un niño pequeño enfrentando un gigante, que a un hombre de talla normal; y así cuando leemos el texto bíblico, acude a nuestra mente aquella imagen que ya hemos aprendido de las historias animadas o de los libros de historias bíblicas para niños, sin cuestionarla y que damos por veraz.

La realidad…

David al enfrentar a Goliat, era un hombre de la estatura de Shaúl quien al momento de su unción como rey, sobresalía del resto de los varones por su altura. Esto lo sabemos porque David trató de usar la armadura del rey y al no estar entrenado para ir a la guerra con ella, prefirió no utilizarla. No podemos pensar que la gente era tan tonta como para tratar de poner una armadura de un hombre grande a un niño como lo muestran muchas ilustraciones o dibujos animados. Por otro lado, tampoco podemos perder de vista que David, una vez derribado Goliat, tomó la espada de éste y le cortó la cabeza; si hubiera sido tan solo un niño, ¿cómo pudo ser capaz de levantar la espada del gigante para darle muerte?

La Última Cena…,  ¿en un restaurante griego?

Otro caso similar es el de la última cena de Yeshúa con sus discípulos. Pintada por Leonardo D’Vinci en el Siglo XVI, no corresponde en absoluto al ambiente y a la cultura hebrea. Pareciera copiada de una foto tomada por alguien una noche, donde todos los participantes posan, y los “discípulos” son hombres mayores (algunos ancianos) que morirían en corto tiempo, lo que hubiera sido una pobre estrategia del Maestro por haber escogido hombres con corta expectación de vida que no lograrían impacto alguno en su generación.

La mesa es de tipo occidental con asientos ubicados todos del mismo lado; la comida, para nada corresponde a la de la época y la arquitectura del salón mucho menos. Pero cuando leemos el relato de los Evangelios, escenas como esa fluyen automáticamente a nuestra mente y nos bloquean detalles importantes, aparte de robarnos el “sabor” de la cultura hebrea.

Al igual que éstas, muchas otras interpretaciones son erradas. Han sido distorsionadas y acomodadas para secuestrar a Yeshúa y sus discípulos de su cultura judía; no podemos afirmar que tales cosas hayan sido hechas con premeditación o con mala intención, pero lo cierto es que lograron desviar nuestra atención de aspectos colaterales importantes, así como de los cuadros y sombras proféticas que representan.

Así es como surgieron doctrinas, algunas de las cuales son vitales dentro del cristianismo, pero que ignoran no solo el contexto cultural sino el propósito por el cual fueron incluidas en los relatos sagrados.

Por todo lo anterior, es necesario que nos despojemos de tradiciones, acondicionamientos, enseñanzas y demás cosas adquiridas con el paso de los siglos; entonces podremos leer tales relatos con una frescura renovada para descubrir lo que realmente sucedió y seremos capaces de discernir la correcta interpretación de los hechos y su aplicación a nuestras vidas.


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La Familia Diseñada por Yehováh

Nuestro Creador nos reveló las cosas que necesitamos saber para desempeñar el rol que nos asignó mientras ocupamos su planeta.

Al leer el relato de la Creación de la primera pareja, nos debe inquietar el por qué los dos no fueron creados al tiempo, de la misma manera que Yehováh creó a los animales. La respuesta es sencilla.

Siendo que Adam era una persona capaz de razonar, era muy importante que fuese consciente de la necesidad de una compañera. Por esta razón Yehováh le da una tarea que le permitiría descubrir esa realidad. Durante su trabajo, Adam se da cuenta de que cada animal macho tiene una hembra y por tal razón el relato nos dice: 

…el hombre puso nombres a todos los animales, a las aves de los cielos y a toda bestia del campo, mas para el hombre no se halló una ayuda que estuviera frente a él. Génesis 2:20

Una vez consciente de su necesidad, Yehováh no le invita a sugerir cómo le gustaría una compañera; simplemente lo sume en un profundo sueño, y de manera autónoma, a Su juicio, toma una parte del varón y crea una mujer. Una vez despierto, la presenta ante él, quien sorprendido exclama:

¡En verdad ésta es hueso de mis huesos y carne de mi carne! … Génesis 2:23 

¿Cómo sucede en el presente?

Yehováh en Su soberanía tiene el control de todas las circunstancias de nuestra vida. Así, mientras estamos creciendo y madurando, estamos “dormidos” en cierto sentido, ante tal necesidad, lo cual es evidente por el hecho de que cuando niños no estamos preocupados por quién será nuestro cónyuge. Sin embrago, simultáneamente, Yehováh está poniendo manos a la obra y está preparando aquella persona que luego de maneras insospechadas se cruzará en nuestro camino para despertar nuestro interés, sentirnos atraídos mutuamente e iniciar una relación que conducirá a un matrimonio o pacto que debe ser respetado para toda la vida.

He aquí una razón muy importante para que los padres, aunque sus hijos sean pequeños, comiencen a orar por la persona con quien su hijo ó hija contraerá nupcias; porque esa persona seguramente ya está en este mundo y está siendo formada por medio de las experiencias que le deparará la vida. Y cuando se encuentre con nuestro hijo-hija ya vendrá con una carga de experiencias emocionales, culturales, familiares y demás que afectarán sensiblemente la relación de la pareja.

Las reglas de juego para una relación duradera

​Nuestro Creador nos reveló las cosas que necesitamos saber para desempeñar el rol que nos asignó mientras ocupamos su planeta.  Así fue que Él diseño la relación matrimonial porque nos hizo con tal necesidad: Un hombre que habría de ser completado o complementado por una mujer. En Génesis 2:24-25 Yehováh nos entregó tres sencillos fundamentos o principios, que son suficientes para que la relación funcione de acuerdo a Su plan:

  • Principio de SEPARACION: Dejará el hombre a su padre y a su madre.

  • Principio de UNIDAD: Se unirá a SU mujer.

  • Principio de INTIMIDAD: Serán una sola carne.

Si reflexionamos, hallaremos que todos los problemas que puede enfrentar una pareja, están conectados directamente con la violación de uno de estos tres fundamentos. Además hay una circunstancia tácita pero no menos importante que estas tres: La primera pareja tenía una relación íntima con su Creador; así que mientras confiaron en Yehováh las cosas marcharon sin problemas; pero cuando desconfiaron de Él todo se vino abajo.

De manera similar, nuestra relación de pareja funcionará entre tanto Yehováh forme parte activa de nuestras vidas. Pero el día que le demos la espalda o que lo relevemos a un segundo plano en nuestra vida u hogar, habremos renunciado a la posibilidad de disfrutar de una relación gratificante aunque imperfecta.

Lo que sucedió en el Edén es una sombra de lo que sucede en muchos hogares: Un hombre carente de autoridad y liderazgo, una mujer que motivada por emociones y sensaciones, de manera independiente toma decisiones erradas, y las consecuencias ineludibles: temor, vergüenza, culpa, mentiras y fracaso.  Tu eliges.


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¡La Vida aún es asombrosa!

Cuando perdemos la capacidad de asombrarnos por las cosas sencillas, también perdemos la capacidad de reconocer la grandeza de nuestro Creador y Padre Yehováh y fácilmente quedamos atrapados en la rutinas de la religión…

He aquí, anhelo tus mandamientos; vivifícame en tu justicia.
Salmo 119:40

Cuando éramos niños, descubríamos la vida a cada paso que dábamos, y hallábamos cosas nuevas que nos generaban inquietudes y multitud de preguntas;  teníamos la capacidad de admirarnos por cosas sencillas tales como piedras, o insectos, pero conforme nos fuimos acostumbrando a ellas, perdieron su encanto y comenzamos a buscar nuevas experiencias.

Nos sucede algo similar en las relaciones sentimentales: Conocer a una persona nueva que nos atrae, hace que todo en ella sea novedoso; nos sentimos bien en su presencia y queremos compartir más tiempo juntos; pero cuando se establecen las relaciones por un largo tiempo, y si llegamos a casarnos con tal persona, entonces ese encanto inicial se desvanece conforme compartimos más tiempo.

Nuestra relación con nuestro Padre Yehováh, no es la excepción. Un encuentro real con Yeshúa, trastorna nuestra vida; nos transforma y nos abre una dimensión antes desconocida que nos resulta fascinante porque está más allá de nuestros sentidos y nos catapulta a niveles eternos. Pero entonces tropezamos con la religión. Quiero decir, caemos en rutinas y casi sin darnos cuenta, la relación se torna obligatoria.

He definido todo esto como: “la fuerza de la costumbre”. Y esto es algo sumamente peligroso, porque termina desensibilizándonos y afectando gravemente nuestra percepción de la vida, de nuestras relaciones interpersonales y por supuesto de nuestra relación con Yehováh nuestro Padre.

Cuando perdemos la capacidad de asombrarnos por las cosas sencillas, tales como el canto de un ave, la apariencia de un pájaro o de una flor, o por el complejo diseño de un insecto, o por las capacidades o talentos de otras personas, entonces también perdemos la capacidad de reconocer la grandeza de nuestro Creador y Padre Yehováh y fácilmente quedamos atrapados en la rutinas de la vida, de la religión o de las relaciones con otros.

Por lo tanto, hay que quebrar esa “fuerza de la costumbre”. Yeshúa usó otras palabras para describir lo mismo::

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.” (Apocalipsis 2:4, BTX)

Durante el Primer Amor, todo nos parece fascinante, ¿lo recuerdas?: Las canciones, leer las Escrituras, hablar a otros de lo que hemos encontrado, observar la Creación, conversar por horas sobre el tema sin agotamiento, etc. 

Es tiempo de tomar la decisión consciente, de regresar a ese Primer Amor. Tiempo de recuperar la capacidad de asombro, tiempo de observar y reflexionar en las Escrituras, tiempo de construir relaciones significativas con otros y de recuperar nuestra admiración por las obras de Yah, por su Creación.

¿Cómo hacerlo?

  • Lo primero es reconocer que todo esto lo hemos dejado atrás.
  • Lo segundo, recurriendo a nuestro Padre Yehováh, quien es el Único que puede restaurar nuestra vida vivificándonos, abriendo nuestros ojos a sus maravillas. Salmo 119
  • Lo tercero es zafarnos de lo que el sistema en que vivimos nos impone, porque al no tener en cuenta Yehováh, invierte las prioridades, pervierte los valores y nos convierte en accidentes de la evolución.
  • Cuarto, reconociendo nuestra identidad como pueblo escogido, separado, apartado por Yehováh para ser su especial tesoro; un pueblo que vive conforme a las instrucciones -Toráh- provista por Él, que le honra y le reconoce en todos los detalles de la vida.
  • En quinto lugar, frenando el acelere de la vida. Esto se hace apartando tiempo para observar, reflexionar, conversar, orar, leer y reconocer en cada paso la intervención Divina.
  • Por último, volviendo a ser como un niño retomando la capacidad de asombrarse ante las cosas sencillas, creyendo en las promesas de nuestro Padre y viviendo el día a día con la certidumbre de que Él tiene cuidado de nosotros:

De cierto os digo: El que no reciba el reino de Dios como un niño, de ningún modo entrará en él.” (Lucas 18:17, BTX)

Sea Yehováh, contigo llevándote de la mano por este Camino Estrecho.

Shalom.  

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En este Yom Kippur, ¡haz la diferencia!

Audioblog

Cuando tenemos un encuentro real y transformador con Yeshúa, sucede algo sobrenatural: nuestra conciencia es renovada para alinearse con la Toráh de Yehováh y surge un nuevo comienzo, una nueva vida,

Cuando Yehováh nos creó, fuimos dotados con una conciencia. Esta es un tipo de juez que originalmente está equipado para señalarnos lo que es correcto o incorrecto según la Toráh eterna que refleja el carácter justo del Creador y mediante la cual Él rige toda Su Creación.

Pero conforme crecemos y empezamos a caminar por este mundo, esa conciencia es influenciada, educada, alterada y hasta contaminada, de manera que podemos llegar a perder totalmente el sentido de la justicia, como sucede con muchas personas que no se refrenan en hacer mal a otros, con tal de conseguir sus objetivos personales. Es cuando decimos de ellas: ¡No tienen conciencia!

Pero cuando tenemos un encuentro real y transformador con Yeshúa, sucede algo sobrenatural: Esa conciencia es restaurada y renovada para alinearse de nuevo con la Toráh de Yehováh, y surge un nuevo comienzo, una nueva vida, tal como lo describe Pablo (Shaúl):

“…si alguno es nueva criatura en el Mesías, las cosas viejas pasaron; he aquí son hechas nuevas” 2 Corintios 5:17

Entonces, el potencial de mantenernos actuando recta y justamente es reactivado; sin embargo volvemos a deslizarnos principalmente por la fuerza de la costumbre; y corremos el peligro de volver por los viejos caminos ignorando o menospreciando nuestra conciencia que ahora es alertada por el Espíritu de Yehováh que habita en nosotros.

¿Qué hacer? ¿Cómo enfrentar esos problemas? En esos momentos es cuando debemos echar mano del recurso provisto por nuestro Padre para ser restaurados en nuestro caminar: La Confesión.

Pero no hablo de ir ante otro hombre para rendirle cuentas de lo que hemos hecho. Hablo de conversar con Dios, con Yehováh, para ponernos de acuerdo con Él respecto de lo que Él mismo define como injusticia y entonces aceptar que Él tiene la razón, reconociendo que lo que hemos hecho es malo o incorrecto. Acto seguido, por fe nos apropiamos del perdón que nos ha sido ya otorgado mediante Yeshúa y seguimos adelante perfeccionando nuestro andar.

Quizás te preguntes: ¿Y si he obrado injustamente con alguien, cómo hago? Siempre habrá situaciones en las que deberemos ir con la persona a la que hemos agraviado para reconocer ante ella que hemos actuado erróneamente; eso también es confesión; en otras palabras es ponerme de acuerdo con tal persona, en que le hice mal y entonces, en este caso debo pedirle perdón por tal comportamiento; no, ordenarle que me perdone: “Perdóname por eso…”, sino que le debo dar la opción a ella de que tome la decisión de otorgarme el perdón.

Yehováh nos provee un día especial durante las Fiestas del Otoño: Yom Kippurim, el día de las expiaciones, o de la liberación de las culpas con las que hemos venido cargando durante el año (o la vida). El décimo día del Séptimo mes del Calendario de Yehováh, es apartado para hacernos una auditoría a nosotros mismos. En tal día se nos ordena humillarnos ante Yehováh (lo que significa en lenguaje bíblico: ayunar). Ese día es considerado un Shabbat en el que no se debe realizar trabajo alguno, sino que debemos retirarnos hacia el silencio y la quietud para poner nuestras cuentas claras con nuestro Padre.

De hecho para poderlo hacer, los días precedentes necesitamos prepararnos adecuadamente, haciendo una introspección con la ayuda de nuestro Padre, para traer a la memoria aquellas intenciones, actitudes, comportamientos y demás que necesitan ser corregidos o reparados, y el primer paso para lograrlo es: La Confesión, tal y como la hemos considerado.

Y la verdad, es que no debiéramos esperar hasta la llegada del Yom Kipurim cada año para arreglar las relaciones con nuestro Padre y con los demás. Esto es algo que requerimos hacer día a día, tal como lo hacemos con nuestro cuerpo al respirar: Exhalamos las toxinas e inhalamos el aire fresco y puro; así también exhalemos nuestras injusticias mediante la confesión, e inhalemos el perdón y la justicia que proviene de Yehováh mediante Yeshúa, nuestro Señor y Mesías.

Si confesamos (reconocemos) nuestros pecados, entonces, puesto que él es digno de confianza y justo, los perdonará y nos purificará de todo mal. 1 Juan 1:9

Parashá NitzavimVayelej

Parashá Nitzavim – Vayelej | Libres para elegir lo bueno… o lo malo Deuteronomio 29:10 – 31:30

Parashot es el plural de Parashá. En esta ocasión veremos dos porciones de la Toráh: Nitzavim y Vayelej, porque tenemos un año de tan solo 12 meses lunares. Para los años en que se añade un mes, estas porciones se estudian individualmente una por Shabbat. Para más información sobre el calendario de Yehováh, haga clic aquí.


Yehováh nos dio las Escrituras como guía para que sepamos lo que es bueno y lo que es malo; sin embargo, depende de cada uno de nosotros vivir de acuerdo con la Palabra de Yehováh aceptando el bien y rechazando el mal, o vivir de acuerdo con los dictados de nuestro propio corazón y la perspectiva cultural actual o cosmovisión del mundo.

Aunque no es posible controlar todas las circunstancias que afectan nuestras vidas, podemos determinar cómo reaccionaremos ante ellas. Podría ser más fácil ser feliz o ser agradable cuando todo va bien, pero no hay garantía de que lo seremos igualmente en medio de los malos tiempos.

Del mismo modo, las circunstancias trágicas no tienen que sacudirnos de nuestra firme base para que perdamos la fe en Yehováh y nos volvamos miserables y amargados.

No somos mejores que nuestros padres en el desierto. Necesitamos aprender la importancia de la lealtad y fidelidad a Yehováh y a Su Palabra. Si tenemos presentes las tristes consecuencias que enfrentó el pueblo de Israel, decidiremos poner por obra Sus Palabras hoy y ahora.

Esforcémonos por pasar a nuestros hijos el testimonio que hemos recibido, porque ellos están en gran riesgo de irse en pos de otros dioses (entendiendo por “otros dioses” todo aquello alrededor de lo cual orbita su vida y que atrae poderosamente su atención).

Nuestro testimonio ha de ser claro, firme y comprometido, porque solo una vida auténtica podrá impactar positivamente a las nuevas generaciones; ellas necesitan modelos de vida que les ayuden a discernir la diferencia entre una vida sumida en las tinieblas y una que vive en la Luz verdadera.

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Aclaremos el asunto de los Diezmos


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Parashá Shoftim – Leyes Justas
Deuteronomio 16:18 – 21:9

Los capítulos de esta porción de la Toráh, nos invitan a reflexionar tanto en el carácter justo de Yehováh, como en lo que Él espera de su pueblo. Observemos la importancia de no comprometer, bajo ninguna circunstancia el juicio justo. El soborno, ya practicado en ese tiempo, no se debía aceptar porque tuerce el derecho, es decir hace que el juez pierda su objetividad.

Hoy, el soborno ha cambiado su nombre a “lobby” y los grandes empresarios e interesados emplean enormes sumas de dinero para influenciar las decisiones de los senadores encargados de aprobar nuevas leyes que están muy lejos de ser justas.

La justicia es la esencia de la prosperidad; su ausencia, el caos y la destrucción, que es lo que se aproxima sobre el mundo: un juicio del Legislador Soberano debido a la injusticia de los hombres.

Instrucciones para la guerra

Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y veas caballos y carros y gente más numerosa que tú, no tengas temor de ellos, porque Yehováh tu Dios está contigo, el mismo que te hizo subir de la tierra de Egipto. Deuteronomio 20:1

En este capítulo se habla de guerras físicas, y Yehováh nos muestra un aspecto muy considerado y amoroso de su parte, al instruir cómo se debe ejecutar un guerra. Debemos tener claro que estas instrucciones no tienen que ver con la conquista de Canaán. Los siete pueblos que habitaban allí debían ser desarraigados completamente debido a sus prácticas ocultistas, pervertidas e idolátricas; pero cuando se iniciara un proceso de conquista de las naciones vecinas debido a la expansión natural que ocurriría por obedecer la Toráh, entonces se debería proceder de otra manera:

Hacer una propuesta de paz; si la aceptaban, serían tributarios y trabajadores para Israel. Mas si la rechazaban, la ciudad sería sitiada y una vez sucumbiera, darían muerte a todos los varones, pero tomarían las mujeres, los niños y el ganado. El botín de estos pueblos sería para Israel.

Estos versos nos muestran los términos en que Yisrael debería plantear la guerra a los pueblos distantes de su heredad. No era de manera cruel al estilo de los mercenarios (asesinos pagados como suele ocurrir en el presente). Habría propuestas y ante las negociaciones fallidas, actuarían sin reparo.

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Tú puedes vencer el Estrés

El estrés aparece cuando sentimos que nuestros recursos o capacidades personales están siendo superados, o que tenemos que enfrentar situaciones nuevas o indeseables.

Ciertamente el mundo está cambiando significativamente. Escuchamos muchas noticias desalentadoras, y no sabemos si estamos adecuadamente preparados para enfrentar tales desafíos y mantener la paz en nuestros corazones.

No es fácil identificar que estamos estresados y nos cuesta aceptar que las situaciones que enfrentamos están teniendo efectos adversos en nuestra salud.

El estrés es la respuesta sico-física que damos a los desafíos que nos presenta la vida. Aparece cuando sentimos que nuestros recursos o capacidades personales están siendo superados, o que tenemos que enfrentar situaciones nuevas o indeseables.

Algunas posibles señales de estrés

Presta atención a los siguientes síntomas, ya que podrían ser una evidencia de estar bajo estrés:

  • Fatiga o cansancio
  • Deseo de comer cosas crujientes y saladas
  • Falta de memoria
  • Falta de deseo sexual
  • Cambios bruscos en el estado de ánimo
  • Rutina sedentaria o falta de ejercicio
  • Diversos dolores físicos

Tengamos en cuenta que el miedo y la ansiedad son reacciones naturales que debemos aprender a manejar porque nos ayudan a enfrentar ciertas situaciones de la vida. Pero cuando tales emociones se salen de nuestro control, nos convertimos en sus víctimas y dejan de sernos útiles.

Claves para aprender a manejar el estrés

  • Identifica tus pensamientos. Es importante distinguir entre un pensamiento distorsionado y uno ajustado a la realidad. Cuando nos decimos cosas como: “esto nunca  se va a solucionar” o: “no soy capaz de afrontarlo”, “esto solo me pasa amí”, etc., estamos distorsionando la situación y necesitamos cambiar ese discurso.

    “Nos nos ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana… antes bien en Yeshúa somos más que vencedores… Entonces puedes decirte: “estoy preocupado”; “me siento triste”; “me es difícil afrontar esto”, etc., que son pensamientos ajustados a tu realidad, cambiando así tu dialogo interno. Afirmar pensamientos como: “mañana será un día mejor” – “lo estoy enfrentando bien”, “no soy la única persona pasando por esto“, te permitirá navegar ese tiempo de tormenta temporal. Para ayudarte en esto, no hay mejores palabras o de más aliento que las promesas de Yehováh, nuestro Padre, porque están cargadas de esperanza y firmeza: “No te dejaré, ni te desampararé “. La meditación y la memorización son herramientas que reorientan los pensamientos y por lo tanto toman control de las emociones.

  • Busqueda de apoyo. Necesitamos acudir a quienes creemos que pueden darnos consejos adecuados o palabras de aliento. Esto nos sirve para exteriorizar la tensión, desahogarnos y para escuchar alternativas de solución diferentes, que seguramente no hemos considerado. Además la buena compañía nos proporciona momentos para conversar sobre otros temas agradables que nos producirán descanso.

  • Delegar y pedir ayuda. Al reconocer nuestras limitaciones naturales seremos capaces de deshacernos de responsabilidades por un tiempo determinado. Así podremos aligerar la carga del estrés para concentrarnos en lo más difícil. Por ejemplo, delegar el arreglo de la casa, buscar apoyo para atender los hijos, etc.
  • Ejercicio físico. La ansiedad se libera con actividad física. Lo ideal es que el ejercicio forme parte de nuestras rutinas diarias y no que sea solamente un medio de escape en momentos críticos. El ejercicio junto con una buena dieta y tiempo apropiado de descanso son cosas imprescindibles para mantener el bienestar general.
  • Procurar lo que produce sensación de bienestar. Hay situaciones en las que tenemos el control o que generan seguridad. Por ejemplo: la compañía de una mascota, un buen baño al final del día, interpretar o escuchar música o una caminata al aire libre; tanto la compañía de una persona como una actividad, pueden servirte de bálsamo.
  • Aprende a respirar de manera pausada y profunda inhalando el aire y expulsándolo luego lentamente. De esta manera ayudamos a oxigenar la sangre y a tranquilizar el ritmo cardíaco. Investiga sobre técnicas de respiración y practícalas de manera regular. Encontrarás una puerta a una vida más tranquila, y lo mejor de todo: ¡Es gratis!

Una alimentación adecuada trae paz

Para fortalecer las glándulas suprarrenales que son las más afectadas por el estrés, es importante la ingesta de sal y de vitamina C. Pero no hablamos de la sal blanca refinada, sino de sal marina o rosada, que contienen abundantes trazas naturales de minerales.

El estrés acidifica nuestro organismo por eso es importante una dieta alcalina de vegetales y frutas; verduras de raíz, algas, pescado y grasas saludables.

La buena hidratación permanente es esencial, por supuesto lo ideal es utilizar agua alcalina.

El consumo de aguas aromáticas o tés de plantas tranquilizantes como ginseng, regalís o licorice, rodeola, valeriana y pasiflora promueven el descanso y te ayudan a conciliar el sueño.

Todos estos recursos los tienes a la mano; pero el más importante de todos, es refugiarte en los brazos de nuestro buen Padre. Conversa con Él abriendo tu corazón y contándole todas tus preocupaciones, angustias, sentimientos negativos y demás que puedas estar experimentando. Él es el mejor Psicólogo y te guiará para que sepas lo que debas hacer.


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Parashá Va’Etjanan – Estamos en un Pacto Vigente
Deuteronomio 3:23 – 7:11

Yehováh, como autoridad Suprema en el Universo, establece una Constitución por la cual sus criaturas han de vivir en Su Reino y por la cual Él las va a gobernar. Los Mandamientos, decretos, estatutos, ordenanzas, memorias, instrucciones, testimonios y demás entregados por Yehováh, son de validez eterna, por cuanto expresan Su carácter inmutable. Por eso no pueden perder vigencia. Es la razón por la cual Yeshúa expresó que NO había venido a abolir la Toráh sino a cumplirla (Mateo 5:17).

Ahora pues, oye Yisrael los estatutos y decretos que os enseño, a fin de observarlos, para que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que Yehováh, el Dios de vuestros padres, os da. Deuteronomio 4:1

Hagamos una diferencia entre estatutos y decretos. Los estatutos van delante de los decretos y estos últimos se desprenden de los primeros. Así podemos ver que los estatutos dados por Yehováh, fueron las Diez Palabras (Mandamientos); son la Constitución de su Reino y reúnen en sí mismas todo lo que a partir de allí se ha de reglamentar conforme vayan surgiendo las necesidades. Recordemos las palabras de Yeshúa al escriba en Mateo 22:40 cuando explica que la base de esos mandamientos es el amor. El amor al Padre y al prójimo. El amor fue la raíz a partir de la cual Yehováh generó la Toráh que fue dada de manera resumida en el Monte Sinay a oídos de todo del pueblo.

Ahora bien, Moshé le declara al pueblo la conveniencia de observar, es decir de obedecer cuidadosamente tales estatutos y decretos para que vivan; y esto no es una referencia a no morir físicamente, sino a la calidad de vida que una persona adquiere cuando decide someter su vida a la Toráh: Una vida de libertad, de crecimiento, de relaciones sanas, de prosperidad en todos los sentidos.

Refresca tu memoria y modela para tus hijos

…guárdate de olvidar a Yehováh, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de esclavitud. Temerás a Yehováh tu Dios, a Él servirás y por su Nombre jurarás.” Deuteronomio 6:12–13

Cuando nuestras vidas se estabilizan y las angustian pasan, la fe y la atención hacia Yehováh tienden a disiparse. Este es un llamado a mantenernos conscientes de la presencia de nuestro Padre desarrollando un corazón agradecido por todo detalle que Él trae a nuestras vidas. Ahora bien, como en el día a día tenemos que lidiar con compromisos y conversaciones diversas, se nos insta a jurar por Yehováh en caso de que fuera necesario dar credibilidad a nuestra palabras. Ver Mateo 5:33-37 y comparar; ¿acaso Yeshúa está “cambiando” este mandamiento?

Moshé no cesa a lo largo de esta porción, de reiterar la importancia tanto de temer a Yehováh, como de obedecer sus Mandamientos  estatutos, “haciendo lo recto y lo bueno delante de Yehováh para que te vaya bien…”

Observemos que se nos advierte de la importancia de responder acertadamente a nuestros hijos cuando pregunten… Esto lleva implícito el hecho de que los padres, es decir los mayores estarán realizando una serie de prácticas y rituales los cuales provocarán que a su tiempo, los niños cuestionen: ¿Y por qué hacemos esto? Es el tiempo de responderles narrándoles quién es Yehováh y las grandes obras que Él ha hecho por nosotros. Pero si nuestra obediencia la realizamos “arrastrando los pies” y de mala gana, ¿cómo podremos responder a los hijos? Las respuesta probablemente serán como las que nos dieron a algunos de nosotros: “esa es nuestra costumbre”, “no preguntes y obedece”, “así se ha hecho toda la vida”, etc. No en vano las generaciones nuevas aborrecen las religiones. Al menos hay que reconocer que son auténticos.