Yehováh entrega los Diez Mandamientos
Éxodo 18:1 – 20:26
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Resumen de la Porción
Jetro (Yitro), suegro de Moisés, visitó a Israel en el desierto trayendo consigo a Séfora y a los dos hijos de Moisés, y se alegró por su liberación de Egipto. Aconsejó a Moisés delegar responsabilidades para no agotarse y mejorar la justicia entre el pueblo. Moisés siguió su consejo. Luego, en el monte Sinaí, Dios entregó su pacto a Israel, estableciéndolos como su pueblo santo. Al tercer día, Dios descendió en fuego y entregó los Diez Mandamientos, confirmando su alianza y exigiendo fidelidad, justicia y reverencia.
El Texto de la Biblia RVAH
Encuentra aquí las lecturas completas de la Torá, la Haftará (Profetas) y los Evangelios correspondientes a esta parashá, en la versión Reina-Valera-Hebraica, actualizada con los nombres de Yehováh y Yeshúa.
TORAH | Éxodo 18:1-20:26
18 1Oyó Yitro sacerdote de Madián, suegro de Moshé, todas las cosas que Dios había hecho con Moshé, y con Israel su pueblo, y cómo Yehováh había sacado a Israel de Egipto. 2Y tomó Yitro suegro de Moshé a Séfora la mujer de Moshé, después que él la envió, 3y a sus dos hijos; el uno se llamaba Gersón, porque dijo: Forastero he sido en tierra ajena; 4y el otro se llamaba Eliezer, porque dijo: El Dios de mi padre me ayudó, y me libró de la espada de Faraón. 5Y Yitro el suegro de Moshé, con los hijos y la mujer de éste, vino a Moshé en el desierto, donde estaba acampado junto al monte de Dios; 6y dijo a Moshé: Yo tu suegro Yitro vengo a ti, con tu mujer, y sus dos hijos con ella. 7Y Moshé salió a recibir a su suegro, y se inclinó, y lo besó; y se preguntaron el uno al otro cómo estaban, y vinieron a la tienda. 8Y Moshé contó a su suegro todas las cosas que Yehováh había hecho a Faraón y a los egipcios por amor de Israel, y todo el trabajo que habían pasado en el camino, y cómo los había librado Yehováh. 9Y se alegró Yitro de todo el bien que Yehováh había hecho a Israel, al haberlo librado de mano de los egipcios. 10Y Yitro dijo: Bendito sea Yehováh, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano de Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios. 11Ahora conozco que Yehováh es más grande que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos. 12Y tomó Yitro, suegro de Moshé, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel para comer con el suegro de Moshé delante de Dios. 13Aconteció que al día siguiente se sentó Moshé a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moshé desde la mañana hasta la tarde. 14Viendo el suegro de Moshé todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde? 15Y Moshé respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios. 16Cuando tienen asuntos, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes. 17Entonces el suegro de Moisés le dijo: No está bien lo que haces. 18Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo. 19Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. 20Y enseña a ellos las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer. 21Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de virtud, temerosos de Dios, varones de verdad, que aborrezcan la avaricia; y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de diez. 22Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti, y ellos juzgarán todo asunto pequeño. Así aliviarás la carga de sobre ti, y la llevarán ellos contigo. 23Si esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo irá en paz a su lugar. 24Y oyó Moshé la voz de su suegro, e hizo todo lo que dijo. 25Escogió Moshé varones de virtud de entre todo Israel, y los puso por jefes sobre el pueblo, sobre mil, sobre ciento, sobre cincuenta, y sobre diez. 26Y juzgaban al pueblo en todo tiempo; el asunto difícil lo traían a Moshé, y ellos juzgaban todo asunto pequeño. 27Y despidió Moisés a su suegro, y éste se fue a su tierra. 19 1En el mes tercero de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, en el mismo día llegaron al desierto de Sinaí. 2Habían salido de Refidim, y llegaron al desierto de Sinaí, y acamparon en el desierto; y acampó allí Israel delante del monte. 3Y Moshé subió a Dios; y Yehováh lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Ya'akov, y anunciarás a los hijos de Israel: 4Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel. 7Entonces vino Moshé, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Yehováh le había mandado. 8Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Yehováh ha dicho, haremos. Y Moshé refirió a JehYehováhová las palabras del pueblo. 9Entonces Yehováh dijo a Moshé: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moshé refirió las palabras del pueblo a Yehováh.10Y Yehováh dijo a Moshé: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, 11y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Yehováh descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. 12Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. 14Y descendió Moshé del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. 15Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. 16Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. 17Y Moshé sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. 18Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. 19El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moshé hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. 20Y descendió Yehováh sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Yehováh a Moshé a la cumbre del monte, y Moshé subió. 21Y Yehováh dijo a Moshé: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Yehováh, porque caerá multitud de ellos. 22Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Yehováh, para que Yehováh no haga en ellos estrago. 23Moshé dijo a Yehováh: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. 24Y Yehováh le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Yehováh, no sea que haga en ellos estrago. 25Entonces Moshé descendió y se lo dijo al pueblo. 20 1Y habló Dios todas estas palabras, diciendo: 2Yo soy Yehováh tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 3No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Yehováh tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. 7No tomarás el nombre de Yehováh tu Dios en vano; porque no dará por inocente Yehováh al que tomare su nombre en vano. 8Acuérdate del Shabbat para santificarlo. 9Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10mas el séptimo día es Shabbat para Yehováh tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11Porque en seis días hizo Yehováh los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Yehováh bendijo el Shabbat y lo santificó. 12Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Yehováh tu Dios te da. 13No asesinarás. 14No cometerás adulterio. 15No hurtarás. 16No hablarás contra tu prójimo falso testimonio. 17No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. 18Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y viéndolo el pueblo, temblaron, y se pusieron de lejos. 19Y dijeron a Moshé: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos. 20Y Moshé respondió al pueblo: No temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de vosotros, para que no pequéis. 21Entonces el pueblo estuvo a lo lejos, y Moshé se acercó a la oscuridad en la cual estaba Dios. 22Y Yehováh dijo a Moshé: Así dirás a los hijos de Israel: Vosotros habéis visto que he hablado desde el cielo con vosotros. 23No hagáis conmigo dioses de plata, ni dioses de oro os haréis. 24Altar de tierra harás para mí, y sacrificarás sobre él tus holocaustos y tus ofrendas de paz, tus ovejas y tus vacas; en todo lugar donde yo hiciere que esté la memoria de mi nombre, vendré a ti y te bendeciré. 25Y si me hicieres altar de piedras, no las labres de cantería; porque si alzares herramienta sobre él, lo profanarás. 26No subirás por gradas a mi altar, para que tu desnudez no se descubra junto a él.
PROFETAS | Isaías 6:1-7:6
6 1En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. 2Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. 4Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. 5Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Yehováh de los ejércitos. 6Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; 7y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado. 8Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. 9Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. 10Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad. 11Y yo dije: ¿Hasta cuándo, Señor? Y respondió él: Hasta que las ciudades estén asoladas y sin morador, y no haya hombre en las casas, y la tierra esté hecha un desierto; 12hasta que Yehováh haya echado lejos a los hombres, y multiplicado los lugares abandonados en medio de la tierra. 13Y si quedare aún en ella la décima parte, ésta volverá a ser destruida; pero como el roble y la encina, que al ser cortados aún queda el tronco, así será el tronco, la simiente santa. 7 1Aconteció en los días de Acaz hijo de Jotam, hijo de Uzías, rey de Y'hudah (Judá), que Rezín rey de Siria y Peka hijo de Remalías, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla; pero no la pudieron tomar. 2Y vino la nueva a la casa de David, diciendo: Siria se ha confederado con Efrayim (Efraín). Y se le estremeció el corazón, y el corazón de su pueblo, como se estremecen los árboles del monte a causa del viento. 3Entonces dijo Yehováh a Yesha'yahu (Isaías): Sal ahora al encuentro de Acaz, tú, y Sear-jasub tu hijo, al extremo del acueducto del estanque de arriba, en el camino de la heredad del Lavador, 4y dile: Guarda, y repósate; no temas, ni se turbe tu corazón a causa de estos dos cabos de tizón que humean, por el ardor de la ira de Rezín y de Siria, y del hijo de Remalías. 5Ha acordado maligno consejo contra ti el sirio, con Efrayim (Efraín) y con el hijo de Remalías, diciendo: 6Vamos contra Y'hudah (Judá) y aterroricémosla, y repartámosla entre nosotros, y pongamos en medio de ella por rey al hijo de Tabeel.
EVANGELIO | Mateo 19:16-26
16Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? 17El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Yehováh. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. 18Le dijo: ¿Cuáles? Y Yeshúa dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio. 19Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo. 20El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? 21Yeshúa le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme. 22Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones. 23Entonces Yeshúa dijo a sus discípulos: De cierto os digo, que difícilmente entrará un rico en el reino de los cielos. 24Otra vez os digo, que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Yehováh. 25Sus discípulos, oyendo esto, se asombraron en gran manera, diciendo: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? 26Y mirándolos Yeshúa, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Yehováh todo es posible.
Podcast Yitro - Jetro
La entrega de los 10 Mandamientos
Infografía
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