Por: Miguel Forero
Esta época nos da la oportunidad de plantearnos la siguiente pregunta: ¿Son malas las tradiciones? No todas, sería la respuesta correcta. Sin embargo los seguidores de Yeshúa el Mesías, tenemos la responsabilidad de evaluar cuidadosamente, tanto las enseñanzas que hemos recibido en el pasado, como las tradiciones que las acompañan y que hemos heredado. No en vano, el profeta Jeremías declara:
Oh! Yehováh, mi fuerza y mi fortaleza, mi refugio en tiempo de adversidad, a ti vendrán las naciones desde los extremos de la tierra y dirán: “nuestros padres heredaron engaños, cosas que son inútiles y sin valor”
Jeremías 16:19
Seguir a Yeshúa implica movimiento; ir de un lugar a otro porque Él no es estático. Yeshúa no es una imagen fría asentada en un pedestal o colgada en una cruz. Yeshúa vive y nos llama a ir en pos de Él, camino a Yehováh quien es nuestro destino final. Vivir como Él anduvo, significa renunciar, desacomodarse, cambiar, violentarse a sí mismo para ser transformado y convertirse en un portador de la Luz que deshace las tinieblas y que evidentemente es diferente en su manera de vivir, porque percibe el mundo de la forma que Yehováh lo hace.
Sin embargo, la fuerza de la costumbre, manifestada en los sentimientos que traen los recuerdos, muchas veces puede más que la razón que nos dicta lo que es correcto hacer. Fue el caso de nuestros ancestros cuando habiendo salido de Egipto, se consideraron abandonados por Moshé cuando se tardó en el Monte Sinay, y decidieron seguir su tradición aprendida en Egipto haciendo un becerro en representación de Yehováh para adorarlo.
Pudo más la fuerza de los recuerdos y de los sentimientos, que el mandamiento recientemente entregado. Ganó la tradición sobre el conocimiento; ganaron de nuevo los sentidos sobre la obediencia, tal como en el caso de Eva en el Edén. Querían “ver, palpar, oler, saborear, escuchar” un “dios” que se acomodara a sus caprichos.
Quienes afirman que ahora somos mejores que nuestros ancestros, están en un grave error. Han evolucionado el conocimiento, la ciencia y la tecnología; pero la moralidad sigue su camino hacia atrás. ¿Acaso no son estos mismos argumentos los que presentamos hoy para desechar el conocimiento que nos ha dado Yehováh, con el fin de hacernos libres de las tradiciones que hemos heredado?
Y sigue siendo así, porque nos puede más la fuerza de la costumbre y los tiernos recuerdos de la niñez, que la Verdad revelada, probando así que en nada hemos evolucionado para ser mejores que aquellos que perdieron su vida en el desierto a causa del becerro de oro.
¡Yehováh quiere que seamos libres! La posibilidad de dejar atrás todo aquello que nos esclaviza está ante cada uno de nosotros. Pero nadie puede decidir en nuestro lugar. Es una decisión personal que cada uno debe tomar: Salir de Egipto (Mitsráyim) dejando atrás todo lo que conocemos y heredamos, o permanecer allí pensando que es más seguro seguir en esclavitud y satisfacer los sentidos. ¿Vas a correr el riesgo de una vida de libertad en dependencia de Yehováh?
Sea este el momento para evaluar tus tradiciones y tus argumentos. Estarás ante dos caminos: Continuar abrazado a la tradición, o renunciar a ella y experimentar el significado de la obediencia a las Instrucciones (Toráh) de Yehováh.
…habéis invalidado la Palabra de Yehováh por vuestra tradición.
Mateo 15:6