La dedicación, es una decisión costosa que involucra la renuncia a todo aquello que nos contamina…
De acuerdo a Juan 10:22-23, Yeshúa se hallaba, por los días de la Fiesta en la santa ciudad. Y fue precisamente durante este Festival, que se reveló como “la luz del mundo” y realizó la controversial sanidad de un ciego de nacimiento, trayendo luz física y espiritual a su vida.
Janucá tiene una gran conexión con lo que Yeshúa hizo y enseñó durante la víspera y celebración de ésta Fiesta; y aunque no estamos obligados a observarla, entenderla nos puede motivar a hacerlo para enriquecer nuestras vidas.
El capítulo ocho del Evangelio según Juan, narra que la declaración de Yeshúa generó incomodidad en los fariseos y una gran discusión en la que terminaron acusándolo de tener demonio. Entonces se relata el encuentro con el ciego de nacimiento, a quien Él sanó en Shabbat, lo que aumentó la tensión. Ahora, si observamos atentamente, estos hechos están íntimamente relacionados con la Fiesta que se estaba celebrando en esos días.
¿Notas la conexión? Yeshúa afirma ser la Luz del mundo mientras la gente se prepara para la ¡Fiesta de las Luces! Cosas similares ocurrieron durante las otras celebraciones. Yeshúa no estaba improvisando sino dando cumplimiento a un plan perfecto elaborado por Yehováh, nuestro Padre, Quien había entregado Sus Fiestas a Su pueblo para que estuviera preparado y reconociera a su Mesías. Mas como el pueblo se enredó añadiendo y quitando a la Palabra y contaminándola con tradiciones desarrolladas por ellos mismos, fueron incapaces de identificarlo, tal y como es evidente en Juan 10:22-42.
Limpieza, Purificación y Dedicación
Aunque Salomón había hecho una gran dedicación (januca) del Templo cuando lo construyó, fue necesario dedicarlo nuevamente por los Macabeos, no sin antes someterlo a un meticuloso proceso de limpieza y purificación.
Algo parecido sucede con nuestras vidas, pues requieren de los mismos procesos: limpieza, purificación y dedicación. Y aunque es muy posible que ya hayamos hecho la dedicación de nuestra vida en el pasado, es necesario rededicarnos una otra vez.
Somos templo de su Ruaj (Espíritu). Y es seguro que en el caminar diario muchas veces nos contaminamos. Esto sucede cuando desarrollamos dependencias de cosas como la comida, las bebidas, los placeres, las aficiones, las personas; sucede cuando nuestra vida gira en torno a alguna actividad que nos absorbe: compras, trabajo, deporte etc.; sucede cuando permitimos que nuestra mente reciba cosas nocivas como películas de terror o violencia; ó cuando consumimos comida que las Escrituras catalogan como inmunda; ó cuando escuchamos música cuyo contenido no edifica, etc.; entonces hemos hecho cosas similares al sacrificio del cerdo en el Templo.
La limpieza la obtenemos al confesar a Yehováh nuestras fallas; y la purificación, tiene lugar al apropiarnos del perdón que nos otorga la sangre de nuestro Mesías; mas la dedicación, es una decisión costosa que involucra la renuncia a todo aquello que nos contamina; es una decisión que debemos hacer reiteradamente hasta vencer los hábitos que hemos desarrollado a lo largo de una vida ignorante de los parámetros divinos. Muy pocos están dispuestos a pagar el precio, por lo cual el proceso se queda a medias. Nuestro Padre Yehováh espera que lo completemos y retomemos el Camino de la obediencia a Él como nos lo demanda.