Cuando empezamos a estudiar las Escrituras desde una perspectiva hebraica, muchas cosas que vamos aprendiendo se tornan muy emocionantes ya que en otro tiempo, nos las habían enseñado con una mentalidad occidental griega, omitiendo así muchos detalles acerca de la cultura y el lenguaje hebreo.
Una de las primeras reacciones es, “¡que hermoso este pasaje, hasta ahora logro entenderlo!” o: “¡Mira esa parábola, Yeshúa se estaba refiriendo a esto, o a aquello…!”. Ahora muchas cosas empiezan a tomar sentido. Palabras y enseñanzas de Yeshúa van aclarándose a medida que las asociamos con mandamientos de la Toráh, o incluso con profecías bíblicas que no habíamos leído antes. Hasta el libro de Apocalipsis se vuelve un poco más claro cuando entendemos el contexto de las Fiestas de Yehováh (Levítico 23).
Después llevamos a cabo una búsqueda de un grupo o una congregación “mesiánica” donde podamos aprender y compartir con otros hermanos que han iniciado este nuevo caminar, que se reúnan en Shabbat para leer la parashá (la porción bíblica de la semana), que celebren las Fiestas de Yah y que hablen el mismo idioma que hemos empezado a estudiar.
Cada semana estamos anhelando que llegue el Shabbat para podernos sentar a explorar y discutir los temas nuevos que vamos descubriendo en la Toráh, los profetas y los demás escritos. Además de los famosos 10 Mandamientos, empezamos a poner en práctica los mandamientos que hemos ido aprendiendo tales como aquellos que están relacionados con la dieta del Creador (Levítico 11), la pronunciación “correcta” del nombre de Yah, y las fechas “correctas” del calendario bíblico para poder celebrar el día “exacto” las Fiestas Bíblicas, entre otras cosas.
Para entones, el nivel de emoción que sentimos se eleva a tal punto que, deseamos compartir primeramente con nuestros familiares, seres queridos y amigos este nuevo entendimiento y conocimiento para que sean parte de este despertar. Pero… ¿acaso no les ha sucedido que se han encontrado con cierta resistencia de parte de algunas personas creyentes, quizás más conservadoras, que no están listas para recibir esta información? ¿o han experimentado la pérdida de amistades que ahora más bien los consideran a ustedes sectarios? Creo que a todos nos ha sucedido.
De hecho, en algún momento de todo este caminar, nos atrevemos a mirar a otros por debajo del hombro, pensando que somos mejores porque tenemos la revelación de la Tora y los profetas, porque guardamos el Shabbat y las Fiestas del Altísimo, porque no comemos cerdo (sino solo alimentos “kosher”) y porque al final del camino nos creemos más santos y justos que los demás debido a que los demás no guardan Sus mandamientos…
Es aquí hermanos donde encajan las palabras de Yeshúa…
“Un hombre… cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; e hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. Aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, pasó de largo. Asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de camino, vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia; y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó al mesón, y cuidó de él. Otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al mesonero, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese” (Lc 10:30-35).
Es interesante, porque de todos estos personajes, el que menos sabía o entendía acerca de la Toráh y los Profetas, fue el que puso en práctica el corazón de la Toráh. Yeshúa claramente dijo que él no vino a “abrogar la Toráh ni los Profetas, sino que vino a cumplirla” (Mt 5:17) lo cual incluye los aspectos antes mencionados acerca del Shabbat, las Fiestas, la dieta del Creador etc, sin embargo, Yeshúa nos dejó una clave con respecto al cumplimiento de la ley y los profetas:
“Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la Toráh y los Profetas” (Mateo 7:12).
Por lo tanto, ve y haz tú lo mismo!