Un evento muy relevante es relatado en esta porción de la Torá; en el año segundo, en el mes segundo, partieron los hijos de Israel del desierto de Sinaí (Num 10:11). El mes anterior (el primer mes del año siguiente al Éxodo), el Tabernáculo había sido erigido (evento registrado originalmente en Éxodo 40 pero recordado nuevamente en esta parashá, en Números 9:15).
El pueblo de Israel, habiendo sido liberado de la esclavitud en Egipto, tuvo un encuentro sobrenatural con el Todopoderoso en el Monte Sinaí. Allí permanecieron por casi un año, incluso varios meses después de haber recibido la Torá por medio de Moisés. La razón principal por la que permanecieron allí fue materializar el mandamiento de construir el Tabernáculo.
El Tabernáculo se convertiría en la experiencia portátil del Monte Sinaí para los hijos de Israel para generaciones futuras. El Arca de la Alianza, llamada también del testimonio, llevaría consigo esa nube que todo el pueblo presenció en el Sinaí. La misma nube que guió a los israelitas en el desierto durante cuarenta años.