A pesar de que el “descanso” es físico, vemos cómo, cuando asociamos esta palabra con otras en las Escrituras, se aplica también a un descanso más allá de lo físico.
Uno de los personajes más emblemáticos en las Escrituras Hebreas es el hombre que nació en la décima generación desde Adam; Nóaj, Noé. La palabra nóaj significa descanso. De esta raíz proviene el nombre del profeta Najum (Nahum) y el nombre del pueblo Kfar Najum (Capernaum), que conjugados de esta manera se relacionan con la palabra “consuelo”. El verbo menajem significa “consolar”. A pesar de que el “descanso” es físico, vemos cómo, cuando asociamos esta palabra con otras en las Escrituras, se aplica también a un descanso más allá de lo físico.
En Éxodo 20:11 se nos dice que Elohim descansó (va’inaj – וַיָּנַח) en el Shabat y en Genesis 8:4 se nos dice que el arca “descansó” (va’tanaj – וַתָּנַח) en el séptimo mes sobre las montañas de Ararat.
En Genesis 5:29 dice que Lamej (Lamec) el padre de Nóaj, nombro así a su hijo con la esperanza de que él “nos aliviará de nuestras obras y del trabajo de nuestras manos”. De las palabras nos aliviará (ienajmenu – יְנַחֲמֵנוּ) es que proviene originalmente el nombre Nóaj.
Hay un hermoso versículo en hebreo en Genesis 6:8, en donde se nos dice que “Nóaj halló gracia ante los ojos de Yehováh”. La palabra para “gracia” es jen (חן), que son las mismas dos letras de la palabra Nóaj, pero al revés. Tan solo una de las perlas de esta hermosa y divinamente inspirada lengua hebrea.